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Presentación

Hugo Torres Salazar


Con el gusto de siempre y con la enorme nostalgia por la ausencia de personajes que fueron memorables en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, hoy dedicamos el volumen 3 de la Colección Maestros Memorables de la Facultad de Filosofía y Letras al doctor Alberto Ladrón de Guevara Jiménez, ilustre en todas las acciones que realizó: la docencia, la investigación, la divulgación de la historia; y fuera del ámbito universitario, la medicina.

Todas estas facetas las llevó a cabo desde sus diversas ocupaciones. En su desempeño profesional como médico, profesor y directivo universitario; y en lo familiar como hijo, hermano, esposo y padre.

Alberto Ladrón de Guevara fue humano en el ejercicio médico y generoso en el ejercicio magisterial. Ejerció la medicina en Guadalajara, en instituciones como el Hospital Civil, el Seguro Social y el Sanatorio Guevara. Su labor con la comunidad latina fue muy significativa en el Hospital de Chicago. Como docente dejó huella en el Colegio Americano —hoy American School—; lo mismo en la Universidad de Guadalajara, primero a nivel bachillerato y después en la Facultad de Filosofía y Letras. El ejercicio profesional de ambas actividades siempre lo llevó a cabo con excelencia y fundamento ético.

En la facultad dejó un gran ejemplo con su trayectoria como director y profesor; los alumnos lo recuerdan por sus clases de Historia universal y Didáctica de la historia. Enseñaba historia y educaba sobre cómo enseñar historia. No fue prolífico en la escritura, pero sus lecciones eran verdaderos compendios de erudición; impartía sus materias partiendo de textos originales escritos en diferentes idiomas —inglés o francés— y con base en autores de México, América o Europa. A ninguno de sus alumnos le eran desconocidos los textos de A. Malet y J. Isaac o de M. Crouzet.

El volumen 3 de esta colección aborda precisamente las diferentes caras de nuestro ilustre biografiado.

En el primer capítulo, “Historia de sus vínculos”, Hugo Torres Salazar desarrolla su historia de vida por medio de información familiar, personal y social. Se basa en los diversos vínculos que forjó con personas e instituciones, describiendo su carácter humanitario en su ejercicio profesional con sus pacientes y alumnos.

En el aspecto familiar, el doctor Alberto era requerido en todos los eventos de la familia Guevara Jiménez para dar fe de su estrecho vínculo familiar. Mientras, en su quehacer como médico y humanista destacó por el carácter profesional y ético que guiaba cada una de sus consultas o en las iniciativas de carácter social que dirigía o participaba. Le preocupaba el dolor humano y vivía para mitigarlo aplicando las técnicas más adelantadas en el tratamiento de la tuberculosis. Sus colegas médicos lo recuerdan con admiración por su entrega en el ejercicio del deber.

Esta última descripción la encontramos en el capítulo “Médico y humanista”, de la autoría de Carlos Villarruel Gascón, Salvador A. Gutiérrez Gauna y David Luce Guzmán, quienes complementaron su trabajo con entrevistas a médicos que trabajaron con él y pueden dar fe de su calidad humana.

Para indagar un poco más acerca de la estancia que realizó en la ciudad de Chicago, Estados Unidos, la maestra Helen Ladrón de Guevara Cox hace una detallada descripción en el capítulo titulado “Narración de la extraordinaria experiencia del joven médico en el entorno de la medicina. Chicago, 1926-1937”.

La autora proporciona datos importantes que nos descubren su forma de ser frente a los estudios, su atención a los enfermos y la oportunidad que tuvo de conocer en el plano personal y profesional a brillantes médicos de calidad internacional por medio de sus investigaciones, mismas que le permitieron adquirir conocimientos científicos que aplicaría primero con los pacientes locales, después —con el mismo celo profesional— con los de hospitales de asistencia social (Hospital Civil, IMSS), y finalmente con los particulares del Sanatorio Guevara. Esta actividad lo situó como uno de los médicos más innovadores y promotores de la salud social.

En el capítulo “Trayectoria docente en la Facultad de Filosofía y Letras”, María de Lourdes González Trujillo, Gabriela Ruiz Briseño y Ortencia Viveros Ríos presentan un estudio minucioso de su trayectoria como profesor de la Facultad de Filosofía y Letras. Las autoras llevan al lector de la mano para mostrarle la responsabilidad que Ladrón de Guevara destinaba a su diario ejercicio como docente y funcionario. Asimismo, describen las estrategias que aplicaba en sus clases para lograr aprendizajes significativos. Nos indican de qué manera planificaba sus clases, cómo evaluaba y la atención que ponía durante todo el proceso del aprendizaje.

En su labor educativa inspiró a muchos de sus alumnos y colegas para preparar e impartir las clases como él lo hacía en las aulas universitarias; pero sobre todo, transmitió valores sustanciales propios de un maestro de excelencia: responsabilidad, compromiso, espíritu de investigación, dominio del conocimiento histórico, capacidad para transmitirlo y, lo más importante, el ejercicio de la ética.

El doctor Ladrón de Guevara enseñaba como pensaba, pensaba como investigaba y transmitía el conocimiento histórico con la curiosidad e imaginación de todo científico social.

En el capítulo “Funcionario universitario”, Dora Meléndez Vizcarra, Lorena Meléndez Vizcarra y Laura Vera Hernández hacen un recorrido por el camino que nuestro protagonista transitó en cada una de las dependencias universitarias: profesor en la Preparatoria de la Universidad de Guadalajara y en la Facultad de Filosofía y Letras, y ahí mismo como su director. Ponen especial atención en este último aspecto al describir todas las actividades que el cargo requería: su asistencia y participación en el Consejo General Universitario; su interés por la enseñanza, investigación y divulgación de la historia por medio de cursos, seminarios, conferencias y congresos, mismos en los que, gracias a su constante promoción, desfilaron los intelectuales más distinguidos de las ciencias humanas, la historia, la filosofía y las letras.

Como director cumplió cabalmente con sus funciones administrativas, y como gestor universitario demostró una actitud dinámica para que las clases, planes y programas de estudio concluyeran satisfactoriamente. También trabajó afanosamente para que los egresados de las licenciaturas se colocaran en el medio social con eficiencia y responsabilidad. Estaba convencido de que cada estudiante universitario debía promover el cambio social mediante su desempeño profesional y así retribuir a la sociedad los estudios que se le habían proporcionado.

En “Alberto Ladrón de Guevara bajo cinco miradas”, Hugo Torres toma como material las entrevistas realizadas a cinco personalidades que lo conocieron en lo cercano y en lo cotidiano: José María Murià, Magdalena González Casillas, Ivette Ortiz Minique, María Eugenia Camarena Navarro y Angélica Peregrina. Todos ellos fueron sus alumnos en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras, y posteriormente se convirtieron en sus colegas al integrarse como profesores en la misma escuela. Su profesor en algún momento fungió como su director, en otros como su colega y, siempre, como un entrañable amigo.

Los entrevistados narran sus experiencias, encuentros y aprendizajes al lado del doctor Alberto. Nos hablan no sólo de sus vivencias académicas sino también de las personales, como es el caso de José María Murià; en el servicio administrativo, en su papel de oficial mayor, al lado de Magdalena González Casillas; en la docencia, Ivette Ortiz Minique supliéndolo en algunas asignaturas; y en convivencia escolar con María Eugenia Camarena y Angélica Peregrina.

Hugo Torres consideró los textos más representativos de estas voces para desplegar su personalidad en sus diferentes rostros: maestro, colega, amigo y, sobre todo, en su carácter íntimo de ser humano. Así, al final de este capítulo se retoma el compendio Charlas sobre Historia. 1977-1979 para presentarlo en su dimensión como historiador, en la enseñanza y en la investigación.

Por último, este libro ofrece a los lectores una semblanza fotográfica compuesta de imágenes seleccionadas por Helen Ladrón de Guevara y Hugo Torres Salazar. Todas pertenecen al archivo de la familia Ladrón de Guevara Cox.

Los textos comprendidos en este volumen reflejan la visión que los autores se formaron de la personalidad del doctor. Sin duda, su lectura se verá complementada con la propia percepción y comentarios de los lectores. Esperamos que les evoque recuerdos entrañables y arrebate suspiros por tiempos pasados; pero sobre todo, confiamos en que atraiga apreciadas memorias del gran maestro, del gran amigo, del gran ser humano: doctor Alberto Ladrón de Guevara Jiménez.

Alberto Ladrón de Guevara Jiménez

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