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El mundo de las transacciones y la Microeconomía

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Cada uno de nosotros realiza permanentemente transacciones, muchas veces sin percatarnos de ello. Sería fácil hacer el seguimiento de aquellas que cualquier persona realiza durante una jornada normal: encender la luz, utilizar el baño, calentar algo en la estufa, utilizar ropa, desayunar, realizar labores de aseo en la vivienda, movilizarse hacia la universidad, asistir a una clase, tomar un tinto, utilizar el celular, comprar un cuaderno, etc. Cada una de esas actividades implica la realización de al menos una transacción: el uso de energía eléctrica, de una cantidad de agua o de gas; el vestuario, el café que tomamos al desayuno, el uso de una escoba; el tiquete de bus o de metro, etc. Aunque a veces no seamos conscientes de ello, pues en todos los casos no hay que realizar el pago inmediatamente, cada una de esas actividades implica la realización de alguna transacción, es decir, se requiere el intercambio de un bien o servicio por una cantidad de dinero.

En cada transacción intervienen dos partes: comprador y vendedor. Se transan bienes y servicios, se transan derechos de propiedad, se transan papeles representativos de esos derechos, inclusive se transan papeles representativos de otros papeles que, a su vez, son un derecho de propiedad sobre bienes o servicios. El comprador –a quien denominaremos consumidor– busca bienestar por medio de las transacciones que realiza; la empresa, por su parte, busca obtener beneficios monetarios para sus propietarios, mediante la realización de transacciones, es decir, en la venta de bienes y servicios.

La teoría microeconómica se ocupa, principalmente, de explicar la conducta de los denominados agentes económicos en el mundo de las transacciones, con base en la idea de que la racionalidad orienta sus conductas. Ante todo, hay que entender que nadie acepta voluntariamente participar en una transacción si no es porque cree obtener de ella un beneficio. Un acto tan elemental como comprar un café o un jugo en alguna de las cafeterías de la universidad es como una célula de un tejido social muy complejo y de dimensiones cada vez más amplias: el comprador considera que es mejor tener el café que tener el dinero que paga por él, y el vendedor considera preferible tener el dinero a conservar el café. El primero es, para la teoría microeconómica, un consumidor; mientras que el segundo, el vendedor, es denominado habitualmente como la empresa o el productor. Claramente, las motivaciones de ambos agentes son diferentes: el consumidor busca satisfacer una necesidad, y el productor participa en el mercado en busca de beneficios monetarios.

De hecho, si la transacción se realiza, podemos afirmar que ambas partes se benefician: el consumidor obtiene un producto o servicio que le brinda algún bienestar, es decir, considera que obtiene de ese bien o servicio mayor bienestar que conservando para sí el dinero que ha entregado; la empresa –el vendedor– prefiere tener la cantidad de dinero y no el producto. El productor hace la transacción impulsado por el deseo de obtener un precio, es decir, una suma de dinero, que le permita cubrir los gastos en que ha incurrido (personal, local, energía, agua, vasos, azúcar, etc.) y obtener, adicionalmente, una ganancia tan alta como le sea posible.

Pero ahí no termina el asunto. Cada transacción abre el camino para otras transacciones: el vendedor podrá emplear parte del dinero obtenido para satisfacer sus propias necesidades y las de su familia, y tal vez, invertir alguna parte en la ampliación de su negocio. Por su parte, el consumidor habrá tenido que trabajar para obtener el dinero con el cual realizó las compras, o lo habrá obtenido por las ganancias de algún negocio. En cualquier caso, las transacciones no tienen término: las necesidades se satisfacen y luego vuelven a aparecer, o aparecen otras. Las necesidades de los seres humanos son inagotables.

La realización de cada transacción requiere el “encuentro” de un productor y un consumidor. Pero este encuentro no implica necesariamente la presencia física de las dos personas en el mismo sitio, pues existen muchas formas de realizar transacciones. Cuando se compra, por ejemplo, una película a través de internet, el comprador puede estar en Medellín y el vendedor en Inglaterra. Lo importante es que exista una forma de hacer esa transacción. Por tal razón, todas las transacciones se realizan empleando dinero como el medio para hacer el intercambio; e incluso, cuando no es así, las transacciones se cuantifican en dinero y una de las partes adquiere el derecho a cobrar en cierto período de tiempo esas obligaciones en dinero.

Microeconomía básica

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