Читать книгу Profecías dramáticas de Elena de White - Herbert Edgar Douglass - Страница 24
Espiritismo del tiempo del fin
ОглавлениеSigamos las predicciones acerca del tiempo del fin que realizó Elena de White sobre la base de sus visiones. Note el cuadro que describe el impacto internacional del espiritismo: “Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter sobrenatural, en prueba del poder milagroso de los demonios. Los espíritus de los demonios irán en busca de los reyes de la tierra y por todo el mundo para aprisionar a los hombres con engaños e inducirlos a que se unan a Satanás en su última lucha contra el gobierno de Dios. Mediante estos agentes, tanto los príncipes como los súbditos serán engañados. Surgirán entes que se darán por el mismo Cristo, y reclamarán los títulos y el culto que pertenecen al Redentor del mundo. Harán curaciones milagrosas y asegurarán haber recibido del cielo revelaciones contrarias al testimonio de las Sagradas Escrituras”.33
El espiritismo no será solamente una fuerza cohesiva, manipuladora y unificadora en la política del tiempo del fin. El maestro espiritista entrará personalmente en la horrenda confusión que él mismo ha patrocinado:
“El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo Satanás se hará pasar por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el advenimiento del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra, Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo deslumbrador, parecido a la descripción que del hijo de Dios da San Juan en el Apocalipsis. (Apoc. 1:13-15.) La gloria que lo rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los mortales. El grito de triunfo repercutirá por los aires: ‘¡Cristo ha venido! ¡Cristo ha venido!’ El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus discípulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y apacible, pero a la vez llena de melodía. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias del pueblo, y luego, en su fementido carecer de Cristo, asegura haber mudado el día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen el día bendecido por él. Declara que aquellos que persisten en santificar el séptimo día blasfeman su nombre porque se niegan a oír a sus ángeles, que les fueron enviados con la luz de la verdad. Es el engaño más poderoso y resulta casi irresistible [...].
“Pero el pueblo de Dios no se extraviará. Las enseñanzas del falso Cristo no están de acuerdo con las Sagradas Escrituras”.34