Читать книгу Despierta tu conciencia creativa - Jessica Riberi - Страница 6

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Prefacio

En los tiempos dinámicos y desafiantes de hoy, me es difícil imaginar un mundo donde las personas no dispongamos de creatividad. Y cuando afirmo esto, no es que imagine un mundo de genios y superdotados, ni tampoco la necesidad de convertirnos en científicos o artistas renombrados, sino que concibo la creatividad comprendida como estilo de vida donde cada uno pueda transitar por ella, con todo lo que ella brinda —lo grato y lo difícil, lo certero e inesperado— y crear realidades de bienestar que permitan manifestar la mejor versión de nosotros mismos en coherencia con nuestra felicidad. Esto, cuando la vida va bien, y también cuando lo frustrante, lo inseguro, las pérdidas e incertidumbre nos visitan.

Un estilo de vida que nos permita trascender la adversidad y vislumbrar nuevas opciones; no perderse ante lo actual ni dejarse dominar por las contingencias, sino que cada momento alcance el potencial de ser un momento semilla, inmerso en un movimiento evolutivo de expansión de conciencia y de creación de nuevas posibilidades. Cada situación es una parte de una historia, pero no «la historia». Y cuando ello ocurra, diremos con certeza que lo creativo es el estilo de vida de la persona.

Llevo treinta años de práctica profesional y considero que lo concluyente en el bienestar de la persona no está delimitado por lo que la vida le ofrece como posibilidad, sino por cómo se vincula ante esa realidad. Si lo creativo se ha bloqueado y apagado en la vida, pequeños desafíos se convierten en un gran tornado. Y el drama se expande en lo cotidiano de la vida. Y, por el contrario, grandes retos con la compañía de la creatividad se sienten como una ola apasionante donde surfear y desplegar el propio potencial. La realidad puede ser muy difícil, sin embargo, al mismo tiempo nos presenta algo nuevo que habitar. Por eso, este proyecto de enseñar y modelar un estilo de vida creativo se ha convertido en una gran pasión, pues tanto en clínica como en docencia de los programas de desarrollo humano que realizo compruebo que al asumir esta forma de vínculo se marca un antes y un después para la persona.

En ocasiones, nuestro diálogo interno es el peor enemigo, el mundo interior se contamina de imágenes, voces y sensaciones de autorreproche y enjuiciamiento respecto del propio potencial. Existe muchas veces maltrato hacia uno mismo, una mente crítica demoledora y se activan estrategias emocionales de inseguridad, frustración e impotencia que nos distancian de esta opción de vida; la persona crea, pero solo sufrimiento y réplicas de lo que ya existe en su vida. Otras veces, son las demás personas, a veces grupos, quienes mediante sus palabras y actitudes nos impactan como un martillo que golpea sobre nuestra cabeza con un «tú no puedes», «no eres capaz», «no vales», «no tienes nada que aportar». Es el espejo de la incapacidad, y en cuanto nos reflejemos en él, impactará en la valía y confianza en el potencial personal. Es un espejo que carcome las capacidades, el sentido de merecer un lugar en el mundo, y lapida la opción creadora.

La persona, si es un buen guerrero, con certeza podrá resistir ante lo adverso, dar una buena batalla ante esos mandatos limitantes y activar su potencial de resiliencia, pero difícilmente nacerá algo significativamente nuevo. Su vitalidad se encauza a resistir, evitar, batallar, limitar o transformar estos mensajes negativos; sus vínculos de vida están en función de lo frustrante y, con ello, su impulso creador se desvía de los desafíos innovadores.

La creatividad se activa al decidir lo que se quiere para la propia vida, en concordancia con un llamado interior, cuando la persona concluye que lo que vive no es para sí. Y como consecuencia de este darse cuenta, se crean ecos en torno a la pregunta «¿qué hago con esto?» Se acepta lo que es, la realidad, y el mundo que se activa en nosotros mismos, y lo creativo enlaza el presente. Suelo ilustrar el proceso como el nacimiento de una onda donde el centro de ella se sitúa justo frente a la persona, y ahí se localizan los hechos actuales. Todo lo que vivencia en el hoy, lo que ve, escucha, siente, y las experiencias que surgen a partir de lo que experimenta: sus emociones, creencias e imaginaciones.

Y lo presente habitualmente está unido a situaciones del pasado que determinan lo que se vive hoy. Existe una vinculación pasado-presente ya creada en la historia de la persona. Son dos puntos en esta onda creativa: lo presente, que está justo al frente, y lo pasado, que suele ubicarse en dos locaciones, opcionalmente. Es curioso constatar en clínica que las personas al referirse al pasado lo sitúan en la zona de su espalda, como si allí se emplazaran las situaciones ya vividas, en tanto otros lo sitúan en frente, en la zona izquierda. De ello dependerá hacia dónde se proyecta la onda. Lo importante y desafiante ahora es ampliar el campo perceptual y descubrir las opciones futuras que pueden enlazarse a este movimiento. Ahí está el potencial creador. La decisión que asuma cada uno en el aquí y ahora será un portal que fija la onda pasado-presente a un mundo específico de posibilidades de futuro.

Cada onda a su vez es partícipe de un espiral evolutivo. En el sentido del símbolo espiral, que es fertilidad, expansión y continuidad de las diversas expresiones del ser y los viajes de alma, hacia el regreso a su centro-esencia. Cada persona a través de ellas va progresivamente ampliando sus recursos, se libera de las limitaciones y logra una manifestación más plena de quién es, con todo su potencial. Pienso en un árbol que interactúa con las vicisitudes de su ambiente para ir siendo quien es. Nunca abandona lo que es ni trata de ser otra especie de árbol. Cada ciclo es una experiencia de evolución impresa en los anillos de su tronco; en los buenos años el anillo será más ancho, y los ciclos difíciles serán más delgados y estarán más próximos unos a otros; no obstante, en todos ellos siempre se preserva el movimiento expansivo de su tronco en conexión con sus raíces en la tierra, la ampliación de sus ramas y hojas hacia el sol, en concordancia con su identidad y el sistema al cual pertenece.

A sus treinta y tres años, Marta siente la satisfacción de haber alcanzado lo que visualizó como un sueño de adolescencia. En su infancia vivió en condiciones muy precarias junto con sus padres y cuatro hermanos (ella era la mayor). En casa de piso de tierra y ventanas con bolsas plásticas haciendo de vidrios. Obtuvo varias becas en el curso de sus estudios hasta llegar a ser ingeniera de una prestigiada universidad, y fruto de ello, logró que todos sus hermanos fueran profesionales y sus padres cuenten hoy con un pasar tranquilo, gracias a su apoyo. Creó un mundo de oportunidades de desarrollo y abundancia para todo su sistema. Y su conquista le ha exigido innovar en su forma de relacionarse en el mundo, desplegar potencialidades de liderazgo y autonomía que marcan un antes y un después en la historia de su familia. Ahora vive la vida desde la tranquilidad y el bienestar. Lo nuevo ha impactado sus competencias, así como sus creencias respecto de sí misma y la forma de presentarse ante los demás. Hubo una gran transformación. Así como Marta, podría contar la misma trama en la vida de Ismael, Alejandra, Daniel y muchos más. Son historias donde la adversidad del contexto ha sido el motor de la evolución personal y colectiva.

En otras historias la creatividad impacta principalmente en cómo la persona cohabita y comparte con otros. El reto creativo es instaurar relaciones de respeto, de buena calidad y espacios de intimidad, asertividad, disfrute, autoestima, entre muchas otras opciones. He visto en clínica con frecuencia el desafío creativo de independizarse del deber ser y patrones regulados por tradiciones, para encontrarse a sí mismo. La persona no sabe lo que le gusta, lo que desea, pues se ha dedicado a cumplir lo que se suponía tenía que practicar, de acuerdo a su educación y pertenencia social, y donde ella misma o él mismo ha quedado relegado en la sombra. «¿Dónde está?», muchas veces me pregunto, cuando escucho a la persona exponer lo que le pasa. La persona cuenta su situación, pero en ese relato no están sus emociones y pensamientos, ni su presencia. Todo se copa de la realidad dada por otros. La conquista creativa es ampliar su autoconciencia, para descubrir, habitarse y, así, tomar decisiones que nutran a cabalidad el misterio de su unicidad y el llamado que nace al vincularse con su realidad. Activar lo potencialmente más bello, más grato, más satisfactorio, lo más pleno, a partir de la realidad que la vida le brinda, en concordancia con quién es.

Las múltiples historias de vida creativas comienzan con algún evento que actúa como detonante para dar un primer paso, lo que impulsa la decisión de abrirse a lo nuevo. Es la semilla que eclosiona. Se emprende un movimiento desde un estado a otro, o sea, un cambio que une el presente con un futuro de mayores opciones. Suelo escuchar que al asumir lo creativo como estilo de vida se prende algo en el interior de la persona que vigoriza su sensación de vitalidad y cambia la cualidad de los pensamientos. El espejo de la incapacidad se desvanece. Se escucha más silencio en el mundo interior, se quiebran circuitos cerrados y reiterativos de creencias que lo debilitan, se ordenan y clarifican las ideas y se sostiene lo presente como oportunidad para algo nuevo. Hay un desapego del drama. Es la conciencia que despierta a una vida evolutiva.

Me gusta el símil con el árbol, pues él concilia el cielo, el agua y la tierra en un fluir dinámico, en oposición a la vida estática de la roca. Así, en la vida creativa la persona, en sus múltiples dimensiones, se vincula consigo misma, con los demás y con los contextos de vida, de manera tal que logra impulsar la vitalidad de sí misma y el sistema al cual pertenece, en consonancia con su potencialidad plena.

Y cuando esto ocurre, al mismo tiempo, la vida comienza a presentarse de otro modo. Nuestras decisiones, acciones y conversaciones potencian un campo creativo. Surgen realidades impensadas. Coincidencias, sincronías y posibilidades nuevas. De repente la persona comienza a recibir nuevas opciones de trabajo, los conflictos familiares se atenúan y la convivencia toma otro matiz, o la vida sorprende con un giro que marca el inicio de un nuevo ciclo. Ese es el poder que tenemos a través de cómo nos relacionamos con la vida. Porque cómo actúas, emocionas, piensas y te vinculas define un tipo de resonancia en el sistema, es el campo energético que creas con tu cualidad de presencia y a través del cual nutres campos específicos que llamamos arquetipos. Son campos energéticos que desde nuestro inconsciente colectivo modelan y actúan como una matriz invisible y a la vez muy poderosa, creando realidades de vida.

Entonces, ¿cómo ser parte de este estilo de vida? Esta interrogante es esencial en el modelo que compartiré en este libro. No basta, a mi juicio, con estar al tanto de las cualidades personales para que alguien acceda a su potencial ante hechos específicos, sino que también es necesario saber cómo —a través de patrones emocionales, mentales, conductuales y de vínculos— puedes activar campos arquetípicos que definen un estilo de vida creativo.

Creo firmemente que poseemos este poder de transformación y cambio. Cada uno tiene en su mundo interior un manantial creativo, y tomar la llave de acceso a este paisaje interno es fundamental. Y la buena noticia es que es posible. En este libro, mi propósito es presentar saberes, desde mi experiencia como psicóloga, con especialización en PNL cuántica, constelaciones familiares y arquetipos. Transitar el camino de acceso a este campo amplio de posibilidades que vive en cada uno de nosotros. Mi intención es ampliar esta resonancia en el mundo. ¿Te imaginas si lo creativo fuese el modo de vida generalizado? Con certeza las personas y comunidades seríamos más plenas y felices.

Confío en que el encuentro con este espacio interior marque una real diferencia en la vida de cada uno, y se abran múltiples opciones para un mundo mejor.

Te acompaño en este aprendizaje, eres bienvenida, bienvenido.

Despierta tu conciencia creativa

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