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Borges y senderos que se bifurcan

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Me pidieron un prólogo para el nuevo libro del profesor Jorge Etkin, de tan destacada trayectoria en la Universidad de Buenos Aires, donde me gradué y recientemente tuve el honor de que me designaran Profesora Honoraria. En su valioso trabajo sobre Política y poder aplicados en organizaciones, el autor señala que ha sido motivador el cuento de Jorge Luis Borges “El jardín de senderos que se bifurcan”. Se refiere a una realidad compleja, con múltiples escenarios, que –señala– es posible entender en el marco de esa obra.

En ese cuento la historia transcurre durante la segunda guerra mundial, narra cómo un espía chino al servicio de Alemania, Yu Tsun, se ingenia para hacer conocer desde Inglaterra, a los alemanes, la ciudad que deben bombardear. Para eso elige dar muerte a un famoso sinólogo que lleva, precisamente, el nombre de esa ciudad, el Dr. Stephen Albert.

El espía Yu Tsun sabe que es perseguido por Richard Madden, agente inglés que, al final del cuento, lo hará prisionero para que sea condenado a la horca. Trazado el plan, el espía llega hasta la casa de Albert donde, a través del diálogo, descubre que el sinólogo se ha dedicado a develar el misterio sobre un libro escrito por un antepasado suyo llamado Ts’ui Pên.

Al inicio de su obra, Ts’ui Pên había dicho: “Me retiro a escribir un libro”, y en otro momento: “Me retiro a construir un laberinto”. Todos imaginaron dos obras; nadie pensó que libro y laberinto era un solo objeto. Lo que devela Albert es un laberinto de símbolos, un invisible laberinto de tiempo. Llega a este descubrimiento preguntándose de qué manera un libro puede ser infinito.

El único procedimiento para obtenerlo es el de un volumen cíclico, circular, cuya última página fuera idéntica a la primera o, como en “Las 1001 noches”, cuando la reina Shahrazad, por una mágica distracción del copista, se pone a referir textualmente la historia de las 1001 noches, con riesgo de llegar otra vez a la noche en la que la refiere, y así hasta lo infinito. También había imaginado Albert una obra platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada individuo agregara un capítulo o corrigiera con piadoso cuidado, la página de los mayores.

Sin embargo la clave que le permite comprender los contradictorios capítulos del libro, es un manuscrito que Albert recibe de Oxford, donde Ts’ui Pên había escrito: “Dejo a los varios porvenires (no a todos), un jardín de senderos que se bifurcan”. Entonces Albert le dice a su visitante, que así comprendió que el jardín de senderos que se bifurcan era la novela caótica: la frase “varios porvenires (no a todos)”, le sugirió la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. En las diversas ficciones, como en la vida misma, el hombre debe optar entre diversas alternativas. En la novela de Ts’ui Pên, el hombre opta simultáneamente por todas: “Crea así diversos porvenires, diversos tiempos que también proliferan y se bifurcan”1.

Esta es la causa de las aparentes contradicciones de la novela. Albert dice que “El jardín de senderos que se bifurcan” es una enorme adivinanza o una parábola cuyo tema es el tiempo. Es una imagen incompleta pero no falsa del universo como lo concebía Ts’ui Pên, quien creía en infinitas series de tiempo que se aproximan, se bifurcan, se cortan o se ignoran; esa trama abarca todas las posibilidades. Llegamos así, a través del laberinto, al problema central del tiempo. El problema central es la imposibilidad humana de abarcar todas las posibilidades, poder solo divino.

Las organizaciones a las cuales se refiere el presente texto tienen procesos recurrentes, que hacen a su existencia y continuidad. Pero su realidad compleja muestra que dichas organizaciones son atravesadas por senderos y tiempos, que se diversifican. Por ejemplo, avanzan debiendo atender objetivos múltiples, no siempre compatibles. No es un tema solo de fuerzas o prioridades, sino de componentes diversos (la ética y los negocios). En este marco, las acciones que se pretenden coordinadas y compatibles, en la realidad se bifurcan con resultados diversos.

Los espacios de la organización compleja son atravesados por tiempos diversos internos y externos. Que son actuales, sucesos no explicables en la organización desde la relación entre medios y fines. Realidad múltiple que no siempre limita o inhibe, también moviliza, implica nuevos senderos, con sus posibilidades. Ello deriva en la pregunta continuada sobre los criterios que permiten postergar las rupturas como también disponer de medidas transitorias para atender los momentos de crisis.

En cuanto al alcance e intensidad de los temas asociados con la realidad vista como laberinto, en su obra sobre senderos que se bifurcan, Borges ha escrito: “pensé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país, no de luciérnagas, palabras, jardines, cursos de agua, ponientes”2.

Cuando Borges recibió, poco antes de morir, la visita de Margarite Yourcenar, los temas que estaban presentes fueron, precisamente, el del laberinto y el de los libros, como formas del gran enigma que es el universo. Recuerdo cada una de sus preguntas que, impalpables, quedaban flotando en el aire, detenidas casi por la fuerza de la expectativa de ella, esperando las respuestas de Borges. Su última pregunta fue: “Borges, ¿cree usted que saldremos del laberinto?”. Este laberinto, el tiempo, que es la materia de que está hecha la nada del hombre, la finitud del hombre, es también el libro, única forma de eternidad que le está permitida.

Libros hechos de palabras ordenadas en sutiles y precarias estructuras mentales que revelan la idiosincrasia y el alma de los pueblos que las hablan. Solo palabras en el origen de las literaturas y en el libro de los libros, palabra que crea el universo, palabra que destruye como en “El jardín de senderos que se bifurcan”, donde encarnada en la muerte de Albert, permite dar a conocer, a través de los periódicos, el nombre de la ciudad enemiga que deben destruir los alemanes.

“Los libros son la memoria de la humanidad”, dijo Borges en un ciclo de conferencias que dio en mayo de 1978. Y agregó a continuación: “Pero el libro es algo más también, la imaginación”. Porque ¿qué es nuestro pasado sino una serie de sueños?, ¿qué diferencia puede haber entre recordar sueños y recordar pasado? Los libros son laberintos de palabras, laberintos de sueños, laberintos de la memoria.

Para Etkin, la lectura de Borges le ha dado un marco más amplio para referirse a la “gestión de la complejidad”. Más concretamente en lo referido a las cuestiones de la política y las relaciones de poder para tratar con realidades múltiples. Lleva el concepto de bifurcación al análisis de organizaciones complejas, con diversos escenarios, y busca dar respuestas a quienes quieren salir de los laberintos del poder.

MARÍA KODAMA3

Política, ideología y poder aplicados a organizaciones

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