Читать книгу A Dios lo que es del César - Jorge Eduardo Simonetti - Страница 4
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Cuando el mundo dejó de girar y sus luces se apagaron, cuando nos ganó la oscuridad, se enturbió nuestra mirada y el alma entró en el cono ensombrecido de la incertidumbre; …en ese instante sentí tu mano que tomaba la mía, seguías ahí, a mi lado, como si nada hubiere ocurrido. Me fortalecí en tus pliegues, descansé en las dársenas de tu puerto seguro. Para ti, Gise, que iluminas mi vida con tu luz