Читать книгу Privilegiada por elección - Ivonne Díaz de Sandi - Страница 8
ОглавлениеConfía, al final todo estará bien, y si no está bien, es porque no es el final...
Cuando escuché esa frase en la película The best exotic Marigold Hotel pensé en mi vida. Cuando lo que me ocurría no estaba bien, o lo que en algún momento parecía definitivo ¿realmente era el final?
Algunas situaciones que no resultaron como yo quería me provocaron gran dolor, y me preguntaba cuáles eran los patrones de pensamiento que me habían llevado a ese resultado. Crecí con los cuentos de princesas y una idea preconcebida de la felicidad y la familia perfecta. Había construido una imagen fija en mi mente de lo que era una vida feliz.
Tuve que pasar por vivencias muy fuertes durante muchos años para descubrir que cada uno decide lo que es la felicidad, y que esa foto no es la misma para todos, tiene versiones distintas.
No era como en los cuentos de hadas ni necesariamente lo que me habían dicho.
Tenía cuarenta y dos años, y hasta ese momento todo lo que había hecho no me había llevado a la imagen ideal de lo que debería ser mi vida. Había cedido mi poder e identidad a otras personas; me perdí, sufría y estaba en constante angustia. Era completamente infeliz por insistir en estar y vivir en esa fotografía.
Seguía el supuesto sentido común que decía que lo que debía hacer era permanecer, insistir, buscar la manera. Me dejaba guiar por la lógica pero no obtenía lo que anhelaba; y aunque en esos momentos sentía la incomodidad en el cuerpo que me daba señales de que no era por ahí, las ignoraba. Me gustaba lo que hacía, pero no me sentía plena porque mi único fin era hacer dinero. Era muy diferente cuando seguía la voz interna que me decía que era el momento de terminar o elegir alguna relación o proyecto.
Cuando llegaban las épocas de crisis creía que el mundo se acababa y, finalmente, en una de ellas comprendí que no podía más. Fue el momento en el que pude darme cuenta de que en donde estaba parada era muy infeliz, y que lo que me había llevado hasta ahí era consecuencia de cada una de mis decisiones; quería controlarlo todo y eso era imposible. Estaba cansada de vivir así, no me gustaba mi presente y quería cambiarlo.
Si la felicidad es un estado de ánimo en el que nos sentimos satisfechos con lo que pasa en nuestra vida, ¿cómo estar de esa manera?, ¿quién me la podría dar?, ¿en dónde la encontraría?
Comprendí que todos tenemos subidas, bajadas, éxitos y fracasos; eso es parte de nuestra vida. Pude soltar y confiar en que por algo pasan las cosas, y que el resultado sería lo que tenía que ser: que me convirtiera en una mejor persona.
Paré de luchar o evadir y me dejé llevar; fluí con el momento por fuerte, doloroso o complicado que fuera. Solté el control, decidí aceptar que era vulnerable y que eso no tenía nada de malo; descubrí algunos patrones de comportamiento, lo que me permitió modificarlos y hacer las cosas diferentes, ya que claramente hasta ese momento no me había funcionado la forma como las había hecho. Seguí sanando, y en un proceso de crecimiento interior por fin pude realmente confiar en la vida, lo que me trajo un aprendizaje impresionante.
Después de varios años de caídas y constante trabajo interior aprendí a manejar mucho mejor mis emociones, a ser congruente con mis valores y a hacerle caso a mi intuición, lo que me evitó mucho conflicto y sufrimiento. Pude lograr la paz interior y todo esto me llevó a ser lo que hoy soy: una mujer plena y feliz. Sigo teniendo retos, en ocasiones titubeo, flaqueo, lloro, tengo miedo; pero ahora reconozco esas emociones, las dejo pasar, fluyo y nuevamente entro en mi centro para seguir adelante.
Lo que ocurrió después resultó ser mejor de lo que había imaginado.
Creo que llegas a un lugar donde te das cuenta de que no tienes nada que perder.
Nada de nada.
Entonces no hay razón para amarrarte a ti mismo.
Me parecía estúpido cerrarme y tener nada dentro de mí. Así que decidí probar de todo, mantenerme abierta de par en par a los seres humanos, todos los seres humanos verlos como yo los entiendo que son, no como ellos quisieran ser.
Y entender que si una persona supiera hacerlo mejor, lo haría mejor.
Maya Angelou
Tenemos el privilegio de tener opciones; si algo no nos hace sentir bien e insistimos en seguir adelante, el resultado no es el único indicador ya que, aunque el objetivo no se logre, siempre se obtiene algún aprendizaje. Pero aunque cada reto que enfrente lo vea como un espacio para conocerme más o hacer mejor las cosas, para qué insistir en una situación que es evidente que no es fructífera si podemos aprender más rápidamente y con menos sufrimiento.
Después de numerosas experiencias de vida aprendí a no poner mi felicidad en manos de nadie y a dejarme guiar por mi alma; a asumir el poder sobre mí y decidir qué es lo que quiero hacer con mi vida. La felicidad no la da nada ni nadie, y sólo yo tengo el poder para decidir cómo quiero vivir para alcanzarla. Si no lo hago yo, nadie lo va a hacer por mí.
Aprendí a amarme, a darle a mi cuerpo, mente y espíritu lo que merecen para disfrutar y vivir feliz; comprendí que primero tengo que estar bien conmigo, amarme tal y como soy, y buscar siempre el crecimiento y bienestar para darme a las personas siendo coherente y aportar algo a sus vidas.
Encontré que la adversidad nos da sentido de nuestro propio poder: nos obliga a ser creativos; es decir, o nos damos por vencidas, que esto no lo veo como opción, ya que nadie más va a hacer las cosas por ti y tus sueños son sólo tuyos; o cuando tenemos un objetivo y este no sale como lo planeamos, buscamos las diferentes maneras de hacerlo, así nos caigamos una y otra vez.
La diferencia es que probar nos da la posibilidad de lograrlo y un motivo y motor; el dejar de intentarlo puede ser fuente de mucha frustración y nunca sabremos si nuestra meta era alcanzable o no.
Dejarse vencer y no aventurarse nos mantiene presas de emociones negativas y destructivas: angustia, miedo, depresión e infelicidad. Atreverse es un motor maravilloso que llena de aprendizaje y hace mejores a las personas; y si se logra el objetivo también produce mucha satisfacción y felicidad.
Si estás satisfecha o no con tu experiencia o realidad al día de hoy, es el resultado de las decisiones que has tomado. Tu vida nunca va a ser perfecta, pero tienes el poder en tus manos para vivirla plenamente; es cuestión de actitud, gratitud, percepción, perseverancia, y nunca dejar atrás tus sueños.
Te invito a que seas dueña de tu destino y no dependas en ningún aspecto de tu vida; que tomes decisiones de cómo quieres llevarla, hacia dónde te diriges y con quién quieres compartirla. Es lo que a mí me ha llevado a vivir llena de paz, bienestar y satisfacción.
Deja las excusas, porque lo único que necesitas es creer en ti, en tus sueños, luchar por ellos, dejar a un lado tanto ruido externo y personas tóxicas para escuchar tu voz interior, ya que nuestra alma nos guía hacia lo que nos apasiona.
Busca cómo puedes aportar a nuestra sociedad; el servir a los demás, devolver un poco de las muchas bendiciones que he tenido es lo que personalmente más satisfacción y felicidad me ha dado.
Te agradezco por darte el tiempo de leer este libro y deseo que conocer mi historia te inspire a escribir la tuya de una manera diferente, contigo al mando.