Sobre Dios, el hombre y la muerte
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Fermín Cebrecos. Sobre Dios, el hombre y la muerte
Índice
Prólogo
Dios como realidad reflejada. Alcances y límites de la metáfora especulativa en Descartes
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Bibliografía. a) Bibliografía fundamental
b) Bibliografía secundaria
Giro antropocéntrico y humanismo en la teología atea y en la teología católica
1. El giro antropocéntrico y su relación con el “hablar sobre Dios” (theos-légein) en la teología atea. 1.1. El giro antropocéntrico y su relación con el humanismo. 1.1.1. Síntesis histórica
1.1.2 Algunas versiones antihumanistas
1.1.3 El humanismo “oficial”
1.1.4 Características esenciales del humanismo
1.2 El giro antropocéntrico y su relación con la secularización, el ateísmo y el humanismo. 1.2.1 El giro antropocéntrico y la secularización
1.2.2 El giro antropocéntrico y el ateísmo
1.2.2.1 Modalidades del ateísmo
1.2.2.3 El “nuevo ateísmo”
1.2.2.3.1 Los cuatro jinetes del “nuevo ateísmo” a) Richard Dawkins
b) Daniel C. Dennett
c) Christopher E. Hitchens
d) Sam Harris
e) El quinto jinete del ateísmo: Stephen W. Hawking
1.2.2.3.2 Los acompañantes del “nuevo ateísmo”
1.2.2.4 El humanismo de la teología atea
1.2.2.4.1 La imposibilidad de la teodicea y la posibilidad de la felicidad
1.2.2.4.2 La ética antropocéntrica
1.2.3 ¿Posibilidad de diálogo interhumanista? El ateísmo débil y el “cristianismo irreligioso”
2. El giro antropológico y su relación con el “hablar sobre Dios” (theos-légein) en la teología católica. 2.1 La relación razón-fe como origen de la oposición entre antropocentrismo y teocentrismo
2.2 La reacción oficial de la Iglesia católica ante el antropocentrismo filosófico y ante una teología de signo antropocéntrico
2.2.1 Los documentos anteriores al Concilio Vaticano II: condena del ateísmo
2.2.2 La nouvelle theologie y la reacción del magisterio eclesiástico
2.2.3 Los documentos del Concilio Vaticano II
2.2.4 Los documentos pontificios posconciliares
2.3. Otras reacciones de la teología católica
2.3.1 Hacia una teología antropocéntrica
2.3.2 La teología antropocéntrica de la liberación y su relación con el marxismo
2.4 Otras modalidades de la teología católica
3. Cuatro paradigmas humanizadores
3.1. El paradigma humanizador del diálogo
3.2. El paradigma humanizador de la tolerancia
3.2.1 Esfuerzos por un diálogo tolerante
3.2.1.1 Hacia una ética ecuménica
3.2.1.2 Testimonios de diálogo polémico
3.2.1.3 La ejemplaridad del diálogo Habermas-Ratzinger
3.3 El paradigma humanizador de la emancipación
3.4 El paradigma humanizador de la esperanza
3.4.1 La esperanza como escatología
4. Reflexiones complementarias. 1
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Bibliografía
“Polvo seré, mas polvo enamorado” Antecedentes histórico-filosófico-literarios y valoración crítica de la estetizaciónde la muerte
1. El soneto 472 de Francisco de Quevedo
2. La estetización de la muerte
3. Tres interpretaciones del hecho de la muerte
4. El temor a la muerte como causa de la teología filosófica y de la religión
5. La contraposición tiempo de la vida-tiempo del mundo
6. La frustración racional del conato de inmortalidad
7. Breve historia de la meditatio mortis
7.1 El pensamiento grecolatino
7.2 El pensamiento bíblico
8. Aproximación, en sus antecedentes, al “polvo enamorado”
8.1 Las influencias de Propercio
8.2 Las influencias de Petrarca y Garcilaso de la Vega
9. Examen y valoración crítica del texto
10. Alcances de la justificación estética de la muerte
11. A manera de conclusión
Bibliografía
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Prólogo
Dios como realidad reflejada. Alcances y límites de la metáfora especulativa en Descartes
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El recurso cartesiano al genio maligno se presta a ser objeto de una triple interpretación en cuanto a su causa. En primer lugar, no resulta irracional suponer que Dios, haciendo gala de su omnipotencia, sea su creador y que, sometida al atributo de su omnibenevolencia, la hipótesis del deceptor potentissimus podría interpretarse como parte de un plan divino para que el ser humano, empleando su razón, llegue hasta Él sin ningún prolegómeno de fe revelada. En segundo lugar, es el genio maligno el que, gracias a su poder engañador y a su voluntad de practicar el engaño, puede convertirse, para la razón humana, en un ser real y no en una hipótesis creada exógenamente como estrategia metodológica. Ocuparía, entonces, el lugar que Nietzsche atribuyó al inventor de la religión: ser un practicante de la magia negra (Schwarzkünstler) y de un “artificio” ficcional (Kunststück) que, en este caso, estaría representado preferentemente por la idea de Dios6. Por último, la causa podría provenir de la misma razón humana y, por tanto, ser una “idea hecha por mí” (a me ipso facta).
Si Dios es el creador del genio maligno, es algo, empero, que no puede reflejarse en el espejo de la razón, y la razón tampoco encontraría salida alguna hacia un saber seguro (o “verdad primera”) si es que se admitiese que ha sido un genio maligno el autor de una estructura mental hecha exclusivamente con el propósito de inducir al error. En ambos casos la razón se encontraría en una situación aporética. En el primero, porque no puede, so riesgo de perpetrar una hybris prohibida por la fe, inmiscuirse con éxito en los planes que Dios ha tenido para crear el mundo I (Medit. IV, 64); y en el segundo, porque el genio maligno estaría conduciendo la razón por una espiral inacabable de laberintos y espejismos en la que hasta la misma constatación de ser una res cogitans estaría necesitada de fundamento racional. La estratagema cartesiana del genio maligno para asegurar que Dios existe se convierte, entonces, en una especie de bumerán en contra de una razón que es, en sí misma, una instancia engañadora. Podría decirse que, tanto en un caso como en otro, es la aporía, trocada en enigma permanente, la dueña de la última palabra.
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