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INTRODUCCIÓN

Los resultados del equipo de fútbol de Francia, Campeón del Mundo 98 y Campeón de Europa 2000, así como los numerosos títulos de campeones de Europa y campeones del Mundo obtenidos por los júniors desde hace algunos años, han dejado patente la calidad de la formación de nuestros jóvenes futbolistas.

Creado en 1972 en Vichy, el Institut National du Football admitía inicialmente en formación a futbolistas de 17 a 20 años. Estructuras idénticas se han puesto en marcha en los clubes profesionales o centros de formación en las categorías más jóvenes. Ha nacido la preformación. El Institut National du Football sigue siendo la punta de lanza, ya no en Vichy, sino en Clairefontaine en el Centro Técnico Nacional Fernand Sastre (CTNFS). El reclutamiento es interregional, a partir de los 13 años, y concierne a los 20 ó 25 mejores jugadores de la región de Îlle de France. Todos los jóvenes viven en el centro durante la semana. Están escolarizados, ya sea en el colegio o el instituto, y se entrenan entre 1h 30 min y 2 h al día. Regresan con sus familias y con su club los fines de semana, en 1º y en 2º año. Siguiendo el mismo modelo que el CTNFS, existen otros 6 centros heredados de preformación en Francia, en Liévin en el norte, La Madine en el este, Ploufragan en Bretaña, Châteauroux y Vichy en el centro y Castel-Mauroux en el suroeste. Sólo Clairefontaine propone un tercer año de preformación. El equipo participa entonces en el campeonato de Francia de los 16 años.

Los objetivos de estos centros federados han sido claramente definidos desde su creación. En fútbol, la técnica es fundamental. Saber controlar, regatear, pasar, chutar es poder participar eficazmente en el juego. Utilizarlo de manera reflexiva con sus compañeros de equipo para oponerse al adversario es el principio del aprendizaje de la táctica. Estos dos elementos son las ideas fundamentales del aprendizaje en un centro de preformación. De ello se desprende, por un lado, que una gran parte del trabajo se realiza con balón y, por otro, que el trabajo siempre se realiza en movimiento.

Esto nos lleva a hablar del trabajo de preparación física realizado a lo largo de las sesiones de entrenamiento. Los ejercicios con balón, bajo formas tan variadas como la técnica individual, la sesión de velocidad, el trabajo frente a la portería o los juegos reducidos, tendrán mucho que ver en el desarrollo de las capacidades físicas. En esta edad, período de la pubertad y así pues de una transformación importante del morfotipo, se insiste mucho en el desarrollo de las capacidades aeróbicas y anaeróbicas alácticas. Como consecuencia de un sistema enzimático todavía inmaduro, el trabajo anaeróbico láctico no tiene lugar en las sesiones de entrenamiento, al menos en teoría.

Cuando el trabajo de preparación física se realiza sin balón, es relativamente fácil definir el tipo de metabolismo energético utilizado, tras definir algunos parámetros fisiológicos como la velocidad aeróbica máxima (VAM), la frecuencia cardíaca máxima (FC máx.) o incluso la frecuencia cardíaca en el umbral láctico de 4 mmol/l (umbral láctico 2 o UL2) de cada jugador. Por ejemplo, una sesión de carrera continua a una intensidad media por debajo del umbral láctico 2 utilizará, sobre todo, el metabolismo aeróbico, un trabajo intermitente de tipo 15 seg-15 seg con 110% de VAM, los sistemas energéticos aeróbico y anaeróbico láctico, ahí donde el trabajo de esprines cortos con un tiempo de esfuerzo por veinte de reposo utilizará básicamente el metabolismo anaeróbico láctico. La duración del esfuerzo, su intensidad, el tiempo de recuperación, su modo activo o pasivo y el número de repeticiones caracterizarán el trabajo sin balón. La utilización de un pulsómetro permitirá seguir eficazmente las sesiones de trabajo de capacidad y potencia. La realización de extracciones para determinar la concentración de lactato en sangre permite determinar la importancia de la participación del metabolismo láctico.

Cuando las sesiones se realizan con balón, el problema es completamente diferente. Por una parte, el juego con balón, control de balón, pase y sobre todo conducción, aumenta el trabajo muscular global; de ahí la tensión cardiovascular. Este tipo de ejercicio es el responsable de un aumento de la frecuencia cardíaca de algunos intervalos en relación con una carrera sin balón a la misma velocidad. Por otra parte, los cambios continuos de intensidad de esfuerzo entrañan variaciones de frecuencia cardíaca importantes, de tal manera que es mucho más difícil relacionar tal o cual ejercicio con la puesta en marcha de tal o cual metabolismo energético. Se trata entonces de un ejercicio que mezcla las diferentes fuentes de energía, anaeróbica aláctica, anaeróbica láctica y aeróbica. En ese caso existen varios métodos interesantes para intentar determinar mejor los esfuerzos realizados y definir un metabolismo energético dominante. Los detallaremos en los capítulos siguientes.

El seguimiento de jóvenes futbolistas del CTNFS nos ha permitido, a través de una batería de test de laboratorio y de campo, definir la evolución de los diferentes parámetros fisiológicos a lo largo del crecimiento (medidas biométricas, potencia mecánica, velocidad aeróbica máxima…). Aunque la prioridad sea la mejora del dominio técnico, el desarrollo armónico de estas cualidades fisiológicas es evidentemente uno de los objetivos de los centros de preformación, ya que la práctica del fútbol de alto nivel requiere unas cualidades físicas particulares.

Por otra parte, si este desarrollo es el fruto de un factor genético, actualmente difícilmente accesible, la participación de un factor ambiental, el entrenamiento, será primordial. Caracterizar lo mejor posible las sesiones de entrenamiento desde un punto de vista fisiológico (definición de la intensidad y del volumen de trabajo de los diferentes ejercicios) debe permitirnos establecer un vínculo entre las demandas y las adaptaciones del organismo. Abordaremos también en un primer capítulo los métodos de evaluación de estos parámetros fisiológicos y su evolución a lo largo del crecimiento, con los valores de referencia del alto nivel en cada test. El segundo capítulo está dedicado al seguimiento de las sesiones de entrenamiento de jóvenes futbolistas del Institut National du Football.

Finalmente, sabemos que esta franja de edad es especialmente propicia a las patologías del crecimiento y que la intensidad de la práctica deportiva es probablemente uno de los factores responsables más importantes. Podríamos pensar que 2 horas de entrenamiento al día y un partido el fin de semana representan una carga de trabajo alta para jóvenes de 13 a 16 años, de la misma manera que algunos podrían pensar que esto es razonable en otros deportistas de alto nivel de la misma edad que entrenan más de 20 horas a la semana en pistas de tenis o en salas de gimnasia, por ejemplo. Tras esta reflexión proponemos una definición de la carga de trabajo media para los adolescentes de esta categoría de edad.

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