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¿Por qué los profesores exigen trabajos escritos en los cursos universitarios?

La expresión escrita

Al comenzar esta guía que te ofrecemos para elaborar un trabajo escrito como parte de tus estudios universitarios, puede ser oportuno y conveniente analizar, aunque brevemente, las razones por las cuales los profesores aprecian tanto esta forma de actividad formativa. La primera tiene que ver con la transcendencia misma de la expresión por medio del lenguaje escrito.

Cuando Aristóteles definió el ser humano como un animal social (Política I, 2, 1253a 2-3) necesariamente ha de haber tenido en cuenta la facultad que tenemos hombres y mujeres de comunicar nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, emociones, a través del lenguaje. Sin la comunicación lingüística sería imposible constituir una comunidad civilizada que permita la plenitud de la vida humana.

La comunicación a través del lenguaje oral es importantísima, pero ella se enriqueció enormemente cuando se inventó la expresión escrita. La escritura ha posibilitado que el conocimiento y la cultura humana puedan ser transmitidas de una generación a otra; el mensaje queda retenido en un soporte mediante signos que luego son comprendidos por un receptor que puede estar no solo lejos geográficamente del emisor sino separado por siglos y milenios. La cita que hemos hecho de Aristóteles, le ha permitido a él comunicarse con todos los que han podido leer sus obras escritas en el siglo IV a. de C.

No hay que identificar expresión escrita con libros y revistas en papel, tal como ahora los conocemos, y que pueden ser sustituidos o al menos equiparados por textos en formato electrónico o digital, posibles de acceder por medio de computadores, teléfonos o tabletas informáticas. Estos cambios ya los ha conocido la escritura. De hecho, los jeroglíficos egipcios fueron descifrados desde la piedra rosetta, es decir, estaban en soporte “roca”. Luego se escribió por largo tiempo en papiros que se enrollaban; más tarde el papiro fue sustituido por rollos de pergamino. El lector iba desenrollando el texto a medida que iba leyendo y no podía saltar de un punto a otro. Jesús cuando fue invitado a leer la Sagrada Escritura en la Sinagoga de Nazaret lo hizo desde un rollo (Lc. 4, 20). El formato del libro actual (codex o códice), compuesto de páginas que van encuadernadas y que se leen una tras otra, fue inventado en la Edad Media por los monjes que mantuvieron la cultura después de la caída del imperio romano. Surge también el papel en sustitución del pergamino. Con la aparición de la imprenta en el siglo XV, el libro adquirirá el formato y características que se han universalizado hasta la aparición ahora de los e-books o libros digitales.

Comprenderás, entonces, que lo importante no es el soporte, sino el mensaje (las ideas) que los signos lingüísticos contienen y transmiten.

La formación universitaria, en cualquier disciplina, tiene como elemento indispensable el dominio de la expresión escrita, ya sea para conocer lo que otros ya han pensado, inventado, descubierto o narrado, ya sea para comunicar el propio pensamiento de un modo estable hacia los demás miembros de la comunidad académica o hacia otros ámbitos en los que pueda ser de utilidad.

Aunque las habilidades fundamentales del uso del lenguaje oral y escrito (gramática, ortografía, sintaxis) son propias de la enseñanza básica y media, la educación universitaria, tanto de pregrado como de posgrado, requiere que su empleo sea aún más intensivo y especializado para lograr las competencias científicas y profesionales que son fin y objeto de este tipo de estudios del más alto nivel.

De todas formas, a modo de recordatorio y de actualización, puedes encontrar algunas reglas de ortografía, redacción y sintaxis en el

Anexo II.

Se conoce mejor lo que se escribe

Si te fijas bien, existe también una razón pedagógica para encargar la elaboración de trabajos escritos a los alumnos universitarios. Sucede que el esfuerzo de expresar un concepto o de explicar un fenómeno o realidad, y más aún cuando debe ponerse esa expresión en un documento escrito, favorece una mejor comprensión en el autor de aquello que intenta explicitar para que lo conozcan otros a través de la mediación de su trabajo.

En tus estudios universitarios bien pronto te darás cuenta de que uno no ha aprendido realmente lo que no es capaz de explicar a otros. Esto se aplica con mayor intensidad a lo que uno no es capaz de relatar o describir mediante el lenguaje escrito.

Obviamente, eso requiere pensar lo que se quiere decir, buscar lo que otros han escrito, revisar distintas opiniones y formular la propia. Pero esta dinámica se perfecciona a medida que se va poniendo por escrito: al escribir, advertimos que tenemos que revisar nuevamente una fuente o que lo que pensábamos que teníamos claro no lo estaba tanto, y que hay que darle una nueva vuelta, incluir un nuevo matiz, una nueva fuente, y así sucesivamente.

Todo esto lleva a concluir que si haces un buen trabajo escrito, lo que habrás aprendido será mucho y lo tendrás más firmemente adherido a tu pensamiento que la materia que simplemente recogiste en tus apuntes de las clases del profesor.

Además, al hacerlo, irás adquiriendo, casi sin proponértelo, hábitos o modos de actuar que te servirán mucho en tu vida profesional, como el rigor, la perseverancia, la disciplina, la sistematicidad, el orden y la autocrítica en el razonamiento.

Verba volant, scripta manent

Puede agregarse una última razón por la cual los profesores solemos encargar trabajos escritos a los alumnos: consiste en la fijación y permanencia de la escritura. Los antiguos decían: verba volant, scripta manent (las palabras vuelan, lo escrito permanece). En similar sentido, el refranero popular enseña que “a las palabras se las lleva el viento”.

El discurso hablado tiene su riqueza: es más directo, va acompañado de gestos que incrementan la comunicación, etc., pero tiene la debilidad de que normalmente no es reproducible para aquellos que no lo escuchan (salvo que se grabe en soportes de audio o imagen). En cambio, lo que se escribe tiene una mayor permanencia, sobre todo si el soporte es el papel. Lo escrito en papel puede durar cientos de años.

Esta alta durabilidad permite que lo escrito ofrezca el estímulo al autor de querer plasmar lo mejor posible su pensamiento, porque podrá ser leído por muchas personas, incluso no conocidas por él. En un trabajo escrito no tienes que pensar que únicamente será leído por el profesor que lo encargó. Este puede dárselo a leer a sus ayudantes, a sus colegas, puede dejarlo como ejemplo para otros alumnos que vengan en años venideros, o incluso puede considerar que debiera publicarse en un medio de difusión en papel o digital.

Por todas estas razones, casi todas las carreras universitarias, incluidas también aquellas que no dicen relación con las humanidades o las ciencias sociales (Medicina, Enfermería, Psicología, Ingeniería Civil, Administración, Ingeniería Comercial, Auditoría, etc.), contemplan de una u otra forma la elaboración por parte de los alumnos de trabajos escritos. Todas ellas necesitan formar un profesional que sea capaz en su vida laboral de ejercer destrezas de comunicación escrita, por vía de memorias, informes, minutas, evaluaciones de proyectos y otros documentos propios del ejercicio de esa determinada profesión.

Esperamos que con estas reflexiones puedas advertir que los trabajos escritos no se encargan arbitrariamente o por mera rutina, sino porque son una manera privilegiada de enseñanza y aprendizaje en los estudios universitarios. Es cierto que requieren mayor esfuerzo que otras actividades curriculares, pero, si les dedicas el tiempo necesario y sigues algunos consejos como los que te entregaremos, te darás cuenta de que el empeño habrá valido la pena. Y no solo por una mejor calificación, sino por las habilidades y conocimientos que habrás adquirido y que serán decisivos en tu vida profesional.

Manual práctico del alumno para escribir un trabajo universitario

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