Читать книгу ¿El transhumanismo es un humanismo? - Gilbert Hottois - Страница 6
ОглавлениеJaime Escobar Triana, M. D., Ph. D.1
En este ensayo acerca del transhumanismo, Gilbert Hottois hace un cuidadoso recorrido en el que comienza señalando sus múltiples raíces, pero que enfatiza en su cuádruple genealogía. El ensayo se enfoca desde una perspectiva filosófica, uno de los diferentes puntos de vista desde los cuales se puede estudiar el transhumanismo.
Hay en este ensayo un vasto conjunto de ideas creativas tratadas en los debates bioéticos, sobre todo desde comienzos de este milenio, cuando el transhumanismo se implica en la bioética. El texto de Hottois sigue paso a paso diversos aspectos de este debate: comienza, por ejemplo, por señalar que el transhumanismo es adversario del «bioconservadurismo» y que despierta desde posturas entusiastas hasta la más viva preocupación. Se deben pensar en serio las ideas transhumanistas que tomaron fuerza a partir de los inicios del siglo XXI, y que ganaron visibilidad con los informes de los Estados Unidos y de la Unión Europea sobre la materia. Sin embargo, las tecnologías para aumentar los rendimientos humanos, sobre todo las tecnologías convergentes esenciales para los informes de USA, CI-NBIC y del Parlamento Europeo STOA, despiertan temores ante la apropiación de técnicas de «mejoramiento» por parte de países no democráticos.
El transhumanismo debe tener en cuenta el mundo político y no solo el mercado, pues no es algo fútil ni solo de ciencia- ficción, sino que abre debates ético-políticos sobre el mejoramiento humano. Este ensayo toca también aspectos históricos del transhumanismo que lo enraízan con el Renacimiento y la Ilustración: verbigracia, la idea del progreso, del perfeccionamiento indefinido de la especie humana, que concierne a las ciencias y a las técnicas de lo viviente, especialmente a la medicina que, según Condorcet, busca el mejoramiento del hombre.
En 1967, Julian Huxley acuñó el término transhumanismo como sinónimo de la expresión «humanismo evolucionista»: humanismo, naturalismo, monismo y evolucionismo caracterizan el transhumanismo desde la introducción del término. En 1998 fue creada la World Transhumanist Association (WTA) por Nick Bostrom y D. Pearce. Como en los comités de bioética, en esta asociación se discuten caso por caso los asuntos principales del transhumanismo actual.
La autonomía de las personas se encuentra en el corazón de los valores transhumanistas: la persona es libre de modificar su cuerpo. El transhumanismo, afirma Hottois, es a priori un humanismo sin límites. Este nuevo Gran Relato se arraiga en el evolucionismo y lanza una mirada restrospectiva a la evolución cósmica y biológica. La especie humana siempre ha sido una «especie técnica» y ha tenido una evolución tecnológica.
Señala el autor que, en su transfondo, el transhumanismo estuvo ligado al individualismo liberal, incluso neoliberal, libertario. Se unen estas tendencias al tecno-capitalismo futurista de grandes compañías multinacionales en los dominios de las biotecnologías. Del transhumano al posthumano, la frontera es borrosa e impredecible. Las ideas transhumanistas en discusión van del azar a la elección. El mejoramiento genético ofrece perspectivas para el individuo y la sociedad (adaptadas con gran precaución y regulación), pero no han de ser impuestas por el Estado. Tanto lo adquirido como lo innato son decisivos en la construcción de la persona.
John Harris considera el mejoramiento como un derecho y un deber moral, que no puede imponerse, pero sí estimularse. Y es que en la discusión entre transhumanistas y bioconservadores se pasa casi siempre de la bioética a la biopolítica (Julian Savulescu y Nick Bostrom). El reto fundamental del mejoramiento no es en primer lugar sociopolítico, sino moral, metafísico, hasta teológico. Toda técnica, desde el alba de la humanidad, puede verse como aumento o mejoramiento de las capacidades humanas; y la democracia se unió a esto.
Una de las conclusiones de Hottois es que las ideas, las críticas, los fantasmas, los sueños, esperanzas y angustias trans/posthumanistas son culturalmente omnipresentes. Que se nombra el transhumanismo sin saberlo, es afirmación particularmente verdadera en bioética y más generalmente en los discursos éticos (políticos, económicos…) alrededor de los proyectos tecnocientíficos de investigación, innovación y aplicación.
El transhumanismo, por lo demás, ofrece algo qué decir a las religiones y metafísicas que continúan jugando un papel considerable de legitimación. ¿El transhumanismo es entonces un humanismo? Puede serlo a condición de no postular una definición restrictiva del hombre, y de continuar el ideal de mejoramiento indefinido con la mayor prudencia. Es un humanismo apto para extenderse, para diversificarse y enriquecerse indefinidamente.
Esta breve presentación es una forma de agradecer y de reconocer a Gilbert Hottois, de mi parte y de la Universidad El Bosque, por honrarnos con su profundo ensayo y con su generosidad al permitirnos realizar su publicación.
Bogotá, D. C., agosto 2016