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ОглавлениеCapítulo 1
La sangre de tu hermano reclama justicia
No nos cansemos de predicar el amor. Sí, ésta es la fuerza que vencerá al mundo. No nos cansemos de predicar el amor, aunque veamos que olas de violencia vienen a inundar el fuego del amor cristiano. Tiene que vencer el amor. Es lo único que puede vencer.
— Monseñor Óscar A. Romero3
La sangre de tu hermano reclama justicia
Génesis 4.1–10
Presentación general del tema
En la introducción del relato bíblico del diluvio, su redactor afirma que la tierra estaba llena de violencia (Gn 6.11). Esta aseveración pareciera ser el clímax de la narración de los orígenes de la humanidad —con varios acontecimientos violentos— y la justificación del porqué el Señor decide enviar el gran diluvio:
Al ver Dios tanta corrupción en la tierra, y tanta perversión en la gente, le dijo a Noé: He decidido acabar con toda la gente […]
(Gn 6.12–13).
En los relatos del Génesis, según dicen los especialistas, encontramos algo más que simples historias de hechos aislados que sucedieron en el seno de la primera familia humana. Es más que eso, el Génesis nos ofrece una interpretación teológica, procedente de varios autores, sobre “los orígenes y el sentido de la creación y la historia”. En ellos se narra “el origen de la vida y la muerte, de la violencia y el amor, de la fidelidad y la traición”. Así, “lo real narrado no siempre es el hecho en sí, sino más bien su significación y relevancia para la fe […]”4.
El Génesis es, ante todo, una narración con sentido antropológico que nos remonta, según J. Severino Croatto, “a los orígenes”, para “buscar el sentido, orientarnos, explorar posibilidades, poner en juego a la divinidad, conectarse con el absoluto”. Cada relato está configurado “para decir algo sobre el presente, no sobre el pasado”5. En cada relato hay símbolos que guardan grandes verdades.
Y al hablar acerca de la violencia, sí que nos resultan iluminadores los relatos del primer libro del Antiguo Testamento. Para nosotros, como cristianos y cristianas, no es suficiente considerar la violencia desde el ámbito social, político, cultural o jurídico, sino “en conexión con el pecado fundamental de la humanidad, tal como se describe” en el Génesis. Es desde este punto de vista como podemos abordar “la conexión estructural entre violencia y la competencia entre los seres humanos, la manipulación recíproca, el dominio de los seres humanos por otros, la desconfianza mutua, la religiosidad autojustificadora, etcétera”. En el fondo de la violencia nos encontramos con las pretensiones humanas autojustificadoras, egoístas y autodestructivas.
En esta ocasión, la meditación bíblica se detendrá en una de las narraciones del Génesis (4.1–10), la que presenta el conflicto entre Caín y Abel y el posterior asesinato del primero a manos de su hermano. Esta procura ser una meditación cristiana que se pregunta por las raíces de la violencia, sus manifestaciones y sus consecuencias en el mundo actual. Sobre todo, se pregunta por el papel de las comunidades cristianas (iglesias, instituciones, organizaciones de servicio y otras más) en la promoción de la paz.
Invitación al silencio y la oración
(Juan Abelardo Schvindt)
Señor, nuestro Dios:
Guárdanos en este día,
Presérvanos en Tu amor.
Hoy queremos encomendarte los dolores de tantos pueblos agobiados:
Por un cansancio impuesto
Por un presente que los doblega
Por una fatiga que no cesa
Pero si así fuera, no habría salidas:
Habrías venido en vano
Y nuestra fe no tendría consistencia alguna
Por ello queremos darte gracias, además, por las señales de esperanza que continúas despertando:
En la resistencia de quienes promueven la dignidad de las personas
En las sonrisas —en medio de tantas lágrimas— aún posibles
En la ternura que aún sueña y camina tras otro mundo posible:
Lejos de la soberbia de los mesiánicos,
de los que han olvidado la medida de humanidad con que hemos sido bendecidos.
Señor, nuestro Dios:
Guárdanos en este día,
Presérvanos en Tu amor.
Gracias por esta comunión de hombres y mujeres
Que no renuncian a la visión de tu Reino
Ni a la comprometida solidaridad que se inspira en tu voluntad:
Y que se continúa revelando en la justicia,
aunque parezca una quimera
Y se anuncia en la paz,
aunque parezca inalcanzable
y se vive en una renovada esperanza,
aun en medio de tanta desesperanza.
Pero nosotros sabemos:
Lo que nos ocurre no puede ser el fin,
porque confiamos en Tu promesa
y no nos abandonas a pesar de nuestras infidelidades
Por ello pedimos, Señor nuestro Dios:
Guárdanos en este día
Presérvanos en Tu amor
En Ti confiamos
No seremos defraudados. Amén.
Encuentro con la Palabra
Lectura del texto bíblico
Génesis 4.1–10 (Nueva Versión Internacional, nvi)
1El hombre se unió a su mujer Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: «¡Con la ayuda del Señor, he tenido un hijo varón!»
2Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a trabajar la tierra.
3Tiempo después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra.
4Abel también presentó al Señor lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda.
5Pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo.
6Entonces el Señor le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo?
7Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo».
8Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.
9El Señor le preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel? —No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?
10—¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia.
Momento de silencio
…
Segunda lectura del texto bíblico
Génesis 4.1–10 (Biblia de Jerusalén, 1986)
1El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: “He procreado un varón, con la ayuda del Señor”.
2Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín, Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor.
3Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo,
4mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda,
5pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza.
6El Señor le dijo: “¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja?
7Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo”.
8Caín dijo a su hermano Abel: “Vamos afuera”. Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató.
9Entonces el Señor preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?”. “No lo sé”, respondió Caín. “¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?”.
10Pero el Señor le replicó: “¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo.
Observaciones generales:
• ¿Qué palabras o expresiones me han impresionado más al leer estos textos?
El texto en su contexto6
* En el capítulo anterior se narra el pecado de Adán y Eva y la consecuente expulsión de ambos del huerto del Edén. Aquel es un capítulo en el que la falta se comete contra Dios. Ahora, el capítulo 4, muestra las faltas hacia los seres humanos; describe la violencia fratricida.
* Caín significa herrero o lanza, palabras estas asociadas a la labranza, pero también a la guerra. Abel, por su parte, significa soplo, nada, algo sin consistencia. Caín representa la cultura sedentaria y Abel la cultura seminómada.
* El Señor recibió con agrado la ofrenda de Abel; no así la de Caín. El texto no menciona razón alguna de esta preferencia, sencillamente porque no la hay. Así es la vida: “unos parecen recibir favores y otros desgracias”7. Claro, hay muchos comentaristas que optan por dar alguna explicación del porqué de esa preferencia.
* El Señor, al ver el enojo de Caín, le dice: si hicieras lo bueno (4.7). Esta es una expresión que puede significar que Caín obró mal (pasado) o que podría obrar mal (si toma venganza hacia Abel).
* El pecado se representa en el texto como una fiera lista para atraparte. Una fiera que ataca traicionera, pero a la cual es posible dominar: No obstante, tú puedes dominarlo (4.7). El origen de la violencia parece situarse aquí en la frustración de Caín al sentir que Dios lo rechaza.
* Caín no discute con Dios. En lugar de eso, invita a Abel al campo y allí lo mata. Las razones de la violencia que se desprenden del texto “es la envidia, el querer ser el otro, el desear el destino del prójimo y no aceptar el propio”8.
* El relato continúa con el interrogatorio —literaria y teológicamente extraordinario— del Señor hacia Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? (Gn 4.9) y ¿Qué has hecho? (Gn 4.10). Dios pregunta consternado al ver cómo el ser humano ha destruido la vida de su hermano. El actor violento es un ser del que ya se había dicho que había nacido gracias al favor del Señor (Gn 4.1). Su ofrenda fue rechazada, pero no su vida.
El sentido del texto para nosotros hoy
En este paso buscamos descubrir el testimonio de fe que se desprende de los textos leídos. Para ello, nos preguntamos:
1 ¿De qué manera este texto del Génesis nos ayuda a comprender los mecanismos de la violencia en la sociedad y en la familia?
2 ¿Se podrían señalar algunas intuiciones teológicas y antropológicas acerca de la violencia que nos ayuden a comprenderla mejor y a reconocer sus causas más profundas?
3 ¿Observamos en este texto algo más que contribuya a la reflexión sobre la violencia y el trabajo de las comunidades cristianas en favor de la construcción de una cultura de paz?
Complementos pastorales para la reflexión
¿Rivalidad mimética o pretensión autojustificadora?
Uno de los mayores aportes del libro del Génesis es ofrecer una propuesta teológica-antropológica para vislumbrar las raíces de muchos males (pecados), para, desde allí, comprender las respuestas trasformadoras de Dios. El evangelio de Jesús es la respuesta de Dios al problema de la violencia cuyo origen está señalado en el Génesis. En este sentido entendemos el anuncio paulino de Jesús como el nuevo Adán: