Читать книгу 12+1 Faros para una vida con sentido - Javier Gaspar - Страница 11

Faro 1: CONFIANZA
Quiérete y cree en ti

Оглавление

“Trátate a ti mismo como si fueras una persona valiosa, alguien que te importa y al que quieres dar una buena vida.” Jordan Peterson, psicólogo canadiense.


¿Se puede resumir una vida en un párrafo? Voy a intentarlo... Vengo de una familia humilde y trabajadora del sur de España. Mi padre era albañil en Málaga y mi madre ama de casa (estoy muy orgulloso de ellos). Con 16 años decidí dejar de estudiar para ponerme a trabajar en el bar de mi padre. Había pedido un crédito y no podía permitirse contratar a un camarero, así que me tocó hacer ese trabajo hasta los 20. Después, a los 23, me casé y junto a mi mujer monté un restaurante. Aplicando unas sencillas reglas financieras, que más adelante te explicaré, fui ampliando el negocio y fui adquiriendo más locales hasta los 30. Monté entonces una empresa inmobiliaria y con mucho trabajo y un inagotable espíritu de superación conseguí reunir un pequeño patrimonio personal. A día de hoy, con 48 años en el momento de escribir este libro, puedo vivir sin preocuparme demasiado por el dinero, que ahora no es una prioridad para mí. No soy Jeff Bezos ni Elon Musk, pero humildemente creo que soy al menos tan feliz como ellos. Porque, además de vivir desahogadamente, tengo una familia maravillosa y me levanto cada día con unas ganar locas de vivir, de aprender y de ayudar, que son mis grandes pasiones.

¿Cómo he conseguido, partiendo de casi nada, tener una vida plena? Te lo diré: creyendo en mí mismo. Creyendo en mi potencial y confiando en que, con trabajo y mejora constante, podría alcanzar mis metas y mis sueños. Porque no sólo soy un trabajador incansable, sino también un soñador indomable.

No te digo todo esto para alardear de mi vida, por supuesto (a estas alturas ya empezamos a conocernos, ¿verdad?). Si me pongo como ejemplo es sólo para que tengas claro que si yo he conseguido tener una vida extraordinaria viniendo de una familia superhumilde y sin tener dones especiales, ¡tú también puedes conseguirlo! ¡Por supuesto que puedes! Eso sí, tienes que empezar por creer en ti y confiar en tus posibilidades.

Es muy fácil perderse o despistarse cuando no confías en ti mismo/a. Casi todo lo malo que nos ocurre en la vida es porque no nos queremos lo suficiente, por una falta de autoestima, de autoconcepto, de autoridad personal y de amor propio. Si crees en ti, en cambio, casi todo es posible. No importa si eres alto o bajo (yo mido 1,70 m), gordo o flaco (a mi me sobran algunos kilos), sabio o ignorante (yo siempre estoy tratando de aprender porque creo que nunca sé suficiente), guapo o feo (bueno, eso vamos a dejarlo). Lo que importa es que creas en ti y en lo que te propongas hacer en la vida.

Nunca podrás lograr nada si no crees que puedes conseguirlo. Tu subconsciente te saboteará y pondrá todo tipo de excusas y resistencias. Lo dijo de una manera muy certera Henry Ford, el gran empresario automovilístico: “Tanto si crees que eres capaz como si no, estás en lo cierto”. Porque tú eres tu ángel y tu diablo, tu infierno y tu cielo. Si algo he conseguido en mi vida, dicho sea con toda la sencillez, es porque creo en mí. Cuando tengo un sueño en la cabeza, ¡que se prepare el universo, porque yo no voy a parar! Me pongo las pilas y no paro hasta conseguirlo. Como Walt Disney, creo en mis sueños, los visualizo y los persigo.

“¿Cómo he conseguido, partiendo de casi nada, tener una vida plena? Te lo diré: creyendo en mí mismo.”

También existe el puro azar, claro. Muchas cosas no dependen de nosotros o no están a nuestro alcance. Sería pretencioso creer que podemos conseguir cualquier cosa en cualquier circunstancia. Pero lo que no podemos hacer es ampararnos en eso para dejar de intentarlo. La vida nos ha dotado de todo lo necesario para imaginar grandes sueños y hacerlos realidad. Si te paras un momento a pensar, verás que todo lo que conseguimos en la vida ha sucedido primero en nuestra imaginación. Luego, gracias a la voluntad, el corazón, el esfuerzo y toneladas de errores, paciencia y perseverancia, lo conseguimos. Yo al menos no conozco otro sistema.

El patrón para crear una nueva realidad pasa por la imaginación, el corazón, la voluntad, el trabajo y la perseverancia. Si pones en práctica este sistema y lo aprendes, puedes repetirlo tantas veces como quieras. Y puedes soñar cada vez con objetivos más altos, más ambiciosos, más enriquecedores.

Desafíate y atrévete a hacer para crecer. Porque sólo conseguirás desarrollar tu autoestima, tu autoconcepto y tu autoconfianza cuando compruebes que puedes alcanzar algo, aunque sea un logro pequeño. No importa lo que otros te digan o te hagan sentir: si crees en ti nada se te resistirá. Así lo hago yo: cuando sueño con algo no escucho a nadie ni dejo que nada me distraiga de mi objetivo. Mis sueños no son negociables. Creo en mí y en mis capacidades y sé que lograr mis metas sólo es cuestión de dedicarles el tiempo y el esfuerzo necesarios.

No hay ni secretos ni atajos. Cultiva tu fe en ti, cultiva tu confianza en ti, y poco a poco todo irá encajando de forma sincronizada. Vuelvo a ponerme como ejemplo porque soy lo que tengo más a mano: viniendo de una familia humilde, me propuse ser empresario de la hostelería y lo conseguí; luego quise ser agente inmobiliario y lo conseguí, llegando a crear varias empresas en este sector; quise formar una familia y conseguí la más preciosa del mundo, con dos hijas y un dulce gato; quise ayudar al mundo y dejar humildemente un pequeño legado de conocimiento, de habilidades y herramientas para el éxito o el logro personal, y aquí estoy, escribiendo este libro.

La vida es un regalo que se nos otorga a todos por igual, un regalo sagrado, divino y misterioso. Nuestra primera misión es abrazarla, aceptarla, protegerla y cuidarla, tratándonos a nosotros mismos como trataríamos algo muy valioso, algo que nos importa mucho. La mejor forma de honrarla y quererla es construir una buena vida. Ese es el gran desafío: hacer que tu vida merezca ser vivida.

“No hay ni secretos ni atajos. Cultiva tu fe en ti, cultiva tu confianza en ti, y poco a poco todo irá encajando de forma sincronizada.

No hay nadie más poderoso en el mundo que tú cuando confías en ti mismo o en ti misma. Para construir esa confianza debemos tener una buena autoestima, y eso pasa por conocernos bien. Como dijo Erich Fromm, la confianza en uno mismo es clave para poder relacionarse de manera positiva con los demás.

Primero tenemos que saber cuáles son nuestras habilidades innatas, nuestras fortalezas, nuestros dones y talentos. Y segundo conocer nuestras limitaciones.

Por ejemplo, ¿eres una persona más racional que emocional o más emocional que racional? La persona racional suele pensar antes de hacer y si no lo ve claro no lo intenta o lo intenta sin suficiente determinación. La emocional, en cambio, suele hacer y después pensar. Son personas alegres e impulsivas pero también suelen cometer muchos errores (yo estoy en esa categoría).

Si no agradeces el regalo de la vida y no te conoces bien tu relación con el mundo va a ser muy precaria y vas a tener muchos problemas. Todos tenemos un pasado, unas raíces, unas circunstancias culturales y familiares, pero es tu responsabilidad forjar tu propio carácter. Como dijo Ortega y Gasset, dos terceras partes de tu vida te vienen dadas, pero un tercio depende de ti y puedes cambiarlo. Y eso incluye tu carácter. Tu carácter determina lo que ves; lo que ves determina lo que piensas; lo que piensas determina lo que haces; y lo que haces determina tu destino.

Por tanto, no se trata simplemente de decir “creo en mí”, sino de trabajar tu carácter para desarrollar una buena autoconfianza, un buen autoconcepto. Eso no se consigue de un día para otro. Primero abraza el regalo de la vida y comprométete a cuidarlo como lo más valioso que tienes. Como algo único, porque todos somos únicos. Si lo haces, tu autoestima estará en niveles altos. Con esa autoestima alta, trabaja en tu forma de ser para moldearla y confiar cada vez más en ti. Es un patrón mental: si tienes la autoestima alta, tendrás un autoconcepto alto, lo que alimentará tu determinación. Y con determinación, compromiso, paciencia, fuerza de voluntad y capacidad de superación, ningún sueño se te resistirá.

“Forja tu carácter, porque tu carácter determina lo que ves; lo que ves determina lo que piensas; lo que piensas determina lo que haces; y lo que haces determina tu destino.”

Tal vez te preguntes: ¿cómo puedo mejorar mi autoestima? Te lo explicaré. He identificado seis pilares de la autoestima. Son los siguientes:

Conciencia

Autoaceptación

Responsabilidad (sobre tu vida y sobre tus actos)

Asertividad

Propósito

Integridad

Iremos desarrollándolos a lo largo del libro, no quiero darte demasiada información de golpe para no empacharte. De hecho, algunos de estos pilares son a la vez los faros que iluminarán tu camino y que veremos en próximos capítulos.

De momento, lo importante es que tengas clara una cosa: somos lo que creemos que somos. Sólo tú puedes creer en ti y perseguir tus sueños, nadie lo hará por ti. Tú tienes ese deber y ese poder. Así que atrévete a empezar y ve aprendiendo por el camino. Cuando hayas desarrollado una buena autoestima tendrás un buen autoconcepto y eso te generará una mentalidad positiva a prueba de bombas. Una voluntad de hierro y un carácter de titanio. Tu alma, tu corazón y tu mente alineados te llevarán a grandes hitos.

Nadie más que tú puede construir la historia de tu vida. Somos únicos y ese es nuestro gran poder. Como dice la cantante Taylor Swift, “si tienes la suerte de ser diferente, no cambies nunca”. ¡Y todos tenemos la suerte de ser diferentes! Cuando nos conectamos con nuestra existencialidad y nuestra singularidad nos convertimos en imparables e insuperables. Tú, como todos, has venido a brillar, pero para lograrlo tienes que atreverte a hacer y confiar en ti, en la fuerza de tu alma, en la intuición de tu corazón. Confiar en la vida como en un río que baja de la montaña sin miedo ni obstáculos hasta alcanzar la fusión con el mar.

El universo te acompañará cuando adquieras un compromiso contigo y te esfuerces por alcanzar tus metas. Tu mente creará el camino hacia ese lugar y lo único que te podrá frenar serás tú mismo. El ser humano tiene cuatro grandes frenos:

Las creencias limitantes

Los miedos

Los apegos

Las expectativas

Como ves, todos están dentro de ti, en tu mente. Si consigues eliminarlas de tu vida, lo que queda es tu verdadero yo. Pero, claro, no es tan fácil. No te diré que yo lo he conseguido porque te mentiría. Todavía me ronda de vez en cuando algún miedo. Por cierto, los grandes miedos, según la sabiduría maya, son también cuatro:

Miedo a la soledad

Miedo a la escasez

Miedo a la enfermedad

Miedo a la muerte.

El antídoto del miedo es el amor. En el momento en que tú actúas con la convicción que da el amor, los miedos se disuelven como un azucarillo en un café. Primero porque si actúas con amor nunca estarás solo/a, por tanto no tendrás miedo a la soledad. Segundo porque si tienes amor no te faltará de nada, y por tanto no sentirás el miedo a la escasez. Tercero porque si te tratas con amor reducirás mucho las posibilidades de enfermar, y por tanto el miedo a la enfermedad. Y cuarto porque una persona que vive en el amor nunca muere del todo: su esencia queda en el corazón de aquellos a los que amó. El que ama la vida no teme la muerte, porque sabe y acepta que todo es un regalo y nada es permanente.

Cuando eres tú y actúas con amor, no sólo desaparecen los miedos, sino todos los demás frenos: las creencias limitantes (lo que nos contaron durante nuestra vida que ahora nos limita), los apegos (a los objetos, a los amigos e incluso a la familia) y las expectativas (querer controlar lo que va a suceder). Y con ellos todo lo oscuro de la persona: las envidias, los celos, la ira, etc. Nada te puede limitar porque cuentas con una energía inagotable: la del amor.

“Tú, como todos, has venido a brillar, pero para lograrlo tienes que atreverte a hacer y confiar en ti, en la fuerza de tu alma, en la intuición de tu corazón.”

Tenemos mucho más poder del que creemos, sólo hay que despertarlo. En el momento en que crees en ti, en que confías en ti y te comprometes contigo, emerge tu poder y te das cuenta de toda la energía que tienes.

¿Por qué sólo sacamos nuestra fuerza cuando el universo nos pone en una quebrada o ante una adversidad? Creo que es porque tenemos cierta tendencia a la pereza, al acomodo, al mínimo esfuerzo. Cuando tenemos salud y fortaleza, vamos sólo al diez por ciento de nuestro potencial. Y así sólo consigues, con suerte, el diez por ciento de lo que te propones. Estás en tu derecho de hacer esto, si quieres, pero no te quejes si luego no tienes la vida que te gustaría. La abundancia te está esperando, pero para llegar a ella tienes que esforzarte con amor, con pasión y con perseverancia.

Muchas personas persiguen el éxito. Hay cientos de libros que lo prometen en su portada y otros tantos gurús que aseguran tener la fórmula para alcanzarlo. Pero, ¿qué es el éxito? ¿Un gran coche, una casa, una pareja que te quiera, un montón de dinero en el banco, ropa lujosa, tener muchos amigos, disponer de mucho tiempo libre, ganar mucho dinero, tener un cargo de responsabilidad en una empresa, poder comer cada día en un restaurante diferente, tener una Visa Oro, lucir un reloj único, viajar por todo el mundo...?

Cada persona define el éxito a su manera, no creo que haya una fórmula universal que sirva para todo el mundo. Lo único que puedo decirte es que no encontrarás a ninguna persona que se considere verdaderamente exitosa que no confíe en sí misma. Éxito y autoestima van de la mano.

Yo no te voy a dar ninguna fórmula, pero sí te diré lo que a mí me funciona. Para mí, el éxito en este momento de mi vida es poner mi talento y mi esfuerzo al servicio de la humanidad. Para llegar hasta aquí he tenido que hacer miles de pruebas y he cometido mil errores, pero ahora navego con rumbo firme porque tengo claros mis valores. De hecho, para mí el éxito son mis valores en acción. Valores como los que verás en los siguientes capítulos: solidaridad, humildad, trabajo, etc. Esos valores son el software y las personas somos el hardware. El problema es que no venimos de serie con ese software instalado. Tenemos que ir haciendo pruebas e instalar cada comando a medida que lo identificamos como bueno para nuestra vida.

Aunque cada persona tiene su propia idea de éxito, hay algo para mí incuestionable: lo que te lleva al éxito siempre es la construcción de tu liderazgo personal. A medida que aprendes a liderar tu vida empiezas a tener mayor claridad mental y mejoran tus resultados en aquello que te propongas. Al principio tienes que esforzarte, formarte, aplicar lo aprendido, ser constante y tener paciencia y disciplina. A medida que aumenta tu liderazgo personal ya no necesitas esforzarte tanto: todo fluye con mucha facilidad. Todo florece. Pero si no hay raíces no hay tronco, si no hay tronco no hay ramas, si no hay ramas no hay hojas, si no hay hojas no hay flores y si no hay flores no hay frutos.

“Tenemos mucho más poder del que creemos, sólo hay que despertarlo. Y apartar nuestras creencias limitantes, que son las que nos hacen no intentarlo.”

En mi caso, no sé por qué, siempre he tenido mucha confianza en mí y en mis posibilidades, no he tenido que hacer un gran esfuerzo en este sentido. Lo atribuyo en parte a que leí muchos tebeos, lo cual espoleó mi imaginación y me convirtió en un soñador indomable y en un curioso insaciable. No pude terminar mis estudios, porque a los 16 decidí dejar la escuela para ayudar a mi padre en el bar, pero los cómics me abrieron a un mundo de fantasía y de aventuras en el que todo era posible. Leí todos los de Tintín, los de Astérix y Obélix, los de Mortadelo y Filemón, El Capitán Trueno, El Guerrero del Antifaz... En fin, todos los que caían en mis manos o lograba intercambiar con amigos y conocidos.

Además de creer siempre en mí, nunca he escuchado a los que me han dicho “no lo vas a conseguir” o “no lo intentes, no vale la pena”. Te explicaré algo que no he explicado a casi nadie y que, lo reconozco, me da un poco de vergüenza poner aquí. Pero ya empezamos a ser amigos, ¿verdad? Así que sería absurdo que no confiara en ti. Verás, el 31 de diciembre de 1992, cuando tenía 20 años, salí a celebrar la Nochevieja con unos amigos y fuimos a una fiesta en una gran hotel-discoteca. Debía haber unas 2.000 personas. Después de pasar la noche riendo y bailando, hacia las 7 de la mañana y cuando ya estábamos medio de retirada vi a una chica espectacular: metro setenta y cinco, rubia, ojos verdes, pelo hasta la cintura. Como Rita Hayworth pero en versión malagueña. La miré y yo no sé si hubo flechazo, pero juraría que vi pasar por allí a Cupido. Le dije a mis amigos: “Voy a conocerla”. Y ellos: “Pero nene, ¿tú estás tonto? Te da dos vueltas”. Si les hubiera hecho caso no lo habría intentado, pero no los escuché. Me fui para ella, me presenté, la invité a un kiwi con limón (yo no bebía alcohol, era deportista, jugador federado de balonmano) y nos dimos los teléfonos. Y desde ese día hasta hoy no nos hemos separado. Tres años de novios y 25 de matrimonio. Conclusión: cuando sabemos lo que valemos, no nos conformamos con menos de lo que merecemos.

Sea cual sea tu situación actual, para un momento, aparca las quejas y hazte estas preguntas básicas:

¿Confío realmente en mí?

¿Creo en mi potencial y estoy dispuesto a desarrollarlo?

¿Tengo una buena autoestima y un buen autoconcepto?

¿Estoy dispuesto/a a esforzarme para aprender lo que necesito aprender?

¿Estoy verdaderamente comprometido/a con mis sueños o mis objetivos?

¿Me atrevo lo suficiente o tengo que atreverme más?

Todas las personas que me han inspirado a lo largo de mi vida y que considero referentes para alcanzar el éxito y tener una buena vida responderían SÍ a estas preguntas sin dudarlo. ¿Crees que Rafa Nadal ha llegado donde ha llegado sólo por su genética o porque cultivó su físico, su mentalidad y su capacidad de resiliencia?

La mayoría no consiguen sus sueños porque no se ven capaces. En su diálogo interno se dicen: “No creo que pueda”. Y el cerebro responde: “Pues si tú no lo crees, yo tampoco”. Por eso, antes de remar en una dirección, lo primero es trabajar la confianza. Yo siempre empiezo y aprendo por el camino, no espero a tenerlo todo controlado. Empiezo y voy avanzando a base de ensayo-error. O, mejor dicho, ensayo-resultado, pues como afirma Wayne Dyer, “nunca hay errores, sólo hay resultados”. El único error es no intentarlo.

Deja de vivir de espaldas a tu poder. Deja de poner excusas o lanzar quejas. Sólo cuando te quieras y asumas la responsabilidad de tu vida empezarás a crear tu destino. Empezarás a ser lo que has venido a ser.

“Cuando sabemos lo que valemos, no nos conformamos con menos de lo que merecemos.”

12+1 Faros para una vida con sentido

Подняться наверх