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Perspectiva

La perspectiva tiene un doble sentido, en este libro resuenan ambos muy poderosamente: el de punto de vista y como estructura constitutiva del tipo de imagen que inaugura la fotografía en la visualidad occidental. Identificar la perspectiva como ese modo de construir en la bidimensionalidad la tridimensionalidad material de la «realidad» supone un distanciamiento crítico de la propia experiencia, pero, además, y más difícil aún, es comprenderla como una cuestión de carácter ideológico. La perspectiva, en este sentido, da forma visual a la manera en que Occidente aprehende el mundo. Tomar posición y hacerla explícita es exponer el punto de vista, la perspectiva desde dónde se observa, lo que implica que todo aquello que es observado desde ese lugar está determinado por ese significado estructural.

La perspectiva desde la cual este libro observa a la fotografía latinoamericana es desde mi calidad de fotógrafo y de investigador. Es decir, desde quien reconoce como propios algunos asuntos que se observan en la práctica disciplinar regional, pero también como investigador desde la academia. Esta perspectiva doble en algunas oportunidades se torna engorrosa, ya que los elementos que la constituyen se interfieren, se disputan la preeminencia dentro de la argumentación: por un lado, la mirada abarcadora de lo académico; por otro, la interpelación, a veces emocional, al fotógrafo. Este aspecto es, en muchas ocasiones, la motivación inicial, lo que permite la movilización a la observación crítica posterior, pero que quedará suspendida a favor de esta.

Pienso que la permanente indagación por la identidad latinoamericana, como respuesta a la fuerza colonizadora hegemónica occidental, ha ocasionado una construcción identitaria reactiva, por lo tanto siempre dependiente de los criterios definidos por el centro hegemónico; es como si siempre estuviéramos pidiendo permiso por lo que vamos siendo, y más aún: desde aquí se definen, incluso, nuestros propios criterios de gusto.

La razón de este libro se funda en mi propia necesidad de volver a mirar la fotografía regional, tratando de encontrar alguna autonomía en mi juicio estético.

El libro está conformado por cuatros partes. La primera «Teoría», plantea ciertas definiciones necesarias y críticas de lugar y sujeto, pero siempre en tensión con el centro hegemónico. Esto implica una dificultad metodológica: ¿cómo nombrar un lugar y un sujeto (propio) con el lenguaje de otro? Este asunto, clásico y permanente en la filosofía latinoamericana, expone la dificultad de pensar problemas regionales con conceptos creados para otros lugares y sujetos.

En la segunda parte, «Fotografías», me enfrento a obras realizadas en distintas épocas y por distintos autores, tratando de de­sarmar los criterios instalados desde el centro (pero además incorporados inadvertidamente en nuestra propia conciencia) que han definido el valor cultural y estético de trabajos como los de Martín

Chambi y de Manuel Álvarez Bravo. También analizo algunos ejemplos de fotografía peruana desde los años ochenta hasta hoy, en los que, creo, hay una potencia autónoma muy importante. En este caso, trabajo el proyecto Tafos, la obra de Chambi, Daniel Pajuelo, Nicolás Torres y el colectivo LimaFotoLibre. Finalmente, me centro en el trabajo de dos fotógrafas argentinas de distintas generaciones, pero ambas vigentes, Ananké Asseff y Adriana Lestido. En sus respectivas obras veo una investigación profunda de cuestiones que surgen desde sus propias experiencias, íntimas, ideológicas y de género. Como es evidente, estas y estos autores no cubren toda la producción latinoamericana, pero desde mi perspectiva proponen asuntos importantes de pensar; por lo demás, no es objetivo de este libro cubrir toda la producción regional, eso estaría en contra de una idea clave respecto de Latinoamérica, su absoluta heterogeneidad.

En la tercera parte, «Violencia neocolonial y fotografía», abordo un problema central en la práctica fotográfica en general, que es lo relativo al contenido de violencia que existe en el ejercicio documental, pero que se acentúa poderosamente en el documentalismo realizado por fotógrafos o fotógrafas europeos o norteamericanos en Latinoamérica. El caso de Susan Meiselas es especialmente clarificador, ya que desde el lugar que ocupa en la relación centro-periferia, no es capaz de reconocer su propia violencia colonizadora.

En la última parte, «Fotografía y sentido hoy», presento algunas reflexiones generales sobre la práctica fotográfica y algunos alcances respecto de las posibilidades de comunicación de la fotografía misma.

La voluntad final de este libro es, en lo posible, volver a mirar la fotografía hecha en nuestra región, pero tratando de hacerlo desde la mirada descolonizada, desde cierta autonomía del pensamiento, desde la libertad de enunciación.

Fotografía sin más

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