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Prólogo. Tutor, tutorado y tutoría doctoral

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¿Qué es un doctorado? Esta no es una pregunta difícil de responder desde una aproximación a su definición clásica. Al respecto, se puede decir que es el grado académico que garantiza la capacidad de proponer y ejecutar proyectos de investigación independientes, y de dirigir el trabajo de otros. Desde otra perspectiva, se expone que el doctorado debe estar comprometido con la innovación teórica y metodológica, así como con las apuestas de generación de conocimiento de frontera en los diversos campos del saber. De manera más sintética, un doctorado es el formador de investigadores e intelectuales. Sin embargo, la pregunta sobre su definición se problematiza si se formula así: ¿cuál es la naturaleza de un doctorado en y del sur del continente americano?

Pensar en un doctorado con estas características nos remite al contexto que lo envuelve y en el que se despliega su identidad, en nuestro caso, Colombia y Latinoamérica, el sur geográfico y cultural. Ser del norte o del sur no es irrelevante, al contrario, es una realidad que configura una forma de ser y de vivir; una cosmovisión y, a la vez, una “sensovisión” o manera de sentirse en el mundo. En consecuencia, se trata de crear o recrear las definiciones clásicas del doctorado en plena sintonía con el sentir y el modo propio de ser y vivir de los pueblos y culturas latinoamericanos y caribeños. El hecho de que un doctorado sea del sur implica un proceso educativo distinto en la forma de situarse ante la naturaleza, la persona, la cultura, la ciencia y la sociedad, con sus correspondientes necesidades, problemas y desafíos, en comparación con los del norte.

Pensar un doctorado desde el nicho geográfico que nos correspondió como destino en lo universal es lo que han realizado los doctores Amparo Novoa Palacios y Johann Pirela Morillo —miembros del equipo científico del Doctorado en Educación y Sociedad de la Universidad de La Salle de Bogotá, D.C.— en su libro Miradas sobre el acompañamiento tutorial sin proponérselo de modo explícito. Si bien el eje central del texto gira en torno al tutor, al tutorado y a la tutoría doctoral, el ejercicio de pensar sobre la propia práctica hace brotar una idea nueva de doctorado más acorde y pertinente tanto para los doctorandos como para el contexto en el cual nace y se hace.

El abordaje de la tutoría, entendida como el acompañamiento a un sujeto que construye una tesis doctoral, desde cuatro dimensiones —la antropoepistémica, la pedagógica, la lasallista y la didáctica— es una expresión de la búsqueda de un estilo formativo doctoral que responda cada vez más con pertinencia y coherencia a la realidad del país. Pertinencia concebida como esa capacidad del doctorado para responder de modo proactivo a las necesidades del medio, con el fin de transformar el contexto en el cual opera, según el marco de valores que lo inspira y define. La coherencia se comprende como el grado de correspondencia entre lo que el doctorado declara que es y lo que efectivamente realiza, como el grado de correlación existente entre los propósitos y sus políticas, estrategias y recursos disponibles.

¿Qué es una tesis doctoral? Los autores del presente libro la entienden como la síntesis y la creación de conocimiento, fruto del acompañamiento tutorial en la formación de los programas. Esta tesis no solo integra saberes disciplinares y metodológicos, sino también experienciales. Aúna en un todo lo cognitivo junto con los entramados vitales, el conocimiento experto y los sueños y expectativas de los sujetos involucrados. La tutoría desarrolla su potencialidad humanizadora en este marco de referencia, mediante el trabajo colaborativo, a partir de la interacción dialógica. Así, la tutoría es intercambio, relación cara a cara, conversación a dúo para descubrir algo.

Desde los albores del discurrir histórico de las universidades se puede rastrear la existencia del hecho tutorial. Siempre ha habido tutores, tutorados y acompañamiento en los campus, como valiosas herramientas para la formación de los futuros profesionales. Con el transcurrir de los siglos, la tutoría ha devenido en una de las prácticas pedagógicas clásicas universitarias, la cual supone una relación personal entre un maestro experto (tutor) y un estudiante aprendiz (tutorado), quienes, mediante el diálogo y la discusión, buscan alcanzar una meta concertada.

Vale la pena recordar que una de las prácticas agrícolas más antiguas de la humanidad es el tutoreo (sic), actividad que consiste en brindar soportes (tutores) a los cultivos a través de estacas, cuerdas, alambres o anillos para que las plantas crezcan de modo adecuado; así se evita que los frutos u hojas toquen el suelo, lo cual permite obtener mejores resultados. El tutoreo es fundamental para lograr unas cosechas abundantes y óptimas. Los cultivadores de la vid desde tiempos inmemoriales perfeccionaron los tipos de tutor y sus usos para brindar apoyo y obtener unas uvas de gran calidad. En nuestros campos del trópico, el maracuyá y la badea son buenos ejemplos del empleo de esta técnica ancestral. En los cultivos, los tutores son elementos temporales, útiles en tanto la planta adquiere fuerza, se desarrolla vigorosa y produce frutos. Cuando han cumplido su tarea, estos se retiran.

Esta práctica de cultivo del campo es inspiradora para comprender la importancia y, a su vez, la caducidad del hecho tutorial. El tutor es fundamental para el tutorado, pero, cuando este puede seguir su camino con autonomía, aquel debe hacerse a un lado; casi que desaparecer. Ha cumplido su función. En los doctorados, la relación entre el tutor y el tutorado se basa en conversaciones académicas que pueden ser lejanas, cercanas o prospectivas. Las primeras se tejen cuando se dialoga sobre los antepasados que constituyen la cultura e historia de una ciencia o saber en particular. Las segundas, cuyos contenidos los proporciona el día a día, las componen los acontecimientos que fluyen sin cesar y conforman la actualidad científica o social. Las terceras se centran en narraciones que sueñan y adelantan el porvenir de los objetos de estudio e investigación. En la conjunción de las tres, doctor y doctorando encuentran la ruta segura para tener conversaciones efectivas y sacar adelante la tesis.

Con la conversación académica tutorial se instauran en la cotidianidad los diálogos organizados, sistemáticos, pero abiertos, sobre los temas centrales de la tesis doctoral. Algunos son perennes, de siempre, otros son nuevos. Sean lo uno o lo otro, son medios para repensar lo rutinario o lo establecido. Así, se inician conversaciones que incluyen tanto los discursos teóricos en boga, las problemáticas que afloran de las nuevas sensibilidades y los sucesos históricos en curso, como las exigencias de transformación que suscitan los escenarios y tendencias contemporáneos. Unas y otras permiten mantener una sana tensión en la búsqueda de las mejores alternativas para realizar la investigación, cuyo producto final será la tesis doctoral.

En los doctorados, el seminario investigativo en grupo y el acompañamiento tutorial personalizado constituyen los núcleos de la tarea formativa. Estas dos prácticas son tan connaturales al doctorado que la arquitectura universitaria ha diseñado espacios y ambientes específicos para cada una: el aula con mobiliario tipo sala de consejo o junta directiva para el seminario y el cubículo convenientemente amoblado para un intercambio privado entre dos personas para la tutoría. Más frecuente el primero que el segundo en nuestros campus, razón por la cual la tutoría se ve desplazada al estudio del tutor, a la mesa del pasillo o a la primera cafetería que se encuentre a mano, lo cual no favorece la concentración que tal técnica requiere. Y, cuando no es posible el cara a cara presencial, vienen en su ayuda las múltiples posibilidades de la virtualidad con su relacionalidad a distancia, deslocalizada y no atada a la temporalidad.

Con sabiduría y experticia, Amparo Novoa Palacios y Johann Pirela Morillo nos obsequian unas páginas ricas en enfoques y estrategias, en las que tutores y tutorados podrán confrontar el itinerario del acompañamiento tutorial recorrido para profundizarlo, revisarlo e, indudablemente, perfeccionarlo. Este ejercicio se puede efectuar en cuatro movimientos: el antropoepistémico, desde la categoría de encuentro como locus donde desaparecen las posturas “yoístas” para dar paso a la configuración de unas “nosoístras”; el pedagógico, desde los criterios de simetría, circunstancialidad y comovilización; el lasallista, con su característico estilo educativo que privilegia la relación como acompañamiento sororal y fraternal; y el didáctico, con sus dimensiones metodológicas y operativas, como las arqueologías intelectuales, las cartografías y los informes de avance.

Miradas sobre el acompañamiento tutorial, consagrado a ese rito iniciático de la investigación de alto nivel, es un libro provocador en la medida en que, al avanzar en su lectura, invita a mirarse en el espejo de la propia práctica para cuestionarla y relanzarla; es un texto que hacía falta en el ámbito doctoral colombiano. A todos aquellos vinculados al tercer nivel de los estudios superiores universitarios les permitirá debatir sobre la naturaleza específica de un doctorado en contexto, mediados por el repensar, el ser y el quehacer del tutor, del tutorado y de la tutoría, cuya meta última, como bien lo señalan los autores, es “la maduración de las competencias investigativas que van imprimiendo progresivamente grados de autonomía en la construcción del conocimiento, siguiendo criterios de rigurosidad, calidad, pertinencia e innovación”.

Hermano Fabio Humberto Coronado Padilla, FSC

Exvicerrector académico

Universidad de La Salle

Miradas sobre el acompañamiento tutorial

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