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Acerca de los Zonei y sus atributos

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Los dioses de las estrellas son siete. Tienen siete sellos, los cuales pueden usarse uno a la vez. La aproximación a ellos se realiza a través de siete pórticos, los cuales pueden usarse uno a la vez. Poseen siete colores, siete esencias materiales, y cada uno un escalón separado en la escalera de luces. Los caldeos tenían un conocimiento imperfecto de éstos, aunque comprendían la escalera y algunas de las fórmulas. Sin embargo, no disponían de las fórmulas para atravesar los pórticos, con la excepción de una, sobre la cual está prohibido hablar.

El paso por el pórtico le brinda al sacerdote el poder y la sabiduría para utilizarla. Queda capacitado para controlar los asuntos de su vida de manera más perfecta que antes; muchos se han contentado sólo con atravesar los tres primeros pórticos y, luego, detenerse y cesar el avance, disfrutando de los beneficios que encontraron en las esferas preliminares. Pero esto es algo maligno, ya que no están equipados para repeler el ataque del exterior que provoca tal proceder, y su pueblo llorará por su seguridad, que jamás hará acto de presencia. Por lo tanto, sitúen su cara en dirección al objetivo final y esfuérzence por avanzar hacia las estrellas más lejanas, aunque ello signifique su propia muerte; porque esa muerte será un sacrificio a los dioses, para que éstos, complacidos, no olviden a su pueblo.

Entonces, los zonei y sus atributos son los siguientes:

El dios de la luna es el dios Nanna. Es el padre de los zonei y el más antiguo de los peregrinos. Luce una barba larga y porta una vara de lapislázuli en la mano; posee el secreto de las mareas de sangre. Su color es plata. Su esencia se encuentra en la plata y en el alcanfor, donde está el signo de la luna. A veces se le llama Sin. Su pórtico es el primero que deberán atravesar en los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de luces también es de color plata.

Éste es el sello que deberán grabar en su metal en el décimo tercer día de la luna en el que se encuentren trabajando, sin que haya nadie que sea testigo de sus actos. Al acabar deberán envolverlo en un cuadrado de la más fina seda y dejarlo reposar hasta el momento en que deseen utilizarlo; entonces, sólo deberán sacarlo cuando el sol se haya puesto. Ningún rayo de sol ha de posarse sobre el sello, si no quieren que quede anulado y se vean obligados a producir uno nuevo.

El número de Nanna es el treinta, y éste es su sello:

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El dios de Mercurio es Nebo. Se trata de un espíritu muy viejo con una larga barba. Es el guardián de los dioses y del conocimiento de la ciencia. Lleva una corona de cien cuernos y la túnica larga del sacerdote. Su color es el azul. Su esencia radica en aquel metal conocido como mercurio, y a veces también se le encuentra en la arena y en todas las cosas que exhibe el signo de Mercurio.

Su pórtico es el segundo que deberán atravesar en los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de luces es de color azul.

Éste es su sello, que deberán escribir en un pergamino en perfecto estado o en la ancha hoja de una palmera, sin que nadie sea testigo de su acto. Al acabar deberán envolverlo en un cuadrado de la más fina seda y dejarlo reposar hasta el momento que deseen utilizarlo; entonces, sólo deberán sacarlo cuando su luz se encuentre en el cielo. También ése es el mejor momento para fabricarlo.

El número de Nebo es el doce, y éste es su sello:

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La diosa de Venus es la más excelsa reina Inanna, llamada por los babilonios Ishtar. Es la diosa de la pasión, tanto del amor como de la guerra, dependiendo de su signo y del momento de su aparición en los cielos. Su porte es el de una dama muy hermosa acompañada de leones, y comparte una sutil naturaleza astral con el dios de la luna, Nanna. Cuando están de acuerdo, esto es, cuando sus dos planetas se encuentran situados de manera propicia en los cielos, son como dos copas de ofrendas derramadas con generosidad en los cielos que caen sobre la tierra como una lluvia del dulce vino de los dioses. Entonces surge una gran felicidad y júbilo. A veces aparece enfundada en armadura, y así es una excelente guardiana contra las maquinaciones de su hermana, la terrible reina Ereshkigal, de Kur. Con el nombre y el número de Inanna, ningún sacerdote ha de temer caminar por las máximas profundidades del mundo subterráneo, porque al ir pertrechado con su armadura es como la propia diosa. De ese modo fue como yo descendí a los horribles abismos que están con las fauces abiertas bajo la corteza de la tierra, dominando a los demonios.

De manera similar, es la diosa del amor, y le concede una prometida favorable a cualquier hombre que lo desee y que realice el sacrificio adecuado. Pero sepan que Inanna toma a los suyos para ella, y una vez elegido, ningún hombre podrá tener otra prometida.

Su color es el blanco más puro. Su manifestación se produce en el cobre y en las flores más hermosas, al igual que en las más tristes muertes del campo de batalla, que es la flor más bella de dicho lugar. Su pórtico es el tercero que deberán atravesar en los rituales que se detallan a continuación, donde su corazón querrá detenerse; pero giren su rostro hacia el sendero que conduce más allá, porque ése es su objetivo verdadero, a menos que la diosa te elija a ti. Su escalón en la escalera de las luces, construido hace mucho tiempo en Babilonia y en Ur, es blanco.

Éste es su sello, que deberán grabar en cobre cuando Venus esté exaltada en los cielos, sin ningún testigo de su acto. Al acabar deberá envolverse en la seda más pura y guardado en sitio seguro, para sacarlo únicamente, en cualquier momento, cuando surja la necesidad.

El número de Inanna es el quince, por el cual se le conoce con frecuencia en los encantamientos de la dispensación, y su sello es el siguiente:

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El dios del sol es el señor Shammash, hijo de Nanna. Ocupa un trono de oro, lleva una corona de dos cuernos, empuña un cetro en alto en su mano derecha y un disco flamígero en su vida, enviando rayos en todas direcciones. Es el dios de la luz y de la vida. Su color es el oro. Su esencia se encuentra en el oro y en todos los objetos y plantas dorados. A veces se le llama Uddu. Su pórtico es el cuarto, que deberán atravesar en los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la gran escalera de luces es de oro.

Éste es su sello, que deberán grabar en oro cuando el sol se encuentre exaltado en los cielos, estando solos en la cima de una montaña o en algún lugar próximo a los rayos, pero solos. Al acabar deberán envolverlo en un cuadrado de la más fina seda y dejarlo reposar hasta que llegue el momento en que lo necesiten.

El número de Shammash es el veinte, y éste su sello:

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El dios de Marte es el poderoso Nergal.

Tiene la cabeza de un hombre en el cuerpo de un león y porta una espada y un mayal. Es el dios de la guerra y de la suerte de las guerras. A veces se pensó que era un agente de los antiguos, ya que moró durante un tiempo en Cutha. Su color es el rojo oscuro. Su esencia se encuentra en el hierro y en todas las armas hechas para derramar la sangre de los hombres y animales. Su pórtico es el quinto que verán cuando atraviesen las zonas en los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de luces es rojo.

Éste es su sello, que deberá grabarse en una lámina de hierro o en papel bañado en sangre cuando Marte esté exaltado en los cielos. Mejor que se haga por la noche, lejos de los hábitats de hombres y animales, donde nadie pueda verlos u oírlos. Primero ha de ser envuelto en una tela gruesa, luego, en fina seda, guardándolo hasta que surja el momento en que lo necesiten. Mas han de tener cuidado en no usar este sello de forma precipitada, pues se trata de una afilada espada.

El número de Nergal es el ocho, y éste es su sello:

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El dios de Júpiter es el señor de los magos, Marduk Kurios, el del hacha de doble filo. Marduk nació de nuestro padre, Enki, para luchar contra las fuerzas de los antiguos, a las que derrotó en poderosa lucha; sometió a los ejércitos del mal y sojuzgó a la reina de los antiguos. Esa serpiente está muerta, pero sueña. El concejo de los dioses mayores le concedió a Marduk cincuenta nombres y poderes que retiene hasta hoy. Su color es el púrpura. Su esencia se halla en el estaño y en el latón. Su pórtico es el sexto con el que se encontrarán a medida que sigan los rituales que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de luces es púrpura.

Éste es su sello, que deberán grabar en una lámina de estaño o latón cuando Júpiter se encuentre fuerte en los cielos, al tiempo que reciten invocaciones especiales a Enki, nuestro señor. Deberá realizarse como los otros, envolverse en fina seda y guardarse hasta el momento de su uso. Han de saber que Marduk aparece como un poderoso guerrero con larga barba y un disco ígneo en sus manos. Porta un arco y una aljaba con flechas, y recorre los cielos manteniendo la vigilia. Cerciórense de que sólo soliciten su ayuda en las circunstancias más terribles, ya que su poderío es inmenso y su cólera peligrosa. Cuando necesiten los poderes de la estrella Júpiter, llamen a cambio a uno de los poderes apropiados que aparecen en estas páginas, y seguro acudirán.

El número de Marduk es el diez, y éste su sello:

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El dios de Saturno es Ninib, llamado Adar, el señor de los cazadores y de la fuerza. Aparece con una corona de cuernos y una larga espada, vistiendo piel de león. Es el último de los zonei ante los terribles igigi. Su color es el negro más intenso. Su esencia se encuentra en el plomo, en las ascuas consumidas del fuego y en las cosas de la muerte y de la antigüedad. Su símbolo son los cuernos del ciervo. Su pórtico es el último con el que se encontrarán durante los ritos que se detallan a continuación. Su escalón en la escalera de las luces es negro.

Éste es su sello, que deberán grabar en una lámina o cuenco de plomo, manteniéndolo bien oculto a los ojos del profano. Deberá envolverse y guardarse como todos los otros hasta que se desee hacer uso de él. Jamás deberá exponerse mientras el sol brille en el cielo, sino cuando haya caído la noche y la tierra se vea negra, porque el conocimiento de Ninib es el de las costumbres de los demonios que acechan entre las sombras en busca de un sacrificio.

Conozcan a la perfección los territorios de los antiguos, las prácticas de sus adoradores y el emplazamiento de los pórticos. Su reino es el de la noche del tiempo.

Su número es el cuatro, como las estaciones de la Tierra, y su sello es el siguiente:

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