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VI. Rebajas en tiempos de crisis (septiembre de 2008)

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Constructoras, comerciantes, autónomos, familias, Organizaciones No Gubernamentales... Solo unos pocos privilegiados parecen haber escapado de las terribles zarpas de la crisis económica, que desde principios de año sacude a tres cuartas partes del planeta. En España, y a pesar de que el Gobierno se empeña en pasar de puntillas sobre el término maldito, proliferan las medidas de choque para paliar una situación que está ahogando a muchos ciudadanos y que amenaza con prolongarse en el tiempo. Y el oficio más viejo del mundo no es una excepción.

La prostitución, de la que viven en Canarias varios miles de personas, también se ha resentido por la recesión. Lo confirman las propias trabajadoras del sexo y miembros de organizaciones asistenciales que trabajan con estos colectivos en el Archipiélago, con los que contacté para elaborar una radiografía del momento actual. El método es bien sencillo. Basta con llamar a algunos de los cientos de anuncios publicitarios que diariamente copan los medios de comunicación de las Islas, así como las muchas páginas web que circulan por la red de redes. Para preservar la identidad de las personas, a la mayoría les daremos nombres ficticios, porque, según confiesan «hay que seguir comiendo de esto». «Mi amor, si es que hay días que no llama nadie, y me paso las horas sola», confiesa Natalia, una meretriz de origen sudamericano que opera en Santa Cruz de Tenerife. Esta joven hetaira, que anuncia sus servicios en la prensa local y en varias páginas de Internet, realiza un análisis pormenorizado del mal momento que está atravesando el sector.

«En la Península se notó mucho la huelga de los camioneros, sobre todo en los clubes. Yo me lo hago por mi cuenta, que le saco más, pero algunas compañeras me dicen que el paro del transporte les afectó mucho, que se pasaban las noches limándose las uñas», recalca. El futuro tampoco es alentador, aunque Natalia reconoce que «depende de a quién le preguntes, va mejor o peor. Hay casas que tienen su clientela estable y no les falta de nada. A mí, sin embargo, se me ha juntado la crisis con las vacaciones. Y tengo a algunos de mis hombres fuera, mientras yo apenas saco para las compras del supermercado». Su exposición la refrenda Nicolás García, presidente de Unapro, una asociación pionera en la Isla que se dedica a la asistencia integral de personas en situación de exclusión social. García confirma que «desde principios de año, e incluso meses antes, advertimos que la situación sería muy complicada, sobre todo porque creemos que existe descoordinación en los recursos socio-asistenciales de Canarias». La organización que él dirige, por ejemplo, agotó en apenas cuatro meses todo el presupuesto previsto para este año en materia de ayudas sociales.

«Cada vez hay más parados, hay pensiones no contributivas que no dan ni para comer, y en zonas como el Sur la situación está siendo muy compleja», agrega Nicolás García, que incluso relata que en Unapro tienen constancia de casos de personas en algunos municipios del norte de Tenerife que se han trasladado a vivir a cuartos de aperos; u otras que compaginan sus trabajos con escarceos en la prostitución o el narcotráfico. De hecho, en lo que al mundo de los contactos sexuales se refiere, García afirma que se ha producido una «notable bajada en el coste de los servicios», lo que ha llegado a provocar agrias disputas entre el colectivo de las trabajadoras del sexo que ejercen en las Islas. Algunas de ellas, incluso, han cometido actos delictivos que, por su condición de inmigrantes irregulares, las han llevado a la deportación a sus países de origen. «Las que están organizadas o trabajan en clubes se encuentran mejor, pero las que ejercen en la calle o en pisos han tenido que bajar los precios de manera casi desesperada», arguye el presidente de Unapro.

CONFLICTOS

Esta circunstancia no solo ha generado conflictos sociales, sino que también incide de manera negativa en la prevención. En este sentido, José Pablo Pérez, coordinador del área de Exclusión Social de Médicos del Mundo, explica que su organización aún no ha contrastado con datos los efectos de la crisis, aunque reconoce que algunas trabajadoras del sexo a las que asiste la ONG sí les han expuesto que «ahora hay menos clientes». «Todo el mundo se queja de la situación, y ellas no iban a ser menos», recalca José Pablo, quien opina que las bajadas de precios también pueden provocar «que se descuide la prevención». Tanto Unapro como Médicos del Mundo han constatado además que se han producido algunos desplazamientos de miembros de estos colectivos, desde el Sur y la zona metropolitana a pequeños municipios y pedanías de la Isla, con el objetivo de lograr mayores ingresos con su actividad. Cindy, colombiana de 24 años que trabajaba hasta hace poco en la capital santacrucera, así lo ha hecho. Ahora se mueve por el norte de la Isla, donde ha encontrado nuevos clientes. Ella, para paliar la recesión, ha optado por rebajar sus tarifas, e incluso acepta el regateo de precios de buen grado, cuando hace unos meses lo rechazaba de plano y llegaba a amenazar al cliente, en pleno lecho, con dejarle a medias.

«La negociación siempre ha existido; ellos quieren que les rebajes, pero la diferencia es que ahora hay quien no tiene más remedio que ceder», expone. Los descuentos, en muchos casos, rondan el 50%, ya que de los 50 o 60 euros que solía costar la media hora de relaciones sexuales, ahora hay quienes la ofertan por 25; e incluso hay meretrices que trabajan en pisos que aceptan estar con los clientes una hora completa por menos de 50 euros. En la calle, recuerdan desde Médicos del Mundo, «hay subsaharianas y chicas de Europa del Este que llegan a hacer algunos servicios por poco más de diez euros». Junto a Cindy, en su apartamento trabajan otras tres mujeres, además de la madame, que es la encargada de organizar y tratar con los usuarios. Al igual que su compañera, María, canaria de 22 años, denota que «sí se ha notado un poco de bajón en el trabajo, aunque por el momento la jefa nos mantiene a todas; ella dice que esto es pasajero y que ya ha conocido otras crisis, que al final los hombres siempre terminan viniendo para desahogar sus problemas entre nuestras piernas». Pese a todo, ni siquiera las más avezadas mantienen la regularidad de hace apenas un año. «Hasta hace unos meses podían llegar al piso diez o quince hombres cada jornada, mientras que ahora hay días que apenas conseguimos cinco servicios», incide la meretriz, que, por el momento, sigue recibiendo la misma asignación diaria por cada cliente al que satisface. La falta de trabajo afecta a todos por igual, ya sean hombres, mujeres o transexuales.

Alexa, por ejemplo, ha tenido que marcharse de La Laguna al Sur debido a la escasez de usuarios. Ella llegó a Canarias a finales de 2006, después de recorrer la Península y algunas capitales europeas.

Transexual de 27 años, cobraba 200 euros la hora, cifra que ahora ha bajado más de un 40%. «Soy una profesional que vive de esto, y mientras sigan viniendo clientes, la crisis lo único que impedirá será que deje de comprarme ropa cara o de cenar en restaurantes todas las semanas». «Hay que buscar los pisos buenos y tener tus contactos, porque a muchos de los que vienen a verme les da igual el Euribor», asevera sarcásticamente. En la misma línea se expresa Toni, brasileño de 24 años que se oferta como «guapo, atlético y solo para caballeros». En su opinión, «para los clientes lo importante es que los trates bien y les hagas disfrutar, porque ahora hay muchos que precisamente acuden a mí para olvidarse de los problemas económicos o personales que tienen». «Nosotros tenemos la opción de trabajar en muchas partes diferentes, y siempre hay sitios donde se saca para vivir bien». Él, como la mayoría de sus compañeros de profesión, capean el temporal con optimismo y astucia, las mismas armas con las que muchos ciudadanos con trabajos supuestamente más respetables hacen frente a la recesión, la crisis o a cualesquiera de las acepciones que se le quieran dar.

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