Читать книгу Érase mi alma - Giovanni Quessep - Страница 28

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Parábola

Estaba seguro por el vuelo de las generaciones

Que era una posibilidad legendaria

Oyó contar a los soldados del rey

Historias que brotaban de la mano del tiempo

O se perdían en la penumbra

Donde la Flor de Loto confabulaba con su blancura

Para tejer el olvido

Que habría de salvarlos de la ignominia y la guerra

La que él consideraba la más extraña de las fábulas

Lo perseguía desde su infancia

La oyó contar a su padre al borde del fuego

Mientras la nieve de todos los caminos

Terminaba en sus mejillas angulosas

La oyó contar a los sacerdotes al pie de los verdugos

Cuando la cabeza del sentenciado traidor o amante

Rodaba como una flor de madera

Soñó la historia o la leyenda

Y algunas veces despertó con la sensación del olvido entre los ojos

O sus manos tocaban una columna

Como si la piedra no fuese más que un cuello de paloma

Pero la leyenda que atravesaba los siglos

No resultaba más que una leyenda

Transcurrieron milenios sucediéndose las dinastías

Los pueblos soportaron el hambre y la peste

Reyes brutales o invasores sanguinarios

No hicieron más que multiplicar el sueño

De los devoradores de lotos

Y las sectas se multiplicaron

Y hubo divisiones y grandes matanzas

Entre los mismos que mantenían la fábula

Como el hilo de una madeja perdida entre un laberinto de juguetes

Sólo existía una posibilidad de que naciera la Flor de Loto

En cualquiera de los jardines

O en el más apartado de los bosques

Sólo una posibilidad de salvación

Que el destinado la encontrara en el tiempo

Antes que comenzara a marchitarse

Un loto entre millones de lotos

Sólo entonces comenzaría a olvidar

A deshacer la historia de su vida y la de los demás

La historia de la nieve y la piedra

Del dragón y la mariposa

Del hermano o el enemigo

A destejer el destino como quien deshace un dibujo

Grabado por agujas milenarias en la carne torturada

Hasta olvidar su nombre y el nombre de todo ser

Así comenzaría desde la primera letra del tiempo

A contarlo de nuevo

A nombrar la leyenda y transformar la fábula en el mundo real

Pero ¿quién podría aseverar que la Flor de Loto

La única posible

No era ya un puñado de polvo en el verano

Desde hacía un minuto o quizá siglos?

¿Cómo preservar durable una esperanza semejante a un castillo

Construido sobre la punta de una aguja?

Por eso cuando empezó a comprender que olvidaba

Cuando ya no pudo repetir el nombre de un país o de un pájaro

Creyó que era un sueño como tantos otros

Y se dispuso a soñarlo

Pero su sueño era la posibilidad legendaria

Lo que tocaron sus manos empezó a olvidarse y recordarse

Y los objetos se convirtieron también

En portadores de olvido

No pudo reconocer las puertas ni el patio de su casa

A los que confundió con un ciervo blanco que volaba en la noche

No pudo reconocer las armas de los soldados

Ni el rostro del verdugo

Y comenzó a nombrarlos con palabras de un lenguaje distinto

Que lo expusieron a la burla y la lapidación

Y la espada se llamó luna o álamo

Y la luna o el álamo se llamaron espada

Érase mi alma

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