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ОглавлениеProblemas Cruciales I El goce autista Traumatismo de lalangue
ANGÉLICA MARCHESINI (1): Buenos días. Vamos a dar lugar a esta primera mesa en la que están Juan Carlos Indart y Luis Tudanca. Luis Tudanca y Juanqui son miembros de la EOL, miembros de la AMP, Luis Tudanca es ex director de la Escuela, ex-AE, y Juanqui fue el maestro de muchos de todos nosotros. Luis Tudanca va a referirse al goce autista, y en segundo lugar, Juan Carlos Indart al traumatismo de lalangue.
LUIS TUDANCA (2): Cuando me invitaron para esta jornada la verdad que no sabía por qué lo hacían ya que no tengo práctica con el autismo y abordo el tema siendo lector de todo lo que ustedes hacen, así que mi experiencia es muy limitada. Iba a decir que no, porque realmente no tengo mucho para decir de la clínica del autismo al lado de lo que puedan decir ustedes, pero me aclararon rápidamente y eso me alivio un poco, no lo suficiente, que el tema que me proponían era mucho más amplio, o sea el goce autista, y ahí, bueno, voy a intentar decir algo porque sigue siendo enigmático para mí qué es lo que decimos los analistas cuando nos referimos al goce autista, así que aquí va lo que pienso hoy, no sé si mañana pensaré lo mismo.
1. Gozoy
En una de las tantas consideraciones que Lacan realiza del cógito cartesiano en “La tercera”, propone leer la fórmula del cógito desde lo que llama en ese texto el “gozoy”, una condensación entre goce y ser. Si uno permanece instalado en el gozoy difícilmente advenga a una posición analizante. Sin embargo, todavía hay gente que está interesada en interrogar ese lugar, aunque eso lleva a lo que podemos llamar goce del desciframiento. Cómo se sale de esa, es otra cuestión pero si no se instala, no hay análisis posible. Por eso, Lacan esboza un pasaje del “gozoy” al “se goza”, más próximo al goce del desciframiento que bien podríamos enunciar como “eso goza”. El gozoy, el cogito lacaniano, donde se trata de no pensar y gozar, próximo al fantasma y su goce, ¿se aplica al síntoma?
Cuando en RSI Lacan afirma que el síntoma es la manera en que cada uno goza del inconsciente, pareciera aludir a la misma cuestión. Podríamos decirlo así: se espera que el síntoma en su estado primario de gozoy, condescienda al desciframiento. Eso implica poner en cuestión el uso que hace el síntoma del fantasma. No es seguro que lo que llamé estado primario del gozoy se le pueda atribuir el mote de goce autista, pero se le aproxima. Habida cuenta que en muchos casos no lleva a un análisis ni a una interrogación sobre el mismo, permanece solo y se lo consume discretamente en tanto se trata de un soy, un ser de goce. Quizás el término mismo, ser de goce, haya quedado muy vapuleado en nuestras discusiones, especialmente a partir de los desarrollos que Miller realiza en El ser y el Uno, donde el desmontaje de toda ontología es crucial. En dicho curso, Miller opone el ser, que ubica del lado del semblante, como principio de la ontología, a una óntica del goce, pero me interesa la conclusión a la que llega, dice: “El goce es el secreto de la ontología”.
Estoy tratando de aproximarme al tema, y ya me encuentro con obstáculos, pero si todavía escudriñamos un poco el lado gozoy, parece no deber nada al Otro, ni al Padre, ni al Ideal. Ahora bien, en esta primera aproximación, el término goce aparece en dos lugares, el gozoy y el se goza. Para avanzar un poco, habría que recordar que el goce, es goce de un cuerpo, lo que Miller llama autogoce del cuerpo. ¿El autogoce del cuerpo es lo que llamamos goce autista? No responderé por ahora, pero agregaré: el autogoce del cuerpo está próximo al autoerotismo, como si fuera su heredero. El autoerotismo corresponde al cuerpo propio, pero a veces tiene a bien hacer una visita a un cuerpo otro, aunque la satisfacción siempre se obtenga en el retorno. Pero esta ya es una visión parcial, uso el término con acento freudiano, del goce. Ya hubo un proceso que llevó a eso, y que delimita zonas que llamamos erógenas. Me detengo por ahora en ese punto, teniendo la sensación de que solo he agregado confusión al tema que me propusieron, así que lo abordaré por otro lado.
2. El cuerpo al natural
También en “La tercera”, Lacan recurre a una ficción, parte allí de lo que llama “un cuerpo al natural”, es ficción teórica en tanto que parte de la suposición de un cuerpo antes que le llegue el goce. Lo de natural es otro obstáculo habida cuenta que en el psicoanálisis insistimos en la inexistencia de lo natural para todo parlêtre, pero sigamos a Lacan en la construcción de su ficción. Es a ese cuerpo, el cuerpo natural, al que en un segundo tiempo le entra goce, esa es la ficción que construye Lacan. Recién ahí podemos hablar de que hay goce en el cuerpo, o sea, que el cuerpo es sede de goce. Pero lo más importante en su demostración, es que eso ocurre antes de la intervención de lalangue. Cuando interviene lalangue afecta a ese goce y –lo diré así, confusamente– lo agarra y lo transporta, lo condensa en el objeto a, o si quieren, en los objetos a. Recién allí estamos en lo que llamamos acontecimiento y goce fuera de cuerpo, pero no me meto en esto porque creo que Juanqui tomará eso, si va a hablar del traumatismo de lalangue. No hay que confundirse con la definición “fuera de”, “fuera de” es un “fuera-dentro”. Pero ¿qué pasó con el goce del cuerpo, el de la ficción, el del cuerpo al natural, el de antes de la intervención de lalangue? ¿Se perdió? ¿Se diluyó? ¿Se disolvió por acción de lalangue? Lo que es seguro, es que solo a partir de esa acción, se constituye un mundo, un poco inmundo, según Lacan, sostenido en el plus de gozar que es el mundo que conocemos y consumimos.
Repasemos. Cito a Lacan: “El cuerpo debe ser entendido al natural –parte de ahí– como desanudado de ese real que no deja de resultarle opaco por ex-sistirle a título de constituir su goce”. O sea, se parte en esta ficción que propone Lacan de un desanudamiento entre cuerpo y goce, de una disyunción, pero ya en esa definición aparece un término que quiero subrayar: opaco, que luego lo retomaré. Dejo una pregunta abierta: ¿el goce opaco es el goce autista?
En este texto, el goce opaco es el goce de la vida, primero. En un segundo tiempo, el efecto civilizador de ese goce lo introduce lalangue. Lacan agrega: “Ella –lalangue– lo lleva a su efecto desarrollado por el cual el cuerpo goza de objetos”. Se ve la división permanente entre dos tiempos, se nota la partición entre dos goces, el goce opaco, que tiene distintos nombres, en este caso, goce de la vida, pero también goce del cuerpo, y el goce de los objetos a, que también implica un cuerpo que goza. Lacan lo dice así: “Si tal es el caso para lo tocante al goce del cuerpo, en la medida en que es goce de la vida, lo más asombroso es que el objeto a separe del goce fálico dicho goce del cuerpo”. No encontré otro lugar donde Lacan hable del objeto a como separador de goces. Pero en esta nueva bipartición, ¿a cuál llamaríamos goce autista?
3. Si seguimos así, la cosa queda completamente irresuelta
Es una frase de Lacan de “La tercera”, y es la sensación que me invade en este momento. Ninguna solución me parece satisfactoria y con suficiente lógica para abordar el tema que me propusieron, hasta ahora solo logré aproximaciones a través de: el gozoy, un goce ser, propongo eso, más que ser de goce, el autogoce del cuerpo, el autoerotismo, el goce de la vida, y por qué no, el goce fálico, o el pulsional mismo, que como dice Miller, a veces parece tomar caminos propios, independientes. Lista en la que no es difícil demostrar que se prescinde del Otro, del Padre, de cualquier regulación, que el término transgresión no la explica, que indica lo solitario y el fuera de sentido. Estaría tentado de afirmar que del goce autista, indecible, inimaginable, irrepresentable, irrealizable, solo se pueden decir palabras confusas, palabras vanas, y quizás quede enterarse de él por los analizantes que intentan decirlo, imaginarlo, representarlo, realizarlo, y fracasan, como yo. En este punto de fracaso y confusión, quedan dos vías: escribir la letra de un tango con ese título –es lindo el título “Fracaso y confusión”– o retomar la parte que cité en la que Lacan afirma que lo real le resulta opaco al cuerpo.
Mi pregunta: ¿el goce opaco es el goce autista? Pero si decimos opaco, se trata de un opaco que permanece como tal, entonces, ¿cómo echar luz sobre algo opaco que seguirá siéndolo? Si en vez de ficción lo intentáramos con una metáfora, ¿ganaríamos algo? Lacan en L’Étourdit viene trabajando las fórmulas de la sexuación y de repente manda: “Ahora viene un poco de topología”. Son dos páginas ilegibles e incomprensibles, en las que, sin embargo, arriba a una conclusión a considerar, el desarrollo que realizó exige que se lo tome en la dirección de contribuir al discurso analítico, y agrega, cito: “Referencia que no es para nada metafórica, diría, se trata de la estofa, de la estofa de este discurso. Si eso no fuera precisamente caer en la metáfora. Para decirlo: caí en ella, ya está hecho”.
Si queremos pensar el goce autista, opaco, es de antes de toda metáfora, próximo al cuerpo al natural. Podríamos decir que se trata de un goce cerrado en sí mismo, nada civilizado, en ese punto enseña el autismo y la relación del niño con autismo con sus objetos, pero no me voy a meter en eso. ¿No decimos que el objeto a es el núcleo elaborable del goce? Quiere decir, que el goce autista sería algo así como el núcleo no elaborable del goce, imposible de civilizar.
4. A pesar de todo, pensar lo opaco
¿Qué dice el psicoanálisis del pensamiento? “Todo pensamiento implica –dice Lacan– una referencia al acto sexual, por poco evidente que sea ese acto”. Pero esa formulación, aparentemente tan clara, se le aplica el axioma confusional, de tan clara ofrece la sospecha de algo profundamente oscuro. Lo oscuro viene de la mano de lo sexual, que Lacan define como opacidad sexual. Lacan Seminario 23: “Digo opacidad, porque en primer lugar, no nos damos cuenta de que lo sexual no establece de ningún modo ninguna relación”. Entonces, todo pensamiento remite a sexo, pero es un sexo opaco, es fracaso del sexo, o sea, otra forma de definir que no hay relación sexual. Y resulta que Lacan nos explica que como consecuencia de esto solo hay responsabilidad sexual. Es una nueva manera de hablar del sujeto como responsable, no por ejemplo, la del Seminario de La ética. Aquí, responsabilidad remite a no respuesta o respuesta aproximada, que es todo lo que traté de hacer hoy, respuesta aproximada.
Finalmente, no sabemos qué es el goce autista que aproximé al goce opaco, pero es seguro que somos responsables de él. ¿No hablaba Freud de que todo pensamiento es encubridor? Se trata de una respuesta a lo que adolece de respuesta pero también de preguntas. Pero que a la vez, es respuesta a medias, fallida, incongruente, sin solución. Miller, por ejemplo, dice en El ser y el Uno: “Hay en el síntoma un uno opaco, un goce que como tal no es del orden del sentido, y para aislarlo, es preciso hacer los rodeos que prometen la dialéctica y la semántica”. Miller indica que lo opaco, del lado del síntoma, porque es con respecto al síntoma que hablamos de goce opaco, se puede aislar.
Hasta aquí lo que traje para confundirlos se le aplica el otro axioma lacaniano, uno recibe del otro su propia confusión en forma invertida. La continuación de este tema excede por completo el desarrollo que intenté, lo dejo solo indicado. Para profundizar un poco más en esto habría que tomar la diferencia entre el saber hacer y saber hacer allí, tratamiento posible del goce opaco o del goce autista, lo dejo solo indicado. Concluiré con lo que plantea Miller en El ser y el Uno: “Se trata de alcanzar aquello que el goce conlleva de opacidad, imposible de reducir –la paradoja, alcanzar lo imposible de reducir– a eso apunta la herejía lacaniana.
ANGÉLICA MARCHESINI: La idea de esta mesa es escucharlos a ellos en relación a este goce autista, y este traumatismo de lalangue, para después en la conversación con ustedes vemos cómo el niño con autismo puede acceder al traumatismo de lalengua, o cómo es la explicación del psicoanálisis sobre el goce del uno, sobre el goce autista. Es decir, como decía Luis, de este tratamiento de un goce que no se abre al Otro, que como tal, no es una relación sino es la negación de una relación. Entonces, escucharemos para después conversar entre nosotros sobre, particularmente, el caso del niño con autismo. Como dice Miller, la teoría es esencialmente, la elaboración de una experiencia. Le paso la palabra a Juanqui.
JUAN CARLOS INDART (3): Estoy aquí por invitación de Marita Manzotti, en las mismas coordenadas que señaló Luis Tudanca, sin una práctica en relación a casos de autismo, y con un conocimiento superficial de lo que se elabora en relación a la cuestión. Se lo dije a ella, pero me insistió en que valía la pena igual que les hablara algo del traumatismo de lalangue, que es, sin duda, una de las hipótesis cruciales del psicoanálisis, y lo es también en relación al autismo. Seguramente, no porque no haya habido traumatismo de lalangue en el niño con autismo. Lo ha habido, pero rápidamente se ha logrado hacer un síntoma para resolverlo. Hay un mundo en la expresión “traumatismo de lalengua”, ese mundo es “pequeño”, es la obra completa de Freud, la de todos los posfreudianos y toda la de Lacan, y toda la de los comentadores de la enseñanza de Lacan.
Freud empezó a agregar un término como ‘trauma’ (una herida con refinamiento griego al estilo positivista) a la excitación sexual, porque la encontraba atrás del surgimiento de inhibiciones, síntomas y angustias. Pero es ahí cuando empieza la pregunta ¿por qué?, ¿por qué es traumática la sexualidad? Sabemos que hay muchos intentos de respuesta. Una, por ejemplo, ya presente en Freud es: no es que en sí la sexualidad sea traumática, pero hay un problema con la intensidad; si es muy intensa la excitación puede herir. Eso lo entendemos, pero la cosa se complica cuando después se dice que si no es suficientemente intensa, hiere también; nunca se encuentra el equilibrio, la justa medida, y entonces ese ¿por qué? se hace más difícil todavía de responder. Es de todas maneras un enfoque fácilmente presente entre todos nosotros, de intuición física, para referirnos a que la intensidad de algo puede darnos una idea de por qué ha sido traumático. Si esto no va, o además de esto, estaba que sería traumático por la precocidad con que adviene, es decir, que ocurre en los niños, a muy temprana edad, cuando no se está suficientemente preparado y con suficientes recursos. Sólo que después resulta que cuando se está preparado y con suficientes recursos, igualmente hiere, traumatiza. Pero es también un enfoque típico y muy común, siempre presente: “no le digas eso todavía, guarda el secreto, que se prepare un poco, que no haya sorpresa”. Hay también la posibilidad de pensar que todo eso está mal, la sexualidad no es en sí algo traumático, y lo que pasa es que está el Otro de la ley y la censura, y la cultura que sofoca mucho, y eso hace que cuando se presenta la excitación, frente a ese universo moral, uno se llena de culpa y queda traumatizado. Esto se usó mucho también, porque daba la esperanza de que si se pasaba de la época victoriana a una sumamente libre, el trauma iba a desaparecer. Pronto se empezó a evidenciar que se hacía peor todavía en sus efectos.
Hay que después ir del término tan general de sexualidad, que es completamente equívoco, a elaborar el modo en que Freud elaboró esa excitación, “sexual”, con la noción de pulsión. Es en esa noción donde Freud trataba de juntar algo somático, opaco, con un representante psíquico, y así algo de lo opaco puede sentirse, participar de un psiquismo. En Lacan fundamentar esa conjetura lo llevó al extremo de su doctrina del significante, porque ese punto de participación del significante en la pulsión, constituyéndola, no está en el plano del lenguaje, está en un plano de fonaciones agramaticales. Así, tardíamente, siguiendo siempre el mismo tema, por qué hay trauma sexual, forjó la noción de lalangue para referirse a esa zona de eficacia del significante por su fonación, a esa zona en que se evidencian sus efectos de resonancia (a considerar) en un cuerpo (a considerar). Así que es necesario llegar a ese nivel de lalangue. Todo esto lo podemos hacer, y con una doctrina de la pulsión cada vez más refinada, pero la pregunta sigue igual, ¿por qué tiene que ser traumático? Una “sexualidad” pulsional, inducida por efectos de lalangue ¿por qué tendría que ser traumática?
Hay algunos recorridos en Lacan, al menos yo anduve por ahí más o menos perdido, como siempre, que darían para otro nivel de explicación posible. Ocurre que esta sexualidad freudiana no funda de ningún modo la relación sexual. Por este defecto, como si el ser parlante intuyera que su sexualidad pulsional no puede sino fallar cualquier articulación de una escritura de la relación sexual, resultaría traumática. No es tampoco del todo convincente, porque por qué el ser parlante tendría que tener como objetivo no sé qué relación sexual escrita, o por qué le va a quedar una marca de eso, como si recordara su pasado de mono donde había relación sexual, y de golpe se humanizó, y le queda como ese recuerdo frente al cual sus excitaciones lo traumatizan, porque le hacen recordar que ya no es un mono.
He hecho esta recorrida excesivamente rápida, tiene además muchas bifurcaciones, para decirles que la pregunta sobre el por qué del trauma merece sostenerse. Pero es un hecho que Lacan recién –esto es importante– recién cuando se apoya para pensar en el nudo borromeo, y no antes, en La tercera, citada por Luis en su exposición, con una frase simplísima nos dice por qué esas excitaciones son traumáticas: porque son fuera-de-cuerpo. Eso nunca había sido dicho antes con esa precisión. Es una condensación de tantos problemas que traté de mencionar antes, y hace ver que el efecto de lalangue en la constitución de la pulsión, por estar fuera del imaginario corporal, no puede ser sino como Freud lo intuyó, un efecto mortífero, un efecto de muerte. El niño con autismo lo ha experimentado, sin otra solución que el síntoma en que se sostiene.
Es verdad, por supuesto, que Lacan puede decir que es del efecto traumático de lalangue que irá saliendo la civilización entera, hecha con el objeto plus de gozar, y basada en las pulsiones y sus cuatro zonas erógenas. Pero eso ocurre si hay algo más, porque si hay solo la pulsión, solo el efecto de lalangue, no hay ese efecto, hay esa muerte que no es la natural, sino la inducida por el significante. Para señalar lo “bien hechos” que venimos los seres parlantes a este mundo, hay que decir que, por otro lado, lo imaginario, es decir, todo lo que nos dan los cinco sentidos, nuestro imaginario, no constituye objetos. Sólo constituye una consistencia como imagen corporal, genialmente captada por Freud como ‘narcisismo. Así, con ese único cuerpo que se tiene y que se adora, no hay modo de resolver ninguna necesidad orgánica. Los niños con autismo van tirando porque hay adultos que les suministran como pueden un modo de sobrevida, porque en un síntoma que ante el primer efecto mortificante de lalangue, la defensa es cerrar los ojos, y como no podemos cerrar las orejas, tapárselas con los dedos, por decir así, o dicho de otra manera, que se ve y se oye, pero ni se mira ni se escucha, las cosas son difíciles. Hay que bloquear todo sonido que pudiese tener un efecto invocante para uno, tocando el cuerpo, porque es fuera-de-cuerpo, y no se soluciones reales puede hacer otra cosa porque no se tiene otro recurso. Lo mismo con la mirada, para señalar dos pulsiones fundamentales.
Lacan, en el Seminario 23, reconoció que todo su tema, todo su síntoma y su indagación interminable de la cuestión de lo real, se debe a este problema que él tomó de Freud. Se traumatizó leyendo a Freud cuando le fue evidente que somos unos animales con un imaginario inservible que solo da una consistencia corporal, y un efecto simbólico a través de
lalangue que es, siendo fuera de cuerpo, no juntándose a lo imaginario, de muerte. Pero como también venimos tirando, desde hace muchos milenios, quiere decir que algo se ha armado según soluciones seguramente diversas, mejores o peores. Lo importante es que lo real que nos corresponde está ahí, en esas soluciones. La participación de lo imaginario en esas soluciones reales debe ser –creo yo– cada vez más puntuado y trabajado por nosotros en la clínica, y muy especialmente en una clínica como la del autismo. Es un hecho, según testimonios de los que practican con estos niños, y con casos de notables consecuencias, que de ninguna manera estos colegas hacen lo que primero a uno se le ocurriría, que es tratar de traumatizar y traumatizar al niño con efectos de lalangue, buscando obtener así la extracción del objeto. No, no hacen eso. Incluyen primero al niño en un teatro del no-todo extraordinario. Para colmo, no hay un solo analista, sino que son varios, y los une no tener la más remota idea de qué hacer con el caso. Eso es formidable, ningún tapón a ese efecto de castración del Otro del Otro, fuese como ley, fuese como saber. Ese es el soporte, el dispositivo soporte fundamental de estos niños.
En cuanto a la interpretación, creo que se verá de a poco, son ideas de la última enseñanza de Lacan que no estamos muy acostumbrados todavía a pensar, cómo hay toda una escritura en lo imaginario que no es la letra, ni el confín del significante letrificado estudiado en la pulsión. Hay una escritura que es la consistencia misma imaginaria, y que da la base, entre otras cosas, a la escritura lógica del conjunto vacío, ni más ni menos. Y eso es un recurso fundamental para tratar de que la pulsión no sea inmediatamente de muerte, para hacer de lalangue un lenguaje. Para eso hay que hacerle puntuaciones, pero ¿de dónde vienen las puntuaciones? ¿De dónde viene la posibilidad de separar fonaciones, con paréntesis invisibles, y guiones y comas, para tener léxico y gramática y sentido? Viene de la consistencia imaginaria, presente después en la escritura gráfica como espacio vacío, coma, punto, y etc., los lugares donde se anuda lo imaginario corporal a lalangue, como sentido. Cuando esa conexión se puede hacer, la de un empleo de esa consistencia imaginaria para resolver los efectos de lalangue, hay la solución del sentido, fundamental, pero precaria porque es trabajo interminable, y gana siempre lalangue. Pero hay Otra cosa atrás del trabajo del conjunto vacío frente a lalangue, y es que así se sostiene lo real de un goce en-el-cuerpo, Goce tan real que está fuera de sentido porque está fuera de lalangue. Tal vez se sorprendan, pero Lacan en el Seminario 23, empieza a situar como lo más real que él ha conseguido elucubrar como lo real, no lo real al que se llega vía ciencia o vía los esfuerzos en esa dirección del psicoanálisis, no lo real atrás de la pulsión y del Uno, no lo real buscado con el Uno. Esa es la mala manera de introducir lo real, siempre mortífera, y mortífera por su efecto de sentido.
Hay, como diría Eric Laurent, la buena manera de introducir lo real. Pero hay que tratar de evocar cuál es. La buena manera de introducir lo real es un real sin relación con el Uno, en el punto justo en que este lo pretende hasta la muerte. Es un real que no tendrá jamás vinculación posible con el sentido, un real que está entre imaginario y real y que es un goce en el cuerpo, estrictamente vinculado al no-todo, al lugar como tal del no-todo. Y eso, tan indagado por el mismo Lacan desde el Seminario 21, llamándolo por ejemplo, un amor real, (así queda más romántico con la palabra “amor”, pero real es lo importante), le es algo esencial a partir de lo que surgió con el dispositivo de Freud, algo que él ubica solamente en relación a la posición del deseo del analista.
Y van a ver –yo creo– en los casos que discutirán hoy, esta cosa incomprensible. Habría que hacer un cuadro de los santos y santas que se dedican al tratamiento de los niños con autismo, con sus aires desvariados y sin saber muy bien qué hacer. Pero hay una eficacia. Escuchen. Yo los he leído, y están también los que publicó Marita Manzotti en su libro Clínica del autismo, con sus colaboradores. Creo que se podría entender mejor, leer mejor lo que sucede, si captamos cuando el niño, en ese clima de no-todo, verifica que su síntoma se puede emplear un poco más. No hay que quitar un síntoma que se llamaría autismo, ese lo tenemos todos, como ya lo sugirió bastante Luis. Pero cierta alegría, cierta risa, pequeños despertares gozosos en el niño van a ver que están exactamente cuando en un contexto no-todo se le puntúa que puede dar un paso más en el trabajo imaginario contra el traumatismo de lalangue. Eso no es para nada un retorno a las ideas de intentar crearle un cuerpo. No, es un trabajo vía el síntoma, y el síntoma según el último Lacan, el que no se reduce al goce de lalangue, el que “es el sexo al que no pertenezco”. Sin duda por unas inyecciones de amor real, por fuera de toda obscenidad del sentido (pleonasmo) se observa que puede haber modificaciones en un niño con autismo patente, y en los como uno, latentes.
ANGÉLICA MARCHESINI: Bueno, esto que dijo Juan Carlos Indart sobre el final es casi como una hipótesis acerca del tratamiento a seguir con el niño con autismo, la buena manera, es así cómo intervenir, incidir con un goce entre lo imaginario y lo real sobre este goce al que hacía referencia Luis en su exposición. Este goce que, quería preguntarte Luis en relación a lo que decía Indart, en relación a este fuera del cuerpo o en el cuerpo, ¿cómo ubicás este goce al que hacés referencia? La idea es ir conversando y escuchar las preguntas de ustedes, comentarios.
MARTÍN COTTONE: Soy de la Antena Córdoba. Quería preguntarle a Juan Carlos Indart si podía ampliar un poquito más la cuestión que me pareció muy interesante, agradezco desde ya los trabajos, esta diferenciación entre la buena y la mala manera de abordar lo real, si no entendí mal. Y después, pensaba también en el juego de palabras que hace Lacan cuando plantea el troumatismo de la lengua donde articula el trauma y el agujero, pensaba, el niño con autismo está traumatizado por la lengua pero es un trauma que no agujerea, que no hace el trou. Entonces pensaba si por ahí, por ese lado, podemos pensar la diferencia entre lo que sería la dimensión autista del goce, del goce al que se ve confrontado el niño con autismo, porque cuando hablamos del goce opaco del síntoma, ese goce opaco es efecto del traumatismo de lalangue, pero del traumatismo que agujereó, que hizo trou, en el niño con autismo no se produce ese efecto, no sé si pueden decir algo en relación a eso.
JUAN CARLOS INDART: Sí, muy rápidamente, traté en ese punto último que mencionaste de no ser tan drástico. Me parece que es mejor decir “ha habido”. Ha habido ciertos efectos de lalangue en el niño con autismo también. Se ha detenido todo porque ya hay una respuesta sintomática de hierro, si quieren. Para mí, es preferible considerar la variedad de autismos enfocándolos a nivel de los síntomas que hacen, es decir, que si hay síntoma, ya están elaborando ese agujeromatismo que les ha venido muy mal, como a todos. Es una elaboración muy precaria, lo que quieran, pero es porque eso está que los analistas pueden a partir de eso, buscar algo más de despliegue.
Voy a dar un ejemplo a partir de lo que leí en uno de los casos, rapidísimo, pero para que vean lo que querría transmitirles. Es un niño con autismo, y algo hace de pronto con una especie de autito que arrastra como un loco de aquí para allá. A una santa en la ocasión, que discute con otras santas también qué hacer, se le ocurre ir dibujándole al lado el camino, el borde del camino que hace este niño con ese auto. El niño queda en una sorpresa, y empieza rápidamente a operar y a manejar eso, y a mejorar. Yo lo que quiero es que no tomen distancia, porque la última enseñanza de Lacan nos permite soltarnos y ser autistas también. A mí me pasa lo mismo cuando voy en una autopista, por ejemplo, porque un riesgo del acelerador es su goce pulsional, fuera-de-cuerpo, y uno se puede estrellar, Para el niño ese manejo pulsional del autito lo pone loco, no sabe bien cómo manejar eso. A mí si hay bordes… si está bien pintada la ruta… eso me ayuda. Con esa línea, con esa escritura, un goce en-el-cuerpo se instala, justo en el lugar traumático. Es una cosa que se escribe, es un manejo de lo imaginario escrito y que se escribe. Bien, ese es un ejemplo para decir que entiendo muy bien a ese niño, a mí me pasa lo mismo, y la novedad para él es que con el imaginario corporal como síntoma, usándolo, puede comenzar a hacer algo más con los efectos de lalangue.
LUIS TUDANCA: La expresión “la buena manera” es una expresión de Lacan, está en el Seminario 23 en la primera clase y se refiere al uso posible singular del sinthome? Usarlo lógicamente hasta alcanzar su real y se supone que así apaga su sed, esa sería la buena manera. Si lo generalizamos, cada vez que uno hace algo de “la buena manera”, sería usar lógicamente el sinthome esa sería la definición que de Lacan en el Seminario 23, que efectivamente Eric Laurent ha usado muchísimo hablando de “la buena manera”, pero tiene ese antecedente, vamos a decirlo así, que es la parte en la que Lacan empieza a pensar qué es esta tarea de saber hacer allí con el sinthoma. La otra cuestión es, bueno, son maneras, por eso dije por aproximación, todo lo que traté de ir avanzando es por aproximación. El goce opaco es efecto del traumatismo de lalengua, se puede decir eso y se puede decir lo contrario, porque en la ficción teórica que yo tomé de “La tercera” Lacan dice lo contrario, lo que no significa que en un seminario siguiente pueda decir lo contrario de él mismo, siempre hay que ir avanzando un poco en tinieblas, pero efectivamente sacar las consecuencias, porque en esa ficción teórica lo opaco queda del lado de un cuerpo de antes que le llegue el goce, entonces, a partir de ahí Lacan hace esa construcción. Pero no hay que quedarse tampoco como que esa fuera la solución definitiva del tema, yo tomé hoy, como se dice, un sesgo, hay otras maneras.
Lo que me preguntaba Angélica de fuera del cuerpo, fuera de cuerpo yo lo leo como un afuera/dentro, hay que pensar en la banda de Moebius, ¿dónde empieza el goce de la zona erógena? ¿Está afuera o está adentro? No se sabe, porque precisamente es un borde topológico, así lo pensaba Lacan. Y eso sí es muy diferente a lo que Juanqui trabajó mucho más, que en Lacan termina siendo el goce en el cuerpo, que es un goce entre imaginario y real, mientras el otro es entre simbólico y real, así que sí, ahí tenemos una diferencia de la última enseñanza de Lacan, que efectivamente creo que Juanqui trabajó ese punto mucho más que yo, para pensar el autismo, que es qué pasa con lo imaginario. Y bueno, qué papel tiene lo imaginario, en relación a que eso no rompa la pantalla como dice Lacan también en “La tercera”.
ANGÉLICA MARCHESINI: Sí, otra cuestión más que en un tu presentación me hiciste pensar, y a partir de esta pregunta, la hipótesis del autismo de Eric Laurent es que ahí se produce una forclusión del agujero, entonces el niño con autismo tiene ese impulso, ese empuje a producir un agujero mediante algún forzamiento, mediante una automutilación, por ejemplo, para encontrar una salida a ese quantum, a ese exceso de goce, entonces ¿cómo interviene el analista? El riesgo es ese retorno de goce sobre el borde, pero si no hay agujero no hay borde que limite ese goce, entonces, me resultó muy interesante esto que dice Juan Carlos Indart hoy sobre esta relación al cuerpo entre simbólico e imaginario, porque tiene el niño con autismo el cuerpo pegado a ese objeto de goce, lo que se llama el objeto autista, que es fuera de cuerpo.
ADRIANA GARCÍA: Soy colaboradora de la Antena CABA Oeste, y trataba de articular la primera mesa con esta, y estaba pensando cómo ser hereje de la buena manera. Quienes trabajamos en Ciudad, y yo veo acá algunas compañeras del trabajo en Ciudad, recibimos permanentemente indicaciones de los neurólogos respecto de tratamientos de TCC indefectiblemente para los niños con autismo. Recientemente fuimos con Roxana Vogler, que es la coordinadora de la Antena CABA Oeste a una presentación con la película “Otras voces”, y conversando con los médicos una de las cosas que le decíamos a un psiquiatra es que el problema principal no se nos presentaba con los psiquiatras, desde el psicoanálisis, sino con los neurólogos, y él lo que nos respondió es “es que ellos piensan de otra manera”. Y estaba pensando en esto que decía recién Indart respecto de vía la ciencia, donde los neurólogos lo piensan de otra manera, entonces cómo intervenir de la buena manera en este sentido, en espacios donde permanentemente estamos recibiendo las indicaciones de los neurólogos respecto de que tiene que ser tratamientos de TCC, es lo que más observamos los que trabajamos en Ciudad. Eso y qué podemos hacer con esto.
CLAUDIA LIJTINSTENS: Les agradezco los dos trabajos, creo que nos habla de la no especialización al autismo, escucharlos a ustedes nos despierta eso, no hay la especialización en el autismo. Por otro lado, quería introducir esto que vos Juanqui traes sobre la letra, hay una escritura en lo imaginario, decís, me parece eso muy interesante, pensar ese punto, la consistencia imaginaria, y vos decís “no hay letra”, “no letra”, y a mí se me ocurría pensar que hay allí una letra igual a sí misma, una letra que itera, igual a sí misma, no equívoca como en la neurosis, como podríamos decir lo que intenta hacer en la psicosis.
GABRIEL TANEVITCH: Gracias a la mesa, ustedes se presentaron en tanto no teniendo una práctica en relación al autismo, pero al menos para mí han instaurado un campo de investigación y de trabajo en relación a las intervenciones que han tenido. Yo justamente estoy tratando el tema, investigando en relación a “La tercera”, y tomaba la cita que tomaste vos Luis del cuerpo en la economía del goce, está en la página 19 de “La tercera”, y ahí plantea poder pensar las dificultades del niño con autismo en tanto la ley fuera civilizadora del goce y productora de objetos, esto como se presenta en el autismo, con esta dificultad, y en el párrafo más abajo, habla del objeto a en relación a lo que hace calce a los nudos, pregunto si podríamos pensar desde el autismo el lugar del objeto autista como aquello que haga nudo a las distintas consistencias imaginario, simbólico y real. Esto en tanto una cuestión clínica, también me pregunto siempre, aquellos casos graves donde muchas veces se presenta esta idea de no tener un cuerpo, donde no hay registro del dolor, chicos que se muerden, se lastiman, y que luego de un tiempo eso toma otro lugar en relación al cuerpo y a las consistencias. Entonces, pensaba retomando esta idea del objeto autista como aquel que haga calce y haga nudo.
ANGÉLICA MARCHESINI: La pregunta en relación al lugar del objeto autista que hace nudo es la tentativa de –se habla en relación a estos temas del autismo– la tentativa de vincular ese órgano suplementario que sería el objeto autista al que se refiere Tustin, con el cuerpo del niño con autismo. Una tentativa de producir un apegamiento a ese objeto como si el objeto a, para luego producir una operación de separación, es decir, en circunstancias artificiales producir cierta constitución subjetiva en relación a ese objeto fuera de cuerpo.
LUIS TUDANCA: Excelente, aprendo. Se pueden decir algunas cosas, pero todas como insistí hoy, por aproximación. Hay, en lo que vos me decías Angélica, la idea de la falla en el funcionamiento, lo que trabaja Lacan en distintos lugares, si pensamos el término órgano como tal, está el órgano, los funcionalistas dirían “la función crea el órgano”, Lacan dice al revés, está el órgano y la función hay que ver si se consigue o no. Así que el autismo podría llegar a pensarse en esa línea como la imposibilidad de la obtención de la función, y lo que muestra la práctica entre varios es que a veces empieza algún funcionamiento. Esa es una cuestión. La otra cuestión es muy compleja, no sé si todavía estamos en condiciones de dar una vuelta profunda sobre ese tema, la idea del objeto a como calce en el nudo solo está en “La tercera” y en RSI, en el Seminario 23 se termina esa idea porque Lacan introduce la idea del cuarto que anuda los tres registros. Por supuesto, que uno puede suponer que si hay un cuarto que anuda, eso incluye al objeto a, que por otra parte, es objeto a como causa de deseo en el calce del nudo. Que el objeto autista haga el calce, pero me parece que eso te lo puede responder un poco más Juanqui, ¿en qué punto? en el punto en que efectivamente hay algo del orden de lo imaginario que va a permitir que pase una cosa distinta, y en ese sentido, esa idea se la puede seguir, por supuesto, pero en la dirección que indicó Juanqui hoy, por lo menos así lo pienso yo.
JUAN CARLOS INDART: Solamente subrayar que hay todavía, Angélica en su comentario nos recordaba esa dirección, una orientación profundamente hecha con la doctrina del objeto a y de cómo conseguir ver si se lo logra hacer funcionar a partir del objeto autista, etc. Pero hay que recordar siempre, cuando decimos “pulsión”, “lado civilizador”, que eso es cuando hay fantasma, pero la pulsión en su real es fuera de cuerpo y es de muerte, entonces, la pregunta es ¿qué va a suministrar lo imaginario para el fantasma? ¿Y cómo lo voy a suministrar de tal manera que no se me fragmente, como se ve en las cercanías del objeto a como tal, y la angustia? Es en eso que creo que en una clínica de nudos hay que matizar ahora más la cuestión a nivel de los tres registros, y del funcionamiento lógico de lo imaginario, que es crucial en el funcionamiento lógico del síntoma. Eso era el énfasis que quería dar porque creo que en la clínica del autismo se lo ve, en los casos está ahí, es una cuestión de empezar a teorizarlo, pero ahí está, es patente.
LUIS TUDANCA: Está en Lacan la idea de lo imaginario como límite, que no es un límite Nombre del Padre, esa también es una cuestión a considerar.
1- Angélica Marchesini es miembro de la EOL y de la AMP (AE 2016-2019). Colaboradora Docente en el Departamento Pequeño Hans (ICdeBA). Jefa de trabajos prácticos Psicopatología Cát. I UBA
2- Luis Tudanca es AME, miembro de la EOL y de la AMP (AE 2013-2013). Docente de la Maestría en Psicoanálisis UNSAM.
3- Juan Carlos Indart es AME, miembro de la EOL y de la AMP.