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NOTA INTRODUCTORIA
DE AZARES Y EXTRAVÍOS. CUENTOS DE FEDERICO PATÁN
ОглавлениеFederico Patán es una figura singular en el ámbito de la literatura mexicana contemporánea. Su silencioso pero persistente proceso creativo lo ubica como un autor prolífico que ha publicado casi un centenar de obras en géneros diversos: poesía, ensayo, crítica, reseña literaria, traducción, novela y cuento. Sin embargo, su renuencia a desfilar frente a los reflectores de la fama ha alejado sus libros de un público más amplio. Se ha convertido, así, en un escritor de culto que tiene devotos seguidores no sólo en México sino también en otras regiones del mundo –América Latina, Estados Unidos, España, Inglaterra– debido a la sugestiva naturaleza de su escritura.
La obra de Federico Patán muestra una preocupación constante por explorar las tensiones y ambivalencias que aquejan a individuos ordinarios que se encuentran en espacios o tiempos intersticiales –muchas veces sin conciencia de ello–, en los que intentan trascender la monotonía y falta de horizontes de sus vidas rutinarias. Los actos de desafío no llegan a tener una dimensión épica o trágica, pero al estar acompañados de atmósferas difusas, muchas veces opresivas, se convierten en búsquedas atribuladas y paradójicas, en las que se borra la frontera entre la realidad y la imaginación.
Para algunos críticos, su predilección por las coyunturas intersticiales surge de un sentido muy personal de exilio. Patán nació en 1937, en Gijón, Asturias. La filiación republicana de la familia los expulsó de España, después de que su padre pasó meses en un campo para refugiados en Francia. Llegaron a México a bordo del Mexique, enjulio de 1939, y hasta 1945 vivieron en provincia. La mudanza a la capital ofreció un mayor contacto con otros exiliados españoles. Estos antecedentes de infancia marcaron no sólo su vida, sino que constituyen un fondo que sustenta mucha de su obra: la búsqueda de un anclaje material, ético y espiritual por parte de los personajes ocurre en espacios mexicanos marcados por una modernidad malograda que suele afectar los destinos individuales.
Los tres cuentos presentados aquí ejemplifican de manera notable la maestría de Patán para la creación de atmósferas sugerentes pero inciertas, que más allá de generar suspenso, plasman los titubeos y las tensiones, los dilemas y los miedos de grupos o individuos envueltos en circunstancias fuera de su control. Es decir, la generación de ambientes opresivos no es una estrategia complementaria o superflua, sino que forma parte intrínseca de los acontecimientos de la trama. Lo que subyace a este tipo de situaciones es la amenaza de una violencia latente, en espera del momento propicio para explotar. Patán ha comentado que le interesa explorar el funcionamiento de mentes autoritarias, de tipo “franquista”, cuyo único objetivo es imponer su voluntad sobre los demás. De forma característica, aborda este fenómeno no a través de sucesos de gran envergadura sino en el ámbito de las relaciones familiares, lo que puede generar una sensación de desasosiego todavía más intensa. Un rasgo notable en su escritura es la elección de epígrafes que parecen hechos a la medida del enigma argumentativo; junto con los finales no conclusivos, los cuentos obligan a quien lee a buscar su interpretación personal de los sucesos en el vacío hermenéutico que se genera.
“Las tres íes” es un relato delirante en el que la minuciosa percepción sensorial del protagonista anónimo es lo único que lo vincula a un mundo exterior al que, de entrada, parece imposible acceder, bajo una amenaza permanente de tortura. Publicado en 1997 en Bitácora de extravíos, el cuento muestra cómo la memoria, la voluntad y el azar pueden sufrir transformaciones infinitas para llegar a una representación de un absurdo existencial que, a pesar de todo, lucha por sobrevivir. Este texto deja ver el dominio estructural y narrativo de Patán, rasgo que lo caracteriza y que aparecerá también en novelas publicadas alrededor del cambio de milenio, como El rumor de su sangre (1999), Esperanza (2001), Ángela (2001) y Casi desnudo (2008).
En “El paseo”, Patán muestra su pasión por el cine en la creación de un entorno que podría provenir de algunas películas mexicanas de la época de oro. Apenas hay oportunidad de vislumbrar el escenario casi pastoral de la propiedad campestre habitada por una típica familia mexicana cuando la ominosa presencia del padre invade los afectos y las emociones de su mujer, sus hijos y sus invitados. Publicado en 1984, en Nena, me llamo Walter, este cuento adquiere una vigencia renovada en el contexto de las luchas feministas que visibilizan la violencia de género que había sido naturalizada por la sociedad. Visto en retrospectiva, el personaje de don Pedro se convierte en un arquetipo del patriarca que espera la sumisión total de su apocada familia y cuyo poder ha sido tan absoluto que ha trastornado su mente. Así, los invitados se convierten en beneficiarios de las atenciones de un hombre perturbado, a quien el desprecio por lo “citadino” y la necesidad de imponer su virilidad lo han vuelto incapaz de distinguir la realidad de su propio ofuscamiento mental.
“Cenizas” es un cuento inédito en México, aunque apareció ya traducido en una antología sobre el exilio en Francia. En él, mediante un narrador hornodiegético que se dirige a su padre y con un final irónico, casi de humor negro, Patán recrea con agudeza cómo la diáspora marca de diversas formas a los miembros de una familia y ofrece en unas cuantas páginas una visión histórica de un proceso que duró varias décadas. “Cenizas” ejemplifica los rasgos que colocan a Patán dentro de la generación que los críticos han llamado “nepantla” o “hispanoamericana”, la cual articuló la problemática asociada con la pérdida de nacionalidad, los intentos de adaptación a las nuevas circunstancias de vida y la marginación sufrida en una sociedad que se mostraba ambivalente ante la llegada de los rnigrantes.
Federico Patán ha tenido una presencia insustituible en el ámbito literario mexicano. Su poesía puede considerarse intimista y aborda ternas como el amor, la muerte, la memoria y la soledad con una notable finura expresiva. Como traductor, acercó al público mexicano a autores que van de Shakespeare a James Baldwin. Su labor de dos décadas como reseñista en sábado, el suplemento cultural del periódico unomásuno, cartografió la narrativa mexicana de fines del siglo XX. Sus memorias ofrecen una visión conmovedora y única de un México en vías de desaparecer. Los ensayos muestran su sutil y atinada capacidad lectora en una prosa elegante e informada. Su ejemplar labor docente y académica le mereció en 2012 el nombramiento de Profesor Emérito de la Facultad de Filosofía y Letras. Su narrativa fue reconocida con el Premio Xavier Villaurrutia 1986 por su primera novela Último exilio, y el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares 2006 por Encuentros.
Federico Patán es un autor único y leer su obra narrativa, una experiencia singular que nos acerca a mundos (im)posibles.
NAIR MARÍA ANAYA FERREIRA