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PREFACIO

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Prefacio a la Edición Revisada (2003)

Más que nunca, creo en la predicación como una parte de la adoración en la iglesia congregada. La predicación es adoración, y pertenece a la vida de adoración regular de la iglesia, sin importar el tamaño de la iglesia. No se vuelve conversación o “compartir” en la iglesia pequeña. No se convierte en una inyección estimulante o retintín de campanillas en la mega-iglesia. La predicación es adoración sobre la Palabra de Dios –el texto de la Escritura- con explicación y exultación.

La predicación pertenece a la adoración corporativa de la iglesia, no sólo porque el Nuevo Testamento ordena “predica la Palabra” ( keruxon ton logon) en el contexto de vida corporativa (2 Tim. 3:16-4:2), sino aun más fundamentalmente porque la esencia doble de la adoración lo demanda.

Esta esencia doble de la adoración proviene de la manera en que Dios se revela a nosotros. Jonathan Edwards lo describe así:

Dios se glorifica a Sí mismo hacia las criaturas en dos maneras también: 1. Por manifestarse a… sus entendimientos. 2. Comunicándose a Sí mismo a sus corazones, y en su regocijarse y deleitarse y gozar las manifestaciones que Él hace de Sí mismo… Dios es glorificado no solamente porque Su gloria sea vista, sino también cuando esa gloria es gozada. Cuando aquellos que la ven se deleitan en ella, Dios es más glorificado que si ellos solamente la ven. Su gloria es recibida entonces por toda el alma, por ambos, el entendimiento y el corazón.

Siempre hay dos partes en la verdadera adoración. Hay el ver a Dios y hay el saborear a Dios. No los puedes separar. Tienes que verlo a Él, para saborearlo a Él. Y si no lo saboreas a Él cuando le ves, le insultas. En la verdadera adoración, siempre hay entendimiento con la mente y siempre hay sentimiento en el corazón. El entendimiento siempre debe ser el fundamento del sentimiento. Si no, todo lo que tenemos es emocionalismo sin base. Pero el entendimiento de Dios que no motiva sentimiento por Dios se vuelve mero intelectualismo e indiferencia. Por esto la Biblia nos llama continuamente a pensar, a considerar y a meditar, por un lado, y a regocijarnos, a temer, a gemir, a deleitarnos, a tener esperanza y a estar alegres, por el otro. Ambos, entendimiento y sentimiento, son esenciales para la adoración.

La razón que la Palabra de Dios toma la forma de predicación en la adoración es que la verdadera predicación es la clase de discurso que consistentemente une estos dos aspectos de la adoración, tanto en la manera en que es hecha como en el propósito que tiene. Cuando Pablo le dice a Timoteo, en 2 Timoteo 4:2, “Predica la Palabra”, el término que utiliza para “predicar” es una palabra que se usa para “pregonar” o “anunciar” o “proclamar” ( keruxon). No es una palabra que se usa para “enseñar” o “explicar”. Es lo que un pregonero del pueblo hacía: “¡Oigan, oigan, oigan! El Rey tiene una proclamación de buenas nuevas para todos aquellos que juren alianza a su trono. Sea conocido de ustedes que Él dará vida eterna a todos los que confíen en y amen a Su Hijo.” Yo llamo a este pregonar exultación. La predicación es una exultación pública sobre la verdad que trae. No es desinteresada, fría o neutral. No es una mera explicación. Es manifiesta y contagiosamente apasionada acerca de lo que dice.

Sin embargo, este pregonar contiene enseñanza. Puedes verlo al mirar de nuevo 2 Timoteo 3:16 –La Escritura (que da motivo a la predicación) es útil para enseñar. Y puedes verlo al mirar adelante el final de 2 Timoteo 4:2: “Que prediques la Palabra… redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina (enseñanza).” Así que la predicación es expositiva. Versa sobre la Palabra de Dios. La verdadera predicación no es la opinión u opiniones de un mero hombre. Es la fiel exposición de la Palabra de Dios. Así que, para decirlo en una oración gramatical: La predicación es exultación expositiva.

En conclusión, entonces, la razón que la predicación sea tan esencial a la adoración corporativa de la iglesia es que es adecuada de manera única para alimentar ambos, entendimiento y sentimiento. Es adecuada de manera única para despertar el ver a Dios y el saborear a Dios. Dios ha ordenado que la Palabra de Dios venga en una forma que enseñe a la mente y toque el corazón.

Quiera Dios usar esta edición revisada de La Supremacía de Dios en la Predicación para fomentar un movimiento de adoración y vida teocéntricas, centradas en Dios. Que la predicación de nuestras iglesias muestren más y más la verdad de Cristo y el sabor de Cristo. Que los púlpitos del país resuenen con exposición de la Palabra de Dios y exultación en la Palabra de Dios.

John Piper

2003

La supremacía de Dios en la predicación

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