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INTRODUCCIÓN

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¿Por qué hablar de Miura? Tal vez sea porque es una de las ganaderías caballares «fundacionales». Sus ciento setenta y cinco años de antigüedad y su presencia mayoritaria en el fondo de las genealogías de casi todos los caballos que hoy día forman la «pura raza española» (dato que no todos los aficionados, o incluso profesionales, del caballo conocen) dan un aval indiscutible a estos caballos, que siempre han estado a la sombra de la fama de los toros de la mítica ganadería andaluza y española por antonomasia.

Pero no es solo por eso… Cuanto más se adentra uno en los misterios y entresijos de esta casa, cuanto más se repara en detalles aparentemente sin significación pero que constituyen auténticas señales para quien sepa verlas y encajarlas, más crece la sensación de la magnitud de lo que encierra Miura sobre la auténtica historia ganadera de España en la vertiente hipológica y de cría caballar, arraigada en nuestra península desde la mayor revolución de la historia de la humanidad: la revolución neolítica, donde florecieron la agricultura y la ganadería, y con ello la cría y domesticación de animales, destacando entre ellos el caballo, emblema y tótem de los pueblos ibéricos junto al toro, y cuya cría ha estado ligada al desarrollo de la humanidad desde el principio colaborando con él en todos sus logros.

A pesar de su importancia usan un hierro (la famosa «A» con asas) que ni siquiera contiene las iniciales de los ganaderos, no habiendo modificado el que les venía del propietario (Antonio Carica) de una punta de vacas mansas que compraron antes de 1842. Pocos años más tarde, cuando Antonio Miura hizo la primera selección rigurosa de ganado bravo y sus toros y caballos comenzaban a ser conocidos, él quiso mantener ese modesto hierro del primer ganado de cualquier tipo que adquirió tras tomar la decisión de dedicarse al campo. Destacan por detalles como permanecer aún hoy día nombrando a sus caballos y yeguas con antiguos nombres de plantas o pájaros (que suelen repetir con los años y comparten también los toros), con esa austeridad utilitaria campera y sin colocar prefijos o sufijos tan de moda hoy día para darle un «apellido» de marketing o relumbrón al caballo. Miura sigue usando el número romano que le asignaban en Cría Caballar por orden a cada caballo con nombre repetido y que hoy día también asigna la oficina del Libro Genealógico que expide la documentación oficial de cada caballo; el que les toca. La aceptación es parte del aprendizaje vital y de la creación personal de la casa Miura.

Miura es una falta absoluta de ego y una dedicación absoluta al hecho nuclear de ser criador, el entendimiento íntegro del animal y de la naturaleza, la interacción diaria con estos elementos; ganaderos que son jinetes en todas las generaciones desde el principio hasta hoy, la cría, conservación y mejora de unos tipos antiguos, unas formas tradicionales y una raíz cultural. Es una de las lecciones sin palabras más sólidas que uno puede encontrar en las ganaderías de nuestro viejo país ganadero. Esa sencillez les confiere esa solidez, esa falta de personalismo o ego, esa naturalidad y entidad únicas. Esa constancia en el tiempo, dedicación diaria a percibir y escuchar a los animales y al campo, a las estaciones, a los nacimientos y muertes, les aporta una sabiduría serena. Ellos han mantenido con un gran sentido auto-asumido de la responsabilidad admirable el caudal genético, la cultura andaluza del caballo, los tipos originales de la antigua raza andaluza y el actual caballo de «pura raza española» derivado de la reconstrucción y mejora de esta. Y todo en la misma familia, que comenzó en 1842 con la ilusión de un hombre que fabricaba y vendía sombreros en Sevilla, unido a su hijo, que un día sintió esa afición imparable por la ganadería y el campo, dándole su apoyo y participando con él en su nueva actividad. Y cada día, hasta el de hoy, ciento setenta y cinco años después, sus descendientes en sexta generación aún siguen criando –y esto es importante–, montando cada día, estos peculiares caballos de Miura, auténticos pilares de lo que hoy conocemos como el caballo de Pura Raza Español, como protagonistas de su mejora y recuperación.

A principios del siglo XX, cuando se instituyó su primer libro registro o «Studbook» como raza moderna que es en la actualidad, y a lo largo de toda esta andadura, sus descendientes han llegado a lo más alto de la hípica deportiva internacional, tanto en España como en Portugal, como leeremos más adelante. También intentaré llevar a los lectores a esa historia vecina que va de reata con los caballos de Miura, y que es la propia historia del caballo Pura Raza Español tal y como lo conocemos hoy. Esa historia tiene muchísimo que contar, aunque poco se haya contado, sobre todo desde mediados del siglo XIX hasta hoy, a pesar de que la gran mayoría de autores han centrado sus raíces en la época del Imperio español de los Austrias, pasando casi de puntillas por los hechos que acontecieron en época más reciente, que son de tal trascendencia e importancia que se puede hablar de una auténtica refundación del caballo español que, como está documentado, había entrado en una casi total dinámica de extinción y decadencia a principios del siglo XIX como consecuencia de la crisis de la cría caballar, los cruzamientos en caballería con caballos normandos y otros de tipología antagónica a nuestro caballo y la Guerra de la Independencia contra la Francia napoleónica. La creación de la Yeguada Militar de Córdoba en Hornachuelos en 1893, a poca distancia geográfica de las fincas de Miura (Lora del Río) y otros ganaderos de la época, y la implicación de la familia Miura en la primera comisión del «Studbook» que pretendía recuperar el caballo de «pura raza española», así como su relación con los dirigentes de la Yeguada Militar y el organismo de Cría Caballar (dependiente del Ministerio de la Guerra en su inicio), derivaron en unos acontecimientos que hasta ahora han permanecido ocultos y son de capital importancia en la historia de nuestro caballo y en los que Miura ha sido uno de los protagonistas por varias razones. Ya se sabe que en España algunas veces se tiende –como indica ese refrán castellano de «…Unos llevan la fama y otros cardan la lana…»– a no reconocer la importancia de los logros y el trabajo de determinadas personas que han trabajado en primera línea del frente, siendo héroes en las parcelas a las que dedicaron su vida.

Aquí también se hablará además de los caballos que crió la familia Miura, de algunas personas a las que el caballo español les debe muchísimo, como a los miembros de la comisión a los que en 1905 Cría Caballar encargó la adquisición de ejemplares para mejorar nuestros caballos, destacando entre ellos el capitán Luis Azpeitia de Moros, quien nos dejó escrita la mejor crónica de la aventura hipológica en la que se embarcaron, afrontando peligros y aventuras, y en la que cumplieron la misión encomendada, y aunque su obra es bien conocida y reconocida por los amantes a nivel mundial del Pura Raza Árabe (en especial las líneas «Pure Spanish» criadas en España y que fueron exportadas a Estados Unidos alcanzando relevancia global), es ignorada en el ámbito del Pura Raza Español. Como más adelante leeremos, tenemos con ellos una gran deuda todos los amantes de este caballo único, símbolo de España y de nobleza, inteligencia, belleza y facilidad sin igual en el mundo.

Vamos a entrar en un viaje en el tiempo donde conoceremos a caballos y personas sorprendentes, antiguos sementales de finales del XIX como «Voluntario», «Contador» o «Gallinero», fundadores de la Yeguada Militar, ganaderos apasionados del caballo y expertos jinetes como Antonio Miura Hontoria, que en los años 20, junto con su hermano José, dejaron constancia de su implicación en la cría caballar y en la cultura ecuestre andaluza de la que fueron difusores y embajadores. Hablaremos de uno de los padres de la raza, envuelto en misterio, el miura «Bilbaíno» de 1922, del que salen todos los Yeguada Militar modernos que produjeron todos los caballos de Pura Raza Español que posicionaron a nuestro caballo en el panorama del deporte de alto nivel internacional, abriendo una importante perspectiva de selección y mercado. O jacas como «Madreña», que se midió a los mejores caballos importados en concursos hípicos internacionales de principios del siglo XX, o a caballos padres tan relevantes hoy día como «Vinatero III», o la saga de los «Panaderos», uno de ellos padre de «Invasor II», medallista olímpico y mundial y hasta la fecha el caballo ibérico que más alto ha llegado en doma clásica. O a yeguas montadas que encarnan la filosofía de la casa Miura como «Destinada XX» o «Farolera XXIII».

Bienvenidos a este libro; pueden sentirse orgullosos de compartir la historia de uno de los tesoros que contiene España: el caballo español y nuestro legado hipológico. Y nada mejor que la historia de Miura para comprenderlo, sentirlo y vivirlo. ¡Que lo disfruten, señoras y señores!



«El caballo buena sangre es el mejor de todos, sea o no sea lo que la generalidad llama pura sangre y pura raza. Pienso así porque buena sangre implica fondo, acción, y esto ha sido y será siempre lo principal, lo esencial en el caballo».

COL. EUSEBIO MOLINA SERRANO, Veterinario militar,

Director de La Gaceta de Medicina Veterinaria, 1899

El caballo de miura

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