Читать книгу Congreso Internacional de Derecho Corporativo - Группа авторов - Страница 11
ОглавлениеOportunidades y riesgos del desarrollo de fintech en América Latina
Eduardo Flores Herrera*
Luis Ernesto Salomón Llinás**
1. INTRODUCCIÓN
La innovación en el mundo financiero no es un fenómeno nuevo. El avance del conocimiento y el desarrollo de las tecnologías utilizadas en el sector financiero son continuos y suceden de manera deliberada, a la par que la evolución de las expectativas de los usuarios de los servicios financieros. Asimismo, la transformación del panorama regulatorio aplicable al sector financiero es constante frente al desarrollo de innovaciones y la evolución de las necesidades de los consumidores. Sin embargo, la velocidad e intensidad del reciente desarrollo del uso de las tecnologías de la información y comunicación en los servicios financieros o fintech ha generado avances singulares que son disruptivos para el sector financiero tradicional y las políticas públicas actuales.
En América Latina y el Caribe, los mercados financieros alternativos relacionados con fintech o el mercado fintech crecieron el 209 % durante el 2016, hasta representar un valor de USD 342 100 000, liderados por México, Chile y Brasil (Ziegler, 2017). El desarrollo de fintech genera retos importantes para los participantes del sector financiero; pero, a su vez, promete cambios paradigmáticos en metas comunes como la inclusión financiera, la estabilidad del sistema financiero, la reducción de costos, el incremento en la competencia y la integración de mercados regionales y globales.
El proceso actual de generación exponencial de conocimiento e innovación en tecnologías de la información elimina barreras que habían sido consideradas constantes en el desarrollo de productos y servicios, mientras que los usuarios de dichas tecnologías demandan su incorporación en los distintos aspectos de su vida. Conforme aumenta la potencia de las tecnologías —ya sea mediante innovaciones en criptografía, agregación y gestión de datos, informática distribuida, inteligencia artificial, dispositivos móviles, entre otros—, se amplían las posibilidades para la instrumentación de estas nuevas herramientas en el sector financiero.
El aprovechamiento óptimo de estos nuevos avances dependerá de factores como la sana competencia en el sector financiero, la inclusión financiera y el panorama regulatorio y de políticas públicas. Dichos factores podrán ser detonantes del desarrollo económico y social derivado del uso de las nuevas tecnologías en el sector financiero o, en su caso, sus deficiencias podrán ser inhibidores del cambio. En este sentido, los participantes, públicos y privados, del sector financiero podrán beneficiarse del trabajo conjunto para identificar y potenciar los detonadores que optimicen la captura de los beneficios relacionados con fintech.
El crecimiento acelerado de fintech ha generado desarrollo económico, pero también riesgos. Estos incluyen los relativos al arbitraje regulatorio, el uso de fintech para llevar a cabo actividades ilícitas, la implementación de regulaciones desproporcionales que obstaculicen el desarrollo, la falta de actualización de la legislación civil y mercantil para permitir el uso de tecnologías en la celebración de actos de comercio y los riesgos de seguridad de la información.
Frente a estos riesgos, los participantes del sector financiero podrán actuar para mitigar y prevenir la materialización de eventos adversos mediante acciones como la implementación de políticas y regulaciones coherentes con el entorno internacional, el uso de nuevas herramientas tecnológicas para la supervisión del mercado fintech y la creación de mecanismos que permitan identificar y evaluar las tendencias de las actividades que utilizan fintech para fines ilícitos.
Debido a las importantes posibilidades que trae consigo el crecimiento de fintech, el presente documento iniciará con la presentación de cierta información sobre el estado del mercado fintech en América Latina y el Caribe, para brindar un contexto general de las actividades, los participantes y el volumen económico. A ello le seguirá la descripción de algunas oportunidades que hemos identificado como relevantes y los factores que consideramos que podrían ser detonantes para el desarrollo óptimo de cada una. Y finalizaremos con la identificación de ciertos riesgos relacionados con las oportunidades identificadas y las actividades que podrían ser mitigantes de dichos riesgos.
El objetivo de este estudio es presentar de manera resumida ciertas oportunidades y riesgos que son relevantes en América Latina frente a los detonantes y mitigantes relativos para que los participantes, públicos o privados, del mercado fintech puedan identificar dichos factores en el desarrollo de políticas públicas y de regulación aplicables a aquella tecnología.
2. ACTUALIDAD DE FINTECH EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Actualmente, el mercado fintech en América Latina y el Caribe crece de manera veloz y orgánica, y México, Brasil y Chile son los principales países en los que se llevan a cabo los emprendimientos relacionados. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en su Informe Fintech en América Latina 2018: crecimiento y consolidación, identificó en dicho año a 1166 empresas que desarrollaban actividades relacionadas con fintech en los siguientes segmentos de negocio —los cuales se enlistaron en el orden de mayor a menor número de emprendimientos—: i) pagos y remesas (24,4 %); ii) préstamos (17,8 %); iii) gestión de finanzas empresariales (15,5 %); iv) gestión de finanzas personales (7,7 %); v) financiamiento colectivo (7,6 %); vi) tecnologías empresariales para instituciones financieras (6,1 %); vii) negociación de activos financieros y mercados de capitales (5,2 %); viii) gestión patrimonial (4,7 %); ix) seguros (4,5 %); x) puntaje crediticio, identidad y fraude (4 %), y xi) banca digital (2,2 %) (BID, BID Invest y Finnovista, 2018). Según se desprende de lo anterior, los segmentos de pagos y remesas (285 emprendimientos), préstamos (208 emprendimientos) y gestión de finanzas empresariales representan más de la mitad del número total de empresas fintech en América Latina.
Según el referido informe, el alto número de emprendimientos en los segmentos de pagos y remesas, préstamos y gestión de finanzas empresariales se debe a la importante presencia de dispositivos móviles en América Latina —que en el 2017 alcanzó al 67 % de la población (GSMA, 2018)— y a las altas tasas de población excluida del sistema financiero —sobre lo cual se estima que el 45 % de los adultos en América Latina están excluidos al no contar con una cuenta bancaria (Banco Mundial, 2017)—.
En términos por país, México fue responsable del 33 % del volumen económico total del mercado fintech de la región de América Latina y el Caribe, seguido por Chile con el 29 % y Brasil con el 19 % (Ziegler et al., 2017). En volumen económico estimado, México representó el mayor volumen del mercado fintech de América Latina en el 2016, con un valor de USD 114 200 000. En este sentido, México se ha posicionado como líder de la región, con una tasa de crecimiento anual del mercado fintech en dicho país de 730 % (Ziegler et al., 2017).
El mercado fintech en México se centra principalmente en la actividad crediticia empresarial. Los préstamos empresariales peer to peer (P2P) son el modelo más grande del país: representó USD 40 600 000 en el 2016 y tuvo un crecimiento del 601 % anual. Por su parte, los préstamos empresariales contra balance ascendieron a USD 16 900 000 en el 2016 (dicha actividad es el tercer modelo más grande en México).
Estos dos modelos de negocio representaron alrededor del 50 % del mercado fintech en México y, junto con el modelo de préstamos contra balance para consumo, constituyen más del 90 % de dicho mercado. Al igual que en el caso de América Latina, este fenómeno podría explicarse en razón de la falta de opciones de financiamiento, tanto empresariales como para consumo, y de oportunidades de inversión en el caso de préstamos P2P, así como por el volumen de la población que está excluida del sistema financiero tradicional (Ziegler et al., 2017).
Desde una perspectiva de políticas públicas en México, en marzo del 2018 entró en vigor la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera o Ley Fintech. Dicho ordenamiento se centra en regular principalmente las siguientes actividades: i) crowdfunding, ii) instituciones de fondos de pago electrónico o e-wallets, iii) criptomonedas o activos virtuales, iv) interfaces de programación de aplicaciones u open banking y v) modelos novedosos para la prestación de servicios1.
Las autoridades responsables de la regulación secundaria, la supervisión y la autorización de las diversas actividades descritas son, según sus respectivas competencias, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, el Banco de México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, la Comisión del Sistema de Ahorro para el Retiro (en lo que se refiere a modelos novedosos en el sector de pensiones) y la Comisión Nacional Seguros y Fianzas (en lo que respecta a modelos novedosos en los sectores de seguros y fianzas).
Dichas autoridades son responsables de emitir ciertas disposiciones secundarias que, en algunos casos, aún no han sido publicadas. Con el objeto de lograr una implementación ordenada de la nueva regulación, las disposiciones transitorias de la Ley Fintech establecen que las personas que, a la entrada en vigor de dicho ordenamiento, se encontraban realizando las actividades descritas con anterioridad deben solicitar su autorización para operar en un plazo definido (que concluye en septiembre de 2019) y podrán continuar llevando a cabo tales actividades hasta que se resuelva su solicitud.
A la fecha de este documento, las principales empresas fintech en México se encuentran tramitando las autorizaciones necesarias para operar como instituciones de tecnología financiera, en términos de la Ley Fintech, o están replanteando sus modelos para continuar prestado sus servicios (o la mayoría de ellos) como entidades de otra naturaleza.
3. OPORTUNIDADES DEL DESARROLLO DE FINTECH
3.1 Incrementar la competencia en el sector financiero
El desarrollo de fintech promete eliminar barreras en el sector financiero y permitir la entrada de nuevos participantes y productos. Conforme se intensifica la interconexión y los límites geográficos se vuelven menos relevantes, el sector financiero podría convertirse en un mercado más abierto y heterogéneo. Los nuevos prestadores de servicios fintech no son exclusivamente entidades financieras tradicionales y, en ese sentido, sus prácticas y la forma en que se relacionan con los usuarios pueden ser distintas. El mercado fintech podría abonar a que los servicios tengan precios más bajos, que exista mayor oferta de opciones y que se mejore la calidad de los productos disponibles.
Para potenciar la posibilidad que tiene fintech de ampliar la competencia en el sector financiero, los participantes —tanto públicos como privados— pueden cooperar para la creación de condiciones y políticas que favorezcan el desarrollo del mercado fintech, considerando las particularidades y diferencias que existen frente a los servicios tradicionales. En este sentido, las siguientes medidas podrían ser detonantes que aumenten la competencia en el sector financiero mediante el crecimiento del mercado fintech: i) reducir los obstáculos que impiden el ingreso de actores pequeños y no tradicionales; ii) implementar políticas que atiendan el riesgo de concentración, y iii) promover la neutralidad tecnológica, la interoperabilidad y el acceso equitativo a las infraestructuras clave.
No obstante que las nuevas tecnologías han permitido que participantes no tradicionales se integren como prestadores de servicios en el sector financiero, aún existen barreras de entrada importantes que inhiben la competencia. Estos factores incluyen la regulación desproporcional o la falta de regulación de ciertas actividades y el acceso limitado al financiamiento.
Con la finalidad de eliminar estas barreras y fortalecer la competencia, se debe promover la aplicación flexible de las políticas públicas, que establezca cargas regulatorias proporcionales a los riesgos de cada actividad o a ciertas condiciones del prestador de servicios, evitando que los nuevos emprendimientos con operaciones limitadas deban cumplir con obligaciones originalmente diseñadas para participantes con dimensiones distintas. Estas podrían tener como uno de sus principios la integración de nuevos agentes económicos al sector financiero y, en su aplicación, las autoridades deberán buscar cooperar con los nuevos participantes para diseñar e implementar marcos regulatorios en los que exista un equilibrio entre la gestión de riesgos y el desarrollo del sector financiero.
Sin embargo, implementar una mejor regulación puede no ser suficiente para lograr un mercado fintech más competitivo. El acceso al financiamiento, al igual que en otras industrias, es fundamental para permitir que nuevos participantes se integren al mercado. En este sentido, podría ser fundamental que los distintos actores del mercado fintech promuevan conjuntamente instrumentos y foros de los cuales surjan mayores opciones de financiamiento y capitalización de emprendimientos fintech.
Para fortalecer la competencia justa en el sector financiero, es necesario atender los riesgos de concentración en ciertos servicios o actividades. La integración vertical u horizontal de ciertos servicios por grupos financieros crea riesgos de concentración relacionados con el control de precios y de abusos a los usuarios. A lo anterior se adiciona lo relativo al riesgo de prácticas contrarias a la competencia por parte de prestadores de servicios clave de infraestructura (como podrían ser aquellos vinculados a sistemas de pago y medios de disposición) o por parte de las instituciones financieras tradicionales (como podría ser el restringir acceso a cuentas bancarias o financiamiento bajo la excusa de la mitigación de riesgos o derisking).
Conforme las tecnologías de la información se colocan en el centro de ciertos servicios financieros, las infraestructuras clave para la prestación de dichos servicios podrían ser diferentes a aquellos que los participantes y reguladores actualmente identifican. En este sentido, las autoridades deberán buscar equilibrios que permitan que el mercado fintech se beneficie de ciertas consecuencias de la integración económica, como la disminución de costos relacionados a las economías de escala, sin que dicha integración signifique un obstáculo infranqueable para la competencia. Para ello, es fundamental la cooperación de autoridades financieras, de competencia económica y de protección al consumidor en el desarrollo e implementación de políticas públicas. Asimismo, podría ser central que los participantes privados —como prestadores de servicios o grupos de consumidores— mantengan un diálogo con las autoridades que permita una mayor comprensión de los riesgos de concentración y las medidas óptimas para atenderlos.
Promover la neutralidad tecnológica y el acceso equitativo a las infraestructuras clave podrá ser crucial para lograr una mayor competencia en el mercado fintech. En términos similares a los riesgos de concentración, la falta de acceso a la infraestructura clave y de neutralidad tecnológica en las políticas públicas puede crear barreras de entrada relevantes y costos que dificulten la participación de nuevos agentes.
En México, la Ley Fintech y la Ley para la Transparencia y Ordenamiento de los Servicios Financieros reconocen como principios rectores la neutralidad tecnológica y el libre acceso a ciertas infraestructuras, respectivamente. Sin embargo, como en la mayoría de los casos, la emisión de regulaciones que reconozca algunas acciones como prioritarias no es suficiente para potenciarlas. Frente a esto, los participantes del mercado fintech pueden beneficiarse de generar diálogos para promover la estandarización e interoperabilidad de sistemas (la cual podrá ser fundamental para servicios de open banking); mientras que las autoridades deben implementar la regulación para garantizar el acceso equitativo a infraestructuras. Asimismo, podrá ser fundamental que exista y se promueva la transparencia en aspectos como ciertos costos de interconexión y de otros servicios clave para la prestación de los servicios financieros. Estas acciones podrían impulsar la innovación y el desarrollo de nuevos productos, a la par que crear condiciones de competencias más justas que posibiliten el crecimiento orgánico de nuevos emprendimientos.
Diversas entidades financieras tradicionales ven la fintech como un riesgo por nuevos competidores; sin embargo, representa una gran oportunidad, ya que los jugadores también dependen —en muchos casos— del uso de los canales tradicionales. En tal sentido, diversas entidades financieras tradicionales han expresado preocupaciones argumentando el riesgo de operaciones ilícitas o de lavado de dinero a través de fintech. En México, por ejemplo, los reguladores adoptaron un nivel de regulación de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo equiparable al de los bancos, a fin de mitigar ese riesgo; pero también este nivel de regulación ha demostrado que puede ser una barrera de entrada importante para nuevos participantes debido al nivel de obligaciones y requerimientos de inversión.
3.2 Profundizar la inclusión financiera existente
A nivel mundial, se estima que alrededor de 1,7 millones de adultos carecen de acceso a la economía financiera formal (Banco Mundial, 2017). Las razones de este déficit son variadas y dependen de factores económicos, regionales y culturales. Por ejemplo, en algunos casos, la marginación geográfica de ciertas comunidades puede, históricamente, haber representado obstáculos para la bancarización de dichas poblaciones. En otros supuestos, podría haber sido la falta de acceso a la información relativa a los productos financieros disponibles y sus beneficios (falta de educación financiera).
La rápida evolución de la economía digital, la reducción de costos relacionados con los servicios de comunicación, el desarrollo de tecnologías móviles, la creación de infraestructuras físicas, entre otras, muestran posibles soluciones a algunos de los motivos de dicho rezago en materia de inclusión financiera. Como ejemplo, en México, en el 2015, el porcentaje de adultos que reportó tener una cuenta en una institución financiera fue del 44,1 % (Consejo Nacional de Inclusión Financiera [Conaif], 2017); mientras que, según cifras del 2018, el número total de usuarios de telefonía celular —una de las tecnologías con mayor penetración nacional y con las menores diferencias de acceso por región— sumó un total de 80,7 millones de usuarios (es decir, aproximadamente el 62 % de la población general), de los cuales el 80,2 % cuenta con un celular inteligente o smartphone (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi], 2018). En vista de lo anterior, el desarrollo de servicios financieros que busquen apalancarse en tecnologías relativamente nuevas —como los dispositivos móviles con acceso a internet— puede ser un factor central para lograr la inclusión financiera de grupos históricamente marginados.
Al igual que hay factores identificables que explican la exclusión financiera de determinadas poblaciones, también existen variables que podrían potenciar la capacidad que tiene fintech de abonar a la inclusión financiera en América Latina. Dentro de dichos potenciadores se incluye: i) fomentar el intercambio de conocimiento y experiencias exitosas de difusión de tecnologías e inclusión financiera; ii) promover estrategias de educación financiera y tecnológica, y iii) ampliar el acceso a tecnologías infraestructurales básicas.
En relación con el intercambio de conocimientos, los prestadores de servicios tecnológicos y los participantes del sector financiero podrán beneficiarse de compartir sus experiencias en la difusión de tecnologías, con la finalidad de lograr una mayor penetración de los servicios financieros en poblaciones desatendidas.
Según lo observado en América Latina, la penetración de algunos productos tecnológicos ha ocurrido con mayor velocidad que en el caso de los servicios financieros (Conaif, 2017). La creación de alianzas entre entidades tradicionales y nuevos emprendimientos, que se apalanquen en el uso de fintech, podría crear oportunidades en materia de inclusión financiera. Por ejemplo, en lo relativo a aperturas de cuentas en wallets, el acceso a crédito (verbigracia, mediante préstamos P2P) o las nuevas plataformas que permitan generar y analizar información crediticia. En este sentido, conforme más operaciones se lleven totalmente de forma remota, también podría ser necesario para el sector financiero replantar los indicadores básicos de inclusión, cuya medición se utiliza para conocer el estado de inclusión financiera en un mercado, lo que permitirá el diseño de mejores planes de expansión —por ejemplo, en lo relativo a puntos físicos de acceso por número de habitantes—. Los espacios en los cuales se proponga este intercambio podrían tomar múltiples formas, como foros, centros de investigación o laboratorios de innovación o, incluso, iniciativas públicas, como ventanillas de recepción de comentarios e iniciativas para la mejora regulatoria (BID et al., 2018).
La asimetría en el acceso a la información relativa a servicios financieros que existe entre distintos grupos de población ha sido identificada como un factor de la exclusión financiera de ciertos segmentos (BID et al., 2018). No obstante los importantes avances para la difusión de información que han permitido la democratización del acceso a internet, aún existen retos para que los consumidores de servicios financieros gocen de la información suficiente para tomar decisiones óptimas.
Un paradigma ilustrativo es que, en México, el 94 % de la población adulta que recibe remesas —la cual tiende a estar ubicada en los estratos más bajos del ingreso— administra dichos recursos en efectivo, en comparación a una cuenta (Conaif, 2017). A pesar de que los beneficiarios de remesas son usuarios recurrentes de servicios financieros para la transmisión de dinero, dicha población no ha sido bancarizada o utiliza sus cuentas principalmente como medio de disposición en vez de como medio de pago.
En el entendido de que existe un constante incremento en la cobertura de tecnologías móviles y de internet, se podría aprovechar el conocimiento y el uso cotidiano de estas tecnologías como herramientas para generar un aumento de la confianza y conocimiento en relación con los servicios financieros disponibles. Con esta finalidad, se podría considerar incluir temas de tecnología financiera en las campañas, públicas o comerciales, cuya finalidad sea integrar a usuarios actualmente desatendidos. Lo anterior, podría complementarse con la digitalización de ciertos pagos a los gobiernos y las transferencias que estos realizan en favor de beneficiarios de, por ejemplo, programas sociales.
Mediante la normalización del uso de servicios financieros digitales, se podría suscitar el interés en otros productos que generen beneficios que históricamente no han sido aprovechados. Por supuesto, los beneficios de una mayor educación financiera no se limitan a que ciertos grupos con algún grado de marginación conozcan las diversas opciones de servicios financieros a las que pueden acceder, sino que también incluye que otros usuarios —como empresas de distintos tamaños— adquieran nuevas herramientas para tomar mejores decisiones financieras.
Finalmente, pese a que el acceso a las nuevas tecnologías de la información ha aumentado de manera drástica en las últimas décadas, aún existen importantes retos para lograr una cobertura universal. Ello es particularmente cierto en regiones en vías de desarrollo, como América Latina. En México, aunque el acceso a internet aumenta año a año, en el 2017, solo aproximadamente el 50,9 % de los hogares contaron con conexión (Inegi, 2018).
Si una de las principales virtudes que tiene fintech para lograr una mayor inclusión financiera es la posibilidad de aprovechar el acceso que genera una amplia cobertura tecnológica, la falta de infraestructuras básicas que permitan el acceso a internet y a redes de dispositivos móviles significaría un obstáculo crucial. En particular si —como podríamos suponer— existe una superposición entre las poblaciones excluidas del sector financiero y aquellas con menor acceso tecnológico. En este sentido, el mercado fintech podrá potenciar sus efectos positivos a la inclusión financiera en la medida en que existan políticas públicas que permitan el crecimiento y profundización de accesos a tecnologías básicas, así como que se implementen campañas que promuevan la importancia y el uso de la tecnología.
3.3 Fortalecer los procesos de supervisión de cumplimiento de regulación financiera
Los avances tecnológicos prometen procesos más eficientes, reducir los costos asociados y, en algunos casos, hacer más eficaces determinadas actividades. Ello podrá ser tan cierto para aquellos sistemas de generación e interpretación de información crediticia como para procesos de supervisión regulatoria. Las autoridades deberían aprovechar estas nuevas herramientas para supervisar —con mayor frecuencia e incluso en tiempo real— tendencias de operación, riesgos y demás factores relevantes para el cumplimiento regulatorio y la prevención de eventos adversos. Asimismo, la información que se obtenga mediante una supervisión potenciada por nuevas tecnologías podrá abonar a la comprensión de riesgos, por ejemplo, relacionados con la estabilidad financiera o el lavado de dinero, y el desarrollo de nuevos indicadores que podrán desembocar en mejores marcos regulatorios y políticas públicas.
Para capturar el potencial del uso de fintech en la supervisión del sector financiero, la capacitación en nuevas tecnologías de los servidores públicos encargados del sistema financiero podría ser fundamental. Esto comprendería contratar personal especializado y complementar la experiencia existente con nuevos conocimientos, que —aunque parezca secundario— no podrán dejar de considerar el dominio del inglés. Incluso, podría ser recomendable la creación de nuevas oficinas gubernamentales o entidades dedicadas al uso de la innovación para fines públicos. En tal virtud, la cooperación internacional, así como el trabajo con la iniciativa privada, podrían ser fundamentales. Asimismo, el uso de tecnologías para la supervisión requerirá la creación o fijación de formatos y medidas estándar que permitan la recopilación de información de manera automatizada.
Conforme el potencial que encierran las nuevas tecnologías —como la inteligencia artificial o el análisis de macrodatos o big data— se vaya liberando, las autoridades deberán afrontar los cambios tecnológicos como oportunidades para superar los retos —no menores— que conlleva la supervisión del sector financiero.
4. RIESGOS INHERENTES AL DESARROLLO DE FINTECH
4.1 Arbitraje regulatorio
Una de las virtudes de las nuevas tecnologías de la información es su capacidad de sobrepasar fronteras y obstáculos geográficos, y lograr el intercambio de información entre una pluralidad de usuarios sin importar en qué país residan u operen. Esta capacidad de integrar comunidades globales permite que usuarios de ciertos servicios financieros accedan a productos ofrecidos por operadores ubicados en jurisdicciones distintas a la del usuario, así como —posiblemente— utilizando infraestructuras tecnológicas situadas otras jurisdicciones.
En tal virtud, las autoridades se enfrentan a nuevos retos para evitar que los prestadores de servicios puedan aprovecharse de prácticas de arbitraje regulatorio, mediante las cuales busquen aprovechar la heterogénea normativa para migrar ciertas actividades hacia jurisdicciones con marcos legales menos rigurosos. Por ejemplo, los prestadores de servicios que involucren el almacenamiento de información personal podrían elegir mantener los servidores donde se resguarde dicha información en jurisdicciones que requieran protocolos de seguridad mínimos, o incluso nulos, para la protección de aquella información, con lo que lograrían ahorrar en el costo de seguridad cibernética que habrían asumido en caso de almacenar la información en el país donde están los usuarios titulares de aquella.
Con miras a mitigar los riesgos de arbitraje regulatorio, la cooperación internacional se presenta como una herramienta central para prevenir y actuar. Así, existen historias de éxito en el sector financiero como la implementación de normas o estándares internacionales en materia de prevención de dinero y financiación del terrorismo, requerimientos de capitales bancarios, entre otros.
Las instituciones multilaterales —como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional— podrán auspiciar la creación de foros y realizar los ejercicios de investigación correspondientes, en los cuales se basen nuevas propuestas de coordinación regulatoria. Lo anterior debe incluir medidas para atender riesgos tradicionales (como el lavado de dinero, ahora frente al uso de criptomonedas) y nuevos (como los relativos al uso de inteligencia artificial). Asimismo, podrían aprovecharse estos esfuerzos para iniciar las discusiones del tratamiento fiscal de ciertas actividades, que es un tema que podrá ser central conforme a la digitalización de la economía continua.
En caso de lograr esta cooperación, se podrían homogeneizar las políticas para crear marcos legales proporcionales a los riesgos existentes y adaptables, con coherencia a nivel internacional, en lugar de que ocurra un fenómeno de igualación a la baja en que cada país relaje la regulación lo suficiente para evitar que ciertos agentes reubiquen sus actividades a otras jurisdicciones.
4.2 Inhibir el desarrollo y el crecimiento mediante la regulación desproporcional
Según un informe del 2017, el 52 % de las plataformas fintech en Estados Unidos consideran que los cambios en las regulaciones nacionales son un riesgo medio a muy alto para su operación, mientras que el 76 % de las plataformas mexicanas tienen la misma percepción (Ziegler et al., 2017).
Las autoridades encargadas de regular el sector financiero se enfrentan a retos nuevos y relevantes para implementar las normas que regirán las actividades fintech. Existe aversión frente a los efectos que el ingreso de nuevas tecnologías pueda generar a la estabilidad de sistema financiero, por ejemplo, en materia monetaria con el uso de criptomonedas cuya emisión no dependería de un banco central.
Una solución atractiva a estos retos complejos puede ser prohibir o inhibir de manera importante el desarrollo e ingreso de estos nuevos productos a un mercado por lo menos mientras otras jurisdicciones obtienen respuestas a cómo regular dichas actividades. Sin embargo, obstaculizar el crecimiento del mercado fintech podría tener como resultado también dejar de capturar los beneficios que promete. El riesgo de la regulación desmedida que inhiba el desarrollo estará presente de manera constante en los diferentes ejercicios que lleven a cabo las autoridades para formar políticas públicas fintech.
Ante ello, con la finalidad de mitigar el riesgo de que alguna autoridad central o el poder legislativo decida impedir el desarrollo de cierta actividad por la falta de experiencias disponibles, será fundamental que las políticas públicas se diseñen siguiendo principios de: i) proporcionalidad a riesgos, ii) transparencia y iii) tratamiento equitativo.
Al considerar estos principios, los reguladores podrán revisar si las políticas que desarrollan establecerán obstáculos innecesarios en un mercado emergente o, al contrario, responderán a exigencias válidas y necesarias para proteger a los usuarios o la integridad del sistema financiero. Por supuesto, existirán retos frente a los cuales será difícil, por ejemplo, determinar la proporcionalidad al riesgo, toda vez que los riesgos no han terminado de identificarse (imaginemos aquellos que podría traer la inteligencia artificial).
En estos casos, se podría considerar la implementación de nuevas herramientas normativas como los sandboxes (incluidos en la Ley Fintech como modelos novedosos) o la creación y apoyo de centros de innovación que permitan experimentar e intercambiar información del funcionamiento, así como los riesgos asociados, de las nuevas tecnologías. En el desarrollo y adaptación de regulación existente a las nuevas necesidades y riesgos, el intercambio de experiencias —locales e internacionales— podrá ser clave. Asimismo, es relevante señalar que al mitigar el riesgo de la creación de regulaciones excesivas las autoridades no deben olvidar considerar los efectos que tendrán los cambios normativos en la competencia dentro del mercado fintech y el sector financiero, así como ponderar riesgos y beneficios en áreas centrales como la inclusión financiera.
4.3 Uso ilícito de fintech
El desarrollo de nuevas tecnologías podrá establecer las condiciones necesarias para que surjan nuevos modelos de negocio, llevar a cabo procesos más eficientes y utilizarlos para resolver retos técnicos. Sin embargo, ello no significa que todos los usos de dichos avances persiguen fines lícitos. El uso de desarrollos tecnológicos para la comisión de delitos —por ejemplo, para el lavado de dinero— no es algo nuevo.
En tal virtud, se ha discutido en profundidad el alto potencial que tienen las criptomonedas para ser utilizadas con fines delictivos, ya sea en el lavado de activos o en la financiación de actividades ilícitas. El anonimato en las transferencias y la titularidad que ciertas criptomonedas prometen —de forma similar a lo que ocurre con el efectivo— crea retos importantes para la actividad regulatoria. Asimismo, la ausencia de intermediarios y emisores centrales, aunado al alcance global de sus transacciones, generan riesgos que deberán atenderse con medidas internacionales que se concentren en la prevención de delitos como el lavado de dinero, la financiación del terrorismo y demás actividades ilícitas conexas, teniendo en mente que la proliferación de dichas conductas puede socavar significativamente la estabilidad económica y financiera de un país o región.
Al afrontar los retos del uso ilícito de fintech, se podrán implementar medidas para mitigar los riesgos existentes, así como prevenir e identificar riesgos futuros. En algunos casos, lo necesario para enfrentar estos nuevos retos podrá ser continuar los esfuerzos de implementación de políticas actuales. Por ejemplo, la comunidad internacional podrá encontrarse en una posición más sólida para afrontar los riesgos de que se lleven a cabo actividades de lavado de activos mediante el uso de criptomonedas, si se logran avances importantes en la implementación de las 40 recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional.
Al igual que sucede actualmente con el uso de efectivo para la financiación de actividades ilícitas, los puntos de conexión con el sistema financiero tradicional podrán presentar oportunidades importantes para la supervisión y persecución de actividades delictivas en las que se utilicen activos virtuales.
Por otro lado, como mencionamos anteriormente, las autoridades también podrán beneficiarse del uso de nuevas tecnologías para incrementar sus capacidades, en particular aquellas de supervisión, así como para mejor identificar, comprender, evaluar y mitigar riesgos.
Al implementar marcos sólidos que integren el fortalecimiento de esfuerzos existentes con el complemento que significarán las nuevas tecnologías de supervisión, las autoridades podrían mitigar y enfrentar con mayor contundencia el uso delictivo de estas tecnologías (BID et al., 2018).
5. CONCLUSIÓN
La implementación de nuevas tecnologías en el sector financiero está transformando los servicios y las relaciones entre consumidores y proveedores. De cara a este cambio, podrá ser necesario que los intermediarios tradicionales tengan que replantear el valor agregado de ciertos servicios, mientras que los consumidores tendrán más opciones para realizar actividades que anteriormente requerían la participación de un intermediario tradicional o, en algunos casos, que no existían en el mercado. Asimismo, los reguladores podrán verse en la necesidad de reconsiderar los marcos jurídicos existentes, y habrán de modernizar las políticas públicas según se continúan digitalizando las economías. Frente al conjunto de riesgos, retos y oportunidades que fintech presenta, confiamos en que el trabajo conjunto —que ocurra con transparencia en foros plurales— que enfrente a estos nuevos retos con perspectivas globales será el mejor conducto para establecer las bases para la transformación digital del sector financiero.
REFERENCIAS
Banco Interamericano de Desarrollo, BID Invest y Finnovista. (2018). Informe Fintech en América Latina 2018: crecimiento y consolidación. Recuperado de https://publications.iadb.org/en/fintechlatin-america-2018-growth-and-consolidation
Banco Mundial. (2017). Global Financial Inclusion Database. Recuperado de https://globalfindex.worldbank.org/
Consejo Nacional de Inclusión Financiera. (2017). Reporte Nacional de Inclusión Financiera 8. Recuperado de https://www.cnbv.gob.mx/Inclusi%C3%B3n/Documents/Reportes%20de%20IF/Reporte%20de%20Inclusion%20Financiera%208.pdf
GSMA. (2018). The mobile economy 2018. Recuperado de www.gsma.com/Mobileeconomy
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2018). Estadísticas a propósito del Día Mundial del Internet [17 de mayo]). Recuperado de http://www.beta.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2018/internet2018_Nal.pdf
Ziegler, T., Reedy, E., Le, A., Zhang, B., Kroszner, R. y Garvey, K. (2017). The Americas Alternative Finance Industry Report. Recuperado de https://www.jbs.cam.ac.uk/fileadmin/user_upload/research/centres/alternativefinance/downloads/2017-05-americas-alternative-finance-industry-report.pdf