Читать книгу El coronel Puigdengolas y la batalla de Badajoz (agosto de 1936) - Héctor Alonso García - Страница 7
1. INTRODUCCIÓN
Оглавление“Hay más trabajo en interpretar las interpretaciones que en interpretar las cosas, y más libros sobre los libros que sobre otro tema: no hacemos más que entreglosarnos”. “Todo hormiguea de comentarios; de autores, hay gran carestía”.
Michel de Montaigne (1533-1592)
Sobre la guerra civil se han vertido ríos de tinta desde el momento mismo en que se inició y, todavía hoy, una buena parte de los títulos que sobre Historia se publican en nuestro país tratan sobre los aspectos militares, políticos o sociales que envolvieron aquel episodio tan trágico de nuestra historia reciente. Este interés se justifica de diferentes maneras, según las personas. Para algunos porque el período de la ii república y la guerra civil de 1936-1939 sigue siendo el referente más directo que explica nuestra España actual, aspecto este controvertido pues para otros, en realidad, lo es la transición a la democracia. Para muchos otros, el interés viene dado por ser éste el último episodio de crueldad mutua vivida por nuestros antepasados y por ello se intenta dar respuesta a la pregunta ¿por qué se llegó a aquello? Para otros tantos, especialmente los más jóvenes españoles, la guerra civil fue simplemente la guerra de nuestros abuelos y con el tiempo se van desfigurando sus causas e incluso lo que nos acerca a ella, como ya ha sucedido con la guerra de cuba entre las personas de mi generación a la que vemos como algo lejano y ajeno.
Para la generación que la vivió, sin embargo, hubo un antes y un después de la guerra pues, para muchos, sus vidas quedaron marcadas según el papel que les tocó vivir en el conflicto. una parte de los que formaban parte de las organizaciones del Frente Popular quedaron estigmatizados y algunos de ellos sufrieron una represión por parte de los vencedores que ha marcado políticamente en parte a las siguientes generaciones. Por otra parte, si bien es cierto que los sublevados fueron los vencedores de manera indiscutible y absoluta de la guerra, también lo es que perdieron la paz, según una expresión ampliamente repetida. Pese a su casi aplastante victoria militar, con el trascurso del tiempo, muchos somos los que opinamos que perdieron la batalla de la propaganda.
De los muchos episodios que tuvieron lugar en nuestra pasada guerra civil de 1936-1939 uno de los primeros y a los que la historiografía ha dado más importancia fue el asalto a la ciudad de Badajoz por las tropas que se habían rebelado contra el Gobierno del Frente Popular que tuvo lugar el 14 de agosto de 1936. Éste, que fue el primero que se hizo de una población verdaderamente importante, destacó por su dureza según la prensa de la época, pero sin embargo fue la posterior represión que llevaron a cabo los sublevados la que trasmitida por los medios periodísticos españoles y extranjeros generó un mayor impacto y escandalizó a buena parte de la opinión pública mundial, sensibilizada porque lo que sucedía en España se presentó como un episodio más del enfrentamiento entre grandes ideologías. desde entonces, el tema de Badajoz ha sido recurrente e inevitablemente presente en casi cualquier libro que tratase sobre ese conflicto. Muchos de éstos, pese a venir respaldados a menudo por autores que han alcanzado gran prestigio, han repetido la misma versión gestada en 1936 por la prensa-propaganda sin aportar nada y han sido considerados como científicamente correctos por una cuestión de autoridad. Parte de la culpa de que esto fuese así la tuvo el que por un lado, durante el franquismo algunos historiadores tuvieron problemas para acceder a determinados archivos pero también al desinterés manifestado por casi todos los historiadores en investigar lo sucedido realmente, una vez superada dicha etapa. En este mismo sentido, esos historiadores por lo general no se preocuparon lo más mínimo en recoger testimonios de los protagonistas aún vivos, sobre todo de aquellos que tuvieron cargos importantes y de responsabilidad para lo que no hacía falta consultar ningún archivo.
Por todo ello, cuando se profundizaba en un aspecto concreto de lo sucedido en Badajoz y echábamos mano a la bibliografía existente nos dábamos cuenta de que eran numerosas las lagunas, de que la bibliografía era bastante escasa y repetitiva y de que la existente necesitaba una profunda revisión ya que fue escrita en muchos casos a la ligera, con evidentes contradicciones según los autores. otro gran problema es que algunos trabajos no eran aceptables desde el punto de vista metodológico por no cumplir los fundamentos exigibles en todo trabajo de ciencias sociales. Se ha afirmado mucho y las más de las veces sin apoyar estas afirmaciones en fuentes depuradas sino en prensa de guerra, básicamente propagandística, meras suposiciones o cálculos malabarísticos a los que dependiendo de la ideología de cada autor se han aferrado los historiadores posteriores convirtiendo la discusión histórica en un conflicto más político que científico.
No ha sido hasta hace muy pocos años cuando han surgido nuevos títulos que han renovado los análisis, gracias también en parte a la visión cada vez más imparcial de los historiadores. tal y como digo, la triste situación en que se había encontrado la investigación de lo sucedido en Badajoz ha cambiado sólo muy recientemente cuando han sido publicados laudables trabajos en los que se aportaban datos provenientes de archivos y testimonios que han permitido ir perfilando «grosso modo» la verdad histórica y dar cifras aproximadas, pese a lo cual, todavía quedan algunos puntos oscuros.
Aquellos que piensan que setenta años después de que se iniciase el conflicto que marcó a la generación de nuestros padres o abuelos, ya sabemos todo lo que pasó porque está todo investigado se equivocan. Para el caso de Badajoz, sólo hasta los más recientes trabajos no se ha llegado a profundizar a un nivel de detalle pormenorizado, lo que ha reabierto el debate no sobre la charlatanería y las afirmaciones inconsistentes sino sobre investigaciones realizadas de manera verdaderamente científica.
La guerra civil desata, todavía hoy, aunque afortunadamente cada vez en menos gente, acalorados debates sobre cuestiones secundarias. He intentado por ello centrarme en este trabajo en los contenidos científicamente demostrados dejando de lado las valoraciones personales y lo opinable. Además he pretendido mantener la asepsia ideológica y la equidistancia pese a que seguro seré incomprendido por aquellos que consideran que sobre esta cuestión hay que posicionarse política, ideológica o históricamente, aunque insisto en que he preferido mantener estas cuestiones al margen y limitarme a explicar cómo sucedieron las cosas y por qué, interpretándolas en la medida de lo posible, dejando los puntos de vista como una cuestión personal y por ello sólo del interés de cada uno.
Tras la presentación de mi trabajo de investigación –antigua tesina– en la que presenté los inéditos Manuscritos del coronel Puigdengolas, y la reciente publicación de algunos trabajos en los que se ha ido asentando nuestro conocimiento de lo sucedido en Badajoz, se me planteó el casi absoluto desconocimiento que teníamos del coronel Puigdengolas, responsable máximo republicano de la defensa de la ciudad frente a las tropas de Yagüe. dicha ignorancia se me manifestó en las lagunas sobre el personaje presentes en la historiografía y en los datos publicados que algunas personas planteaban en diversos medios en los que se mezclaban datos ciertos ya conocidos con otros inexactos o erróneos e interrogantes sin responder, en general respuestas que eran a veces suplidas con especulaciones y afirmaciones llenas cuanto menos de imaginación y escasas de datos y de investigación. Los ejemplos son abundantes y alguno de ello muy reciente y especialmente desencaminado como son las afirmaciones vertidas especulativamente por algún aficionado badajocense a la historia local en un trabajo publicado por él mismo pretendiendo apropiarse de una parte de mis fuentes y además, lo que es peor, malinterpretándolas para sostener su propio punto de vista.1
El coronel Puigdengolas no era un personaje conocido por el gran público por lo que sólo algunos especialistas en la guerra civil tenían alguna referencia sobre él. Esto es debido a su temprana muerte, al principio de la guerra, y al interés de determinadas personas en desacreditarle como militar, interés gestado durante el mismo conflicto por la prensa-propaganda nacionalista. Víctima de esta manipulación del personaje fue también el conocido escritor Lorenzo Silva quien no hace mucho lo incluyó como personaje en una mezcla de realidad y fantasía en su novela Carta blanca, tratándolo de manera injusta y desinformada, como veremos, aunque en este caso por desconocimiento y no ya por oscuros intereses.
No es mi objetivo en este trabajo explicar las causas ni las circunstancias de la fase inicial de la guerra, ni hacer un resumen de la literatura publicada al respecto ya que ésta es prácticamente inabarcable por su inmensidad pero me ha sido prácticamente ineludible detallar determinados de estos aspectos porque facilitaban la comprensión de los hechos en que se centra este trabajo. En el mismo sentido quiero pedir disculpas al lector por algunas citas textuales demasiado extensas que pueden resultar excesivas pero en mi opinión haberlas seccionado podría haber deformado el sentido del testimonio y no he querido correr ese riesgo. Son numerosos los ejemplos que he encontrado en la historiografía en que se citaba sólo determinadas frases de un discurso con lo que se descontextualizaban y se cambiaba totalmente su significado, y lo peor es que, a veces, esto lo hacía el historiador de manera intencionada. Por ello he sido especialmente cuidadoso en mantener los párrafos en su integridad y sólo recortarlos de lo realmente prescindible y siempre que no cambiase el sentido de lo que se había querido genuinamente transmitir por su autor.
El coronel ildefonso Puigdengolas Ponce de León fue un hombre de profundas convicciones políticas conocido especialmente para la posteridad por ser el defensor de Badajoz frente a las tropas de Yagüe pero también por asegurar las ciudades de Alcalá de Henares y Guadalajara para el Gobierno madrileño en los primeros días tras la sublevación del 17 de julio. El objetivo de este trabajo ha sido profundizar en su biografía y muy especialmente en su actuación militar, especialmente en Badajoz, centro de interés para polémicas históricas. Para llevar a cabo este propósito ha sido necesaria una completa investigación en la que he analizado documentación inédita que conservaba la familia Puigdengolas además de otra mucha conservada en los archivos y hemerotecas españoles. Entre los documentos inéditos destacan, sobre todo, unos Manuscritos de ildefonso Puigdengolas en las que dejó numerosos detalles de lo sucedido en Badajoz durante su estancia allí. El valor de estas fuentes es incuestionable, pues el coronel vivió en primera persona los sucesos y preparativos de la defensa de la ciudad. dichos documentos desvelan algunos datos inéditos que hasta ahora han permanecidos poco claros para los historiadores o que habían sido erróneamente interpretados.2 Los Manuscritos describen lo que sucedió en Badajoz desde el 25 de julio hasta el 14 de agosto, o sea, desde la llegada de Puigdengolas a Badajoz hasta el día en que las tropas de Yagüe tomaron la ciudad y el coronel se refugió en Portugal, tras cruzar la frontera.
No sabemos cuándo exactamente fueron escritos puesto que no van fechados pero por los datos que la familia me aportó se desprende que el coronel los escribió en Portugal y lo hizo para enviárselos a su cuñado José Luis Martínez, miembro del PSoE y persona de confianza íntima del propio Puigdengolas. como en su momento veremos, en una carta que le envió a éste desde caxias (Portugal) el 14 de septiembre de 1936, le comunicó que le escribiría contándole todo lo sucedido en Badajoz por lo que, seguramente poco después de esta fecha empezó a escribirlos. cuando Puigdengolas regresó a España –lo que hizo el 13 de octubre– ya debía habérselas hecho llegar a su cuñado mediante algún mensajero «seguro», eludiendo el control al que era sometido, como luego veremos.
Tras la muerte del coronel, José Luis Martínez entregó los Manuscritos a su viuda –Ángeles Martínez Ponce de León–, quien los guardó y los entregó a su hijo quien los transmitió a sus descendientes que los conservan en la actualidad.3 todos los Manuscritos estaban guardados en un portafolios de eskay marrón donde la familia recuerda que permanecieron durante «toda la vida» junto a algunas pocas fotografías y otros papeles personales del coronel Puigdengolas. Actualmente todos los documentos que fueron del coronel se encuentran divididos entre sus bisnietos a los que tengo que agradecer que me permitiesen utilizarlos sin limitaciones poniendo todo de su parte para facilitar mi labor.
Es destacable que de los Manuscritos originales falte la hoja de las páginas 61-62 que formarían parte de un capítulo que debió llamarse «La Guardia civil». dicha hoja falta porque fue destruida por Ángeles Martínez, viuda del coronel, temerosa en la posguerra de algún registro de la propia Guardia civil. un nieto del coronel recuerda, ya que las conoció, que en esas páginas el coronel arremetía de manera especialmente dura contra la Benemérita por su actitud desleal contra la república. Es de reseñar también que otro nieto del coronel hizo una trascripción a máquina de los Manuscritos en la cual donde deberían estar las páginas 61-62 escribió: «Falta la pág. 18 (en la trascripción escrita a máquina correspondía con la página 18). En esta página el abuelo relataba la actuación y comportamiento de la Gloriosa Benemérita en la contienda (salían corriendo). Por lo visto su opinión sobre los hijos de Torquemada era tan buena que la Lela (mote con que llamaban a Ángeles Puigdengolas, viuda del coronel) en plena época de represión franquista, temiendo algún registro, no tuvo más remedio que destruirla».
Además de los citados Manuscritos, son muy destacables cuatro cartas manuscritas por el coronel de las cuales dos corresponden a la estancia de Puigdengolas en Portugal y otras dos al breve período de su estancia en España que va desde su regreso de Portugal el 13 de octubre de 1936 hasta el 31 de ese mes en que murió. Las cartas enviadas desde Portugal tienen fecha de 14 y 25 de septiembre y las enviadas desde Madrid de 21 y 23 de octubre.4 A los datos aportados por los Manuscritos y otros documentos del coronel Puigdengolas hay que sumar los procedentes de las entrevistas mantenidas con la familia Puigdengolas. también han sido especialmente útiles los datos, aclaraciones y las aportaciones documentales de Salvador, uno de los bisnietos del coronel, dado el enorme interés mostrado por la figura de su bisabuelo.
¿Por qué escribir estos Manuscritos? A mi juicio, existen varias cuestiones a tener en cuenta. Por una parte, es de destacar que fueron escritos en forma autoexculpatoria porque Puigdengolas quiso dejar constancia documental (tal como trasmite en la carta del 14 de septiembre de 1936 a su cuñado José Luis Martínez) de que entre las causas que habían permitido la caída de Badajoz en manos de los sublevados ninguna podía ser atribuida a su falta de capacidad, aptitud, talento o competencia. Puigdengolas sabía que era el máximo responsable de la defensa de Badajoz y ya había recibido anteriormente algunas críticas por la manera en que dirigió la operación para la toma de Guadalajara a la que me volveré a referir con más detalle más adelante. Es evidente que, consciente de las críticas recibidas después de la operación de Guadalajara y tras la pérdida de Badajoz, algunos aprovechasen para culparle de ello, le atacasen personalmente e intentasen desacreditarle. En ese sentido, comprobaremos las acusaciones que se le hicieron de haber huido cobardemente de la ciudad. no ajeno a las críticas y a que se cuestionase su actuación, es lógico que el coronel Puigdengolas hubiese sentido la necesidad de explicarle a su cuñado, un familiar muy cercano y persona de confianza, todo lo que sucedió en Badajoz en el período en el que él había sido el comandante Militar. El coronel escribió por lo tanto estos Manuscritos por su propio interés, no atendiendo a ninguna exigencia, sólo para explicarle a su cuñado lo sucedido y para que fuera el guardián de sus impresiones, muy posiblemente porque sabía que su muerte podía producirse en cualquier momento y así perderse el testimonio de quien había sido actor principal de unos hechos de extraordinaria importancia. En este sentido es destacable la respuesta que Puigdengolas le dio a su cuñado quien al reencontrarse con él en Madrid le preguntó que por qué había regresado de Portugal para luchar en España pudiéndose haber marchado a otro país como tantos otros hicieron. Puigdengolas, sumido en el pesimismo más absoluto, le contestó fríamente: «he vuelto para morir». Efectivamente así fue y, al poco, Puigdengolas moriría en unas circunstancias que han estado envueltas hasta ahora en el mayor oscurantismo.
Los Manuscritos fueron documentos de carácter absolutamente privado, escritos «per motu propio» y enviados a su cuñado, redactados en simples cuartillas y no sobre ningún tipo de papel oficial –con membretes oficiales– y por supuesto, de su puño y letra, no a máquina. Por otra parte, en las hojas no se apunta a ningún destinatario en concreto debido a que en caso de ser interceptadas por la policía portuguesa, ésta no debía conocer el destinatario y tampoco van firmadas.
Sabemos que hubo una entrevista entre el Gobierno presidido por Giral y Puigdengolas tras su regreso a España el 13 de octubre, en la que se le pidieron explicaciones y que informase sobre cuáles habían sido, como máximo responsable militar de la defensa de Badajoz, las causas de la pérdida de la ciudad con la finalidad de depurar responsabilidades. Puigdengolas fue exhimido de toda culpa y de hecho se le volvió a encomendar puestos de vital importancia para la seguridad del Gobierno de la república. Su actuación había sido la correcta, a juicio de sus superiores. En el mismo sentido, un nieto del coronel, me relató una anécdota que vendría a apoyar el concepto de militar profesional de valía que, sin duda, tenía su abuelo. Estando haciendo el servicio militar en las Milicias universitarias en el año 1964 en robledo de chavela, un capitán de Alto Estado Mayor, apellidado Villanueva que pasaba lista, al leer su apellido le preguntó: «–¿Usted tiene que ver algo con el coronel Puigdengolas?» a lo que él respondió «–Sí, era mi abuelo». Pese a la manifiesta aversión que le tenían los militares de esa época, al menos políticamente, muchos debían reconocer sus virtudes militares porque aquel le respondió «un gran militar, siéntese» cuando podía haberse simplemente mantenido callado. Seguramente ese capitán había conocido personalmente al protagonista de este trabajo. con esto creo haber dejado clara su competencia militar, reconocida en su expediente militar durante toda su carrera y avalada por los nuevos puestos de responsabilidad en primera línea de fuego a las puertas de Madrid que le fueron encomendados por el Gobierno republicano.
Los escritos de Puigdengolas, como el lector juzgará, aportan una importante cantidad de datos al estudio de las circunstancias de la caída de Badajoz frente a las tropas del Ejército nacional. Además de que, por ser los del comandante Militar de la provincia, son de una extraordinaria importancia.
1 Me refiero a Francisco Pilo y su opúsculo Ellos lo vivieron…, 3ª edición, pp. 165-166.
2 Los Manuscritos son 34 cuartillas escritas en casi todos los casos por las dos caras. Los contenidos están organizados en los siguientes apartados: «Del 25 de julio al 5 De agosto», «Día 6», «Día 7», «Días 8 al 11», «Día 12», «Día 13», «Día 14», «Badajoz», «Las fuerzas», «Los carabineros», una sección que debía llamarse «La Guardia civil”, «El cuerpo de Seguridad» y «Las Milicias». Sus contenidos no corresponden necesariamente con las fechas a que hacen referencia los epígrafes.
3 La familia Puigdengolas registró la propiedad intelectual de Los Manuscritos (V-1471.06, de 10 de noviembre de 2006).
4 También se han conservado varias notas referentes al historial militar del coronel Puigdengolas durante la república, algunos recortes de prensa, un salvoconducto, documentación personal, su cartilla Militar de identidad, nombramientos, etc. Me extrañó mucho que fuesen muy escasas las fotografías conservadas de Puigdengolas. no se ha conservado casi ninguna del coronel de joven, ni la de su boda, ninguna de su mujer cuando era soltera, etc. Esto fue así por la apresurada salida de la familia del coronel hacia Valencia al iniciarse la guerra civil y el abandono de la casa que tenían en Madrid, donde se quedaron la mayoría de objetos familiares.