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PRELUDIO: EL CONTEXTO
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LUGAR: Consultorio de la profesional a quien se le ha consultado por las severas y reiteradas dificultades comportamentales del niño, que está lesionando a sus compañeros y maestros, y pone en riesgo su desempeño escolar y social.
EVENTO: La profesional acaba de compartir con los padres del niño las estrategias y las acciones que deben implementarse para ayudarlo a crecer en autorregulación y armonía. La sesión ha terminado y los padres están por abandonar el consultorio. En ese momento, uno de ellos se gira y…
TRAGEDIA: “Ayyyyyy, doctora, ¿cómo hacemos para que todo esto lo entienda la abuela? Porque es ella quien está normalmente con el niño y si viera usted…”. (Aquí toda una seguidilla de quejas en contra de la pobre abuela, de cómo lo malcría, de cómo no hace lo que debiera, de cómo es un desastre a la hora de ayudarle con los deberes, etc., etc., etc.).
EPÍLOGO: La profesional pregunta: “¿Dónde está la abuela?”. La respuesta es: “Afuera, esperándonos en el auto”.
El regreso de los abuelos a la crianza debería ser el lugar natural de la armonía, de la alegría, del compartir. Infortunadamente, suele ser lo opuesto: un espacio fragoroso y doloroso en donde todos sienten que reciben menos de lo que quisieran, resienten la actitud del otro y concluyen que “les toca resignarse a este mísero acuerdo porque no hay más remedio”. Un auténtico pierde-pierde en el lugar que por derecho propio debería ser un auténtico gana-gana. Los autores creemos que a esta dolorosa situación se le puede dar la vuelta. Acompáñennos por favor…
Creemos que debemos empezar por presentarnos. El tema de la crianza no es aséptico ni objetivo. Implica una toma de posiciones en la que están involucrados muchos factores, entre ellos —y de manera preponderante— los valores, los afectos y las emociones, y nada de ello es aséptico u objetivo. Por ello nos parece de elemental honestidad intelectual dar a conocer al lector quiénes somos los autores y desde dónde se origina nuestra mirada.
Somos tres abuelos. Por ello llevamos la voz de los abuelos. Pero también miramos de manera crítica a nuestros pares y a nosotros mismos, porque debe recordarse que no hay cuña que más apriete que la del propio palo. Registramos con amor la voz de los hijos, hoy convertidos en los padres contemporáneos. Sin embargo, también creemos —como es propio de los abuelos— tener la capacidad de tomar cierta distancia respecto de esas minúsculas tragedias cotidianas que con cierta frecuencia se agigantan frente a los padres contemporáneos y transforman la maravillosa aventura de la crianza en una caótica tormenta de desesperanza. También quisiéramos ser la voz de los niños. La voz explícita cuando quisieran expresar todo ese maravilloso torbellino de alegría y confusión que reina en sus cabecitas y no saben cómo hacerlo o encuentran que sus padres no saben entenderlo. Pero también la voz implícita cuando el estadio apenas incipiente de su desarrollo y de asomarse al mundo no les permite entender ciertas razones e imperativos que quisieran ignorar pero que deben reconocer y acatar.
Además de abuelos somos tres profesionales. ¿De qué? Quisiéramos autodenominarnos “profesionales de la infancia”: una psicóloga, una fonoaudióloga y un neurólogo infantil que hemos desarrollado toda nuestra historia laboral, académica, afectiva y misional en torno a los temas del desarrollo, el aprendizaje y la conducta de los niños, y en ello hemos descubierto un mundo maravilloso y la oportunidad de aportar a la construcción del mismo.
Hemos acompañado a familias que han conseguido con sabiduría, perseverancia y amor enfrentar situaciones complejas debido a dificultades del desarrollo de sus hijos, ocasionadas por circunstancias ambientales desfavorables o por cambios abruptos en sus condiciones de vida. De igual forma hemos sido testigos del goce compartido por padres y abuelos en la crianza, la transmisión generacional de costumbres y valores en ella, y la adopción por parte de los abuelos de conocimientos, tecnología y costumbres que la facilitan y enriquecen. Nos hemos enfrentado también a situaciones dolorosas, tanto más dolorosas en la medida en que convierten a unos seres maravillosos en impotentes actores de una tragicomedia de equivocaciones que con frecuencia marca con el sello del dolor su presente y su futuro, y arrastra en esa caída a muchos inocentes cuyo único pecado fue rodear a esos actores.
Una de esas situaciones son los desencuentros entre padres y abuelos en torno a la crianza de los niños. Hace algunas décadas este era un tema inane por la sencilla razón de que los abuelos habían “desaparecido” de la crianza en la mayoría de las familias. Hoy, esos abuelos están de regreso en la crianza, y este regreso —lejos de formar “parte de la solución”— con cierta frecuencia se ha sumado para ser “parte del problema”. En una situación en la que todos pierden.
De ahí nace este libro.
Nace de nuestra convicción de que —como se mencionó arriba— a esta dolorosa situación se le puede dar la vuelta. Lo hemos visto una y otra vez en la práctica profesional cotidiana. Hay además abundante material teórico que soporta la validez de las premisas que lo fundamentan. Pero, por encima de todo, se ve en los ojos de los niños y las niñas, los padres y las madres, los abuelos y las abuelas cuando logran liberarse de esas ataduras de la incomprensión, la frustración y la desesperanza para encontrar la armonía que, por derecho propio, debería estar en el epicentro de las relaciones entre padres, abuelos y nietos.
Este libro —igual que otro de la misma serie— se basa en consideraciones científicas, pero no pretende ser un tratado científico o académico. Durante las últimas décadas hemos acumulado información valiosa y razonablemente sólida sobre el desarrollo infantil, la manera en la que los niños aprenden (aprenden en sentido amplio, esto es, aprendizaje académico, sí, pero también de actitudes, conductas, respuestas, en fin, para la vida), los factores que facilitan o entraban un aprendizaje sano, y los paradigmas a los que se enfrentan los padres contemporáneos, etc.
A partir de esos conocimientos científicos, la experiencia de más de tres décadas de práctica profesional ha ido moldeando unas posturas concretas frente a ese “matrimonio padres-abuelos para la crianza”. Las dificultades concretas de varios miles de niños, sus padres y sus abuelos, y los resultados de las estrategias de intervención implementadas, han ido dando cuerpo a esa postura y le han dado sentido de urgencia a la expresión abierta de esa postura. De allí nace este libro.
Por ello ya advertimos con anterioridad que, a pesar de que se basa en consideraciones científicas, este escrito no pretende ser un tratado científico o académico. Hemos abandonado por ello la pretensión de escribir en el formato usual de los textos académicos, para reflexionar sobre el “matrimonio padres-abuelos para la crianza” sin citas bibliográficas y en lenguaje llano, sin tecnicismos.
Bienvenidos, padres y abuelos.
Acompáñennos, por favor…