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Introducción

Wilson Hernández Breña

El género desborda la realidad que vemos y percibimos, pero una parte de nuestra sociedad sigue sin entenderlo. Existe la tendencia a reducir el género a lo que le pasa a la mitad de la población (mujeres) como oposición a la persona universal erróneamente asumida como género masculino (Beauvoir, 2009 [1949]). También se tiende a homogeneizar a las mujeres como grupo (Mohanty, 2009), confundiendo sexo con género y desestimando la situación de otros grupos (como el LGTB y el de adultos mayores) o la intersección del género con otras características de vulnerabilidad (clase, etnia, ruralidad y edad, por ejemplo). Este libro, publicado por la Universidad de Lima y el Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES), es el primero de su tipo en el país, concebido con el fin de reunir investigaciones empíricas, desde lo cualitativo y lo cuantitativo, para dar cuenta de tales vulnerabilidades y contextos en los que opera el género.

La insuficiente comprensión sobre el género y sus implicancias en la vida cotidiana no son el único problema. Está también la falta de interés en investigar el tema y en introducir esta categoría a las investigaciones existentes. En uno u otro caso, comprender así el género da sentido a lo que Brenot (2008) denomina violencia ordinaria de los hombres hacia las mujeres. Las representa como agresiones que cruzan los aspectos sexual, físico, verbal y simbólico para establecer vínculos con una sociedad ciega y cómplice, y la forma en que —parafraseando a Simone de Beauvoir— no se nace hombre, sino que también se llega a serlo.

Coincidimos con Beauvoir (2009 [1949]) en el sentido de que el cuerpo es una situación que precede al sexo. La construcción social del género está marcada por un sinnúmero de estímulos e influencias anclados en la persona, sus pares, sus terceros, en las interacciones y en la sociedad en su conjunto. La igualdad de género implica un proceso de significación y resignificación en el discurso diario y también en el político, ambos factibles de verse influenciados desde políticas públicas inclusivas. Como señala Butler (2007), la oposición binaria entre hombres y mujeres en los discursos políticos se ha empleado como una estrategia con prácticas significantes que reifican la oposición entre hombre y mujer como una necesidad. Generar información para la significación y resignificación del género en lo político contribuye en diversos aspectos, señalados por la misma Butler, como la capacidad de acción.

El sexo y el género han funcionado como categorías excluyentes y de exclusión. Desde el estigma, lo que ha operado es clasificar a esos “otros” bajo una jerarquía que formalmente los considera iguales, pero no deja de tener una doble inserción que influye de forma limitante y que se reproduce no mecánicamente, sino por la acción de sus actores (Segato, 2003). De ahí que se haya hecho referencia a la inclusión diferenciada como una forma de señalar que esos “otros” están, comparten y gozan de ciertos beneficios, pero nunca en su total dimensión.

El género implica una modalidad de relación social en la que fabricamos cuerpos y producimos hombres y mujeres según una lógica esencialmente relacional y no anclada en la esencia natural de hombres o mujeres (Théry, 2008). En esas relaciones, hombre y mujer se vieron como parte complementaria del debate desde muy temprano, con el concepto de género (Scott, 1986), en el que se encastran los sistemas de dominación y sus extensiones —familia, trabajo, relaciones, etcétera— y crean efectos desfavorables para mujeres, lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, etcétera.

En el Perú, según Fuller (2002), el sistema de género se basa en una fuerte segregación de roles que ha partido de dobles estándares para hombres y mujeres, para así atribuir a los primeros el poder sobre ellas en campos de dominio público, como la política y la economía, y también en el hogar. Sin embargo, según la misma Fuller, estos esquemas se han venido desmoronando en las últimas décadas gracias a un proceso de modernización que “ha socavado su estructura social tradicional” (Fuller, 2002, p. 40). Aun así, las diferencias, disparidades e injusticias alrededor del género siguen vigentes, y muchas veces en ámbitos que no siempre son advertidos, como se da a conocer en varios de los capítulos de este libro.

En este punto, es justo señalar lo que para Fraser (2007) es justicia “normal”, ya que nos permite distinguir entre aquellas formas de injusticia que hemos normalizado, pero en las cuales la voz del sujeto en cuestión tiende a estar constantemente subordinada. Según Fraser, la justicia “normal” aparece en la conjunción de varios hechos: supuestos ontológicos compartidos, entendimiento usualmente limitado de la ciudadanía, delimitación del universo de intereses y preocupaciones por parte de la comunidad política, y aquellos supuestos teórico-sociales respecto del espacio en el que surgen las preguntas sobre justicia y se alimentan las injusticias. Esta justicia “normal” solo puede ser calificada así, en tanto es una expresión de la marginación y el statu quo de quienes siempre han decidido. Así, diversos aspectos, como la distribución del tiempo en las tareas del hogar o la migración de retorno femenina, calzan en aquellos arreglos que hemos normalizado sin cuestionar su esencia problemática para las mujeres.

La normalidad de la justicia contrasta con la característica instrumental que Young (2000) le atribuye a la democracia. Es un sistema que exige mucho de las personas, pero solo para obtener resultados inciertos. Sin embargo, el gran aporte de la democracia es ser instrumento para un doble objetivo: limitar a quienes toman decisiones de los abusos de poder y las tentaciones inevitables, e influir en las políticas públicas útiles para servir y proteger determinados intereses.

En el momento actual, discutir sobre género se ha vuelto no solo necesario, sino un campo de batalla que requiere ir mucho más allá de posicionamientos teóricos, los cuales, aun siendo muy importantes, no son suficientes para evidenciar vulnerabilidades, posiciones de dominación y afectaciones, que muchas veces se conocen, pero no se documentan o se ignoran por completo. Por ello, es una necesidad generar evidencia para respaldar o evaluar varias teorías, sobre todo porque cada vez con más frecuencia las políticas públicas exigen partir de hechos demostrados para crear proyectos, atender pedidos y extensiones presupuestales, o incluso convencer a determinados actores públicos y políticos de que el problema existe, continúa y es grave.

Es sabido que en la discusión tanto sobre género como sobre los ­problemas de desigualdad y marginación ha habido énfasis en cuestionar la dicotomía hombres-mujeres referida al sexo y en plantear un concepto —género— que permite incluir a quienes no están en tal posición binaria. Pero en esa discusión, la mayor parte de la academia se ha centrado en construir y estudiar la agenda de género de las mujeres, sin necesariamente un enfoque interseccional. Aunque las excepciones son notables, son aún pocas. Los esfuerzos dedicados a investigar temas LGBT y a lo que en general se denomina queer studies tienen un desarrollo menor en nuestro país, peor aún desde los estudios con enfoque cuantitativo.

Ampliar nuestra mirada desde este punto de vista distinto nos brinda razones y argumentos para contraponerlos a posiciones binarias sobre el género que, por el contrario, también privilegian emblemas de control, discrecionalidad y libertad desde lo heteronormativo (Sedgwick, 1994) y que también sirven de sostén para afirmar que la institución de la heteronormatividad regula a quienes se mantienen en sus fronteras y, al mismo tiempo, margina y sanciona a quienes escapan de ellas (Jackson, 2006). Importa revisar que la construcción de los géneros no se reduce a la sexualidad y que, por tanto, desde los queer studies existen formas distintas de comprender los procesos de formación de identidad, agencia, maternidad —temas abordados en este libro— u otros procesos de quienes no encajan en el género masculino o femenino.

En el Perú, la investigación en temas de género ha priorizado temas puntuales y urgentes, como la violencia contra la mujer. En línea con lo que señala Davis (2007), algunos de los signos más flagrantes de degradación social son abordados únicamente cuando son de tal magnitud que retan a cualquier solución. Los altos índices de violencia contra la mujer, incluyendo la violencia sexual, han puesto desde hace unos años este tema en agenda. El logro de su impulso ha recaído en y desde el activismo. Aun cuando se han producido investigaciones desde este ámbito y desde la propia academia, estudios de este tipo suelen carecer de un soporte metodológico sólido. Por ello, incluso en este tema de bandera, hay grandes vacíos. Según el propio Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (2011), los retos y desafíos para mejorar la investigación atañen a temas esencialmente metodológicos: aplicar encuestas más representativas, incluir el enfoque intercultural, realizar más etnografías, apostar por estudios interdisciplinarios, etcétera. En otras áreas de investigación de género, las carencias son aún más apremiantes. Aunque en los últimos años han aparecido trabajos empíricos importantes (Ames, 2006; Benavides, 2007; Galarza, 2012; Santos, 2014), lo cierto es que representan esfuerzos de continuidad limitada. Estos vacíos y la agenda pendiente recortan nuestra percepción de cómo realmente el género afecta las relaciones políticas, sociales y económicas en el país. Solo por poner algunos ejemplos, conocemos todavía poco de los problemas de la inclusión de las mujeres en los mercados laborales, los programas sociales, la representación política y su calidad, el acceso y las limitaciones a cargos empresariales directivos, así como la transición entre la educación y la vida profesional, su movilidad social, sus condiciones de acceso a la justicia, su seguridad en las calles, maternidades y paternidades, entre otros. Menos aún conocemos cómo es que los derechos de la población LGBT son afectados en esos mismos ámbitos, o qué estrategias de negociación, agencia o confrontación aparecen en ellos. Puede extenderse similar conclusión a adolescentes, niños, niñas, adultos mayores, determinados grupos étnicos, migrantes, entre otros.

Aunque en el Perú el género recibe cada vez más atención, lo cierto es que la investigación en este campo ha producido tres desbalances. Primero, se ha estudiado esencialmente la situación de la mujer dejando de lado al hombre, como productor y reproductor de las reglas, los valores, las representaciones y la estructura que sostienen las desigualdades de género. Segundo, ha contribuido a consolidar el género como un fenómeno dicotómico (mujer-hombre), lo que ha minimizado el espacio para investigar los problemas de otros grupos (LGTB) también afectados por concepciones de género basadas en estereotipos y prejuicios que conllevan a estigmatizaciones y discriminación. Tercero, se le ha dado poca atención a la interseccionalidad; es decir, al efecto de la sobreposición de características de dominación que trastocan la jerarquía habitual de dominación.

Por lo anterior, es urgente generar nuevas evidencias para ver con otros lentes los problemas de género. En esta línea de buscar nuevos enfoques y alcanzar lo interdisciplinario, este libro busca posicionarse como la primera publicación que a la fecha ha abordado en forma comprehensiva, mas no exhaustiva, la temática del género en el Perú bajo tres premisas.

Primero, la característica central en este libro es la producción de evidencia basada en alguna forma de trabajo de campo. Todos los artículos incluidos emplean encuestas, entrevistas, grupos focales, revisión documentaria u otras fuentes que dotan de datos cualitativos o cuantitativos a las hipótesis que transmite cada artículo.

Segundo, la riqueza de los hallazgos acá presentados se deriva no solo de las formas en que la información ha sido recogida, sino también de las diversas disciplinas de quienes los han elaborado. Desde la antropología, sociología, historia, comunicación, psicología y economía, el conjunto de artículos refleja esa riqueza de perspectiva necesaria para dialogar, discutir y generar controversia.

Tercero, el libro reúne artículos con nuevos enfoques en temas habituales, pero también en otros novedosos. Estos enfoques implican partir de una mirada crítica a las teorías y métodos actuales para proponer nuevas mediciones o miradas a problemas nuevos o, en apariencia, demasiado abordados.

En conjunto, estas tres características buscan un valor agregado a lo que se ha escrito sobre género en el Perú. Busca ser un aporte interdisciplinario que, desde la evidencia, los nuevos enfoques y las metodologías diversas, trata el género como un tema que desborda lo económico, social o político y se convierte en un fenómeno cercano a lo que Marcel Mauss (2004 [1950]) definió como hecho social total. Incorporar las dimensiones de género a la comprensión de la vida y relaciones de las personas implica quebrar algunos vacíos importantes que, en el caso peruano, son evidentes a la luz de lo que en otras realidades se ha avanzado.

El libro está estructurado en cuatro grandes bloques. Los primeros tres giran alrededor de la mujer, pero sin el ánimo de poner fuera de la ecuación al hombre. Por el contrario, cada capítulo ubica al hombre, de forma explícita o implícita, como parte complementaria o principal de la representación de relaciones de poder que, en el resultado final, hacen de la mujer objeto de desigualdades y de dominación, así como de agencia y de empoderamiento.

El primer bloque ubica a la mujer en el contexto relacional de cuatro ámbitos e igual número de artículos: pobreza de tiempo, las relaciones en lo indígena, el embarazo adolescente rural y la representación de la femineidad. El artículo de Arlette Beltrán, Pablo Lavado y Brenda Teruya explora las características de la pobreza de tiempo en el Perú y se pregunta si, bajo ese enfoque, las mujeres son más pobres que los hombres. Los autores emplean la Encuesta de Uso del Tiempo y concluyen que las mujeres cargan con más tareas del hogar que los hombres, lo que les quita tiempo para el ocio y el cuidado personal.

En el segundo artículo, Jeanine Anderson presenta un estudio etnográfico que explora algunas dimensiones de las relaciones entre mujeres en cuatro pueblos indígenas de la Amazonía, sin dejar de señalar que tales dimensiones son también influidas por los espacios y relaciones de varones y niños. El trabajo de Jorge Agüero aborda el desafiante tema del embarazo de la mujer adolescente en el Perú rural. Tomando como base casi tres décadas de la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes), Agüero explora la evolución del efecto de la educación sobre los dos grandes factores explicativos de este tipo de embarazo —conocimiento y uso de métodos anticonceptivos modernos—. Este primer bloque cierra con un ensayo que estudia las representaciones de la feminidad en la cumbia. La autora, Eunice Prudencio, analiza un corpus de letras de canciones y videos de este género para poner en evidencia la asociación de estas manifestaciones con mandatos, prácticas y saberes de género que, lejos de siempre reducir a la mujer a una imagen tradicional y sumisa, grafican algunas contradicciones que hablan de la complejidad de ser mujer en el Perú actual.

El segundo bloque de artículos se centra en las mujeres, en el contexto de la violencia: tentativa de feminicidio y prostitución. El artículo de Wilson Hernández, María Raguz y Hugo Morales parte de una fuerte crítica a la falta de coherencia entre las dos fuentes estatales que contabilizan tentativas de feminicidios en el Perú, para luego proponer y estimar, en base a la Endes, el número de mujeres bajo violencia con riesgo de feminicidio. Con este nuevo cálculo, los autores identifican sus factores de riesgo en el marco del modelo ecológico de la violencia.

Este segundo bloque cierra con la etnografía de Sharon Gorenstein, quien, alejándose de la visión de la prostitución como violencia directa, estudia esta actividad en el que es probablemente el prostíbulo más nombrado del Perú: el Trocadero. Gorenstein sostiene que este pequeño mundo está lleno de ambivalencias que reducen a las trabajadoras sexuales a prostitutas, les quitan poder de elección y destruyen expectativas morales y sociales gracias al poder de la transacción monetaria inherente a la prostitución. La autora advierte que ello es el reflejo de sistemas de dominación mayores.

El tercer bloque reúne los artículos que estudiaron a las mujeres en contextos de acción y cambio: representación política, empresa, tecnologías de la información y comunicaciones, migración y espacio público. En el primer artículo de este bloque, Lilian Kanashiro estudia la representación de la mujer en un ámbito poco explorado y haciendo uso de un corpus particular: la propaganda electoral aparecida en los diarios El Comercio y La República durante los procesos electorales generales de 1980 al 2011. Ella concluye que la visibilidad de la mujer ha sido posible gracias al formato publicitario, pero siempre ligada a una agenda conservadora y convencional. En el siguiente artículo, Roxana Barrantes y Paulo Matos se centran en el ámbito de las micro- y pequeñas empresas. Desde ahí se preguntan si el género del propietario influye en la productividad e innovación de su empresa, y si estos dos factores se ven influidos por el balance de género en esta. Emplearon la Encuesta a Micro- y Pequeñas Empresas y hallaron que no solo las mujeres propietarias de mypes tienen más barreras que sus pares hombres, sino que, a mayor participación laboral femenina, mayores índices de innovación. El artículo de Laura León, Aileen Agüero, Gaby Reyes y Fátima Pasquel se concentra en las brechas de género en el uso de las TIC (tecnologías de la información y comunicación). Combinan datos de la Encuesta Nacional de Hogares y grupos focales, y hallan que el uso de internet está diferenciado entre niñas y niños; las primeras buscan con mayor frecuencia entretenimiento, socialización y actividades educativas, al mismo tiempo que temen más por acciones que las violenten. En el siguiente artículo, Lucila Rozas aborda la migración de retorno de mujeres de clase media baja al Perú. La autora se vale de entrevistas y enfoca la migración de retorno no como un fracaso, sino dentro de una idea compleja en la que las mujeres no siempre regresan a ocupar posiciones subordinadas, puesto que en el exterior ganaron agencia, ideas, creencias y prácticas que cuestionan las escalas de poder tradicional en la familia y en lo individual. Este tercer bloque cierra con el trabajo de Juan Espinoza. Desde la historia, Espinoza estudia las representaciones femeninas en el espacio público vistas a través de la revista limeña Variedades, entre los años 1908 y 1920, periodo que calza con el contexto de modernización económica y cultural del Perú de entonces. Las representaciones se mueven en un doble registro que enfatiza la performance de las mujeres en lo público, en el deporte, lo intelectual, político y laboral, pero simultáneamente concilia los cambios modernizadores con valores tradicionales.

En el último bloque se congregan artículos que conciernen a la población LGBT. Más que un tema, los une un grupo y su condición de vulnerabilidad, asumida o contestada. Los artículos aquí incorporados expresan lo complejo de las vulnerabilidades en esta población, pero también la falta de homogeneidad en una agenda de investigación que apenas viene siendo explorada en el país. El ensayo de Irene Del Mastro estudia el efecto de la heteronormatividad sobre el embarazo adolescente. La autora sostiene que las adolescentes lidian con las normas rígidas de la heteronormatividad y su validación con la maternidad temprana, mediante comportamientos de riesgo que las llevan al embarazo adolescente. Las identidades trans femeninas son el tema central del artículo de Ximena Salazar. Sobre la base de una serie de entrevistas, concluye que la identidad trans está constreñida por los discursos sociales que erigen estigmas y vergüenzas, pero que también abren paso a la constitución de una identidad de género asumida y expresada en el cuerpo como núcleo de vulnerabilidades, pero también de agencia. El libro cierra con el trabajo de Iván Villanueva sobre el dragqueenismo limeño y la transformación de sus recursos (capitales). A más uso de sus recursos —sostiene Villanueva—, menos posibilidad de tachar a la drag queen como el otro o el “loco”. Pero, más allá de los capitales intercambiables, la preocupación está en construir un capital simbólico que garantice su práctica o existencia para que pueda desenvolverse como drag queen.

Este libro no pretende abarcar todos los temas en torno al género. Por el contrario, este esfuerzo colectivo está determinado por los trabajos y los enfoques que cada autor y autora han considerado en su artículo. Es preciso destacar que varios de estos esfuerzos son resultado de tesis de maestría y doctorado, otros son proyectos que se concretaron gracias a fondos de investigación, y los demás son fruto de la voluntad de investigar solo por el compromiso de decir algo importante sobre aquello en lo que hacía falta evidencia, que a muchos les importa y pocos conocen. En esa línea, sin duda, dejamos temas sin tratar (mercados laborales, vida en el hogar, espacio político, formación de masculinidades, violencia en parejas LGBT, violencia hacia adultos mayores y menores de edad, apoyo psicológico a víctimas de violencia, servicios policiales y de justicia, estereotipos y medios de comunicación, etcétera) que constituyen una agenda pendiente, pero también, en la mayoría de los casos, representan vacíos en los que poco —teórica o empíricamente— se ha hecho.

Al margen de lo anterior, consideramos que los quince artículos acá presentados son una contribución importante. Estos trabajos, por su evidencia, enfoque y metodología, así como por su aspiración crítica y novedad, brindan información relevante para complementar y ampliar la perspectiva de políticas públicas nacionales, regionales y locales, y también la construcción de una sociedad civil y una opinión pública más informada.

Finalmente, expresamos nuestro reconocimiento al auspicio del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) a la presente publicación. Durante los últimos años, el CIES ha estado promoviendo el análisis y la perspectiva de género en sus concursos anuales de investigación, así como en sus labores de capacitación, diseminacion e incidencia. En ese marco, la Universidad de Lima y el CIES encontraron un terreno común para cooperar en la coedición de este libro. Ambas instituciones esperan contribuir así a fomentar la discusión académica y el debate de políticas públicas sobre este trascendental tema.

Referencias

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