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INTRODUCCIÓN

Contenido de la obra

La obra Sobre las facultades naturales junto con cuatro tratados más —Sobre la esencia de las facultades naturales, Sobre los elementos, Sobre los temperamentos y Sobre el uso de las partes — configuran la exposición de la fisiología galénica. El tratado que ahora nos ocupa forma parte de la producción de Galeno realizada durante su segunda etapa en Roma, es decir, en su época de madurez creativa, imbuido de la medicina hipocrática, pero también influenciado por Platón, Aristóteles y por otros ambientes científicos, resultado de sus estancias en Alejandría, Egipto y Pérgamo.

Toda su fisiología se fundamenta en el carácter simpatético de los distintos elementos con el cuerpo animal. Cada uno de los órganos tiene su propia función y se sirve de los alimentos mediante un proceso de atracción de las materias afines y repulsión de las contrarias o extrañas, según las facultades de la naturaleza.

Siguiendo las doctrinas hipocráticas existen cuatro potencias o cualidades elementales de los cuatro humores: lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo, y cuatro humores: bilis amarilla, bilis negra, sangre y flema; el equilibrio de éstos que tienen su correspondencia en las cualidades es la base de la salud, mientras que el desequilibrio produce la enfermedad. Los humores fluyen de una parte a otra del cuerpo y se transforman en cada una de ellas gracias a las fuerzas o facultades que poseen, eligiendo cada parte el que le es más propio para su nutrición. Estos humores se engendran en el cuerpo por la alimentación, ayudada en gran medida por el calor innato, principio heredado también de las doctrinas hipocráticas y aristotélicas.

Tres son los órganos principales: el cerebro que es la sede de la inteligencia y del movimiento voluntario; el corazón, sede de la facultad vital y del movimiento involuntario o mecánico; y el hígado, sede de la alimentación y de la facultad denominada hemopoyética o productora de sangre. A cada una de las partes del cuerpo le corresponde una función y todas ellas están relacionadas gracias al fluir de los humores.

La naturaleza o phýsis como principio operativo tiene distintas facultades, por tanto, el concepto de dýnamis como función o facultad es básico para comprender la fisiología. Para ello debemos recordar la tradición presocrática y aristotélica y la tripartición platónica del concepto de psychḗ, vida, como principio de movimiento galénico, con las funciones de generación, nacimiento, reproducción, principio de vida e inteligencia. Galeno entiende estas partes como funciones o facultades, que forman parte del concepto de phýsis. Existen cuatro dynámeis principales: la natural o vegetativa, la vital, la psíquica y la intelectiva y varias secundarias, de entre las que cabe enumerar: la atractiva, la retentiva, la alterativa, la expulsiva (excretiva) y la configurativa; cada una de ellas corresponde a un órgano distinto. Existen además otras específicas.

Sobre las facultades naturales es además un tratado de embriología, puesto que las facultades alterativas y configurativas son las que se ocupan de la generación, y así: «lo que primero era semen, esto, cuando empieza a engendrar y a formar el animal, se convierte en una suerte de naturaleza» (I 3, 83). El esperma se compara al artífice de una obra de arte, en este caso, a Fidias, y la sangre corresponde a la cera con la que el artista la configura. La naturaleza configura el hueso, el cartílago, las venas... mediante la facultad generadora y, finalmente, entra en acción la facultad configurativa que da la forma a cada parte de modo que nada sea superfluo. Más tarde aparecerá la facultad de crecimiento ayudada por la de la nutrición, y, finalmente, la expulsiva que provocará el parto.

Éstas son las principales ideas que nos transmite Galeno en su obra Sobre las facultades naturales, en un intento de racionalización, a la vez que expone críticamente las teorías de las restantes escuelas médicas. Ahora bien, después de reprobar la teoría de Erasístrato que mantiene que lo vacío tiende a llenarse, acaba por aceptarla.

Estructura de la obra

La obra está estructurada en tres libros e incluye una introducción para adentrarnos en el objeto de estudio del tratado y una conclusión en la que recoge los postulados y las teorías que nos ha propuesto, a la vez que afirma que es una demostración de la razón lo que le ha llevado a postularlas. Los tres libros siguen una estrecha ilación, que consigue el autor, al inicio de cada uno de ellos, con un resumen de aquello que ha explicado en el anterior. Además, al finalizar cada uno de ellos, nos anuncia también aquello que tratará en el siguiente libro.

El libro I se inicia con la diferenciación entre animales y vegetales basándose en las facultades del alma y las de la naturaleza. Existe un principio vital del ser vivo, pero mientras los animales son gobernados por el alma y la naturaleza, las plantas lo son solamente por la naturaleza. Cuando Galeno habla de alma se refiere al principio de movimiento, herencia, en este caso, del concepto platónico. Esta alma galénica tiene funciones de generación, nacimiento, reproducción y principio de vida, además de una función racional. Así, pues, el alma es un principio operativo que tiene distintas facultades o potencias.

Los cuerpos pueden estar en estado de reposo o en estado cambiante. En este último caso, deben existir unas facultades que originen los cambios, que serán simples y primarios: alteración y traslación, o compuestos de los dos anteriores: crecimiento y mengua. Además de éstos, también existe el de generación o génesis y el de destrucción.

La naturaleza tiene sus funciones o facultades que ejercen unos determinados efectos. Estas funciones son la de la configuración del animal (génesis o formación), la del crecimiento hasta alcanzar el tamaño definitivo y la de la nutrición o mantenimiento.

En el capítulo 2, 7 del libro I define efecto, actividad y facultad: «Defino efecto como aquello que ya existe y que ha sido completado por la actividad de estas facultades, como la sangre, la carne, el nervio. Defino como actividad al movimiento activo, y a la causa de éste, como facultad». Se refiere a facultad como potencia o fuerza activa de los organismos vivos.

Para que pueda haber actividad se necesitan cuatro cualidades: caliente, frío, húmedo y seco. Los efectos de la naturaleza, mientras se está formando el animal, están en todas las partes del cuerpo; luego, éste deberá crecer y a continuación mantenerse el mayor tiempo posible. Las funciones para estos tres propósitos serán la de formación, crecimiento y nutrición.

Esta formación se realiza gracias a la facultad generativa y a la alteradora, pero introduce ahora la configuradora, que es artística y hace que todo se cree de la mejor forma posible y no exista nada improductivo ni superfluo.

La facultad del crecimiento viene ayudada por la facultad alteradora y la nutritiva. Crecer en todas direcciones es posible tan solo en aquello que crece por naturaleza, puesto que si es de modo artificial no se mantiene la forma primitiva, obra de la facultad configuradora. «Es propiedad únicamente de la naturaleza el distenderse un cuerpo en todas direcciones y que permanezca íntegro y mantenga intacta toda su forma primitiva» (I 7, 18). Para hacernos más comprensible su teoría nos da como ejemplo las vejigas de los cerdos que llenan de aire los niños y que cuanto más hinchadas están más finas se vuelven. La ejemplificación es una constante en el tratado Sobre las facultades naturales para procurar un mejor entendimiento de las teorías que va exponiendo. Para los seres en crecimiento es indispensable la nutrición, tema que tratará en el capítulo siguiente.

La facultad nutritiva es la causa de la actividad denominada nutrición que conlleva dos tipos de actividad: la formación de aquello que no existía y la asimilación a lo que ya existía. Gracias a esta facultad nutritiva existen los órganos relativos a la distribución de los alimentos, cada uno de los cuales tiene su función alteradora de la nutrición. Galeno expone que para que exista la nutrición deben existir tres fases: la presentación del alimento, la adhesión y la asimilación. Su definición de nutrición es: «Definimos nutrición a cada alimento no por el hecho de estar alimentado el animal ni por ser de la misma naturaleza que lo que nutre, sino por el hecho de que pueda y vaya a alimentarlo, si está elaborado correctamente» (I 9, 26), coincidiendo con la teoría hipocrática de la que se desprende que lo que ya ha sido asimilado es nutrición pero lo que es semejante a lo que ya se ha asimilado y lo que hay en el estómago y las venas también puede considerarse como tal. Del mismo modo que se asimila aquello que es afín, se rechaza y elimina aquello que es extraño, con la idea de «simpatía». Aquí aprovecha Galeno para criticar la doctrina de Asclepíades, contraria a la hipocrática y a la suya, y también censura la teoría epicúrea y la de Erasístrato. Según la obra que ahora nos ocupa, existirán las facultades atractiva y repulsiva, asumidas por los distintos órganos del cuerpo, en la idea de que cada parte del cuerpo está formada de modo adecuado a su finalidad, y todo está regido por la naturaleza que es artística porque preserva al animal y elimina las enfermedades.

Explica a continuación las funciones y actividades del estómago, uréteres y ríñones, tema que seguirá ampliando, junto con la crítica a las teorías de Erasístrato, en el libro siguiente.

El libro II se inicia recordando la existencia de la facultad de atracción que poseen los ríñones, con argumentos en contra de Erasístrato y Asclepíades. Relaciona distintas teorías sobre las facultades que atraen lo afín, eliminan lo extraño y alteran los alimentos. Estas facultades configuran las partes del cuerpo, las alimentan y hacen que crezcan.

El principio activo del animal es el semen, que arrastra hacia sí la sangre, la asimila y la convierte en su propio alimento; después aparecerá la facultad configuradora, y aquí aprovecha Galeno para diferenciar entre génesis y crecimiento, utilizando de nuevo ejemplos como el de las vejigas hinchadas por los niños, la formación de los cestos o el entretejer de los vestidos, afirmando como resumen que «crece lo que es y se forma lo que no es» (II 3, 88). Las facultades de la naturaleza por las que el animal se modela, crece y se alimenta están generadas directamente por el semen.

Sigue con la crítica a los peripatéticos y a los erasistrateos por sus teorías sobre la alimentación, que se basan en la tendencia del vacío a llenarse, a la vez que dice estar de acuerdo con las doctrinas hipocráticas y aristotélicas.

Para explicar el proceso de alimentación recurre a la transformación del alimento en quilo en el tubo digestivo, que es el órgano que posee la facultad de separar y eliminar aquello que no le es provechoso. El quilo llega hasta el hígado a través de la vena porta, y aquél lo transforma en sangre venosa, que es uno de los cuatro humores.

Acerca de la formación de los cuatro humores sigue, tal como dice él mismo, la teoría de Hipócrates, Aristóteles, Praxágoras y Filótimo. Galeno sostiene que los humores están formados por mezcla desigual de los elementos primarios de Empédocles que poseen las cualidades correspondientes. El calor innato —uno de los conceptos más importantes de la medicina de Galeno— altera el alimento en las venas y produce la sangre, mientras que el resto de humores se producen por el desequilibrio y así los alimentos más calientes son más productores de bilis y los más fríos de flema. Este calor se refrigera mediante el pneûma que es activo y tiene también su propia facultad.

Del mismo modo que existen cuatro humores con las cualidades de frío, caliente, seco y húmedo, existen cuatro tipos de enfermedades primarias que se distinguen, a su vez, por el calor, el frío, la sequedad y la humedad; la combinación de estas cuatro cualidades ejerce su influencia en la actividad de las partes del cuerpo.

Se explican también los cuatro humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema, su formación, cómo se distribuyen y cuáles son los órganos purificadores de cada uno de ellos.

Termina el libro con un elogio a Hipócrates, Platón, Aristóteles, Praxágoras y Diocles y con una crítica a Erasístrato en los siguientes términos: «Es necesario elogiar tanto a los que explican las cosas bien dichas como a los que añaden algo que se ha olvidado, pues no es posible que la misma persona empiece y acabe. Y es necesario criticar a quienes son tan indolentes que no toleran aprender las cosas bien dichas y tan ambiciosos que, por el deseo de nuevas doctrinas, siempre traman vilezas y obran fraudulentamente, olvidando de forma voluntaria algunos argumentos, como Erasístrato hizo en lo referente a los humores, y polemizando con otros con malevolencia, como hizo éste mismo y otros muchos de los más recientes» (II 9, 141-142).

El libro III empieza con un resumen de lo dicho en el anterior referente a la nutrición y a la facultad alterativa que existe en cada una de las partes del cuerpo. Esta facultad alterativa comprende dos facultades que son la nutritiva y la asimilativa, y recuerda también la facultad atractiva y epispástica por la que se atrae el humor específico a cada una de las partes del cuerpo para ayudar a la asimilación de los alimentos.

Pero en el proceso interviene otra facultad que es la retentiva y que puede explicarse y entenderse a partir del examen de algunas partes del cuerpo como son el estómago y la matriz. Empieza con la explicación sobre estos dos órganos dado que son grandes y cóncavos y, por tanto, según su razonamiento, es más fácil distinguir su actividad. Entiende Galeno que no puede hablarse de ambos conjuntamente y, por tanto, aunque inicie la explicación afirmando que: «el estómago retiene los alimentos hasta que los ha digerido por completo, también la matriz conserva el feto hasta que ha terminado de madurar» (III 2, 147), pasa a hablar de la matriz, por entender que es más fácil detectar la facultad retentiva en la matriz que en el estómago, puesto que el tiempo de formación del embrión es, evidentemente, mucho más largo que el de la digestión de los alimentos.

En la matriz, después de los nueve meses de embarazo en los que actúa la facultad retentiva y en los que se ha completado aquello por lo que se ha puesto en funcionamiento esta facultad, ésta para y es la facultad propulsiva la que empieza a actuar. Incide en el arte de la naturaleza que ha previsto el momento oportuno para el reposo o el movimiento de cada una de estas facultades. Así, si todo va bien, durante el embarazo la facultad eliminitiva y la propulsiva están quietas, pero en caso contrario se ponen en movimiento.

La matriz funciona del mismo modo que el estómago por lo que se refiere a las cuatro facultades: atractiva, retentiva, eliminativa y alterativa. Así que cuando ya no puede soportar la distensión o no acepta los líquidos que se vierten en ella, expulsa lo que le molesta; si esto ocurre de manera violenta, nos hallamos ante un caso de aborto, pero si es de manera natural, es un parto.

Por lo que se refiere al estómago, éste posee también una facultad retentiva de lo que le es propio y una eliminativa de lo extraño. La digestión de los alimentos en el estómago es un cambio hacia la cualidad específica de lo que es alimentado, y debe distinguirse entre el proceso de digestión y el de quilificación, puesto que la nutrición es distinta de la producción de sangre. Galeno da ejemplos, a partir de su propia experiencia en la disección de animales, para poder entender el proceso.

Hay otros órganos que poseen la facultad retentiva, como son la vejiga biliar, la vejiga de la orina, las venas y las arterias. Existen, pues, en casi todas las partes del animal una tendencia hacia la cualidad propia y un rechazo de lo que le es ajeno. Y, si creemos que hay una atracción o tendencia, debemos creer también que exista un provecho. Se atrae para sacar algún provecho y cuando se ha sacado todo el beneficio se pone en funcionamiento la facultad eliminativa. Y así, el estómago atrae en forma de vapor aquello que le es útil y lo deposita entre sus membranas para asimilarlo y, cuando se ha llenado adecuadamente, aparta el resto del alimento del que ya ha obtenido algún provecho y lo domina, que significa que lo altera. Por tanto, el estómago domina y altera el alimento, pero de forma distinta al hígado, las venas, la arteria o el corazón.

A continuación Galeno pasa a explicar cómo se alteran los alimentos en la boca o en el hígado, según éstos sean masticados o ingeridos, criticando, una vez más, las teorías de Asclepíades y de Erasístrato sobre el tema de la alteración y transformación de los alimentos (III 7, 162-168).

Cada uno de los órganos del cuerpo está constituido de una forma u otra según la función que tenga. El estómago, las vejigas, la matriz y las venas están formados por una membrana que tiene dos tipos de fibras: longitudinales y transversales, sin olvidar que existe también un tipo de fibras oblicuas, aunque en menor cantidad que las anteriores, en aquellos órganos constituidos por dos membranas.

Existen cuatro facultades, servidoras de la nutrición, que son necesarias en cualquiera de las partes destinada a ser alimentada: el estómago, el bazo, el hígado, la vena, la arteria y el corazón, entre otras. En el caso del estómago explicita que son: la atractiva en la acción de tragar, la retentiva en la digestión, la eliminativa en los vómitos y en las evacuaciones de los alimentos digeridos y la alterativa que es la propia digestión.

En todos los órganos se producen de modo semejante sus funciones naturales y también sus afecciones, por lo que Galeno pasa a explicarnos las enfermedades que sufren los distintos órganos, enfermedades que en algunos casos son muy evidentes y en otros no son tan claras, pero que no pueden pasar por alto a la persona que esté interesada en ello.

Retoma el tema de la atracción y la eliminación para demostrarnos que ambas pueden producirse a través del mismo conducto, si bien en distintos momentos, dando como ejemplo el caso de la boca del estómago que conduce el alimento hacia el estómago pero lo elimina en caso de náuseas, y el del cuello de la vejiga, o la boca de la matriz, ésta última vía del semen hacia el interior y de expulsión del feto. Nos descubre que la matriz, el estómago y la vejiga biliar atraen y eliminan por un mismo conducto en cada uno de los órganos y que, a través de las venas que van desde el estómago al hígado, se puede atraer el alimento de nuevo hacia el estómago, por lo que termina por aceptar que todo atrae a todo y comunica con todo, siguiendo las doctrinas hipocráticas.

Hay órganos que son más fuertes que otros, por naturaleza o en momentos determinados, y pueden atraer hacia sí lo que necesitan o depositar los residuos en otro. Cuando hay una acumulación de humores en uno de los órganos debido a este flujo, aparece la enfermedad, tema del que nos hablará en otro de sus tratados titulado Sobre las enfermedades.

El creer que en las materias hay un solo movimiento de transporte «es propio de quien ignora totalmente las facultades naturales y, entre otras, la facultad eliminativa que es la contraria a la atractiva» (III 13, 193). Concluye Galeno con un resumen sobre la nutrición de cada uno de los órganos ya sea por medio de comida ya por medio de humores específicos.

En lo que se refiere a las arterias, éstas se dilatan y contraen gracias a una fuerza que proviene del corazón, contienen una parte pequeña de sangre y transportan pneûma, que procede de los pulmones, y éstas por ser órganos cóncavos que pueden dilatarse, igual que el corazón, atraen en primer lugar lo más ligero y sutil (el pneûma). A continuación nos habla de la anastomosis y de la relación entre las venas, los ventrículos, el corazón y el pulmón y la circulación de la sangre y el pneûma a través de todos estos órganos. Esta vez ejemplifica a partir de los canales de los jardines y la irrigación.

Termina el tratado con la explicación de la absorción de los líquidos para ratificar la teoría expuesta sobre la función de las arterias.

BIBLIOGRAFÍA

Ediciones

Para la presente traducción he seguido la edición de A. J. BROCK : Galen. On the natural faculties, Loeb Classical Library, Londres, 1952, 1991 (7.a ed.).

He consultado también la edición de C. G. KÜHN: Claudii Galeni Opera Omnia, 20 vols., Leipzig, 1821-1833, vol. II, Hildesheim, 1964 (reimp.), págs. 1-214.

Traducciones y comentarios

E. BEINTKER y W. KAHLENBERG , Die Werke des Galenos: De facultatibus naturalibus, Stuttgart, 1954.

C. DAREMBERO , Œuvres anatomiques, physiologiques et medicales de Galien (2 vol.), París, 1854.

I. GAROFALO , M. VEGETTI , Opere scelte di Galeno, págs. 833-977, Turín, 1978.

D. LARA NAVA , Galeno. Sobre las facultades naturales. Sobre la constitución del arte médica. A Patrófilo, Madrid, 1997, págs. 23-186.

M. MORTARINO , Galeno. Sulle facoltá naturali, Milán, 1996.

Estudios

F. CIRENEI , La fisiologia di Galeno, Génova, 1961.

M. GUETROT , La finalité dans la physiologie de Galien, París, 1913.

T. MEYER -STEINWEG , «Studien zur Physiologie des Galenos», Archiv für Geschichte der Medizin 5 (1912), 172-224.

R. E. SIEGEL , Galen’s System of Physiology and Medicine I-III, Basilea-Nueva York, 1968-1993.

Sobre las facultades naturales. Las facultades del alma siguen los temperamentos del cuerpo.

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