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ОглавлениеPrólogo
La presente historia está basada en una vivencia personal, procurando mantener la narrativa, personajes y tiempos -por el carácter de omnipresencia- lo más fielmente apegado a esa experiencia.
Venezuela enero, 2018
Un pie de neurona cerebral buscó adelantarse a los acontecimientos y posarse firmemente, sin vacilaciones, en un mundo fatigado ante la bulliciosa avalancha de información.
Degradación, angustia, pesadumbre, eso es lo que se vivía en un país que perdió por completo su norte. Todo un sinfín de emociones que empujaban hacia una puerta donde al cruzarla bien podría estar un escalón de esperanza o el vacío total.
Por instantes, haciendo un esfuerzo por salir de ese tumultuoso desvarío, se logró soltar la imaginación y comenzó a tomar forma la necesidad de emprender un rumbo distinto o alternativo que condujera al sosiego, a la esperanza, a la vida.
Así, bajo esa confusa pesadilla comenzó una lucha por la subsistencia, y la mirada trazó una ruta imaginaria para todo el que habitaba en ese entonces, comienzos del siglo XXI, ese lugar llamado “Venezuela”
Luego de innumerables debates en esa mente atribulada, la difícil decisión fue tomada, y la brújula apuntó hacia el sur del continente americano, Argentina.
Argentina junio, 2018
No habían transcurrido más de tres semanas de mi arribo al sureño país, cuando una fuerte dolencia se manifestó. Ese estrés acumulado y oculto, como el germinar de una semilla bajo tierra, dio su fruto.
La sala de emergencia (La Guardia) del hospital Rivadavia de la ciudad de Buenos Aires abrió sus puertas para dar paso a una casi inexplicable situación.
La ciencia no era capaz de dilucidar el origen del mal que me aquejaba, solo bajo el decidido corte de un bisturí, aquello vino a parecer como un engendro maléfico.
Carcomido por una necrosis intestinal, ya comenzaba la inesperada entrada a un periplo infernal. Las graves complicaciones -entre la que contó significativamente una peritonitis, que extendió sus tentáculos infecciosos por gran parte de mi abdomen- desembocaron en múltiples intervenciones quirúrgicas, que llegaron a alcanzar en una primera etapa un total de nueve visitas al quirófano, casi al ritmo de una cada dos días. La muerte tocaba la puerta y templó de mí ferozmente. Solo una decidida lucha del bien contra el mal me mantenía respirando a duras penas.
El cuerpo, medio abandonado por una esencia etérea que deambulaba en mi alrededor, libraba una verdadera guerra donde, batalla tras batalla, en un limbo terrorífico, se dilucidaba si era merecido vivir o no.
Así, la ciencia, ya al extremo de sus capacidades, habiendo ofrecido todo lo que tenía, una vez más entregó sus instrumentos a la decisión de un ser supremo u otra voluntad, para ver si podría rescatarme de ese lugar que para muchos resulta indescriptible, nulo o vacío, para otros una luz paradisíaca acompañada de gratas sensaciones de paz y armonía, de donde no se quiere regresar, o quizás como en este caso, ¡una dimensión completamente infernal! Allí, en ese lugar, donde la noción del tiempo y espacio desaparecen; en el que persiste un delgado hilo entre la existencia o no; entre la vida y la muerte, El Coma.