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Introducción

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En su célebre libro La invención de América, Edmundo O’Gorman postuló un argumento sencillo y sorprendente a la vez: América no fue descubierta, pues no existía tal cosa cuando Cristóbal Colón llegó a unas islas del océano Atlántico. América, en cambio, fue una creación humana, resultado de una serie de ideas, acciones y experiencias con la que una diversidad de actores le dieron nombre, ser y sentido a un territorio y a las personas que lo habitaban. En este estudio tomo prestada la idea de O’Gorman para analizar, ya no el caso de América sino el de la que fuera una de sus partes más importantes durante el periodo colonial: Nueva España. Me interesa explicar cómo se inventó esta nueva entidad, quiénes fueron sus artífices y la forma en que se demarcó su ser geográfico, político e histórico, desde su fundación hasta mediados del siglo xvi.

El registro más antiguo que tenemos de Nueva España está en la Segunda carta de relación de Hernán Cortés, de 1520. El conquistador utilizó ese nombre para designar al territorio que estaba invadiendo, en donde fundaría reinos que estarían bajo el poder del monarca español. Al poco tiempo emergió una nueva entidad política que llevaría dicho nombre y cuyas características se fueron definiendo sobre la marcha ¿Qué era esta Nueva España en sus primeras décadas de existencia? ¿Cómo estaban conformados y organizados los reinos que llevaron dicho nombre? ¿Qué se esperaba de ellos? En las siguientes páginas buscaré dar respuesta a estas preguntas y con ello dar cuenta de la invención de Nueva España, pero antes conviene hacer tres advertencias.

La primera, Nueva España no se hizo de una vez y para siempre. La historia de su conformación no empieza, ni mucho menos termina, en el momento en que Cortés le puso nombre, ni se limita al periodo de la campaña que culminó con la conquista de Tenochtitlan. Tampoco fue el resultado de la acción de un rey que decidió expandir su dominio sobre unas tierras desconocidas. La invención de Nueva España resultó de procesos que se remontan décadas antes de la irrupción de los españoles en Mesoamérica y que se prolongaron hacia el futuro de dicho acontecimiento: empresas de descubrimiento y conquista; establecimiento de pactos entre pueblos; enfrentamientos militares, invasiones y despojos; redacción de crónicas y tratados; creación de instituciones y acciones de gobierno. Asimismo, fueron muchos y muy diversos sus artífices. En la primera mitad del siglo xvi encontramos a indígenas nobles y plebeyos; funcionarios reales, eclesiásticos y municipales; conquistadores y colonos; vecinos de pueblos y ciudades de indios y de españoles; cronistas, teólogos y juristas, entre muchos otros. Ciertamente, la invención de Nueva España no terminó a mediados del siglo xvi, pues durante las siguientes décadas los reinos que llevaron ese nombre siguieron transformándose y resignificándose. No obstante, para entonces la mayor parte de las empresas de conquista y colonización de Mesoamérica habían concluido; las principales instituciones de los reinos estaban ya en función y existían ideas claras sobre lo que Nueva España era y debía ser.

La segunda, no hubo respuestas unívocas o definitivas a las preguntas sobre qué era y qué debía ser Nueva España. Al contrario, la forma de organizar su territorio, su gobierno y su composición social fueron temas controversiales que opusieron a personas y grupos con intereses encontrados. Los debates y enfrentamientos fueron fundamentales en el proceso de invención que aquí revisaremos. Más aún, en muchos casos las controversias no fueron resueltas, lo que provocó que no existiera una sola forma de pensar y de vivir esa comunidad política. En este trabajo intentaré, en la medida de lo posible, dar cuenta de las distintas formas de concebir a Nueva España que se presentaron hasta mediados del siglo xvi.

La tercera, la invención de Nueva España no puede entenderse como un fenómeno aislado, cuyas causas y consecuencias se limitan a lo que sucedió en la región del mundo que llevó ese nombre. Por un lado, porque Nueva España fue creada como parte de una entidad de mayor tamaño, el imperio español, el cual comenzó a adquirir con ella una dimensión planetaria. Pero también porque la creación de Nueva España ocupó un lugar central en una serie de fenómenos de más amplia escala y duración que transformaron el mundo desde el siglo xvi: el origen del capitalismo, del colonialismo y de la primera globalización. El surgimiento de la Modernidad es, pues, el marco más amplio en el que se ubica la invención de Nueva España.

Antes de empezar esta historia quiero agradecer a quienes hicieron posible la elaboración del libro. Mucha de la información que presento la obtuve de investigaciones elaboradas por mis colegas; la lista de referencias al final del volumen es un reconocimiento a sus valiosos trabajos. A Gibran Bautista y Lugo le agradezco su invitación para escribir en esta colección y la propuesta del título del libro; a Enrique González González, sus generosos comentarios, los cuales me ayudaron a pensar mejor en torno a la creación de Nueva España. Finalmente, a Paula López Caballero mi mayor gratitud por la cuidadosa lectura del manuscrito y por el equipo que hacemos en casa con nuestras hijas. Gracias a ella pude escribir este libro en medio de una pandemia que nos ha llevado, una vez más, a reinventarnos.

La invención de Nueva España

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