Читать книгу Más leyendas urbanas del rock - José Luis Martín - Страница 7
I. PRÓLOGO
ОглавлениеDe nuevo me encuentro sentado en un tren que se dirige al apasionante mundo del rock and roll, donde las estaciones irán marcando a grandes rasgos la falta de valores, ética y veracidad de lo que irá reflejado en el diario de a bordo.
No se trata de una ruta que busca el glamour, las chispeantes burbujas del champán o las luces deslumbrantes y cegadoras de la pista del circo del rock. Aquella por la que acróbatas, contorsionistas, equilibristas, forzudos, hombres bala, magos, malabaristas, mimos, payasos, trapecistas, ventrílocuos y domadores, nos ofrecen su particular arte, carisma y mejor semblanza.
El billete indicaba perfectamente que vamos a la trastienda, donde no se escuchan las fanfarrias de trompetas ni el júbilo del público.
En esa zona del circo se entrelazan las mentiras y la realidad, los gladiadores se acuchillan por la espalda, los payasos son pervertidos violadores de menores, el forzudo se inyecta esteroides y drogas de diseño, los malabaristas hacen sus trucos con royalties ajenos, mientras que el mimo vocifera teorías de la conspiración que encandilan y doblegan la ecuanimidad de los equilibristas y amansa a las fieras, que se han zampado al domador en un festín patrocinado por la dirección.
Todo ello en una maravillosa barahúnda que se empaqueta convenientemente, se envuelve en papel de regalo y se pone a la venta como suvenir de la memoria y nostalgia de lo que pudo ser y no fue. Porque en este circo se aprovecha todo, no hay ni desperdicios, ni inmundicia que no pueda triturarse y envasarse en cápsulas antidepresivas, caramelos ansiolíticos y píldoras de la felicidad que algún día creímos haber conseguido.
Comenzaremos nuestro viaje, con un recorrido por el universo de las conspiraciones, que si bien es cierto que la totalidad son musicales, comprobaremos cómo se escapan de la fina línea que las separa de la paranoia social e incluso política. Compartiremos las dudas vertidas en las versiones oficiales y sin desdeñar ninguna conclusión, dejaremos entrar el fantasma de la incertidumbre. Los muertos irán pasando sin previo aviso del suicidio al asesinato, de la borrachera a la mala praxis o por qué no, de la drogadicción al maltrato paterno o la pederastia.
La segunda estación posee una vía muerta por la cual circulan relatos de un magnetismo maravilloso. Músicos que juegan a ser dioses o dioses que bajaron al mundo para ser simples músicos, guitarras legendarias que podrían en ocasiones terminar en un amasijo de astillas sin perder la compostura, amores que no lo fueron, pero que la obsesión los transformó en neurosis y asesinos que elevaron a la categoría de leyenda a su víctima.
No deberemos perder de vista en ningún momento donde nos encontramos, en el maravilloso circo del rock’n’roll, ese que nos regala obras musicales prodigiosas, con la misma pomposidad que nos muestra comportamientos esperpénticos y rastreros. Contratos con letra pequeña para protagonistas ignorantes, managers que chupan la sangre de sus protegidos, promociones surrealistas y cuentos fantasmagóricos, es lo que encontraremos en este aquelarre caótico.
Cuando el trayecto llegue a su destino, habremos dejado pasar pequeños rumores en formato mentiras, blasfemias y quizás nos encontremos con el Diablo sin saberlo, ni pretenderlo, en una colección de leyendas que intentan escapar de los consabidos chismes de portería y que entre líneas, nos dejaran una buena dosis de adrenalina rock.