Cuentos para quinceañeras
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James Fenimore Cooper. Cuentos para quinceañeras
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Отрывок из книги
CUENTOS PARA QUINCEAÑERAS
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Convertido en un lecho de Procusto donde comprimir las convenciones de la ficción doméstica británica, la especificidad del escenario americano en Tales for Fifteen conserva un lugar más bien marginal en relación con la trama. Muy particularmente “Imagination” abreva a menudo en lo sublime y lo pintoresco; tampoco desdeña las referencias toponímicas, como las tierras altas del Hudson o los yermos territorios entre Albany y Schenectady. Pero el relato todavía está lejos de los modos de articulación entre acción, paisaje y significado que caracterizarían la producción más típicamente cooperiana. La trama de una muchacha que entiende y vive la realidad a través del prisma de la ficción novelesca hace pensar en antecedentes como The Heroine (1813), del irlandés Eaton Stannard Barrett, y la célebre Northanger Abbey (1818), de Austen. Schachterle arriesga otra posibilidad, curiosa por cuanto remite a una popular novela local: Female Quixotism (1801), de Tabitha Gilman Tenney. Es posible que Cooper conociera estas obras. Sí es seguro que, por lo menos años más tarde, el autor estaba familiarizado con la obra cumbre de Cervantes. A falta de pruebas, vale recordar que los supuestos riesgos que la lectura de novelas implicaba para las jovencitas eran ya, en todo caso, un tópico bien establecido entre los moralistas de principios de siglo. Más allá de la ironía dramática con que presenciamos las fantasías y las peripecias de Julia, el humor de “Imagination” también ostenta una vena más claramente satírica. En elementos como este –que el relato deriva de los excesos y los tics de la sociedad neoyorkina del momento– Beard ha vislumbrado rasgos que el autor desarrollaría más adelante. No así la desmesura lacrimógena de “Heart”, en la que Cooper volvería a incurrir solo en forma excepcional (en sus textos polémicos y al hablar de sí mismo, dice Grossman; como una concesión a su público femenino, sostiene Beard).
Cooper no “confesó” públicamente su autoría del volumen hasta la reedición de “Imagination” en 1841. Difícilmente pudiera dañar su reputación la reaparición de un relato que, como aún hoy señalan algunos críticos, tampoco estaba por completo exento de mérito. La portada anunciaba ahora a su autor como la celebrada pluma detrás de The Spy o The Last of the Mohicans, y Cooper podía jactarse de haber logrado aquello que en su juventud pareciera un horizonte casi inalcanzable. En su prefacio a la edición revisada de Precaution, el autor afirmó que lejos había estado de planear la publicación de esa novela cuando comenzó a escribirla. Susan atribuiría a su madre el haberlo convencido de hacerlo; de lo contrario, dice en sus memorias, puede que su padre ni siquiera se hubiera esforzado en terminar la obra. No siempre es fácil distinguir entre una confesión genuina y una ritual captatio benevolentiae. Pero parece claro que aquella experiencia fue parte del calculado esfuerzo de Cooper por fundar los cimientos de una carrera cuyo gran modelo fue, previsiblemente, la del propio Scott. Sin entrar en la cuestión de su calidad (o, mejor, tomándola como parte del problema), su única tentativa con la narrativa breve –otras pocas piezas que podrían reclamar ese honor no pertenecen a la ficción sino a la crónica o el sketch– sin duda parece un excurso, un desvío efímero en la producción del autor. Pero de ahí, precisamente, el interés que estos dos relatos revisten como testimonio de su intento por medrar en el mercado al precio de adentrarse en un formato desconocido e incluso bajo un nombre falso. Parece irónico que un producto tan ajeno en prácticamente todo sentido a las obras más típicas de Cooper entroncase tan directamente –quizás más que cualquiera de aquellas– con una instancia fundacional de su vida literaria. Una excepción, claro está, pero también un fragmento perdido de su mito autoral. El giro brusco llegó pronto, sin embargo, y entonces sí surgió el Fenimore Cooper que todos conocen: el de las grandes aventuras en escenarios agrestes e inmensos, el inmortal poeta épico que supo capitalizar –en todos los sentidos del término– la gesta de los pioneros europeos en América y las feroces luchas con los pueblos nativos.
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