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ОглавлениеPRESENTACIÓN
El santo Rosario encierra un misterio. No podríamos imaginarnos una oración más simple, sin embargo, como el cofre de un tesoro, nos ofrece joyas invalorables que pasan ante los ojos del alma.
En su sencillez y profundidad, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Haciendo nuestras las palabras del ángel Gabriel y de santa Isabel, nos sentimos impulsados a buscar en María, entre sus brazos y en su corazón, el «fruto bendito de su vientre» (cf. Lc 1, 42) (1). El Rosario bendito de María, cadena dulce que nos une a Dios, debe permanecer siendo una oración de la familia y por la familia. Recordemos que “la familia que reza unida, permanece unida” (2).
El santo Rosario es el arma poderosa que vence en todas las batallas. Así nos lo recuerdan el Padre José Kentenich y Don João Pozzobon. De modo particular ofrecemos estas páginas para unir el santo Rosario a nuestra vida de Alianza. Ese fue el ardiente anhelo de ambos.
Siguiendo su ejemplo y escuchando sus enseñanzas, deseamos extender aún más esta genuina devoción de la tradición cristiana que se halla desde los inicios en la Obra de Schoenstatt y particularmente en la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt.
La elaboración de los textos que presentamos se pudo realizar gracias a la colaboración de muchas personas. En forma especial agradecemos a Mercedes C. de Bonorino, Ana C. de Echevarría y a la Familia de Elisabeth y Juan Álvarez.
Esperamos que este material sea fuente de una gran bendición para la Iglesia y el mundo.
Hna. Clara María Bercetche
y equipo Editorial
CONSIDERACIÓN
Para favorecer la lectura, las citas en las que sólo figura la fecha corresponden al Padre José Kentenich en su paso por Latinoamérica. El resto de las fuentes bibliográficas se encuentran al final del libro.
RASTREANDO EN LA HISTORIA
En 1982 llegó providencialmente a mis manos una plática del Padre Kentenich que iba a marcar profundamente nuestra vida como familia y, más tarde, los destinos de la Campaña del Rosario de João Pozzobon. El Padre Kentenich se dirige a un grupo de personas que comparte su anhelo de tener pronto un Santuario de Schoenstatt en la Argentina. Les hace una propuesta: rezar, vivir y ofrecer el Rosario al capital de gracias para que la Santísima Virgen descienda al Santuario y cumpla su misión educadora. Lo mismo hicieron los jóvenes en la fundación de Schoenstatt en 1914. En aquel tiempo -explica- ellos rezaron e hicieron sacrificios. Y la Virgen descendió.
Con Guillermo, mi marido, quedamos muy impactados por la propuesta del Padre Kentenich. Nos asombró comprender que la Alianza de Amor, el gran tesoro que la Santísima Virgen regala desde sus Santuarios de Schoenstatt, puede hacerse vida sencillamente rezando, tratando de vivir y ofreciendo los misterios del Rosario al capital de gracias. Sentimos que Dios nos llamaba a una misión: acercar a muchos otros a este camino de Alianza sencillo y popular.
El Padre Esteban Uriburu nos alentó y nos dio una imagen de la Madre y Reina de Schoenstatt para que nos guiara. Hacía poco -a su paso por Brasil- se la había dado Don João Pozzobon. En nuestro Santuario del Hogar, la coronamos como Reina del Rosario y le pedimos que regalara a muchos la gracia de rezarlo y de vivirlo. Pronto gran cantidad de jóvenes y de familias, se entusiasmaron con la propuesta. Encendidos por esta victoria de nuestra Reina, decidimos consagrarnos a ella en el Santuario como instrumentos suyos “para rezar, vivir y llevar su Rosario hasta los confines del mundo”. Ese mismo día surgió la inspiración de pedir a Don João veinticinco imágenes peregrinas para enviarlas a toda América, como portadoras del Rosario vivido en alianza, como lo propone el Padre Kentenich. Un año y medio después, la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt había llegado a los cinco continentes.
Cuando viajamos a Santa María, Brasil, para buscar las imágenes, conocimos a Don João. En su heroica vida de esposo, padre de familia, hombre de trabajo y apóstol, vimos plasmadas las expectativas que el Padre Kentenich ponía en el Rosario rezado y vivido. Descubrimos en él un modelo a seguir que encarnó este camino de Alianza.
Llevo muy hondo en el corazón el enorme anhelo de que sea comprendido, cada vez con mayor profundidad, el legado que nos dejó el Padre Kentenich en Villa Ballester, el 18 de junio de 1949. Esta sencilla plática, abre un camino original de Alianza. Constituye -junto con la oración del Rosario, escrita por el Padre en Dachau- un documento fundamental. Es una herramienta clave para que la Campaña pueda llevar el tesoro de la Alianza de Amor, a millones de familias. Al paso de la Imagen Peregrina, a través del Rosario, muchos pueden aprender a pensar, vivir y amar como Jesús y María, uniendo la fe con la vida. Quiera Dios que esta semilla sembrada por el Padre Kentenich en nuestras tierras de América, eche raíces profundas. Que siga generando vida de Alianza, nuevas ermitas, nuevos Santuarios y Santuarios del Hogar.
Que atraiga siempre de nuevo corazones jóvenes que se dejen formar por María como “hombres nuevos”, personalidades libres y firmes, instrumentos de evangelización que lleven el mensaje del Santuario hasta los confines del mundo.
Ana C de Echevarría
Yo rezaba el Rosario para alimentar mi Alianza”.
Don JoãoPozzobon.
“Danos la gracia
de captar con el corazón
lo que el Rosario nos habla,
lo que los misterios nos proponen,
y según eso conformar
lo que hacemos o evitamos.
Sumérgenos en el mar de amor
del cual el Rosario
nos da a beber en abundancia;
(…) Por los santos misterios de la redención
te pedimos, Padre,
estar en gracia ante tu mirada,
y que Schoenstatt
florezca como jardín de Dios
y se proyecte universalmente a la Iglesia;
bajo el cuidado
de nuestra Señora tres veces Admirable,
sea la pradera asoleada de la Santísima Trinidad” (3).
1. San Juan Pablo II. Rosarium Virginis Mariae N° 1.
2. Ibid N° 36
3. Padre José Kentenich. Hacia el Padre estrofas 336 a 356.