Читать книгу En la colina - Francisco Díaz Klaassen - Страница 5
ОглавлениеVa a llegar el día en que se te va a pasar esa hueaíta de andar escondiéndote en el bosque como un ciervo maricón.
FRITZ
Afuera estaba quedando la cagada. La tormenta –porque de pronto era una tormenta– se multiplicaba sobre el centro de la ciudad en ráfagas caóticas que parecían arreciar en varias direcciones a la vez. Pero era una tormenta silente, además de ciega; no atenuaba las alarmas de los autos ni los ladridos de los perros, las conversaciones en la cocina de quienes le daban la espalda con algo parecido a la ansiedad y a la culpa. Yo miraba la destrucción desde mi ventana en el segundo piso, la cara pegada al cristal, sintiendo cómo el vidrio se contraía bajo mi frente y la alfombra vibraba bajo mis pies. Entonces vi que en medio de toda esa furia había un claro; en ese claro creí ver una sombra. Esa sombra -te lo juro, Francisco- era la mía
BETO