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Razia sabática de Ramos Mejía

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En los tiempos en que cursaba el cuarto año de la secundaria

No salía los sábados

Pero esa noche de principios de diciembre

Un amigo me convenció

Nos juntamos con su grupo

En una esquina de Ramos Mejía a tomar algunas cervezas

Cuando las luces de dos patrulleros nos cegaron los ojos

Estaban de razia

Así que fuimos a parar todos

(Todos menos uno en bicicleta, que se escurrió)

A los asientos de atrás

Y después a la comisaría

Y allí a un patio a cielo descubierto, detrás de unas rejas

Podíamos ver a los policías a pocos metros

Tomando mate, jugando a las cartas

Y mirando en la TV un programa de música ligera

También, pero hacia el interior de la comisaría

Separados por una ventana

A unos reos (seguramente esperaban su traslado a una cárcel)

Que se mofaban y nos hacían gestos obscenos

En el patio además había otros tipos, agarrados por la razia

De nuestro grupo, los mayores de edad salieron rápido

Timbrando todos sus dedos

Yo salí a las dos o tres horas cuando mi padre me vino a buscar

Después de que el "ciclista" avisara en todas las casas

(Los policías jamás se tomarían el trabajo de levantar el tubo del teléfono)

Llegamos a pensar que toda esa maniobra policial, ese operativo

No solo se debía a una puesta en escena ("estamos haciendo algo")

Sino a otro propósito

El de complicar al dueño del local que nos vendiera las cervezas

Que quizás no "colaborara"

En una sola salida del cascarón se puede comprender el mundo

Tan obvio y pobre es

El Libro de los Siglos y los Instantes

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