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Vidas precarias, vidas carenciadas. Relatos biográficos juveniles vinculados al mercado sexual en Ciudad Juárez, México

Salvador Salazar Gutiérrez

Introducción

El trabajo presenta los resultados preliminares de una investigación en curso en torno a la producción de vidas precarias (Butler, 2006) y vidas carenciadas (Valenzuela Arce y Mabel Moraña, 2017) insertadas en el mundo del trabajo sexual, en Ciudad Juárez, México. Centra su atención en relatos de historia de vida de jóvenes, varones y mujeres en un contexto en la frontera norte de México, caracterizado por una creciente vulnerabilidad e indefensión económica, política y social, así como la presencia de una necropolítica (Mbembe, 2011) asociada a la producción de cuerpos sacrificables. A partir de las narrativas generadas desde la propia trama de sentido por el sujeto juvenil, permite anclar experiencia individual con el contexto sociocultural, así como visibilizar las tensiones entre lo íntimo, lo privado y lo público. Si bien existe una tradición importante desde los estudios feministas que abordan el fenómeno de la prostitución y la industria sexual —con un énfasis hacia sus implicaciones en los cuerpos femeninos—, el trabajo aquí expuesto gira su mirada en el análisis de identidades juveniles desacreditadas a partir de su vinculación al mundo del mercado sexual.

Fundamentación del problema

La práctica de la prostitución ha sido uno de los fenómenos con presencia constante en la vida de la frontera, con una histórica vinculación a un imaginario dominante que la ha vinculado a manifestación de inmoralidad. No se puede entender un estigma asociado a “leyenda negra” en diversos periodos históricos de Ciudad Juárez, sin tener presente la dinámica del mercado sexual vinculado al giro de la “diversión indecente” (García 2013), que caracterizó a la frontera desde la época posrevolucionaria.

En México se ha generado una serie de estudios en torno al mercado sexual más allá de una visión normativa-punitiva (Lamas, 2014). En los últimos años se ha dado un giro en torno a enfoques socioculturales y contextos de violencia asociados a este fenómeno (Segato, 2006). Aquí se coloca el aporte central de la presente investigación, abordar la construcción de la experiencia de vida de jóvenes —mujeres y varones— vinculados al mercado sexual en Ciudad Juárez, en un escenario caracterizado por procesos de carencia y precarización.

Se ha presentado un debate teórico-normativo interesante en torno al trabajo sexual. Es importante retomar de Villa Camarma (2010) la siguiente clasificación general, en relación a cómo ha sido abordada la forma de entender el cuerpo y la sexualidad desde diversas perspectivas: prohibicionista, abolicionista, reglamentarista y laboralista. Cada una de ellas encuentra como eje en común el significado que otorgan al discurso del cuerpo femenino, y en especial al trabajo sexual de la mujer:

 El cuerpo como delito. Aquí, el mercado de servicios sexuales es visto como un atentado a valores éticos: la gestión sexual del cuerpo femenino resulta ser oficialmente un delito de carácter moral y legal, que provocaría la perdición y corrupción de los “valores tradicionales” (Villa Camarma 2010, 159). El Estado se coloca como una instancia de control del orden y guardián de la moral compartida, por lo que se asume que la generación de un andamiaje prohibicionista y persecutorio es el marco de actuación frente a la prostitución. La institucionalidad punitiva insertada en la estructura policial del Estado (instituciones de seguridad pública o salubridad, policías, centros de reinserción social —CERESOS—) es la encargada de proveer de los marcos normativos y operativos para salvaguardar el orden moral que castiga la mercantilización de los cuerpos femeninos con fines sexuales. Martha Lamas plantea que lo que está detrás de este tipo de recursos legales es más una perspectiva estigmatizante y moralista del trabajo sexual, reduciendo a una condición de víctimas a las trabajadoras sexuales y con ello no considerando factores estructurales —pobreza, precariedad de empleos, violencias, etc.—, presentes detrás de las mujeres que toman la decisión de valerse de la prostitución para acceder a un pago por sus servicios: “el discurso de salvar víctimas ha ampliado la estrategia policial del rescate, el abolicionismo intenta fijar un límite en quée se debe considerar lo decente y moralmente aceptado en torno a la conducta sexual” (Lamas, 2014, 37).

 El cuerpo como negocio. En un sentido distinto, lo que no significa desvinculado del anterior, perspectivas reglamentaristas y laboristas plantean la regulación comercial de los negocios sexuales. Reglamentar la práctica sexual significa un recurso de excepcionalidad al derecho penal para aquellos que se relacionen al mercado sexual. A partir de mecanismos de control policial y sanitario, se genera la estrategia de legalizar la práctica de prostitución siempre y cuando esta se desarrolle en espacios controlados y cooptados por el orden institucional. El discurso laborista se encarga de sostener a la prostitución, como cualquier trabajo que debe ser registrada en los marcos de regulación laboral reconocidos. Si bien esto parecería ubicar en el reconocimiento a quienes realizan esta práctica, esto no significa que no aparezcan condiciones de explotación y mercadeo del cuerpo por terceros: “la defensa regular de los derechos y la mejora de las condiciones laborales en el mercado del sexo, se debe apoyar en la reivindicación de la libertad de decisión sobre la gestión del propio cuerpo, como negocio autónomo” (Villa Camarma, 2010, 163).

 El cuerpo como mercancía. A diferencia de las anteriores, en las que la valoración e interpretación está generada desde lecturas externas a la práctica de quienes ejercen la prostitución, esta se inserta en una forma de esclavitud sexual en la que ser prostituta es ser víctima de un proceso que no ha sido de su completa decisión, ya que resulta de condicionantes estructurales presentes en su experiencia de vida como la pobreza, marginalidad, abuso sexual, falta de oportunidades laborales y educativas, o la presencia del narcomundo. Aquí, más allá de los marcos normativos que permitan dar visibilidad a derechos y reconocimiento de quienes practican la prostitución, esta siempre será una condición forzada que se reduce a una lógica de esclavitud sexual.

 El cuerpo como poder. El cuarto eje lo constituyen aquellas posturas de corte feministas que sostienen la reivindicación de la elección exclusiva de la mujer a la gestión de su cuerpo (Gimeno, 2011). Culturalmente en nuestro contexto nacional, la figura de prostituta suele ir referida a la imagen de mala mujer, enfrentada a la de mujer virtuosa que se atribuye a la esposa fiel y ama de casa. En este sentido, Raquel Osborne (1989) sostiene que si bien la prostitución está vinculada a la desigualdad social estructural entre hombres y mujeres, esto no significa hacer a un lado las reivindicaciones de los derechos de estas mujeres. Frente al abolicionismo que niega la libre voluntad de las mujeres trabajadoras sexuales, ubicándolas como receptoras de violencia, plantean una agencia de alcance significativo en torno a la conquista de su reconocimiento y autonomía. Aquí, varias autoras (Juliano 2002, Petherson 2002) llaman la atención que la estigmatización de quien ejerce la prostitución, por ejemplo, al utilizar el término “puta” para referir a ella, no es resultado exclusivo de su actividad, sino forma parte de una construcción sociocultural que obedece a procesos de racionalidad de una dominación de género, en la cual ser mujer es asumir una obligación de sumisión frente al dominio masculino.

Estas cuatro trayectorias permiten observar, en el caso específico de la dinámica de vida en la ciudad fronteriza del norte del país, cómo ha prevalecido una creciente estigmatización de las mujeres jóvenes frente al marco normativo y axiológico que los espacios sociales tradicionales han producido en relación con el cuerpo y la sexualidad. Ser joven, pobre, prostituta es enfrentar una permanente vulnerabilidad de la propia condición de ser mujer, en la que ofrecer servicios sexuales no constituye una decisión enmarcada en protección de sus derechos o “libre elección”, sino un escenario de explotación como una mercancía de satisfacción que le permitirá acceder a un pago por los veinte minutos pactados para el servicio.

Según datos del CAPASITS (Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual), delegación Ciudad Juárez, en marzo del 2019, se tenía un registro de 5 200 mujeres dedicadas a la prostitución en diversas zonas de la ciudad. De esta población, el porcentaje mayor son mujeres jóvenes menores de 30 años, destacando la zona centro de la ciudad como el lugar donde desarrollan la actividad de prostitución. La experiencia de vida de jóvenes mujeres y hombres que han encontrado en el mercado del trabajo sexual, no solo un escenario propio de la creciente precarización y exclusión social (Salazar, 2015) que prevalece en el escenario de Ciudad Juárez asociado a la presencia de una cultura misógina que las reduce a una objeto de deseo, sino también la opción de negociar un pago por servicio que en otros espacios laborales simplemente no podrían acceder: “la denominación trabajadora sexual aparece como una de las formas de luchar contra la estigmatización y, al mismo tiempo, tender puentes entre mujeres trabajando en distintos sectores del mercado sexual (prostitutas, actrices porno o bailarinas eróticas)” (Santiago Morcillo y Cecilia Varela, 2016: 10).

El proyecto plantea un análisis en dos trayectorias. Por un lado, caracterizar cómo se ha venido gestando en la ciudad fronteriza del norte de México un régimen estético de exclusión y negación resultado de una serie de procesos en el contexto neoliberal que han producido vidas precarias que no vale la pena ser recordadas (Monárrez Fragoso, 2013). Por el otro lado, analizar a partir del relato biográfico la producción de una subjetividad situada (Arfuch, 2013) abordada desde lo estético, político y ético en relación con la experiencia de vida de las y los jóvenes vinculados al mercado sexual en Ciudad Juárez, México.

Metodología

La pregunta central indaga en torno a: ¿cómo se construye la experiencia biográfica y memoria en jóvenes varones y mujeres vinculados al mercado sexual en Ciudad Juárez, México?, y parte del supuesto de que en los últimos años, en esta ciudad fronteriza del norte de México, se ha insaturado un régimen estético patriarcal caracterizado por un escenario de exclusión social, la presencia de diversas expresiones de violencias y una creciente precarización de la vida en la población juvenil, dando como resultado que en lo particular, jóvenes insertos en el mercado sexual, generen prácticas y narrativas que les permiten negociar o enfrentan la dominación de dicho régimen. En este sentido, el trabajo muestra los resultados parciales de una estrategia de historia de vida con jóvenes —varones y mujeres— que ejercen el trabajo sexual en diversos espacios, considerando cuatro ejes de análisis: mundo íntimo-familiar, mundo de la negociación y el consumo, mundo de los derechos y vinculación con la esfera institucional, y el mundo de la expectativa y el deseo.


Estos cuatro ejes permiten una lectura transversal a la actividad del trabajo sexual, dando cuenta de la complejidad anclada desde las dimensiones económica, política, social y subjetiva.

A partir de una investigación de corte cualitativo,11 permite abordar cómo se construye la experiencia de vida de la y el joven inserto en el trabajo sexual en Ciudad Juárez, México, considerando dos rutas epistémicas:

 El conocimiento situado de Donna Haraway (1991), quien plantea que nuestro conocimiento se genera desde lugares específicos y, por lo tanto, no está exento del contexto y la individualidad desde donde se mira.

 La experiencia biográfica12 que permita observar “los modos diversos en que se inscribe la huella traumática de los acontecimientos en los destinos individuales” (Arfuch, 2013: 14), además de tener presente que, como sostiene Lawrence Grossberg, “las personas hacen historia pero bajo condiciones que no son las suyas” (Grossberg, 2010: 22).

Si bien el trabajo forma parte de una propuesta metodológica de mayor alcance, en particular aquí centraremos nuestra atención en el nivel de análisis de la narrativa producida a partir del relato de vida13 que construyen los y las jóvenes. Una experiencia subjetiva que en palabras de Reguillo, permite dar cuenta de “las dimensiones subjetivas que los actores despliegan en el orden sociodiscursivo” (Reguillo, 2000).

Resultados y discusión

Si bien como mencionamos al inicio, existe un debate amplio en torno a la conceptualización del trabajo sexual, destacando los enfoques abolicionistas o de los derechos que coinciden en separarse del término prostitución por la carga estigmatizante que conlleva, partimos de ubicar como trabajo sexual a todo acto de intercambio de base sexual, a cambio de un bien o servicio por una contraparte (Musto, 2010).

En este sentido, y a partir de la experiencia en campo que se ha desarrollado en los últimos meses en la zona centro de Ciudad Juárez, la definición plantea cuatro características generales que definen la especificidad del fenómeno: acto voluntario, bajo un acuerdo o negociación de un pago en condición subordinada, preferentemente en espacios semipúblicos (banqueta a la entrada de un motel), con un vínculo directo hacia una persona ligada al enganche. Con la intención de analizar las experiencias de vida de jóvenes vinculados al trabajo sexual en Ciudad Juárez, a continuación se describen dos relatos —una mujer y un varón—, seguidos de una matriz de análisis que, en general, permite dar cuenta de una experiencia en contexto de precariedad y exclusión social.

Primer caso. Ruth

Originaria de un poblado en la periferia de la ciudad de Torreón, Coahuila, y asentada en Ciudad Juárez a los 9 años, nació como tercera hija bajo el cuidado de su abuela materna ya que la madre, separada del papá por maltrato, laboraba en actividades de limpieza en el hogar de una familia acomodada en la zona urbana.

recuerdo que mi mamá llegaba ya en la tarde, casi no la veíamos porque mis hermanas y yo nos íbamos a la escuela en la tarde, a la primaria, y por ya llegaba cansada… mi abuela era quien nos cuidaba, nos daba de almorzar y comer lo que hubiera, le ayudaba una tía que trabajaba en una tienda de vinos en el rancho… (Fragmento entrevista joven mujer).

Por motivos familiares y de expectativa de otra opción laboral, su madre decide trasladarse a vivir a Ciudad Juárez, y radica por varios meses en casa de una familiar bajo condición de aportar a los gastos de diversos servicios. Por tal motivo, la madre y su hermana mayor entran a trabajar en la Industria Maquiladora de Exportación, coloquialmente llamada “Maquila”, como operarias en una jornada laboral de 10 horas diarias de lunes a viernes. En este sentido, Luis Enrique Gutiérrez Casas (2018) plantea que la Industria Maquiladora de Exportación ha jugado un papel clave para entender cómo se ha precarizado el sector laboral, a partir de un ingreso económico bajo, mínimas prestaciones de seguridad social y demandantes jornadas laborales que afectan la integridad física, emocional y de relaciones sociales —sobre todo en el ámbito del espacio íntimo, familiar— del operario(a).

Cuando llegamos a Juárez, dormíamos en casa de una señora que conocía mi mamá. Era buena gente con nosotros, ella nos cuidaba mientras mi mamá y mi hermana la más grande trabajaban en la maquila para pagar la renta. Me acuerdo que mi mamá se enojaba porque pedíamos que nos comprara un vestidito o muñeca y nos regañaba porque no tenía dinero, que si queríamos teníamos que ir a salir a la calle a pedir en las esquinas o a trabajar como sirvientas, porque ya unas niñas que estaban con nosotras trabajaban en una casa… (Fragmento entrevista joven mujer).

Ruth concluyó el segundo año de secundaria, considera que el estudio es importante, que le hubiera gustado continuar hasta la preparatoria, e incluso ir a la universidad. Sin embargo, refiere que esto para ella no fue posible porque desde pequeña tuvo que realizar alguna actividad que permitiera llevar dinero a su casa. Actualmente, tiene dos niñas pequeñas, de 4 y 2 años. El papá, un joven que conoció en el centro de la ciudad, y con quien vivió tres años antes de separarse por la violencia que generaba al exigirle trabajo y dinero para el consumo de droga.

El papá de mis niñas no sé dónde esté ahora, lo dejé hace varios meses y me regresé a vivir con mi mamá, ella me cuida a las dos mientras vengo un rato aquí al hotel, pero de él nada, porque siempre era lo mismo, sabes, gritar, pegarme, quería para la piedra, para cerveza, y pos le contestaba que era problema de él, que él buscara dónde, pero todo fue porque no aguanté que un día agarro a mi niña la más grande y la aventó, se lastimó y le dije que no me volvería a tocar a mí y mis niñas, y me salí…” (Fragmento entrevista joven mujer).

Ahora bien, ¿cuáles fueron los motivos por los que comenzó a involucrarse en el mundo del trabajo sexual? Al respecto, destacan tres aspectos que contribuyeron a ello. Por un lado, y como veremos más adelante constituye el punto nodal de vinculación a dicha actividad, es la experiencia de precarización y exclusión social. Enfrentar mínimas posibilidades de ingreso a sector laboral formal, que permita acceder a un salario y prestaciones sociales, sumado a la exigencia del entorno familiar para la participación en el gasto y consumo de insumos básicos como alimentación, vestido y vivienda. Sumado a ello, la condición de madre joven de dos niñas y una relación basada en constantes amenazas y violencias —física, psicológica y económica— por parte de la pareja varón, ha propiciado la decisión del trabajo sexual.

Yo tengo dos niñas, y pos la vida es bien dura, te orilla a trabajar en esto de la prostitución… al menos yo decidí aquí porque pagaban muy poquito en los puestos de comida, y está cabrón porque al momento que una se embaraza y tienes tus hijas, pos dónde vas a sacar para la leche o para los pañales y la ropita de tu bebé… Sí trabajé un rato en la maquila, pero no te alcanza con lo que te pagan y además es mucho rato fuera de mi casa y casi no veía a mis niñas, aquí vengo tres horas, solo los fines de semana y saco más que en la maquila… (Fragmento entrevista joven mujer).

Uno de los puntos clave en torno a las preguntas que se formularon, recae en el sentido a la propia concepción del cuerpo. Al respecto, giran en torno a ubicar el sentido atribuido a establecer una relación clave en la transacción o negociación de un acto, y la expectativa de quién pagará por un servicio.

Venir aquí para que te paguen por que hagas un servicio de 20 minutos, es por necesidad, porque requieres el dinero, porque no tienes otras opciones… no creas que me gusta que llega un cliente, gordo, feo, viejo, se desnuda y me da asco, pero qué haces tienes que hacer como si quisieras estar con él, pides el pago por adelantado, nunca después, y le dejas claro qué puede hacer y que no puede, porque no permites que se pase y te lastime, que te llamen puta y quieran hacer con tu cuerpo lo que quieran… ya me pasó en una ocasión que uno quiso golpearme porque no quise tener sexo anal, y salí corriendo, llegaron las otras y así le fue, lo golpearon y salió corriendo… trato de cuidarme, de que me vea bien, porque pos vivo de que mi cuerpo les guste y siempre tengo que venir guapa, bien pintada, no sucia, verte atractiva, agradable… Muchos clientes cuando ya estás con ellos y están a punto no quieren usar condón, y ahí los paramos porque no te vas a arriesgar a una enfermedad o que quedes embarazada, y se enojan, pero no aceptamos, y si no quieren nos salimos del cuarto y nos vamos a donde están las otras… (Fragmento entrevista joven mujer).

Ruth lleva vinculada al trabajo sexual en la zona centro de la ciudad, por más de tres años. Conoce varios espacios, sobre todo pequeñas fincas que han sido acondicionadas por algún locatario como moteles de paso, en los que ha generado una red de respaldo con otras jóvenes y mujeres mayores que, con una mayor experiencia, establecen dinámicas de protección, resguardo y apoyo ante situaciones en las que consideran amenazada su integridad física y patrimonial.

yo ya tengo varios meses aquí en este lugar, ya conozco a las otras y entre varias tratamos de protegernos… a cada rato aparecen los operativos de la policía, vienen con los militares según ellos buscando droga o porque dicen que ahí se encuentran secuestradas menores o niñas… y les decimos que no, pero no les importan y cuando nos tienen ya adentro según ellos preguntando, nos pasan y nos quitan el dinero y entonces sí quieren que les hagamos el servicio y que tengamos relaciones sexuales o que les hagamos sexo oral… y si te pones al tú por tú, te golpean y te cargan que porque estás violando la ley, ellos la violan porque nos atacan, nos golpean, nos maltratan y ya sabemos de varias de nosotras que se las llevan y ya no regresan, las matan… (Fragmento entrevista joven mujer).

No solo ven amenazada su integridad por parte de los aparatos policiales del Estado, en complicidad con ellos, la presencia de una compleja red de dominación a partir del narcomenudeo y la trata de jóvenes con fines de explotación sexual, ha sido uno de los aspectos que ha caracterizado en lo particular a esta zona de la ciudad fronteriza.

Segundo caso. Raúl

Originario de la ciudad de Delicias, al sur del estado de Chihuahua, y miembro de una familia integrada por la figura materna, y cuatro hermanos menores. Llegó a Ciudad Juárez cuando era pequeño, ya que su mamá decidió ir a esta ciudad a buscar oportunidad de trabajo. De pequeño sufrió la pérdida de la figura paterna en un accidente, y se incorporó a trabajar como ayudante de una tienda de abarrotes en la zona centro cuando tenía 13 años.

Yo nací en Delicias, ahí viví en la colonia Linda Vista con mis hermanos y mi madre hasta que decidió que nos tendríamos que venir a vivir a Ciudad Juárez. Perdí a mi papá en un accidente de autobús, iba viajando hacia la ciudad de Chihuahua por la mañana y un día jueves nos avisaron que chocó el camión y que él murió… A los dos años decidimos venirnos a Ciudad Juárez porque acá tenemos familia de mi mamá y ellos nos dieron aojamiento al principio (Fragmento entrevista joven varón).

A los 15 años terminó la secundaria y conoció a una persona que lo invitó a trabajar en el aseo en un local dedicado a servicios de masaje y “descanso corporal” para mujeres y varones —Spa—. Decidió dejar los estudios y comenzó a realizar otras actividades como recepción a clientes, o la revisión de los materiales que proveedores entregaban para el servicio del negocio. Es de destacar que en la ciudad existe un número importante de este tipo de locales, sin embargo, para el caso de aquellos dedicados preferentemente al servicio de varones, suelen ser lugares en condición de clandestinidad, sin registro formal fiscal, y sobre todo en viviendas céntricas sin ninguna referencia publicitaria ya que consideran el principio de secrecía como aspecto central de su trabajo.

Llevo varios años ya trabajando en el Spa, como siete, y ya sé de qué se trata el negocio, y me gusta porque me va bien, ya traigo mi “troca” —vehículo—, y tengo varios compas que conocí en el ambiente y con ellos nos vamos de party —fiesta— los fines de semana a los antros en el centro… Aquí vienen varios clientes, ya de años, y les damos el servicio de masajes, estética, y a quienes ya conocemos saben que también el servicio privado… (Fragmento entrevista joven varón).

Al trabajar en un negocio que otorga servicios preferentemente a varones, se le preguntó si él se asume como integrante de la comunidad LGTB, Raúl menciona que para él queda claro que su actividad de trabajo en el negocio no tiene problema en hacer servicio privado sexual a quien se lo solicite, sea varón o mujer.

Gay no me considero, me gustan las morras, estar con ellas… pero tú sabes, jale es jale, el trabajo es necesario y sin distinciones, no tengo problema de acostarme con una señora o con un don, siempre y cuando acordemos el pago del servicio y el tiempo, porque como todo trabajo, las reglas claras y también hasta qué tanto permites tener con ellos, y siempre con preservativo, porque una sífilis, gonorrea o el herpes está de la chingada… No tengo problema con las condiciones a los clientes, nunca he tenido problema, no sé, si porque soy hombre y no quieran pedos, no lo sé, pero pues así nada más, el servicio y lo que sigue… (Fragmento entrevista joven varón).

Un aspecto relevante, punto de comparación y contraste con el caso de Ruth, en el caso de Raúl realiza el intercambio sexual como parte de una actividad negociada a cambio de un pago monetario, en un espacio resguardado y que no constituye un punto de atención por parte de los operativos policiaco-militares que sí se presentan constantemente en la zona en que se ubican las jóvenes trabajadoras sexuales.

Yo nunca he tenido problema con la policía, aquí nunca han venido, y que sepa en ninguno de los otros lugares donde trabajan algunos otros, no sé, solo que si trabajo aquí como cualquier otro trabajo, sin estar exhibiéndose fuera, no tengo ningún problema, puedo trabajar tranquilamente, y nunca he tenido problema con algún cliente, porque se quiera pasar, es tranquilo… (Fragmento entrevista joven varón).

A la pregunta específica de si considera un derecho la decisión de qué actividad realizar con su cuerpo, y cuál es el sentido que le otorga como parte del trabajo sexual, el joven sostiene que:

es mi decisión, yo no tengo problema, es como cualquier trabajo, por qué tendría problema con alguna autoridad, solo me tengo que cuidar y al final de cuentas los clientes pagan lo que acordamos y nada más… a mí me gusta tener mi ropa de marca, mi celular, no te diré que uno de lujo, traigo mi troca, voy a las fiestas y salgo los fines de semana, no consumo drogas y casi no tomo bebidas alcohólicas, cuido mi cuerpo porque de eso vivo, hago ejercicio todos los días, voy al gimnasio por la mañana, y de ahí me vengo al trabajo… (Fragmento entrevista joven varón).

Ambos relatos dan cuenta de una subjetividad anclada en los márgenes, pero de una manera diferenciada. La experiencia de la joven, marcada por un vínculo de dependencia hacia un entorno familiar, en la que cumple con roles de cuidado y manutención, así como lógicas de violencia asociadas a diversas relaciones como de pareja, o el estigma social atribuido a la práctica de la prostitución, son dinámicas diferenciadas si comparamos con la experiencia del joven varón. Sumado a ello, es interesante enfatizar que el ejercicio de trabajo a partir de la historia de vida, dio cuenta de dos narrativas distintas de anclar la dimensión temporal en torno al pasado. En el caso de la joven, una presencia importante en su relato con respecto a su vida previa a la decisión de vincularse al trabajo sexual, mientras que en el caso del joven varón, un énfasis a su temporalidad presente, y un pasado que intencionalmente se diluye a lo largo del relato.

Con la intención de favorecer rutas de análisis que cruzan a los dos relatos expuestos. A continuación, proponemos una matriz comparativa considerando cuatro ejes clave en la investigación.14

Mundoíntimo-familiarEn la joven marcada dependencia del vínculo familiar con la decisión al trabajo sexual.En el joven, referencia nula al mundo familiar, con una valorización creciente al sentido de decisión con respecto al trabajo sexual.
Mundo dedeseo-expectativaValorización del trabajo sexual como recurso para acceder a una “mejor” vida.Actividad transitoria que favorezca otra alternativa laboral.En el caso de la joven, una frustración mayor al no visualizar una opción-alternativa posible.
Mundo denegociación consumoExpectativa mayor de acceso a consumo de bienes a cambio de pago por servicio.Negociar como acto diferenciado. Menor margen en la posición de la joven con respecto al varón.Subordinación a figura varonil con respecto a la práctica e intercambio.
Mundo dederechos-vinculaciónElección condicionada diferencial en torno a la práctica del trabajo sexual.En el caso del varón, un resguardo propicio para la elección.En la joven, una la tensa-conflictiva negociación con la institucionalidad, la carga de estigma marcada por la figura de “puta”, estrategias horizontales (pares) de protección-resguardo.

Conclusiones

Si bien el análisis exige una mayor profundidad comparativa entre los casos diferenciados desde una dimensión de género, y como mencionamos al inicio, aquí se exponen hallazgos iniciales de un trabajo en proceso, valdría la pena cerrar con tres rutas de lectura que permiten anclar la dimensión narrativa con condicionantes que un paisaje sociohistórico viene marcando los cuerpos juveniles en los últimos años. Es decir, toda experiencia subjetiva no puede separase de una articulación tensa situada con el contexto de violencias, exclusión social y precarización de la vida que viene acentuándose en la ciudad fronteriza del norte de México a partir de:

 El trabajo sexual juvenil da cuenta de cómo se ha presentado, en el contexto de la frontera norte, un escenario agobiado por una creciente violencia que marca los cuerpos juveniles de manera diferenciada. En particular, la violencia de género, se presenta de manera central en la experiencia de vida de las jóvenes trabajadoras sexuales, ligado a un paisaje de violencia sistémica gestada y propicia por el Estado heteropatriarcal y adultocéntrico que culpabiliza a los jóvenes como los gestores de los “males” ligados al narcotráfico, prostitución, trata de personas, etc.

 En ambos está presente el sentido de escasez y frustración social. Como plantea Mabel Moraña (2017), la escasez cobra relevancia epistémica ya que da cuenta de la falta de lo indispensable para el mantenimiento de la vida, y en un escenario dominado por la lógica de producción capitalista neoliberal, la escasez no es algo secundario, sino el propio sentido de ausencia necesaria que reproduce expectativas frustradas en la población juvenil.

 Una estrategia instituida de erosión a la trayectoria biográfica, y con ello el desgaste en la posibilidad de pensar un mundo posible, alternativo. El peso que recae en la construcción simbólica que individualiza la culpa y el destino obligado, trae consigo que la posibilidad de gestar esperanza, individual o colectiva, no esté presente en la vida de los jóvenes trabajadores sexuales.

Para concluir, consideramos importante la tradición que los estudios feministas han planteado respecto al trabajo sexual, sobre todo a partir de una perspectiva política en torno a la discusión entre el derecho libre en relación al cuerpo. Si bien las diferencias y desigualdades en las identidades genéricas son punto de partida, cobra relevancia una aproximación que notifique de otras dimensiones como la económica, que permitan dar cuenta y develar las características de un modelo de producción de los cuerpos marcados por la rentabilidad de la pobreza, y la expectativa del necroconsumo, es decir, del deseo como objetos sexuados eliminables.

Bibliografía

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11 El proyecto ha destacado una mirada de mayor alcance en torno a niveles de análisis. Genera una ruta que relaciona un nivel de formación discursiva que permite dar cuenta de un contexto sociohistórico que ha caracterizado la instauración de un régimen estético patriarcal, pasando por campos de discursividad, aquellos espacios que constituyen una tensión entre la dimensión subjetiva y el vínculo-adscripción a la esfera institucional, para, por último, llegar al análisis de la experiencia subjetiva a partir de las representaciones discursivas generadas desde la narrativa de los actores (Reguillo, 2000).

12 El acceso a la vivencia de los individuos permite la reflexión en torno a las especificidades del mundo social en el que estos se hallan. O lo que es lo mismo, el privilegio de conocer las experiencias de los sujetos abre posibilidades para una mejor comprensión de la contemporaneidad.

13 Aquí se muestran resultados preliminares de la estrategia de historia de vida a mujeres y hombres jóvenes (15 a 25 años) vinculados al trabajo sexual, ya que permite abordar modos de la enunciación de los hechos narrados (Reséndiz García, 2004) en torno a la experiencia biográfica (Arfuch, 2013).

14 Como hemos venido planteando a lo largo del texto, nos colocamos en una dimensión epistémica que valoriza o subjetiva como punto de partida para anclar el análisis de lo social. En este sentido, el término “mundo vida” de la fenomenología social de Alfred Schütz es clave para dicho interés.

Violencias y precarización

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