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El juego

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La mayor parte de las personas piensa que la vida es como una batalla, pero la vida no es una batalla sino un juego.

No obstante, es imposible ganar en este juego si no se tiene el conocimiento de la Ley Espiritual. El Antiguo y el Nuevo Testamento nos dan con una extraordinaria claridad las reglas de este juego. Jesucristo enseñó que este juego se llama dar y recibir.

«Todo lo que el hombre siembra, lo cosechará.» Esto quiere decir que un ser humano recibirá aquello que dé con su palabra o acciones. Si siembra enemistad, recibirá enemistad; si ama, a su vez será amado; si Juzga, no podrá evitar que lo juzguen; si miente, alguien le mentirá; si defrauda, le robarán. Nosotros aprendemos que en el juego de la vida la imaginación tiene un papel fundamental.

«Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón (o imaginación), porque de él brotan las fuentes de la vida.» (Prov. 4,23.)

Esto quiere decir que todo lo que una persona imagina, tarde o temprano, se materializa en su vida. Yo conocí a un hombre que tenía miedo de contraer cierta enfermedad. Se trataba de una enfermedad poco común resultaba muy difícil contraería, pero continuamente él se la imaginaba y leía artículos al respecto, hasta que un día la enfermedad se manifestó en su cuerpo, y el hombre murió por causa de su propia imaginación deformada.

Nosotros nos hemos dado cuenta que es preciso encauzar correctamente nuestra imaginación, para participar con éxito en el juego de la vida. Y entonces sucede que nuestra imaginación se vivifica y no vuelve a representar nada que no sea el bien. Atraiga a su vida «todos los deseos legítimos de su corazón», la bienaventuranza, la riqueza, el amor, los amigos, la expresión perfecta de usted mismo y la realización de los más altos ensueños. La imaginación es conocida como «las tijeras del alma» y, efectivamente, corta día tras día, incansablemente, las imágenes que el hombre crea y, tarde o temprano,'manifiesta en el plano exterior sus propias invenciones. El ser humano debe conocer la naturaleza de su espíritu, la manera en que funciona, para modelar adecuadamente su imaginación; los griegos señalaban: «Conócete a ti mismo».

El espíritu incluye tres niveles: el subconsciente, el consciente y el superconsciente. El subconsciente sólo es energía sin dirección fija. Su proceder es similar al del vapor o a la electricidad, no tiene un poder específico y manifiesta lo que se le manda. Todo lo que una persona siente profundamente o imagina con claridad queda grabado en el subconsciente, y se manifiesta hasta en los más mínimos detalles. Por ejemplo, conozco a una mujer que desde niña siempre se ha hecho pasar por «viuda». Suele vestirse de negro, con una túnica larga, y su familia piensa que es muy divertida y graciosa. Cuando creció, contrajo matrimonio con un hombre al que amaba intensamente. Algún tiempo después, su esposo falleció y ella se vistió con un largo manto de luto por muchos años. Su subconsciente marcado por la imagen que ella misma se había formado en su niñez, la materializó sin considerar su sufrimiento.

El consciente es conocido como espíritu mortal o carnal. Se trata del espíritu humano que ve la vida tal como se presenta. Es testigo de la muerte, las catástrofes, la enfermedad, la desdicha y las limitaciones de todos los tipos, y graba todo esto en el subconsciente. El Espíritu de Dios es el superconsciente, se encuentra dentro de todas las personas, es el plano de las ideas perfectas.

Ahí es donde se encuentra el «modelo perfecto» que Platón menciona, el Plan Divino, pues para cada persona existe un Plan Divino.

«Existe un sitio que usted debe ocupar y que nadie más puede ocupar; usted tiene una misión por realizar y que ninguna otra persona puede cumplir.»

En el superconsciente tenemos una excelente imagen de esto. En algunas ocasiones esta imagen se proyecta en el consciente como un rayo y aparenta ser un ideal fuera de su alcance, algo que es demasiado bello como para ser verdad.

Pero en realidad se trata del auténtico destino de esta persona, proyectado por la Inteligencia Infinita que existe en su interior.

Sin embargo muchas personas desconocen cuál es su verdadero destino e intentan obligar las cosas y situaciones que les son ajenas, y que en el caso de que lleguen a tenerlas sólo les causarán fracasos y desilusiones. Por ejemplo hubo una joven que vino a verme para solicitarme que «pronunciara la palabra adecuada» para que pudiera casarse con cierto hombre del que ella estaba muy enamorada (ella lo llamó A. B.).

Entonces yo le dije que hacer eso sería una transgresión a la Ley Espiritual, pero que en su lugar pronunciaría la palabra para que apareciera el hombre de elección divina, el hombre que le correspondía por Derecho Divino.

Y agregué: «Si A. B. es el hombre que le corresponde, usted no lo perderá; pero si no lo es, usted encontrará a su equivalente». Ella se citaba a menudo con A. B., pero él no se le declaraba. Una noche, la joven vino a verme y me dijo: «¿Sabe?, ha pasado una semana y A. B. no me parece tan maravilloso». Yo le dije: «Tal vez él no sea su hombre en el Plan Divino, y seguramente hay otro». Poco después, esta joven conoció a una persona de la que se enamoró instantáneamente y le dijo que ella era su sueño. De hecho, le dijo todo lo que ella había esperado oír de boca de A. B. Para esta joven, todo eso es sorprendente. No pasó mucho tiempo antes de que ella comenzara a escuchar a sus voces internas y dejó para siempre su interés por A. B.

Lo que acabo de mencionar es un claro ejemplo de la Ley de la Sustitución. Una idea justa ha reemplazado a una idea errónea y, por consiguiente, no hubo una pérdida o sacrificio.

Jesucristo afirmó: «Busca el Reino de Dios y su Justicia y todo lo demás te será dado por añadidura», y también ha afirmado que el Reino se encuentra dentro de todos nosotros.

El Reino es el Plan de las Ideas Justas, del Plan Divino.

Jesucristo también enseñó que nuestras palabras juegan un papel fundamental en el juego de la vida: «Por todas tus palabras serás salvado, y por tus palabras serás condenado».

Muchísima gente provoca en sus vidas grandes calamidades por pronunciar palabras incorrectas.

Así, un día una mujer me preguntó por qué motivo su vida se había transformado en algo tan desdichado y miserable, si su casa estaba repleta de objetos hermosos y era muy rica. Cuando indagamos un poco más, nos dimos cuenta que se había cansado de cuidar su casa y que constantemente se repetía: «¡No quiero ninguna de estas cosas, lo que quiero es vivir dentro de una maleta!». Y agregaba: «Este día se ha realizado eso». Fue su palabra lo que había manifestado su situación. El subconsciente no sabe lo que son las bromas; por eso la gente causa sus propios males cuando dice cosas en broma. Les voy a dar otro buen ejemplo: hubo una persona que tenía mucho dinero, solía divertirse con regularidad y afirmaba que actuaba de esa manera porque «se disponía a entrar a un asilo».

Algunos años después estaba al borde de la quiebra, ya que había grabado en su subconsciente la imagen de la mediocridad y la carencia.

Por fortuna, la Ley tiene doble filo, y una situación infortunada puede ser convertida en una favorable.

En un caluroso día de verano acudió a mi casa una señora para pedirme un «tratamiento» para la prosperidad —en metafísica «tratar» quiere decir someterse a la acción de la oración—. Estaba muy cansada, decaída, desalentada y me dijo que sólo tenía ocho dólares. Entonces yo le dije: «De acuerdo, nosotros vamos a bendecir y a multiplicar tus ocho dólares, tal y como Jesucristo lo hizo con los panes y los peces». Justamente esa razón por la cual él ha ensenado que todos los seres humanos son capaces de bendecir y multiplicar, de curar y salir adelante.

—¿Y qué tengo que hacer después?

—Escuchar sus intuiciones. ¿Tiene usted interés o se siente atraída por alguna cosa o lugar?

La palabra intuición viene de intueri, ver desde el interior, en otras palabras, ser encaminado desde el interior. La intuición, corazonada o presentimiento es la guía garantizada del ser humano. Más adelante hablaré más largamente sobre sus Leyes. Así esta señora meditó un poco y dijo: «No estoy segura, pero creo que debería regresar al seno de mi familia; tengo el dinero justo para el viaje de regreso». Su familia vivía en un pobre y lejano pueblo; la razón, el entendimiento, le decía: «Permanece en Nueva York, encuentra trabajo y gana dinero».

Pero en vez de eso yo le dije: «Vamos, vuelva a su casa, jamás se resista a una corazonada», e inmediatamente pronuncié para ella las siguientes palabras: «Espíritu Infinito, abre el camino de la gran abundancia para la señora X..., atrae invenciblemente todo lo que por derecho divino le corresponda». Le pedí que repitiera esta oración constantemente. De manera inmediata, partió. Unos días después, durante una visita, volvió a encontrar a una vieja amiga de su familia.

Por medio de esta amiga y de una forma milagrosa, recibió miles de dólares. Posteriormente, me dijo lo siguiente: «Divulgue la historia de la señora que vino a verla con ocho dólares en el bolso y un presentimiento».

En el camino del hombre siempre se encuentra la abundancia, pero sólo se puede manifestar por medio de la esperanza, la fe o la palabra hablada. Jesucristo dijo claramente que el ser humano es quien tiene que dar el primer paso.

«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.» (Mat. 7,7)

Y en las Sagradas Escrituras se puede leer: «En lo que se refiere al trabajo de mis manos, ordéname».

Dios, que es la Inteligencia Infinita, siempre está dispuesto para realizar todos los deseos de los humanos, por más grandes o pequeños que sean.

En otras palabras, todo deseo dicho o sin pronunciar es una solicitud. Nos podemos sorprender cuando vemos que uno de nuestros sueños se cumplió inesperadamente. Hubo un año, un poco antes de la Pascua, que vi en los aparadores de las floristerías unas hermosas rosas; yo deseaba recibir una y, tiempo después, visualicé mentalmente una rosa colocada ante mi puerta.

El día de Pascua me entregaron un bellísimo ramo de rosas. Al día siguiente le agradecí a la amiga que me lo había obsequiado y le dije que era justamente lo que yo quería.

Y mi amiga me dijo: «¡Pero si yo no te regalé un ramo de rosas! Te mandé azucenas».

La tienda de flores confundió su pedido con otro, y me enviaron el ramo de rosas sencillamente porque yo había puesto en acción la Ley, y tenía que recibir un ramo de rosas.

Entre el ser humano, sus más grandes sueños y cada deseo de su corazón, sólo se interpone la duda y el miedo. Por eso si los seres humanos desean algo fervientemente, todo eso se realizará al momento.

En el siguiente capítulo, expondré detalladamente la explicación científica de esto y de qué forma se puede borrar, de la mente consciente, el miedo. Este es el único enemigo del ser humano: el miedo a la pobreza, al fracaso, a la enfermedad, a las pérdidas, todo sentimiento de duda sobre cualquier cosa. Jesucristo dijo: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mat. 8,26.) Estamos convencidos que tenemos que reemplazar el miedo por la fe, pues el miedo es lo contrario a la fe: es fe conectada al mal en lugar del bien.

La finalidad del juego de la vida es ver claramente el bien y expulsar de la mente todas las imágenes del mal. Esto se consigue grabando sobre el subconsciente la manifestación del bien. Una vez un hombre muy inteligente y exitoso me contó que bruscamente sintió la necesidad de rechazar todo el miedo que había en su conciencia y un día leyó unas palabras escritas en letra mayúscula: «No se preocupe, lo más probable es que esto no se repita jamás». Estas palabras se grabaron en su subconsciente; ahora él tiene la firme certeza de que sólo el bien desea entrar en su vida y, por consiguiente, así se manifiesta el bien.

En el capítulo siguiente hablaré sobre los distintos métodos para grabar o impresionar al subconsciente. El subconsciente es un servidor fiel del ser humano, pero las órdenes que recibe tienen que ser las adecuadas. Los seres humanos continuamente tiene cerca un testigo atento, su subconsciente.

Todo lo que se dice, cada una de las palabras, se graba con sumo detalle dentro del subconsciente. Esto es semejante a la voz de un cantante que queda grabada en un disco. Si el cantante estornuda o duda, el disco también registrará ese sentimiento. Destruya los discos mal grabados y viejos que hay en su subconsciente, las grabaciones de nuestras vidas que no queremos almacenar, y sustitúyalos por unos nuevos y bien grabados.

Diga en voz alta estas palabras, con energía y seguridad: «Yo rompo y derribo (con mis palabras) todo lo que, dentro de mi subconsciente, está equivocado. eso volverá a la nada, ya que todos los pensamientos superficiales salieron de mi imaginación. En este momento, grabo los nuevos discos gracias el poder de Cristo que hay en mí, que es salud, riqueza, amor y la manifestación perfecta de mi Ser. Ahí está el sentido de mi vida, el juego consumado».

Más adelante, explicaré cómo los seres humanos pueden cambiar las condiciones de su vida, por medio de la transformación de las palabras que emplea. Aquel que no entienda el poder de la palabra se encuentra rezagado en lo que respecta a su tiempo.

«Muerte y vida están en poder de la lengua, el que la ama comerá su fruto.» (Prov. 18,21)

El juego de la vida y como jugarlo

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