Читать книгу El proyecto de Aula - Hugo Cerda Gutiérrez - Страница 6
ОглавлениеPromisorias perspectivas para la educación, representa la cada vez más utilizada estrategia académica y didáctica por proyectos y que en la actualidad participa en todos los niveles de la vida educativa moderna: en el aula, en la institución educativa, en el currículo o en la comunidad educativa en general. Desde que Kilpatrick y Dewey propusieron su sistema de proyectos, esta modalidad pedagógica se ha transformado en una importante herramienta de apoyo para el docente y el estudiante, particularmente al interior de un proceso formativo que cada vez demanda medios más ágiles para conectarse con la realidad. Su uso comienza a incrementarse cuando los currículos cerrados de la escuela tradicional entran en crisis y se inicia un proceso de apertura y flexibilización debido a las demandas de un mundo que vive en medio de vertiginosos y sorprendentes cambios.
Para los educadores ha sido un soporte valiosísimo en sus intentos para alcanzar su tan anhelada autonomía curricular, activar el proceso cognoscitivo y poner en contacto al estudiante con la realidad social, pero fundamentalmente es una 8 herramienta que ha posibilitado la investigación, la creatividad herramienta que ha posibilitado la investigación, la creatividad, la participación, la autonomía y el desarrollo de todas las esferas de la personalidad: la socioafectiva, la intelectual y la axiológica. Y, en este campo las propuestas y modelos abundan: proyectos pedagógicos, proyectos de vida, proyectos de desarrollo, proyectos de investigación, etc., y naturalmente el tema que nos ocupa, el proyecto de aula.
No hay duda que, en la actualidad, el dolor de cabeza de los planificadores y expertos educativos ha sido encontrar los medios y las fórmulas que les permitan estar a la altura de este inusitado ritmo de cambios de la sociedad moderna; estar en condiciones de crear programas, currículos y formas de trabajo que, por un lado, se conviertan en valores estables y permanentes como una garantía de supervivencia social y cultural y, por otro lado, respondan a esta dinámica de cambio y a ese imperativo transformador que nos impone el mundo actual, o sea, alcanzar un equilibrio entre lo que permanece y lo que cambia, entre aquellos contenidos que hacen parte permanentemente de una estructura curricular y todos aquellos que están cambiando y renovándose. Para consolidar un proceso de este tipo, se requiere no sólo de medios para implementarlos, sino de una capacidad para adaptarse a este flujo y reflujo social que vive la sociedad moderna. Se busca de esta manera que tanto el docente como el estudiante aprendan a escudriñar la realidad, y estar alerta a todo lo que sucede a su alrededor con el propósito de alcanzar el equilibrio entre la acomodación y la asimilación —de lo cual nos habla Piaget—, es una condición necesaria para alcanzar niveles óptimos de adaptación. Y aquí hay que recordar las palabras de Federico Engels que como imperativo de desarrollo señalaba: “el hombre al transformar la naturaleza se transforma a sí mismo”. Es el atributo sensible que permite captar lo más valioso de esta realidad y convertirlo en un valor permanente de formación, función que les corresponderá desarrollar a quienes tienen la misión de enseñar y aprender.
Para nadie es un secreto que la estabilidad de los sistemas educativos es una garantía para la supervivencia cultural, social y política de un país, lo cual asegura la continuidad y el desarrollo de todo este patrimonio social, cultural y político en el medio en donde vivimos y actuamos. G. Snyders decía en su obra Pedagogía Progresista (1972), que la identidad de una población está dada por la conjunción entre los valores permanentes y los cambios que se van dando en un proceso dual que se destaca por su movilidad y estabilidad, pero donde lo más valioso de estos cambios se incorpora y hace parte de un sistema que le da unidad, equilibrio y coherencia a las fuerzas que lo integran, es decir, una percepción dialéctica que nos permite entender la naturaleza y el significado de los cambios.
Todo esto que parece tener un sentido lógico y coherente en un plano teórico, se dificulta en el momento de encontrar los procedimientos que permitan hacer realidad esta doble función que posibilite por un lado una renovación y un cambio permanente y, por otro, una incorporación de lo más valioso de estas transformaciones. Los currículos, durante muchas décadas se concibieron como unidades cerradas, lo cual, a juicio de los planificadores, era una garantía de la congelación de las ideas y valores dominantes y, una defensa contra todo aquello que pusiera en peligro esta inmovilidad. Pero, quizás rebasados por una realidad social que exigía una educación que estuviera más a tono con las necesidades, intereses y expectativas de la sociedad moderna, esta se vio obligada a modificar permanentemente sus formas y contenidos y a adecuarse a los cambios imperantes. Los currículos se abrieron y se flexibilizaron y, en general, se percibió un cambio de actitud frente a este estado de cosas, lo cual dejó el camino abierto para que sus contenidos se nutrieran con esta realidad. Ello permitió acercar un poco más la escuela a la vida, que si bien es un principio aceptado universalmente, está muy lejos de convertirse en una razón básica de trabajo educativo.
Pero, no hay que creer que el proyecto, y particularmente, el proyecto de aula, pueda erigirse en la panacea pedagógica si no estamos convencidos que es sólo un medio y una forma dialéctica de percibir la realidad donde se actúa y que si es utilizado con inteligencia y con rigor, puede convertirse en una herramienta muy valiosa como extensión natural de los currículos, de los PEI y del proceso educativo en general. Pero, para lograrlo es importante conocer las debilidades y las fortalezas de los currículos y los programas vigentes, sus objetivos e intenciones, porque, de esta manera, un proyecto de aula puede surgir no sólo como una propuesta alternativa de trabajo, como un acto compensatorio o remedial, sino como un medio que nos puede ayudar a crear un verdadero sistema de comunicación, investigación y construcción de conocimientos en el aula, en la escuela y en la propia comunidad educativa.
Laurent Dubois, destacado sociólogo y pedagogo francés afirmaba que para practicar lo que él denomina projet de classe (proyecto de aula), era necesario adherirse a las recientes teorías de aprendizaje que establecen una clara distinción entre la enseñanza y el aprendizaje. Según él esta distinción modifica sustancialmente las relaciones existentes en el seno del triángulo didáctico “maestro-alumno-saber” y replantea los principios tradicionales que nos hablan de la unidad inseparable entre los actores del acto pedagógico. Desde esta óptica, el maestro no es el único responsable de la transmisión de los saberes, ni el alumno es un sujeto pasivo en el aprendizaje y, el acceso al conocimiento no es el resultado de un conjunto, de un esquema sucesivo de nociones. Aquí el autor claramente se identifica con las teorías socio-constructivistas del aprendizaje que nos hablan del estudiante como un activo constructor de saberes y conocimientos, pero a su vez le asigna responsabilidades al docente, a la institución educativa y al entorno social en general. Es decir, el acto de formación educativa, como premisa de cambio, es responsabilidad de todos los actores que participan en él.
Sin pretender abarcar todas las instancias que directa o indirectamente participan en el diseño y realización de un proyecto de aula, hemos creído necesario profundizar el tema del aula cuyo análisis puede ser útil para entender los verdaderos alcances de una modalidad que surge como un eslabón fundamental de una larga cadena que une el aula con la realidad social. Lo que algunos denominan el espacio natural del proceso de enseñanza y aprendizaje, no es otra cosa que un pequeño microcosmos donde se reproducen las coordenadas sociales de la realidad externa. De ahí la importancia que posee como punto de partida y de llegada de la actividad escolar. De igual manera, hemos hecho énfasis en los instrumentos de la investigación porque creemos que el proyecto de aula es, ante todo, una propuesta investigativa que puede redundar en enormes beneficios para el desarrollo de la capacidad de búsqueda y de indagación del estudiante, de su autonomía y de su libertad personal, de su creatividad y de su actitud innovadora.
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