Читать книгу La capital del olvido - Horacio Vazquez-Rial - Страница 10
4 Lo que contó Ledesma / 2
ОглавлениеLa gente civilizada es así: se dignifica poniendo barreras delante de las cosas a las que está deseando llegar.
F. GONZÁLEZ LEDESMA,
Las calles de nuestros padres
Empezaba a anochecer. Romeu iba por su tercer whisky, tal vez el cuarto. Ledesma había empezado a fumar. Los ceniceros rebosaban, pero el dueño de casa había dado orden de no interrumpir aquella reunión.
—Me dolió la llamada de la señora —confió Ledesma—. No en el primer momento, cuando aún no sabía de qué se trataba, sino después, cuando entendí que Betty había dado a alguien el número de su abuela, y no el mío, como último recurso en una situación difícil. Todo hubiera sido distinto si ella no hubiese intervenido, esa vieja retorcida…
—¿En qué sentido distinto? —quiso saber Romeu.
—Tal vez Jaime estuviese vivo.
—¿Dejó fuera al muchacho?
—Como si no existiera. No le interesaba. Debe de haber pensado que así se quitaba de encima un problema.
—¿Usted no pudo intervenir?
—No. Lo arregló de modo que yo no participara en la reunión, aunque viajé a Buenos Aires con ella.
—¿Con quién se reunió?
—Con Labastida. El capitán Labastida. Él era el secuestrador. El jefe. ¿Ha oído hablar de él?
—Sí. Lo peor de lo peor.
—Yo le conocí después. Hablé con él dos días después. Pero no sirvió de nada, ella había cerrado el trato y el muchacho estaba muerto.