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Capítulo 2 TÉCNICAS DE PROGRESIÓN POR SENDEROS E ITINERARIOS DE MEDIA Y BAJA MONTAÑA

(Javier A. Melendo Soler)


1. NOS DESPLAZAMOS

¿Cómo andamos?

Beneficios de las marchas por la naturaleza

2. FORMAS DE PROGRESIÓN, ANDANDO, EN DIFERENTES TIPOS DE TERRENO

Caminar por terreno llano

Subir por terrenos con pendiente

Bajar por terrenos con pendiente

Bajar por pendientes pedregosas

Bajar por pendientes herbosas

Atravesar un río

Caminar por la nieve

Materiales que podemos utilizar en la nieve

Atravesar un nevero

Caminar por nieve dura o hielo

3. ESTABLECER ITINERARIOS BASÁNDOSE EN EL TIEMPO Y LA DISTANCIA

Elección del itinerario

Duración de la excursión

Longitud del recorrido

Desnivel

Períodos de pausa

El ritmo

Refugios y medidas de seguridad

4. MATERIAL BÁSICO PARA NUESTRAS EXCURSIONES

Protección de los pies: botas

Botas de senderismo

Botas de alta montaña estival

Botas de alta montaña invernal

Calcetines

Prendas exteriores

Sistema de capas

Pantalones

Protección de la cabeza

Protección de los ojos

Protección de las manos

Polainas

Mochila

Materiales complementarios

Bastones

Piolet

Crampones

Material necesario para nuestras excursiones

Material necesario para una excursión de un solo día

Material necesario para una excursión de varios días

5. CAMINAR EN GRUPO

Caminar por un entorno natural nos va a permitir descubrir paisajes, recorrer caminos poco frecuentados y aproximarnos a una naturaleza muchas veces olvidada. La posibilidad de acercarnos a ella y descubrir lugares nuevos, al menos para nosotros, sólo va a depender de nuestros pies.

El desplazamiento por itinerarios de media y baja montaña es una actividad al alcance de casi todas las personas, el nivel técnico que se necesita no es muy alto, aunque es necesario conocer las características del terreno por donde nos movemos y cómo debemos desplazarnos por éste.

1. NOS DESPLAZAMOS

Existen diversas maneras de acercarnos a la naturaleza, pero, de todas ellas, la que nos permite una mayor aproximación y relación con la naturaleza es andando. A pie podemos descubrir lugares recónditos a los que posiblemente no podremos acceder mediante vehículos a motor, ni incluso en bicicleta de montaña o a caballo, aunque éstos nos facilitarán el acercamiento a las zonas que deseamos recorrer.

La realización de marchas o excursiones a pie puede requerir la utilización de materiales específicos en función del tipo de terreno que recorramos, ya sea en terrenos con nieve, hielo, pedrizas o terrenos escarpados; para estos tipos de terrenos necesitamos conocer las técnicas de progresión que resulten más adecuadas y el uso de los materiales específicos.

¿CÓMO ANDAMOS?

Cuando nos desplazamos no solemos pensar cómo lo hacemos, nos limitamos a realizar un movimiento que hemos automatizado y a repetirlo cíclicamente. Nuestra locomoción pone en marcha simultáneamente una serie de acciones en las que intervienen de forma conjunta los siguientes músculos y articulaciones:

•Las articulaciones del pie y especialmente la del tobillo, que soportarán el peso del cuerpo facilitando el impulso y la amortiguación.

•La rodilla interviene en la marcha por medio de sus movimientos de flexión y extensión, facilitando la deambulación y elevando el peso del cuerpo.

•La cadera realiza un movimiento de rotación y una basculación de la pelvis; estos movimientos son seguidos por la columna vertebral.

•Los brazos realizan un movimiento simultáneo al de la pierna del lado opuesto que favorece la estabilidad durante la marcha.

Como podemos ver, la biomecánica de la marcha es una acción complementaria de diversas partes del cuerpo. De su correcta realización dependerá que efectuemos un buen desplazamiento y el mantenimiento de nuestro equilibrio. Nuestro centro de gravedad se modifica durante la marcha; cuando estamos de pie en una posición estática, está localizado aproximadamente en nuestro ombligo o un poco por debajo de él.

Cuando nos desplazamos modificamos nuestro centro de gravedad; todos los movimientos compensatorios, como el balanceo de brazos, rotación de caderas, etc., contribuyen a favorecer nuestro equilibrio reajustando el centro de gravedad; así, por ejemplo, nuestro cuerpo se inclina hacia delante cuando subimos una pendiente o hacia atrás cuando bajamos por la misma pendiente.

Los músculos que intervienen en la deambulación son fundamentalmente los de la extremidad inferior. En el medio natural, los terrenos por los que nos movemos son irregulares, de manera que, a diferencia de la marcha por un terreno llano, habrá una serie de grupos musculares que utilizaremos según ascendamos por una pendiente o descendamos por ella. En general, para la realización de marchas excursionistas, los músculos realizarán esfuerzos de tipo aeróbico, priorizando la duración del esfuerzo a su intensidad.

Músculos que intervienen en la marcha

Subiendo por una pendiente:

–Parte posterior de la pierna

•Gemelos y sóleo

–Parte anterior del muslo

•Cuádriceps

–Zona pelviana

•Psoasilíaco

•Glúteos mayor y medio

Bajando por una pendiente:

•Cuádriceps

•Gemelos y sóleo

•Glúteos

Articulaciones que intervienen en la marcha

–Extremidad inferior

•Tobillo y pie

•Rodilla

•Cadera

–Extremidad superior

•Cinturón escapulohumeral

–Columna vertebral

BENEFICIOS DE LAS MARCHAS POR LA NATURALEZA

Tradicionalmente se recomienda andar como un tipo de ejercicio simple y básico para mantenerse en forma. Andar por la naturaleza, además de los beneficios fisiológicos que nos proporciona, ejerce una influencia positiva sobre nuestra mente y por extensión sobre nuestro sistema nervioso, liberándonos del estrés cotidiano.

Los beneficios sobre el aparato cardiocirculatorio son los propios de toda actividad de tipo aeróbico, aumentando, con el entrenamiento, el volumen del corazón y reduciendo la frecuencia cardíaca, mejorando con ello el rendimiento del corazón. Asimismo, aumenta la frecuencia respiratoria durante el ejercicio, mejorando la ventilación pulmonar.

La musculatura se va adaptando a la fatiga en función de la distancia e intensidad de nuestras caminatas, favoreciéndose la utilización de la energía y la respiración celular.

Nuestros huesos y articulaciones evitan la pérdida de calcio, retrasando o impidiendo la aparición de osteoporosis y favoreciendo la movilidad articular.


Caminando hacia Peña Gratal (Huesca).

La vida sedentaria actual con sus riesgos de sobrepeso, aumento de colesterol, riesgo de infartos o accidentes vasculares cerebrales puede evitarse simplemente andando y mejor si es por la naturaleza.

Psicológicamente, los beneficios de las marchas por el medio natural procederán tanto de la tranquilidad que nos induce como del placer visual de la contemplación del paisaje, e incluso del propio esfuerzo para alcanzar la meta propuesta o descubrir lugares nuevos.

2. FORMAS DE PROGRESIÓN, ANDANDO, EN DIFERENTES TIPOS DE TERRENO

Caminar por la naturaleza puede ser muy diferente según lo hagamos en un tipo de terreno u otro; asimismo, dependerá de nuestro material, de nuestra carga y por supuesto de nuestra preparación.

CAMINAR POR TERRENO LLANO

Cuando nos desplazamos por un terreno llano, no es necesaria ninguna técnica específica, basta con que caminemos tal y como haríamos por nuestra ciudad. Sin embargo, la naturaleza no es un camino asfaltado, en ella encontraremos diversas irregularidades, como piedras, montículos, oquedades, que nos obligarán a prestar atención de una forma especial. Una vez que hemos elegido el camino a seguir, ya sea con nuestro mapa, libro informativo de la zona o con la ayuda de personas o guías que nos lo indiquen, siempre hemos de procurar que éste discurra por el trayecto más sencillo; generalmente, todos los caminos trazados cumplen este requisito y bastará con seguirlos.

El desplazamiento por este tipo de terrenos no debe ser fatigoso; para ello nuestra marcha dependerá del tiempo y longitud de nuestro recorrido, y de nuestro grado de condición física. Es conveniente que la longitud de nuestra zancada no sea excesiva, que nuestro ritmo respiratorio no sea alto, por ejemplo, que nos permita ir hablando con nuestros compañeros de excursión, y que las pulsaciones cardíacas se mantengan en unos límites ligeramente superiores a los que tenemos, por ejemplo, cuando caminamos por la ciudad. Por supuesto, estamos excluyendo las actividades competitivas que serían un capítulo aparte.

SUBIR POR TERRENOS CON PENDIENTE

Subir caminando por una pendiente, sin necesidad de efectuar apoyos con las manos, no requiere ninguna técnica especial. Sin embargo, cuando la pendiente aumenta hemos de tener en cuenta varias cuestiones que favorecerán nuestra progresión.

En primer lugar, cuando ascendemos por zonas con pendiente, la línea recta no es el trazado más conveniente; subir como si fuéramos por una escalera es mucho más cansado, por lo que deberemos avanzar trazando diagonales, aunque nos parezca que así prolongamos más el camino. Normalmente, los senderos que seguimos han sido trazados teniendo en cuenta este hecho, de tal manera que bastará con que los sigamos, cumpliendo de esta manera con otro de los preceptos más importantes en los entornos naturales: no salirse de los caminos; de esta manera evitaremos la erosión del terreno que los propios caminantes provocan especialmente en las laderas de las montañas.

En segundo lugar, hay que avanzar con pasos cortos, manteniendo el ritmo propio. Al subir es importante evitar dar grandes zancadas que acabarán produciendo una fatiga muscular más precoz y una sobrecarga sobre nuestras articulaciones, especialmente la rodilla. Una de las frases más escuchadas en boca de montañeros experimentados es la de: anda como un viejo para llegar como un joven. Para alcanzar nuestras metas, sobre todo cuando éstas son exigentes, hay que ser todavía más conscientes de este aforismo y aprender a dosificar nuestro ritmo; dejemos la rapidez para los que participen en alguna competición.


Figura 2.1 Subiendo por una pendiente.

Hay que fijarse en el terreno por el que ascendemos, eligiendo el más sencillo; a lo largo de nuestros desplazamientos encontraremos lugares por los que tengamos que trepar o utilizar medios auxiliares. Procuraremos pisar apoyando toda la planta del pie; hay que evitar en la medida de lo posible andar de puntillas. Mantendremos una posición erguida y nuestro centro de gravedad se ajustará al grado de la pendiente y al peso que transportemos en nuestra espalda.

Subir por una pendiente

•Andar con pasos cortos

•Avanzar trazando diagonales

•Mantenerse erguido, con el peso bien distribuido en la mochila

•Elegir los caminos más sencillos

BAJAR POR TERRENOS CON PENDIENTE

Bajar puede resultar más difícil y en ocasiones, según el grado de la pendiente, más fatigoso. Personas poco experimentadas pueden presentar cierto temor a descender por una pendiente, sobre todo según el tipo de terreno por el que discurra.

En general, en las bajadas podemos seguir una trayectoria más recta; en caso de fuertes pendientes, descenderemos trazando diagonales. Al caminar por senderos marcados nos ceñiremos a ellos, evitando convertir la montaña en una red de surcos que la erosionen.

La posición de bajada será erguida, pero con los hombros ligeramente inclinados hacia delante y las rodillas flexionadas para amortiguar el choque de la planta del pie con el suelo. La utilización de bastones permite amortiguar, todavía más, la bajada por fuertes pendientes, retrasando la fatiga muscular del cuádriceps.

Descenderemos con los hombros y la mirada orientada de cara hacia la pendiente del valle; el peso de la mochila debe estar bien repartido y la mochila sujeta a nuestra espalda para evitar los desequilibrios.

La zancada suele ser más amplia que en la subida y descenderemos con más rapidez, aunque procuraremos no coger mucha velocidad para evitar desequilibrarnos y caer al suelo. Conviene que apoyemos toda la planta del pie.

Bajar por una pendiente

•Andar con pasos más largos

•Avanzar en línea recta, en caso de gran pendiente trazando diagonales

•Mantenerse erguido con los hombros inclinados hacia delante y con el peso bien distribuido en la mochila

•Orientar los hombros hacia la pendiente del valle

•Flexionar las rodillas


Figura 2.2 Bajando por una pendiente.

Bajar por pendientes pedregosas

En general descenderemos por la línea de máxima pendiente. Cuando las piedras son finas, de un tamaño como garbanzos, llevaremos cuidado por las posibles caídas, aunque en muchas ocasiones nos permitirán descender deslizándonos sobre ellas.

Cuando las piedras sean aproximadamente del tamaño de una pelota de tenis, podemos avanzar dando saltos apoyando los talones, que nos permitirán moderar la velocidad del descenso, o bien dando grandes zancadas. En ambos casos, hay que prever que al deslizarnos arrastraremos piedras, por lo que caso de ir con más personas deberán descender en una trayectoria diferente a la nuestra.

En bloques de piedras grandes, normalmente de granito, podemos progresar con bastante seguridad, aunque deberemos estar atentos. Alcanzaremos el bloque contiguo evitando dar pasos muy largos; es posible que alguno de estos bloques sea inestable, por lo que tendremos que estar atentos a su estabilidad y a sujetarnos en caso de una posible caída sobre todo si tenemos que saltar de un bloque a otro; en este caso, tantearemos primero los bloques. Hay que prestar especial atención a que el pie no nos quede atrapado entre dos bloques.

Bajar por pendientes herbosas

Descender por una pendiente con hierba requiere un mayor control por nuestra parte; la superficie que nos ofrece es mucho más resbaladiza, especialmente si está mojada, por lo que la velocidad de descenso deberá ser más moderada que en una superficie con piedras.

La posición del cuerpo será similar a la del descenso en otros tipos de superficies, procurando apoyar toda la planta del pie y evitando en este caso apoyar sólo los talones.

Las pendientes con hierba pueden estar en zonas cercanas a un cortado, por lo que una caída en ellas puede tener graves consecuencias. Puede ser necesario ayudarnos con material auxiliar, como los bastones, o incluso colocarnos los crampones en los tramos más peligrosos.

ATRAVESAR UN RÍO

Cuando en el transcurso de nuestro recorrido nos veamos obligados a cruzar un río, comprobaremos si hay un puente en las cercanías de nuestro camino. En ocasiones encontraremos un puente más o menos improvisado con troncos, pero, de no ser así, buscaremos el lugar más accesible para vadearlo.

Localizaremos algún estrechamiento del río que podamos saltar, o si es demasiado ancho miraremos si lo podemos cruzar saltando de piedra en piedra; en período estival sin tormentas, suele ser fácil cruzar los ríos.

Cuando el río es más caudaloso o las aguas fluyen rápidas, tendremos que valorar la posibilidad de meternos en el agua. En este caso, seguiremos los siguientes pasos:


Figura 2.3 Atravesando un río.

•Elegir el lugar más adecuado para vadearlo. Hay que elegir los lugares en los que el agua fluya con menos fuerza; por ejemplo, después de la curva del río, la corriente va menos rápida que al final de un tramo sin curvas.

•Intentaremos comprobar la profundidad del río con algún palo o bastón, o lanzando alguna piedra; arrojaremos alguna rama que flote para observar la velocidad de la corriente.

•No es conveniente descalzarse para vadearlo, puesto que nos podemos cortar con una roca afilada del fondo, o con algún cristal o lata arrojados por desaprensivos. Es interesante llevar un calzado de repuesto, por ejemplo, unas zapatillas de deporte que también nos servirán en los momentos de descanso. Si fuera necesario utilizaremos nuestras propias botas y nos quitaremos los calcetines, si no tenemos otros secos de repuesto.

•Hay que utilizar un bastón o una rama que nos permita tanto comprobar la profundidad del cauce durante nuestro avance, como proporcionarnos un tercer punto de apoyo, formando un triángulo con nuestras piernas.

•Hay que aflojar las correas de la mochila, y soltar la correa del cinturón de ésta, por si se nos llevara la corriente y hubiera que desprenderse rápidamente de ella.

•Cruzaremos siempre en diagonal; si la corriente es fuerte lo haremos a favor de ella; si no es muy fuerte podemos hacerlo contracorriente.

Otras medidas que podemos tomar son:

En caso de serios peligros nos podemos atar una cuerda a la cintura mientras vadeamos el río, aunque algunos autores desaconsejan este procedimiento. Es preferible colocar una cuerda de lado a lado del río por encima de nosotros, para sujetarnos a ella mientras avanzamos. Otro procedimiento útil es pasar de dos en dos; para ello, nos colocaremos uno frente a otro y apoyaremos nuestras manos en los hombros del compañero; en esta posición nos desplazaremos por el cauce dando pequeños pasos transversales. Este procedimiento nos dará una mayor estabilidad.


Figura 2.4 Dos personas juntas atravesando un río.

En casos extremos, si tuviésemos que atravesar el río a nado, lo haremos en diagonal, a favor de la corriente y con una cuerda de seguridad.

Medidas para atravesar un río

•Mejor después de una curva del río que en una larga recta

•Ponerse otro calzado

•Utilizar un bastón como tercer punto de apoyo

•Cruzar en diagonal, a favor de la corriente

•Aflojar las correas de nuestra mochila, y soltar el cinturón

•Podemos apoyarnos en los hombros de otro compañero para tener más estabilidad

CAMINAR POR LA NIEVE

Los senderos de media montaña, por los que transitamos con normalidad en verano, durante el invierno pueden verse cubiertos de nieve. Movernos por ellos requerirá unos conocimientos técnicos diferentes, según queramos desplazarnos con esquís, raquetas o andando.

Las disciplinas de montaña invernal, como el esquí de pista, el esquí de fondo o el esquí de travesía, son un medio interesante y atractivo para poder practicar actividades en la naturaleza con mayor o menor exigencia.

Cuando nuestra intención sea la de andar por la montaña o por los senderos aunque estén nevados, deberemos conocer cómo se utilizan unos materiales más específicos que describiremos con más detalle en un posterior apartado.

Materiales que podemos utilizar en la nieve

En primer lugar hemos de revisar nuestras botas, que han de ser impermeables, preferentemente de materiales plásticos con botín interior, si utilizamos botas de cuero o membranas impermeables; además realizaremos un mantenimiento periódico, tal y como exponemos en el apartado dedicado al material.

El piolet es un elemento auxiliar necesario cuando nos movemos por territorios con nieve o hielo. Se utiliza como instrumento de apoyo para detenernos en caso de caída en una pendiente. Cuando lo que pretendemos es simplemente andar por la nieve, puede ser de más utilidad usar unos bastones con arandela grande. Sin embargo, el piolet es muy útil en los glaciares, como describiremos en el capítulo sobre seguridad en la montaña.

Utilizaremos un piolet clásico, de mango algo más largo, a modo de bastón, cuando transitemos por terrenos nevados y con escasa pendiente. Lo cogeremos por la cruz con la palma de la mano apoyada en la pala y la correa auxiliar o dragonera puesta. El pico mirará hacia delante en el sentido de la marcha, y la pala hacia atrás; lo llevaremos en el lado de la pendiente que mira a la montaña, apoyando el regatón (punta de la parte más larga del piolet o mango) en el suelo cada vez que avance el pie correspondiente al mismo lado. No nos debemos olvidar de cambiar el piolet de mano cuando nos desplacemos por el otro lado de la pendiente.

Las raquetas de nieve son uno de los complementos más interesantes para desplazarnos por la nieve. Tradicionalmente utilizadas en los países nórdicos, han tenido un nuevo auge en nuestras montañas. Su utilización no requiere ninguna técnica especial, pudiendo utilizarse en cualquier tipo de terreno nevado, incluso por el hielo, gracias a unas pequeñas cuñas fijadas a su suela. Se sujetan al pie mediante correas o fijación automática; son preferibles aquellas que permiten dejar la talonera libre. Unos bastones con arandela grande son el complemento ideal para ayudarnos a mantener el equilibrio.

La utilización de esquís forma parte de los tradicionales deportes de invierno. Las modalidades de alpino y de fondo requieren unas pistas previamente acondicionadas y un aprendizaje técnico. El esquí de montaña o de travesía nos permitirá ascender con esquís por fuertes pendientes nevadas y deslizarnos posteriormente por ellas. Son aconsejables los esquís con fijaciones especiales y otros elementos como las pieles sintéticas que se adhieren por debajo de éstos, impidiendo que nos deslicemos hacia atrás. La simbiosis entre alpinismo y esquí hace de esta disciplina una de las más atractivas, pero también de las que requieren una mayor preparación física y técnica, así como un gran conocimiento del medio.

Atravesar un nevero

Los neveros son zonas residuales de nieve, de tamaño variable, que persisten al calor del verano, generalmente situados en las zonas altas y umbrías, especialmente en la cara norte de las montañas. En nuestras excursiones veraniegas, ya dentro de la alta montaña, es frecuente que tengamos que atravesar alguno de estos neveros.

Al introducirnos en el nevero, especialmente si está sobre terreno pedregoso o de bloques de piedras grandes, el primer pie lo situaremos lo más alejado posible del borde, para evitar que ceda la nieve, si no tiene la suficiente consistencia.

La forma de atravesarlos dependerá del estado en que se encuentre la nieve. A la madrugada y a primeras horas de la mañana, podemos encontrarnos con la nieve helada, en estos casos y según la longitud, pendiente o la presencia de posibles huellas en el nevero, utilizaremos los crampones y el piolet. Conforme avanza el día, la nieve se ablanda, y permite realizar una buena huella que nos facilita la travesía del nevero. Es conveniente que todos los componentes del grupo vayan por la misma huella abierta por el primero, que también nos servirá para nuestro regreso.

Utilización de un piolet a modo de bastón

•Cogerlo por la cruz apoyando la mano sobre la pala

•El pico del piolet debe mirar hacia delante

•Lo cogeremos con la mano del lado de la pendiente

•Lo cambiaremos de mano cuando giremos en la pendiente

•Nunca olvidaremos sujetarlo con la dragonera

Procuraremos que la huella que hagamos sea lo más profunda posible, caminando erguidos y con precaución de no resbalar, sobre todo si el nevero está en una zona con pendiente. Como previsión ante posibles caídas, deberemos llevar pantalones largos, jersey de manga larga y guantes, para evitar las heridas por abrasión que nos produciría el roce con la nieve. Si resbalamos y no llevamos un piolet para detener nuestra caída, nos colocaremos a cuatro patas de cara a la nieve, utilizando nuestras manos y pies para evitar deslizarnos.


Figura 2.5 Andando por la nieve o hielo, con crampones y piolet.

CAMINAR POR NIEVE DURA O HIELO

El terreno más sencillo se puede convertir en una zona peligrosa cuando nos lo encontramos helado; atravesarlo sin los conocimientos y el material adecuado puede provocar nuestra caída. Cuando tengamos previsto realizar una excursión o la ascensión a una montaña en invierno, debemos llevar en nuestra mochila, entre otros materiales, unos crampones y un piolet.

Ante cualquier situación de riesgo por una placa de hielo, aunque ésta sea pequeña, es preferible que perdamos un poco de tiempo poniéndonos los crampones.

Los crampones son un material más específico de la alta montaña. Se trata de una plataforma metálica sobre la que apoyaremos la suela de la bota, que está rematada por una serie de puntas, normalmente doce, que se introducirán al andar sobre la nieve dura o el hielo. El sistema de sujeción a las botas puede ser mediante correas o mecanismos automáticos, tal y como describiremos en el apartado sobre el material.

Para su utilización es necesario, en primer lugar, que estén ajustados a nuestras botas. Aunque ésta sea una labor que deberemos realizar en casa, es conveniente que llevemos una pequeña llave fija y un destornillador por si fueran necesarios. En segundo lugar hay que tensar convenientemente las correas y hebillas, o colocar bien los sistemas rápidos mediante palancas de sujeción. Los de correas hay que apretarlos fuertemente para evitar que se nos salgan en el momento más inoportuno, pero no tanto como para impedir que circule la sangre por los pies. En tercer lugar, al andar y en función de la pendiente, utilizaremos los crampones clavando siempre todas las puntas; hay que evitar clavar solamente las puntas de un lateral. Inclinaremos nuestro pie en función de la pendiente para que apoye toda su superficie.

Un problema que se nos puede presentar cuando andamos con crampones es la acumulación de nieve debajo de ellos (zuecos de nieve), que impide que las puntas se claven adecuadamente. Por el peligro que puede presentar, vigilaremos constantemente su posible formación, golpeándolos con el piolet, para evitar que la nieve se quede adherida. Existen en el mercado unos antizuecos de láminas de látex, que se colocan en los crampones y evitan su formación.

En casos extremos de terrenos helados y con fuertes pendientes, puede incluso ser necesario tallar escalones en el hielo con nuestro piolet.

Medidas de seguridad para el manejo de los crampones

•Ajústalos, antes de la excursión, según la medida de la suela de tus botas

•Aprieta bien las correas o el sistema de fijación que lleven

•Al andar con ellos apoya siempre todas sus puntas

•Procura no engancharte con las puntas de los crampones las polainas o el pantalón

•Vigila periódicamente que no se formen placas de nieve debajo de ellos (zuecos)

•Ayúdate del piolet para avanzar

3. ESTABLECER ITINERARIOS BASÁNDOSE EN EL TIEMPO Y LA DISTANCIA

El término de senderismo o de excursionismo incluye actividades tan diversas como un simple paseo por un sendero de pequeño recorrido, hasta un trekking de algunos días por el Himalaya.

Una excursión de varias horas, con buenas condiciones meteorológicas, en un terreno sin dificultades y sin peso a nuestras espaldas, nos permitirá disfrutar del contacto con la naturaleza, estando al alcance de casi todas las personas, con independencia de su condición física o edad.

Una excursión de uno o varios días, en la que pretendemos alcanzar un desnivel importante, recorrer una larga distancia o con pasos complicados, va a requerir una preparación previa de las etapas. Hemos de calcular el tiempo que tardaremos en alcanzar nuestro objetivo, y que éste no supere las horas de luz del día, o nuestras propias capacidades físicas o técnicas.

ELECCIÓN DEL ITINERARIO

La mayor parte de las personas que se quieren adentrar en la naturaleza comienzan a hacerlo a partir de libros, revistas o documentales. El primer contacto con el itinerario elegido será desde nuestra propia casa. Hemos de proveernos de mapas de la zona y de las guías editadas que nos proporcionarán la máxima información. Otra forma de acercarnos a estos territorios desconocidos es mediante las personas que ya los hayan recorrido, ya sean éstas amigos, miembros de un club de montaña o de actividades en la naturaleza, o se trate de guías profesionales.

Aunque elijamos que otra persona nos guíe, es importante que también nosotros sepamos en todo momento por dónde nos estamos desplazando. Para ello llevaremos un mapa y comprobaremos periódicamente que seguimos el camino correcto.

Cuando decidamos la actividad y el itinerario, no se nos debe olvidar que nuestra elección estará condicionada por nuestras propias posibilidades físicas, la disponibilidad del material necesario y nuestros conocimientos técnicos. Nuestra seguridad y la de las personas que nos acompañan deben primar por encima de todo; no seamos uno más de los que engrosan las estadísticas de accidentados.

DURACIÓN DE LA EXCURSIÓN

En la actualidad hay gran cantidad de guías publicadas que detallan los recorridos por senderos y caminos de montaña. Aunque su utilización es casi obligada, no nos hemos de olvidar de la información que nos proporcionan los habitantes del lugar. Hablar con los lugareños, además de fomentar la cordialidad, tan extendida entre montañeros y senderistas, nos brindará información sobre nuestro recorrido y quizás algunos datos o problemas que no sean contemplados en nuestra guía.

La información proporcionada por las guías, e incluso por algunos mapas, que incluyen un anexo de recorridos, nos indicará la duración aproximada de ciertas excursiones, así como datos de su longitud, desnivel, y otros datos de interés.

Los criterios a la hora de calcular la duración de un recorrido dependerán de su longitud, del desnivel a salvar, de los períodos de pausa que establezcamos y de las dificultades del terreno que recorramos.

Longitud del recorrido

El estudio detallado del mapa nos permitirá calcular de forma aproximada la longitud de nuestro recorrido. Si medimos en línea recta desde el punto donde pretendemos ir hasta el punto donde pretendemos llegar, y sabemos la escala del mapa, mediante un simple cálculo averiguaremos la distancia reducida.

La mayor parte de los mapas que utilizamos en nuestros desplazamientos son de escala 1:50.000 o similares. Esta escala nos indica que 1 cm en el mapa equivale a 50.000 cm en la realidad.

Para calcular cuál es la longitud de nuestro recorrido, deberemos medir cuántos centímetros hay desde nuestro punto de partida hasta el punto de llegada. Una vez conocida la distancia que queremos recorrer en el mapa, habremos de calcular la distancia en la realidad. Para ello bastará con multiplicar los centímetros que mida el recorrido en el mapa por el denominador de la fracción de la escala, en este caso 50.000, con lo que obtendremos la distancia a recorrer en centímetros, que transformaremos en metros o kilómetros para nuestra comodidad.

El cálculo de esta distancia reducida, aunque útil como orientación, no se ajusta a la distancia real. Para su cálculo correcto hemos de tener en cuenta el desnivel superado durante ese trayecto, que nos viene indicado por las curvas de nivel. Mediante estos datos obtendremos la denominada distancia geométrica que comentamos en el primer capítulo.

A pesar de todo, hemos de tener presente que la distancia real es la que medimos sobre el terreno; por ello, cuando las guías nos proporcionan este dato será el más fiable, aunque lo podamos cotejar con nuestros cálculos.

Una persona de condición física normal, con una carga ligera, viene a recorrer una distancia de 4 a 5 kilómetros a la hora, dependiendo del desnivel del terreno.

Desnivel

El desnivel medio del trayecto vendrá dado por la diferencia de altitud entre el punto de salida y el punto de llegada, teniendo en cuenta que a lo largo de nuestro recorrido podemos encontrar subidas y bajadas que modificarán el desnivel total.

El cálculo del desnivel lo haremos fácilmente con sólo mirar las curvas de nivel del mapa. Sin embargo, este desnivel promedio, aunque nos va a ser de utilidad para determinar la duración de nuestro recorrido, no nos indicará en qué parte del recorrido será mayor la pendiente. No va a ser lo mismo que casi todo el desnivel lo realicemos al principio del recorrido a que se distribuya proporcionalmente en toda la longitud del camino.

Una persona de condición física normal, con una carga ligera, recorre de 300 a 350 metros de desnivel a la hora.

Para averiguar de una forma aproximada la duración de una excursión, cruzaremos los datos de la longitud y el desnivel. En primer lugar, calcularemos en el mapa la distancia reducida desde el punto de origen hasta nuestro objetivo; considerando que la velocidad media es 4 km/h, obtendremos el tiempo que nos cuesta nuestro desplazamiento sin tener en cuenta el desnivel. En segundo lugar, averiguaremos el desnivel de nuestra excursión mediante las curvas de nivel, obteniendo el tiempo que tardamos en subir este desnivel, teniendo en cuenta una ascensión media de 300 m/h.

De los tiempos obtenidos sumaremos el mayor de los dos con la mitad del tiempo menor. Este cálculo nos dará el tiempo aproximado de nuestra excursión sin pausas. Cuando recorremos el desnivel pero en descenso, el tiempo será, aproximadamente, un tercio menos del total calculado con este procedimiento.

Norma para el cálculo aproximado de la duración de una excursión

Distancia reducida4 km/h
Desnivel300 m/h

Duración total: tiempo mayor + 1/2 tiempo menor (Por ejemplo, si el recorrido de la distancia reducida lo estimamos en dos horas, y el desnivel en una, el tiempo total será la suma del tiempo mayor –dos horas– más la mitad del tiempo menor –una hora–, es decir, en total dos horas y media).

•Añadir el tiempo de pausas (10-20%)

•En las bajadas, el tiempo es aproximadamente un 30% menos

•Tener en cuenta las dificultades del terreno

•Número de personas

Períodos de pausa

Una de las cosas más importantes, y a la vez uno de los mayores problemas cuando vamos en grupo, es decidir cuándo realizamos los descansos. La adecuada conjugación de las pausas y el ritmo de progresión permitirá que disfrutemos de nuestra excursión.

Cuando calculemos el tiempo aproximado de la duración de nuestra excursión, deberemos incrementarlo de un 10% a un 20% más por los descansos y posibles imprevistos.

La cantidad y duración de las pausas dependerán fundamentalmente de nuestra condición física y motivación. Lo ideal sería que nuestra preparación nos permitiese realizar el recorrido sin efectuar apenas paradas; pero si no somos personas habituadas a las grandes caminatas por la naturaleza, evitaremos someter nuestro cuerpo a esfuerzos tan intensos o prolongados que nos impidan concluir nuestra excursión o tengamos agujetas al día siguiente.

La primera pausa, sobre todo cuando vayamos en grupo, la realizaremos a los 15 ó 20 minutos de comenzar a andar. Es una pausa técnica, muchas veces necesaria, para quitarnos la ropa que por error nos hemos dejado puesta, o para ajustarnos nuestras botas y correas de la mochila. Esta parada será breve.

Tradicionalmente se aconseja parar unos cinco minutos por cada hora de marcha. Esta norma no la tomaremos en un sentido estricto, aunque cuando vayamos en grupo con diferentes niveles de condición física puede ser interesante que la cumplamos. Las paradas serán de cinco a diez minutos, y puede ser un buen momento para disfrutar del paisaje que muchas veces olvidamos pensando sólo en llegar a la meta.

Durante estas pausas nos abrigaremos para evitar enfriarnos, beberemos agua o bebidas isotónicas aunque no tengamos sed y aprovecharemos para tomar alguna barra energética o hidratos de carbono de rápida asimilación. Podemos quitarnos nuestra mochila o descargar su peso apoyándola en algún resalte del terreno; además, será saludable realizar algún estiramiento.

Parar nuestro ritmo puede implicar un enfriamiento de los músculos y un esfuerzo suplementario para reiniciar la marcha; por ello, estos descansos serán breves y a ser posible activos, relajando los músculos y movilizándolos ligeramente.

Cuando la excursión es larga, realizaremos una parada de mayor duración para comer, aproximadamente de media hora. La comida será poco copiosa, con alimentos energéticos, tal y como indicamos en el capítulo sobre nutrición, y beberemos abundantemente.

Pausas durante una excursión

•Recuerda que las pausas además de para descansar nos servirán para disfrutar del paisaje

•Procura que tus paradas sean breves

•Abrígate cuando pares y aprovecha para beber y tomar algún alimento energético

•No te tumbes, una pausa ligeramente activa facilitará la continuación de la marcha

El ritmo

El paso que llevemos durante nuestra excursión va a ser determinante para evitar la fatiga muscular. Es muy frecuente que las personas poco habituadas comiencen una larga excursión a un ritmo demasiado rápido, teniendo que pararse con mucha frecuencia, e incluso sin poder concluirla.

El ritmo de la marcha debe adaptarse a las dificultades del terreno, por ejemplo, será menor cuando la pendiente aumenta, y a las características personales, como la longitud de la zancada, nivel de condición física, o al peso que transportamos.

Al comenzar a andar, sobre todo si no hemos calentado previamente los músculos, lo haremos a un ritmo lento. La respiración fluida y acompasada con nuestra marcha nos permitirá ir hablando con nuestros compañeros; las pulsaciones cardíacas deben mantenerse entre 100 y 140 por minuto.

El ritmo debe ser regular; cada caminante individualizará sus propios pasos, procurando que éstos no sean muy amplios, y sin dejarse influir por las diferentes zancadas de otros compañeros. Hay muchas personas que a un ritmo aparentemente lento, su ritmo, recorren considerables distancias, y tal vez disfrutando más. Aquellos que decidan ir más rápido deben ser conscientes de su nivel de entrenamiento y no olvidarse de que están en un medio impredecible, donde hasta los mejores atletas pueden verse superados por los fenómenos naturales.

Otro factor importante mientras caminamos es la actitud mental: una larga caminata implica cierta dosis de sufrimiento. Conforme nos acercamos a nuestra meta, ésta parece no llegar nunca; la voluntad de alcanzar nuestro objetivo es fundamental para mantener nuestro ritmo. En casos de fatiga muscular y respiratoria podemos adoptar un paso más lento, durante el que realizaremos un pequeño descanso en cada apoyo, acompañándolo con nuestra respiración: inspirando cuando avanzamos la pierna atrasada y espirando al apoyarla.

Refugios y medidas de seguridad

Durante nuestro desplazamiento por la naturaleza, pueden surgir problemas con los que no contábamos inicialmente. Puede suceder que en una excursión prevista para un solo día se nos haga de noche. Cuando no tenemos costumbre de andar en la oscuridad, puede complicarse nuestro regreso; por ello, como medida de seguridad, deberemos llevar en nuestra mochila una linterna, ropa de abrigo, algo de comida y, si es posible, una funda de vivac, como describiremos en el apartado sobre el material.

Esta situación, o la posibilidad de sufrir un accidente durante nuestra excursión, o un imprevisto cambio de tiempo, hacen necesario que antes de iniciarla tengamos localizados los posibles refugios que podemos encontrar en nuestro camino.

La mayor parte de las veces encontraremos alguna cabaña de pastores, mejor o peor cuidada, o en el mejor de los casos un refugio guardado en el que podemos tener cobijo y provisiones. Cuando nuestra excursión es de un solo día, conocer su emplazamiento es de utilidad, pero cuando nuestra excursión es de varios días es imprescindible, salvo que pretendamos dormir exclusivamente en tienda de campaña o hacer vivac. Como medida de seguridad, muchos de estos refugios cuentan con emisoras de radio, por lo que es útil tenerlos localizados.

4. MATERIAL BÁSICO PARA NUESTRAS EXCURSIONES

En este apartado vamos a hacer una descripción de los materiales necesarios para una excursión a pie, con una duración de unas horas a varios días, en todo tipo de terrenos y factores climáticos. Los materiales más específicos para técnicas de escalada serán descritos en un capítulo posterior.

PROTECCIÓN DE LOS PIES: BOTAS

Cuando nos decidimos a emprender una excursión, una de las preguntas más habituales que nos hacemos es: ¿qué calzado me pongo? La elección correcta del calzado puede ser la diferencia entre una insufrible marcha o un desplazamiento que nos permita disfrutar de la naturaleza.

El primer aspecto a la hora de elegir un calzado u otro es decidir para qué lo vamos a utilizar. No necesitaremos el mismo calzado para una excursión no muy larga o con poco desnivel que para una excursión de varios días y por alta montaña.

En líneas generales, hemos de tener en cuenta que las zapatillas de deporte no son adecuadas cuando el terreno es irregular o la pendiente pronunciada. Es lamentable, cuando andamos por nuestras montañas, ver a personas que van con un calzado deportivo normal o incluso zapatos de uso diario transitar por terrenos escarpados, con nieve o hielo sin la mínima protección que nos dan unas botas de montaña. Aunque reconocemos que el precio de este calzado es alto, también lo son las prestaciones que nos da. Nunca debería ser éste un motivo suficiente para exponernos a una lesión.

Botas de senderismo o trekking

Bajo este epígrafe vamos a englobar todas las botas que podemos utilizar, desde una marcha breve a una excursión de varios días. Hace no demasiados años las botas disponibles eran muy escasas, debiendo adaptarse nuestros pies a las escasas hormas o a la dureza de los materiales. Hoy en día, la disponibilidad de calzados de montaña es tal que es difícil decidirnos.

Si nuestro recorrido es poco exigente, nos puede bastar con un calzado específico de caña baja y suela adherente; pero, en general, es preferible una bota de caña alta.

Las botas de excursionismo o senderismo han de responder a las siguientes características:

•La suela, compuesta de varias capas, favorece la amortiguación y previene la torsión del pie. Debe ser flexible y combinar una buena adherencia con una gran resistencia.

•La plantilla interior debe ser cómoda para evitar la producción de rozaduras y ha de permitir una buena absorción de la humedad.

•La horma de la bota debe adecuarse a la forma de cada pie, tanto en longitud como en anchura. Además, las botas de caña alta protegen el tobillo.

•Los materiales habituales son la cordura o los derivados de la piel: cuero, serraje, nobuck, etc. A estos materiales se les puede añadir membranas impermeables y transpirables como el Gore Tex o similares.

Consejos para comprar tus botas

•Ten presente para qué las vas a utilizar

•Pruébate la bota de cada pie con el calcetín que vayas a utilizar

•Anda con ellas por la tienda, tómate el tiempo que necesites

•Los dedos de los pies no deben tocar la punta de la bota

Mantenimiento de las botas

•Limpia tus botas después de cada excursión

•Cuando se mojen, no las seques directamente con calor

•Impermeabilízalas antes de cada excursión, si son de piel con ceras siliconadas o con aerosoles especiales en el caso de la cordura

•Vigila el dibujo de la suela, de él va a depender tu seguridad

Botas de alta montaña estival

Las botas de alta montaña o de alpinismo, en general aquellas que vamos a utilizar en alturas superiores a los 2.500 metros, tienen algunas diferencias respecto a las de senderismo.

La suela es más rígida para facilitar el desplazamiento por itinerarios más difíciles y el uso de los crampones. La adherencia y el grado de resistencia del caucho externo de la suela, o sus sustitutos sintéticos, en algunos casos pueden ser mayores. Estas diferencias dependerán de los modelos, teniendo en cuenta que algunos fabricantes intentan hacer botas más polivalentes, aptas para casi todo tipo de terrenos.

Al igual que en las botas de senderismo, la plantilla interior extraíble ha de permitir una buena absorción de la humedad.

Los materiales externos pueden ser de cuero o de materiales sintéticos. El cuero de las botas es sometido a diversos procedimientos industriales que le confieren unas peculiares características.

La piel utilizada suele ser de animales de raza bovina; según el corte de la piel obtendremos la denominada piel flor o el serraje.

La piel flor corresponde a la capa externa, donde está el pelo del animal. Es la más utilizada para las botas de alta montaña, por ser la más impermeable. Para su utilización se somete a un proceso de curtido, que transforma la piel del animal en cuero.

El serraje es la capa interna de la piel del animal; es menos impermeable, pero mucho más flexible, y suele utilizarse como refuerzo o en las botas de senderismo.

Otras variantes son la piel vuelta, que es una piel flor pero con el lado más impermeable hacia el interior, y el lado externo, más suave, puede ser tratado obteniéndose un aspecto aterciopelado. El nobuck se obtiene puliendo el cuero de la piel flor.

Otros materiales que podemos encontrar en el exterior de las botas son los derivados del nailon como la cordura, que podemos encontrar solos, especialmente en las botas de senderismo, o junto con el cuero.

En casi todas las botas de alta montaña se agregan unas membranas impermeables, que consisten en unos forros microporosos con un alto índice de impermeabilidad, pero que a la vez permiten evacuar la transpiración. Las más utilizadas son el Gore Tex, Simpatex y Dry Line. Aunque son útiles, con el tiempo se van deteriorando como consecuencia de la flexión repetida del material al andar, que produce desgarros en estas membranas, y por la acción del ácido del sudor de los pies.

Al elegir una bota hemos de procurar que esté fabricada en una sola pieza. Cuantas menos costuras tenga, mayor será la impermeabilidad.

Botas de alta montaña invernal

Algunas de las botas descritas anteriormente pueden ser utilizadas solas o con algún complemento como las polainas o los cubrebotas en los terrenos nevados. En este apartado nos vamos a referir a las denominadas botas rígidas.

Son un tipo de botas específicas para glaciar o extensos terrenos nevados; también, aunque con diferencias técnicas, las incluiríamos entre las utilizadas para el esquí de travesía y la escalada en hielo.

Están constituidas por una carcasa de plástico que garantiza una total impermeabilidad. Su rigidez favorece la utilización de los crampones. La funda interna o botín, que puede ser extraíble, tiene una alta capacidad de retención térmica. La rigidez de estas botas no las hace aptas para andar por los senderos, siendo, sin embargo, extremadamente útiles para la alta montaña nevada y en condiciones extremas.


Figura 2.6 Botas de alta montaña y senderismo.

Calcetines

No nos hemos de olvidar de nuestros calcetines. En la actualidad existe una amplia gama de modelos y materiales, desde los tradicionales de lana y algodón, hasta las fibras sintéticas. Las fibras sintéticas permiten una mayor absorción de la humedad y un secado más rápido. Suelen tener distintos grosores en las zonas de más rozamiento, en la puntera y en el talón. El calcetín debe ajustarse al pie sin comprimirlo. Es muy importante que no nos haga arrugas puesto que se pueden producir ampollas en las zonas de rozamiento.

Respecto al uso de uno o dos calcetines, no existe una opinión unánime. En general y si nuestras botas son de la talla adecuada, bastará con un calcetín, pero en ocasiones puede ser necesario llevar un calcetín interior más fino. En casos de frío extremo podemos llevar un calcetín interior sintético y uno exterior de lana.

PRENDAS EXTERIORES

La vestimenta del excursionista y en especial del practicante del montañismo ha cambiado mucho en los últimos tiempos. No hace demasiados años podíamos ver por la montaña a intrépidos pioneros que se desplazaban con su jersey de lana gruesa, su camisa de cuadros y sus pantalones de pana bávaros. La nostalgia de esta imagen, reconociendo el mérito que tenía aventurarse en condiciones extremas con menos recursos, está hoy en día superada por la gran disponibilidad de prendas especializadas y materiales novedosos.

La investigación de nuevos tejidos está en constante evolución, mejorando sus prestaciones. Sin embargo, la ingente cantidad de materiales y el bombardeo de información a que estamos sometidos hacen que en muchas ocasiones no sepamos qué prendas son las más convenientes para nosotros.

El primer criterio que debemos aplicar a la hora de elegir nuestra ropa es: ¿para qué la vamos a utilizar? Si solamente pensamos hacer excursiones en verano, no va a ser necesario que compremos los mejores materiales que nos aíslen del frío. Hay que elegir la ropa en función de nuestros objetivos, si bien es verdad que unas buenas prendas nos van a ser útiles cuando empeore el clima.

El segundo criterio es la polivalencia. Lo ideal es que el menor número de prendas nos sirvan para el mayor número de actividades. Esta máxima no siempre podemos cumplirla, bien porque hay prendas más específicas para ciertas actividades, bien porque los propios fabricantes tienden a fomentar el uso de una prenda distinta para cada actividad.

Otros criterios para elegir nuestras prendas son su duración y resistencia, sus prestaciones en condiciones fuera de lo normal y, por supuesto, el precio. Dado que son prendas relativamente caras, hemos de procurar que tengan una adecuada relación entre su calidad y su precio. Es interesante que comprobemos que sean prendas homologadas y hayan pasado los correspondientes controles de calidad; y que sigamos al pie de la letra las instrucciones para su cuidado y mantenimiento. No nos hemos de olvidar de los gustos propios y las características personales, como nuestra constitución, la predisposición a padecer frío o a sudar, etc., que nos inclinarán hacia un tipo u otro de prendas.

Sistema de capas

Para protegernos de las condiciones climatológicas adversas, se ha comprobado que es más eficaz llevar varias capas de ropa fina que una única capa de ropa gruesa. Cada una de las capas ha de tener unas características concretas, contribuyendo todas ellas a evitar la pérdida de calor del cuerpo, mediante la creación de una cámara de aire entre ellas, y a permitir una correcta transpiración.

La cantidad de capas que llevemos dependerá del clima. La gran ventaja del sistema de capas múltiples es que podemos quitarnos o ponernos capas según nuestras necesidades, favoreciendo la comodidad durante nuestro desplazamiento. Normalmente, respecto al tronco y a las extremidades superiores, distinguiremos tres capas.

Primera capa

Es la que está en contacto con la piel; actúa como primera barrera que impide la pérdida del calor y elimina el sudor y la humedad, permitiendo que la piel esté seca. Esta primera capa es la que en verano nos protegerá del sol o de los roces y arañazos.

Los tejidos que mejor nos facilitan la eliminación del sudor son las fibras sintéticas, especialmente el poliester, polipropileno o la clorofibra, que se utilizan en diversas proporciones según los fabricantes. Las prestaciones de todas ellas son similares, pero superiores a las del algodón. Éste es uno de los tejidos usados tradicionalmente que absorbe la humedad pero la retiene, por lo que puede contribuir a enfriar el cuerpo. Está especialmente desaconsejado en invierno o con temperaturas frías.

Si nos vamos a desplazar por zonas muy frías, el grosor de esta capa será mayor; en este caso abrigará más, aunque también transpirará menos. Estas prendas deben ajustarse completamente al cuerpo, cubriendo bien todo el tronco y permitiendo realizar todos los movimientos.

Recomendaciones para elegir la primera capa

•Preferentemente de fibras sintéticas

•Procura que se ajuste a tu cuerpo

•Que sea suave al tacto y te cubra bien por debajo de la espalda

Segunda capa

La capa intermedia va a ser la más importante, en lo que se refiere a retener el calor corporal. La lana ha sido una de las fibras naturales más utilizadas por su capacidad de abrigo. Sin embargo, presenta el problema de que se seca mal, por lo que aumenta su peso al retener la humedad. La mezcla de la lana con alguna fibra sintética mejora sus propiedades.

El forro polar es, actualmente, la prenda más utilizada. Se trata de una fibra sintética, el poliester, que imita el algodón. Se caracteriza por absorber poco la humedad, se puede mezclar con otras fibras o incorporarle membranas para conseguir una mayor impermeabilidad o resistencia contra el viento.

En las tiendas especializadas los tenemos de todas las formas y colores. Cuando decidamos comprar uno, nos fijaremos en su grosor; éste se mide en g/m2, oscila entre 100 y 300, y los más habituales son los de 200 g/m2.

Las prendas confeccionadas con plumas son los mejores aislantes térmicos. Las podemos encontrar para ser utilizadas como capa intermedia, o formando parte del relleno de una prenda que actúe también como capa exterior. Las plumas utilizadas proceden generalmente de ocas, patos y cisnes. Las plumas de mayor calidad, denominadas plumón o duvet, proceden de las ocas, especialmente del pecho de las aves. El plumón o duvet, debido a su estructura tridimensional, almacena el aire caliente mejor que las fibras sintéticas. La proporción entre plumón y plumas será del 85-90% de plumón frente al 10-15% de plumas en las prendas de mayor calidad.

El inconveniente de las prendas de plumas, además de su elevado precio, es que son muy voluminosas, aunque se comprimen con facilidad, y si se mojan pierden su capacidad aislante.


Figura 2.7 Disposición de la ropa, con sistema de capas.

Tercera capa

La capa exterior es la encargada de proteger del viento, de la lluvia y de la nieve. La evolución en este tipo de prendas ha sido considerable. Las actuales membranas impermeables nos brindan unas prestaciones muy altas.

Al igual que sucedía con las botas, antes de adquirir uno de estos productos debemos pensar en qué condiciones solemos realizar nuestras excursiones. Si solamente las realizamos en verano, posiblemente bastará con que llevemos en nuestra mochila una capa de plástico.

Las capas o ponchos de plástico pueden estar confeccionados con mangas o sin ellas, pueden llevar aberturas laterales y capucha. Cumplen la función de impedir que pase el agua al interior, protegiendo también la mochila. Como prenda impermeable su eficacia es completa, pero su gran problema es que no permiten pasar la transpiración, con lo que al cabo del rato solemos estar tan mojados por nuestro sudor como si nos hubiera caído la lluvia encima. Por otra parte, en terrenos escarpados o con vegetación pueden engancharse, impidiendo nuestra marcha. A veces, si durante nuestra excursión no necesitamos emplear las manos y no hace viento puede ser útil la utilización del paraguas; pensemos en los pastores cuando van a recoger el ganado.

Cuando nuestros objetivos son más exigentes, hemos de pensar en una prenda técnica que nos proteja del exterior y permita la transpiración. Estas prendas están confeccionadas con una membrana impermeable como el Gore Tex u otras similares. Se trata de una membrana microporosa derivada del Teflón, cuya particularidad es que impide el paso del agua del exterior, puesto que los poros de esta membrana son 20.000 veces más pequeños que una gota de agua y, sin embargo, permiten el paso de la transpiración, ya que una molécula de vapor de agua es 700 veces menor que el poro de la membrana. Estas membranas van inducidas o pegadas a otros tejidos, disponiéndose en dos o tres capas.

Aunque la eficacia de estas prendas es alta, no hemos de pensar que son completamente impermeables, ni totalmente transpirables. Las costuras son uno de los puntos débiles y hemos de procurar que estén termoselladas. Por otra parte, su uso, un mal cuidado o la rotura de la membrana pueden dar lugar a zonas vulnerables por las que pasa el agua. A veces, nuestra producción de sudor es tan elevada que la membrana no puede evacuarlo. Aunque la utilidad de estas prendas es patente, su elevado precio hace que tengamos que saber bien para qué las vamos a utilizar.

Las prendas exteriores con relleno no son tan manejables respecto a su utilización en un sistema de varias capas. Las prendas exteriores con rellenos de plumón o de fibras estarán indicadas para condiciones de frío extremo.

Pantalones

Normalmente bastará con una o dos capas. Los pantalones suelen ser mezclas de algodón y fibras sintéticas o exclusivamente de materiales sintéticos. Existen diversidad de modelos y colores; los que llevan fibras resistentes como el láster o la cordura son una opción interesante. En verano podemos llevar un pantalón corto, con los inconvenientes de que al no protegernos del sol podemos sufrir alguna quemadura solar o diversas heridas por arañazos o erosiones en las piernas descubiertas. Debido a esto y a los posibles cambios meteorológicos, no hemos de olvidarnos de transportar un pantalón largo en la mochila.

En excursiones invernales, una buena alternativa son unas mallas de ropa interior térmica, de características similares a las comentadas en el apartado de las prendas exteriores, y en el exterior un pantalón de membrana impermeable tipo Gore Tex o similares.

Protección de la cabeza

En verano no se nos ha de olvidar una gorra, sombrero con ala o aunque sea un pañuelo para evitar una insolación. En la cara utilizaremos cremas de protección solar para evitar las quemaduras.

En invierno, o con temperaturas bajas, podemos perder una gran cantidad de calor corporal por la cabeza. Hemos de llevar un gorro de lana o de forro polar, y, si el viento es fuerte, utilizaremos la capucha de nuestra prenda exterior.

Protección de los ojos

Conforme subimos en altitud, la exposición a los rayos ultravioletas y a los infrarrojos aumenta. Es imprescindible que protejamos nuestros ojos de la exposición a estos rayos. Para ello debemos ponernos unas gafas con una protección 100% a los rayos ultravioletas y casi total a los infrarrojos.

Hay que ser muy cuidadosos para elegir nuestras gafas puesto que no todas cumplen las condiciones adecuadas. Es interesante que el modelo que elijamos tenga protecciones laterales. Si utilizamos gafas graduadas, debemos colocarnos unos filtros de protección.

Protección de las manos

Cuántas veces hemos visto documentales en los que algún alpinista sufría congelaciones en los dedos de la mano. Los guantes son imprescindibles en invierno y recomendables en verano, sobre todo en zonas de alta montaña.

Cuando el frío es intenso podemos utilizar también el sistema de capas, con dos guantes, uno interior de fibras sintéticas y otro exterior tratado con membranas impermeables.

Las manoplas mantienen las manos más calientes que los guantes, pero no son adecuadas si tenemos que hacer alguna maniobra más precisa.

Los guantes o manoplas han de cubrirnos la muñeca. Es útil que lleven una cinta que nos permita sujetarlos a la muñeca para que cuando nos los quitemos no se extravíen. Por si acaso, hay que llevar un par de guantes de repuesto en la mochila.

Los guantes no sólo nos protegen del frío, también de las posibles heridas por abrasión en el caso de una caída por terreno nevado.

POLAINAS

Las polainas contribuyen a impedir que penetre nieve y agua por la parte superior o caña de las botas. Están confeccionadas de materiales impermeables y resistentes, tipo nailon, cordura o kevlar. En algunos casos también incorporan membranas impermeables como el Gore tex.

Las colocaremos por encima de las botas y del pantalón por medio de una cremallera lateral y un cable metálico que pasaremos por debajo de la suela.

MOCHILA

Es el método más utilizado para transportar todo aquello que vamos a necesitar en nuestras excursiones. La diversidad de mochilas es tal que existe una para cada actividad. Si bien esto es ventajoso, también es cierto que nuestro armario se va llenando de objetos que sólo utilizamos ocasionalmente. Al igual que con otros materiales, hemos de buscar su polivalencia.

Básicamente podemos encontrar dos tipos de mochilas: la mochila clásica con bastidor externo, actualmente en desuso, y la mochila anatómica con diversas formas y materiales, según la actividad para la que esté diseñada.

Los materiales utilizados para confeccionarlas son poliamidas o fibras de poliéster que pueden ser tratadas con revestimientos impermeables. Una de las fibras sintéticas más utilizadas por su resistencia es la cordura.


Figura 2.8 Polainas.


Figura 2.9 Mochila anatómica.

Al elegir nuestra mochila es muy importante que tenga el tamaño adecuado a nuestra talla. Antes de comprarla hemos de comprobar lo siguiente:

•Primero, el ajuste a nuestros hombros; los tirantes se deben apoyar sobre las clavículas sin impedir la movilidad de los hombros.

•Segundo, respecto a la longitud de la mochila, su base debe estar sobre nuestra zona lumbar. Existen modelos para mujeres que tienen el cuerpo de la mochila adaptado a una espalda más corta favoreciendo el reparto de la carga sobre la cintura.

•Tercero, que posea un cinturón que permita trasladar parte del peso de la carga a la cadera.

Otros detalles a tener en cuenta son: la calidad del almohadillado del cinturón y los tirantes; la presencia de una correa pectoral que impedirá los balanceos de la mochila; que tenga tensores de aproximación de carga en los tirantes de la espalda; que disponga de los accesorios que necesitemos para nuestra actividad, por ejemplo, correas laterales portaesquís, portapiolets, bolsillos, etc.

El diseño de la parte posterior de la mochila es el que le va a dar su principal característica. El más simple es un acolchado que se ajusta a la espalda, con un diseño ergonómico que evita que la carga se nos clave en ésta. Se utiliza en las mochilas de tamaño pequeño o mochilas de ataque, de entre 30 y 35 litros de capacidad. Son adecuadas para las excursiones de un día.

Las mochilas de tamaño medio, entre 35 y 55 litros, tienen un respaldo reforzado por una estructura interna, que le confiere más solidez, recubierto de un acolchado simple o de un respaldo regulable.

Las mochilas de gran tamaño, más de 55 litros de capacidad, están constituidas por una armazón interna semirrígida y una espalda almohadillada regulable. El peso de éstas es mayor, pero permite llevar cargas pesadas más cómodamente. Este tipo de mochilas son las adecuadas para travesías de dos o más días.

Características de una mochila

•Cuerpo de la mochila: ha de ser adecuado a la talla y no debe apoyarse sobre los glúteos, ni sobre los hombros

•Espalda de la mochila: siempre debe estar acolchada, con respaldo regulable o estructura rígida, según su tamaño

•Los tirantes y el cinturón deben estar almohadillados y bien dimensionados

•Es útil la correa pectoral y los tensores de aproximación de la carga

•Debe disponer de los accesorios necesarios para nuestra actividad

¿Cómo llenar una mochila?

Aunque cada uno puede tener su forma personal de llenar la mochila, hay una serie de normas para hacer de nuestra mochila un objeto más compacto y cómodo de transportar.

•En primer lugar hemos de dejar a mano aquellos objetos que podamos utilizar con más frecuencia, como el mapa, brújula, chubasquero, guantes, etc. Para ello podemos utilizar el bolsillo superior o, si lleva, alguno de los laterales.

•Los objetos más pesados hay que colocarlos lo más cerca posible de la espalda y en la zona alta, cerca de nuestro centro de gravedad.

•El saco de dormir y la ropa de recambio los colocaremos en la parte baja de la mochila.

No hay que colocar ningún objeto colgando de la mochila. El piolet se sujetará en las correas dispuestas para ello, y la colchoneta aislante la podemos colocar en las correas de cierre de la parte superior.


Figura 2.10 Partes de un piolet.

MATERIALES COMPLEMENTARIOS

Otros instrumentos que podemos necesitar en nuestras excursiones son los bastones, que resultarán útiles para desplazarnos por cualquier tipo de terreno, pero especialmente en los descensos, y los crampones y el piolet en terrenos con nieve y hielo.

Bastones

De forma espontánea algunas personas que se desplazan por la naturaleza cogen alguna rama del suelo y la utilizan a modo de bastón. También podemos ver que los pastores llevan alguna vara o utilizan bastones, entre otras cosas, para facilitar su marcha.

La utilización de uno o dos bastones nos permite apoyarnos y tomar impulso en las subidas, pero su gran utilidad es en las bajadas, sobre todo si llevamos una carga pesada. También son útiles para vadear ríos o en terrenos nevados.

Los bastones que usamos para excursionismo suelen ser plegables, de forma que podemos guardarlos en nuestra mochila cuando no los necesitemos. Su punta es más resistente que la de los bastones de esquí, y llevan una arandela o roseta más pequeña.

Hay muchos excursionistas a quienes no les gusta utilizar bastones, prefiriendo llevar libres sus manos. El inconveniente de la utilización continuada de los bastones es que puede producir una alteración de nuestra dinámica de desplazamiento, al desplazarnos utilizando varios puntos de apoyo.

Los bastones suelen llevar una dragonera o correa para sujetarlos a nuestra muñeca. Su utilización habrá que limitarla a aquellas zonas en las que no hay posibilidad de caída, por las posibles lesiones de muñeca que puede ocasionar. Es preferible que perdamos el material a que tengamos una lesión.

Piolet

En una excursión durante el verano, llevar un piolet en nuestra mochila no nos va a aportar ninguna ventaja. Si lo que pretendemos es utilizarlo como apoyo es preferible que llevemos un bastón o que utilicemos una rama que encontremos sobre el suelo.

Cuando nuestra excursión se realice por la alta montaña y exista la posibilidad de que haya nieve o hielo, deberemos llevarlo como medida de seguridad.

En la actualidad existe una gran cantidad de modelos de piolets. Esta gama varía desde los específicos para escalada en hielo hasta los clásicos de travesía, pasando por los ultraligeros utilizados en el esquí de montaña.

Para nuestras excursiones y pensando en su posible utilidad como material complementario, ante la presencia de nieve o hielo, nos interesa el piolet clásico de travesía.

Su tamaño debe ser lo suficientemente largo como para poder utilizarlo como bastón; en general, su longitud oscila entre los 50 y 70 cm. Los piolets más técnicos son algo más pequeños, variando la morfología del piolet clásico tanto en la pala y en la hoja como en el mango.

Crampones

Son imprescindibles en la montaña cuando en nuestro recorrido vayamos a desplazarnos por una zona de hielo o nieve dura.

Están formados por una base metálica sobre la que se apoya la suela de la bota, rematada en unas puntas a modo de clavos, que nos permitirán fijarnos a la nieve dura o al hielo. Podemos encontrarlos de 8, 10 ó 12 puntas; las puntas delanteras están orientadas de tal manera que permitan clavarse frontalmente.

En esta base metálica podemos diferenciar una parte delantera y una parte trasera, y en función del grado de solidez de su unión se clasifican en crampones articulados, semirrígidos y rígidos.

El sistema de sujeción a las botas puede ser de tres tipos:

•Correas. Es el procedimiento más simple y se adapta a todo tipo de botas. Su colocación es laboriosa.

•Fijación automática. Requiere botas rígidas con reborde en talón y puntera para encajar los cierres automáticos. Es más cómoda y rápida.

•Combinado o semiautomático. Utilizan simultáneamente las correas y la fijación automática. Por la parte delantera el crampón se sujeta a la bota por correas, y, por la parte posterior, mediante un cierre automático a una hendidura de la bota. Este sistema puede ser utilizado con las botas rígidas, e incluso con unas botas semirrígidas, siempre y cuando se fije bien el cierre automático sobre el talón.

La elección de los crampones va a depender de la actividad que elijamos. Para alpinismo utilizaremos unos crampones articulados, semirrígidos, mientras que para la escalada en hielo hemos de utilizar unos rígidos.


Figura 2.11 Crampones con cierre por correas, semiautomático y automático.

Por otra parte, las botas que llevemos van a condicionar el que podamos utilizar un modelo de crampón u otro. Unas botas de senderismo sólo podrán llevar crampones con correas, precisando de una suela rígida y de muescas de sujeción en el talón y la puntera para el uso de los crampones semiautomáticos y automáticos.

Si se forman en nuestros crampones zuecos de nieve pegados entre la base y las puntas, podemos utilizar unas láminas de látex a modo de doble suela que impiden su formación.

MATERIAL NECESARIO PARA NUESTRAS EXCURSIONES

Elegir el material que necesitamos es, a veces, una de las tareas más comprometidas. La norma fundamental es transportar sólo lo estrictamente necesario. El peso de nuestro equipaje va a ser uno de los factores que condicionen el desarrollo y el disfrute de nuestra actividad.

Lógicamente no llevaremos el mismo material si nuestro objetivo es subir a una montaña, donde podemos necesitar la ayuda de una cuerda auxiliar, o quizás haya nieve y precisemos llevar un piolet, que si vamos a dar un paseo de varios kilómetros por un sendero de pequeño recorrido.

Independientemente del material técnico que será necesario en algunas circunstancias, podemos elaborar nuestra propia lista de material. Cada vez que vayamos a salir de excursión, bastará con que la miremos y cojamos los objetos que tenemos apuntados.

La lista de material necesario diferirá también según el tiempo de duración de nuestra excursión y de la estación en que se lleve a cabo. La confección de nuestra lista debe contener entre otros los elementos que indicamos a continuación.

Material necesario para una excursión de un solo día

Ropa

En este punto distinguiremos la ropa puesta y la que llevemos de repuesto en nuestra mochila. Dependerá de las condiciones climáticas y de la época del año. Aunque la ropa puesta variará en función del clima, deberemos llevar camiseta, forro polar, pantalones, calcetines y botas.

Ropa de repuesto

•Impermeable. Preferiblemente una capa con capucha.

•Calcetines, guantes.

•Una camiseta interior.

•Pañuelo para el cuello.

•Gorro de lana o forro polar.

•Zapatos de deporte (optativo).

Protección ante los rayos solares

•Crema solar.

•Barra de protector labial.

•Gafas de sol.

•Sombrero o visera para el sol.

Botiquín de primeros auxilios

Lo describiremos a fondo en un posterior capítulo.

Material de orientación

•Mapas.

•Brújula.

•Altímetro. Barómetro.

•Papel y bolígrafo.

•Silbato.

•Linterna, mejor de tipo frontal (por si la excursión se retrasara).

Artículos de uso personal

Los mínimos para un solo día.

•Papel higiénico. Pañuelos de papel o de tela.

Documentos y dinero

•Cartera con carnet, dinero, tarjetas de crédito, cartilla médica, números de teléfono de urgencia, carné de conducir, etc.

Comida y bebida

•La necesaria para las paradas más largas.

•Comida de “ataque”, energética, para las paradas breves.

•Cantimplora con agua o bebidas isotónicas.

•Comida de reserva para posibles emergencias.

Otros

•Navaja y utensilios para comer.

•Bolsas de plástico, para proteger el material dentro de la mochila y almacenar la basura.

•Hilo de coser y aguja.

•Funda de vivac, o manta térmica, sobre todo si la excursión es en alta montaña y por algún problema hemos de quedarnos a pasar la noche.

Material necesario para una excursión de varios días

Además del material descrito anteriormente, utilizaremos otros materiales que variarán en función de los días que dure la excursión.

Ropa

Incluiremos más ropa de repuesto según los días que tengamos previstos estar.

Comida y bebida

Calcularemos la comida necesaria para todos los días o los lugares donde podamos reponer nuestras existencias.

Material para acampada

•Tienda de campaña.

•Saco de dormir.

•Colchoneta aislante.

•Hornillo.

•Cazuela, plato, vaso y cubierto.

5. CAMINAR EN GRUPO

Una de las normas de la montaña es no ir solo. Cualquier accidente en el medio natural entraña un mayor riesgo si no tenemos a alguien cerca que nos pueda ayudar. Una simple torcedura de un pie, que nos impida seguir la marcha, se convierte, si vamos solos, en un serio problema. Caminar en grupo con nuestros amigos tiene, además, el placer añadido de la compañía.

En la actualidad hay una gran cantidad de asociaciones y clubes que realizan actividades de todo tipo en el medio natural. En ellos siempre encontraremos personas cualificadas para realizar actividades que requieran conocimientos técnicos.

Cuando nos desplazamos en grupo hemos de mantener unas pautas de actuación; por ejemplo, hay que saber adaptarse al ritmo de los demás miembros del grupo. Si hay personas con diferente nivel de condición física, procurarán caminar según los grupos de nivel, estableciendo lugares de reunión a lo largo del camino.

Las personas más preparadas controlarán el desarrollo de la marcha, pero todos los miembros del grupo deberán saber en todo momento por dónde van y si se va cumpliendo el horario previsto. Sentir que aunque nos estén guiando tenemos un papel activo nos hará disfrutar doblemente de nuestra excursión.

Guiar a un grupo siempre es una responsabilidad que requiere tener suficiente conocimiento del medio. La experiencia se adquiere practicando, pero cuando se pretende ser un guía profesional se han de obtener los títulos correspondientes. Cuando nuestra actividad sea potencialmente difícil, y especialmente si vamos en grupo, la ayuda de un guía profesional es insustituible.

BIBLIOGRAFÍA

AA.VV. Guía para excursionistas. Ed. Omega, Barcelona, 1996.

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