Читать книгу Resumen del libro "El libro negro del emprendedor" - Fernando Trías de Bes - Страница 4

Lo que importa es la motivación

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¿Cuál es tu motivo para emprender? Las respuestas más habituales suelen ser «quiero emprender porque he tenido esta idea» o bien «este producto o esta idea de negocio es lo que me lleva a emprender».

Ahora imagina a alguien que está pensando en hacerse escritor. Le preguntas cuál es su motivo, y el futuro escritor te responde: «Es que se me ha ocurrido un argumento genial». ¿Qué pensarías? ¡Que no estás ante un verdadero escritor! Y también pensarías: «¿Qué será de este escritor cuando haya acabado con este argumento?». La idea es el vehículo de la actividad emprendedora, pero nunca una motivación sólida y duradera.

Repasemos otros motivos habituales: estar en paro y tener que salir adelante, odiar al jefe, odiar la empresa, no depender de ningún jefe, tener libertad de horario, poder decidir los días de vacaciones, etc.

Todos estos motivos son en realidad huidas hacia delante de una situación personal o profesional que amarga y deprime a mucha gente, es el caso de personas que anhelan un cambio de vida que no saben cómo acometer. El autor denomina estos motivos como «los lamentables motivos del emprendedor».

Los verdaderos emprendedores tienen una ilusión y una visión que está por encima de su situación laboral o personal. ¿Eres un emprendedor carambola? O, dicho de otra manera, ¿eres un emprendedor de verdad o un probador de fortuna? Con las estadísticas en mano, no tiene sentido emprender debido al síndrome del domingo por la tarde.

No obstante, repasemos algunos ejemplos. Un conocido del autor, director de oficina bancaria, fue prejubilado con cincuenta años. Como la indemnización no iba a ser suficiente para lo que le quedaba de vida, se puso a buscar trabajo de nuevo. Nadie quiso contratar a alguien con cincuenta años, así que montó una pequeña inmobiliaria. Hoy factura más de quince millones de euros.

El mismo autor decidió emprender porque no le gustaba el entorno de multinacional. Con veintisiete años, se dio cuenta de que el director general, con más de cuarenta años, era el único por encima de él. Y, como estos tres casos, hay muchos más. Personas que, sin comerlo ni beberlo, se dieron cuenta de que no tenían más remedio o salida que emprender y tuvieron un éxito formidable.

Para cada motivo lamentable, encontraremos no una, sino infinidad de personas a las que les fueron bien las cosas. ¿Qué pasa entonces con eso de que los motivos lamentables no proporcionan éxito? ¿Es o no es así? Lo cierto es que el motivo es irrelevante mientras haya motivación.

Pongamos un símil: para explotar, una bomba precisa de un detonador y de dinamita. El caso que nos ocupa es aquel donde hay detonador y no hay dinamita; hay argumento, pero no escritor; hay motivo, pero no motivación; hay causa que lleva a emprender un negocio, pero no hay ilusión suficiente.

Un motivo es un detonante, es una causa. Por ejemplo, el detonante de que el director de oficina bancaria montase su inmobiliaria fue el despido o jubilación anticipada. Pero otra cosa es la motivación. Esta hace referencia a las ganas, a la ilusión, al deseo profundo de emprender. El motivo que provoca su decisión no es importante mientras haya una ilusión real.

Para entendernos: ser despedido es un motivo, pero no asegura motivación suficiente para emprender un negocio. Las verdaderas motivaciones son la ilusión y el deseo de emprender per se, como modus vivendi. Sin ilusión solo se conseguirá el éxito con mucha suerte, estando en el momento adecuado en el sitio adecuado.

El que lo hace por otros motivos, al no ser una motivación auténtica, encontrará en el camino retos descomunales que no podrá superar. Solo puedes superarlos si lo que te mueve es ser emprendedor. En casi todos los casos hay un detonante. Ninguna bomba explota si el detonador no la enciende. Tener motivo para emprender no es ni bueno ni malo. Es irrelevante.

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