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Septiembre negro, octubre rojo en el equinoccio de la insurrección popular

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¿Qué puedo hacer?

¿qué puedo pensar?

más qué pesares y dolores moribundos,

radiantes en el fuego que conspiran

quemando el constructo capitalista.

Enciendo mi alma

con la libertad que siento,

cuando estoy en medio de las barricadas,

sentimiento de amor profundo incomparable,

sentirse vivo dentro de las masas adormecidas

por el individualismo ciego de criterio,

de pensamientos propios más bien críticos.

«En un mundo donde ya nada hay más que bienes para el empresario,

no hay lugar para alguien como yo».

Desde el surgimiento de la falsa democracia, nos han sometido a políticas públicas ajenas a la vida digna, que no solo han devastado la vida humana, sino que han apuntado a la destrucción de los territorios, utilizando el slogan de la paz y el progreso, como argumento de un sistema neoliberal que solo está en beneficio de unos pocos.

El surgimiento de la revuelta el día 18 de octubre del año 2019, es el estallido del descontento social de este sistema miserable que no viene solo del actual contexto, sino de años de tortura, asesinatos y esclavitud; que nos afecta en ámbitos como salud, vivienda, pensiones, educación, la vida asalariada y, por sobre todo, a los hijos de nadie, quienes se ven sometidos al deplorable SENAME (Servicio Nacional de Menores), donde explotan sexualmente a estos menores, los exponen al comercio ilegal de órganos y a un sinfín de atrocidades. Estas personas pequeñas, por su vulnerabilidad, no tienen quiénes los protejan de los lacayos de este maldito mundo explotador. El escape es la fuga, donde la calle es el único hogar que les queda. Estos infantes son los principales protagonistas en las multitudinarias marchas en la capital, son los de la primera línea, quienes no tienen nada que perder porque ya lo han perdido todo.

Por otra parte, es importante entender que no solo son los caídos en la dictadura empresarial, sino que todos aquellos adultos mayores que se han suicidado por pensiones indignas y precarias, como también aquellos que murieron esperando que corriera la lista de espera del sistema de salud o, simplemente, a manos de los sicarios del Estado, en la defensa de los territorios en el Wallmapu (territorio ancestral mapuche) y a lo largo de todo Chile.

El surgimiento de la revuelta mediante los estudiantes secundarios, nos demostró que no existe el miedo impuesto por la dictadura. Nos intentaron enterrar, pero ellos no sabían que «éramos semillas y que, desde el fuego, renaceremos como un bosque nativo». Se entiende que no solo fueron 30 años, pues, en este momento, se está visibilizando que han sido 500 años, desde la devastación de los territorios, personas y animales.

Despertar consciente por la dignidad de un pueblo

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