Читать книгу Estudios sobre la psicosis - José María Álvarez - Страница 7

Nota del autor

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La recopilación de estudios recogida en este libro da cuenta de buena parte del trabajo que he desarrollado en la última década. Algunos de ellos ya habían sido publicados en monografías o en revistas de psicoanálisis y de psiquiatría, otros son inéditos. De los ya publicados, todos se han corregido y escrito de nuevo para la ocasión; uno de ellos, el que lleva por título «¿Qué fue de la paranoia? Sobre la permanente objeción de la paranoia al discurso psiquiátrico de las enfermedades mentales», constituye un nuevo y amplísimo desarrollo del antaño incluido en una monografía codirigida con Ramón Esteban.

En su conjunto, todos estos estudios compendian los intereses y puntos de vista personales sobre la psicosis: el modelo unitario de psicosis, su marco nosográfico actual y la clínica diferencial; las investigaciones sobre los fenómenos elementales, las alucinaciones y los delirios; la función del síntoma en la psicosis, su dimensión creativa y reconstructiva; los distintos polos de la psicosis y las diversas posiciones desde las que el sujeto encara el nacimiento a la locura, así como las posibles oscilaciones de uno a otro polo; las dos vertientes de la certeza psicótica; la vinculación consustancial entre la clínica y la ética, maridaje ampliamente explorado a partir de la responsabilidad subjetiva; las relaciones entre el delirio y el paso al acto.

Los diez estudios incluidos se presentan organizados en tres apartados: el libro se inicia con «Pensar la psicopatología», le sigue «Alucinación y fenómenos elementales» y concluye con «Paranoia y delirio»; un Prólogo de Fernando Colina los introduce y un Epílogo de Pepe Eiras les sirve de colofón. Al preferir este criterio temático antes que el cronológico, se ha querido facilitar a los lectores la posibilidad de profundizar en los ámbitos que despierten de su interés. Puesto que no se trata de una monografía ni de un tratado, algunas referencias a autores y unas pocas citas se repiten. Con todo, como se indica puntualmente donde conviene, las grandes ramas temáticas se van entretejiendo hasta componer un paisaje homogéneo y actual. Al menos esa es la impresión que me da.

Como todos los libros, también éste ha ido adquiriendo su forma y su contenido paulatinamente. Cuando hace un par de años Rafael Huertas me sugirió que publicara un volumen con mis artículos, dado que estaban dispersos en revistas de muy distinta procedencia, comencé a elaborar los posibles contenidos. Con la pretensión de dar coherencia a las materias tratadas y dotar al texto de un estilo homogéneo, al final se han desechado algunos escritos, especialmente dos casos clínicos inéditos y algunos trabajos sobre el delirio y las alucinaciones.

La manera de investigar esta materia concede una importancia prioritaria a la experiencia del psicótico, no sólo para reconocer ahí su verdadero drama sino también para avistar el camino más idóneo de su potencial reequilibrio. Las habrá, seguramente, aunque no he hallado mejor manera de profundizar en esta exploración que la de conjugar las referencias de la psicopatología clásica y del psicoanálisis. Desde siempre me he preocupado de hacer compatibles la fenomenología —en su sentido noble, es decir, el análisis del conjunto de testimonios directos que se obtienen de la observación minuciosa y la escucha respetuosa orientadas conforme a una teoría precisa, la psicoanalítica—, el modelo de las estructuras freudianas y la clínica lacaniana de lo más particular de cada quien.

Comoquiera que soy de esos que no saben dar un paso sin tener presente cuanto aportaron los pensadores de la psicopatología, el estilo de estos estudios recrea un diálogo permanente entre los clásicos de la psicopatología y la doctrina psicoanalítica. Convencido como estoy de que el psicoanálisis constituye el legítimo desarrollo de la gran clínica psiquiátrica, las fuentes y referencias pertenecientes a uno y otro ámbito se encadenan y se conjugan, lo mismo que sucede con los grandes casos de nuestra disciplina: Schreber, Wagner y Aimée.

Al echar la vista atrás y evocar la trayectoria seguida en el terreno profesional, la reflexión sobre la locura o psicosis me parece estar ahí desde siempre; también lo está el psicoanálisis. En mi caso, ha sido a través de la psicosis como he podido entender los conceptos fundamentales del psicoanálisis. A muchos nos sucede que nos pasamos el resto de la vida sin abandonar del todo los dominios de lo que fue nuestra tesis doctoral. Al investigar durante años la paranoia, amén de las muchas lecturas a las que el tema invita, creí hallar en ella una guía inmejorable para el conocimiento de la estructura psicótica y de sus posibilidades de remedio. Además, la paranoia —seguramente también valdrían la melancolía y la histeria— tiene la propiedad de mostrar a quien la estudia con detenimiento los distintos estratos que han venido sedimentándose en la construcción de los conceptos psicopatológicos, las distintas fallas y pliegues, los límites y logros de los modelos que han pretendido explicarla.

Mientras me formaba como psicoanalista en Barcelona y escribía la tesis doctoral, me encontré un buen día, en la Biblioteca de Catalunya, con algunos artículos de Fernando Colina. De eso hace unos veinte años, aunque no lo conocí en persona hasta bastante tiempo después, cuando me instalé en Valladolid. Sería faltar a la verdad no reconocer la virtuosa influencia que ha ejercido en mí durante todos estos años. A su magisterio debo la pausa y la templanza, el amor por los filósofos de la Antigüedad y el deleite con la buena prosa, cosas todas ellas que para mí han adquirido una importancia decisiva.

De igual modo que el nervio de estos estudios pone de manifiesto la articulación entre el psicoanálisis y la psicopatología clásica, también mi quehacer profesional se desarrolla a caballo de la práctica privada y la asistencia pública. Ya va para tres lustros que entré a formar parte de Colectivo Villacián, nombre en el que José Manuel Susperregui ha reunido a trabajadores y locos del Hospital Psiquiátrico Dr. Villacián de Valladolid. En un clima de amistad y respeto, muchas han sido las actividades, investigaciones y publicaciones desarrolladas en ese marco tan singular, unas veces con Colina, otras con Ramón Esteban, otras también con ambos. Buena parte del deseo que nos anima se nutre del contacto diario con los residentes MIR y PIR. Cuando en fechas recientes vinieron a visitarnos Juan J. de la Peña y Javier Carreño —por fijar en personas concretas cierto sentimiento grato—, nos pareció que el compromiso con la clínica y la docencia, mantenido durante años, comenzaba a resonar más allá de las márgenes del Pisuerga.

A la par que las actividades irradiadas desde el Villacián, el grupo de psicoanálisis concentra el otro polo de mis actividades. Fue en respuesta a la escisión sobrevenida durante el X Encuentro Internacional del Campo Freudiano, celebrado en Barcelona en 1998, como surgió el Grupo de Estudios de Psicoanálisis de Castilla y León, que tuvo como primer Presidente a Alfredo Cimiano. Casi diez años después, aquella agrupación pionera en nuestra Comunidad ha derivado en la puesta en marcha del Espacio de Instituto del Campo Freudiano y en la reciente creación de la Sede de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, con Fernando Martín Aduriz —verdadero motor del grupo— a la cabeza.

Una larga amistad me une a Pepe Eiras y a Chus Gómez. Como a los psicoanalistas nos cuesta permanecer de brazos cruzados, desde hace tres años venimos desarrollando las Conversaciones Siso–Villacián. Eso que comenzó siendo una modesta iniciativa destinada a extender el psicoanálisis y el pensamiento psicopatológico en el medio sanitario, se ha convertido en la actualidad en un movimiento creciente que pretende dignificar el trato con el doliente y contribuir al cabal desarrollo de nuestra doctrina.

En este escenario y con estos protagonistas se han concretado los estudios que siguen.

Valladolid, 1 de mayo de 2006

Estudios sobre la psicosis

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