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Los adolescentes sorprenden positivamente a la sociedad

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Para los adolescentes no salir de casa supone inicialmente una privación grave de libertad. Pensamos en ellos como esos personajes que, habiendo dejado de ser niños, no alcanzan a ser adultos, que tienen dificultades para expresar sus sentimientos y también problemas de relación con sus progenitores.

Este confinamiento obligado nos va a mostrar su sensibilidad, su aceptación y su comprensión.

Es verdad que los adolescentes requieren, precisan, necesitan de su espacio, y también de su intimidad. Ellos necesitan estar conectados con su grupo de iguales, con su grupo de referencia, y no solo con el de pertenencia.

Esta situación sorprendente les obliga a redecorar su existencia, a plantearse: ¿Quién soy?, ¿dónde estoy?, ¿con quién me relaciono?

Hoy, en los hogares de todo el mundo, hijos y padres comparten ansiedades, frustraciones, impotencias, angustias, anhelos y esperanzas.

A los adolescentes, que en una sociedad sobreprotectora no les son comunes los límites, estas prohibiciones los han dejado perplejos, y quizás al inicio cariacontecidos, un momento de prohibiciones extremas que no han sido impuestas por sus padres, sino por los distintos Estados. Ante ello, no les va a ser fácil expresar con palabras lo que sienten, lo que elaboran, pero repito: van a sorprender positiva y mayoritariamente, van a reconvertir el egoísmo en solidaridad, en generosidad.

Los adolescentes son tiernos, son emocionales, y cuando vean a sus padres derrotados ante la debacle económica serán ellos quienes, poniéndose en su lugar, los apoyen.

Hemos de darles la posibilidad de ayudar, de comprometerse, de mostrarse responsables, de mostrar lo mejor de sí mismos, de compartir. Usemos el sentido del humor, a ellos les encanta, se ríen a veces de todo, también de los adultos. Es verdad que en otros momentos están picajosos y parecieran distintos, o diferentes, o distantes. No lo están. Y es que a los padres nos gusta decir que adoramos a nuestros hijos, que daríamos la vida por ellos, por el contrario, los hijos no lo dicen, pero también lo sienten.

Hemos de ser flexibles con los adolescentes en estos tiempos en los que precisan una conexión social con sus iguales, con sus amigos, con sus colegas, con sus compañeros. Para ellos, las redes sociales aquí y ahora son como verdaderos nutrientes.

Los progenitores debemos estar alertas para cuando los adolescentes emitan señales, y recordemos que muchas veces estas son indirectas.

Hemos de lograr junto a nuestros adolescentes el mantenimiento de la salud física, la psicohigiene, la correcta alimentación. Eso sí, en una situación como esta, que es extraordinaria, permitamos y permitámonos algo extraordinario, algo que esté fuera de la norma.

Insisto en que hay que transmitir a los adolescentes confianza, supervisada, pero confianza en el reparto de las horas del día. Para la higiene, para estudiar, para participar en actividades domésticas, en juegos grupales, etc.

Eso sí, tendremos que estar atentos a algunos riesgos. A algunos riesgos de consumos, por ejemplo, los que puedan conducir a la ludopatía, o el consumo también de una pornografía vejatoria que atenta contra la dignidad.

Mi confinado adolescente

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