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Prólogo

TODA ESA SUCIEDAD PRETENDE SER un libro de culto. Entiéndase aquí “de culto” no como una obra maestra, uso que en ocasiones se le da a esta expresión –quizás por desconocimiento de sus diversas acepciones–. De entre estas, la acepción que aquí nos congrega ha sido empleada no tanto en el ámbito literario como en el cinematográfico. En el cine, una película de culto es, entre otras cosas, aquella que tiene una buena recepción crítica por parte de una audiencia, sin embargo, limitada; cultora de las producciones que se alejan de los convencionalismos temáticos, estéticos o narrativos. En algunas de sus tantas corrientes, las películas de culto resultan polémicas, y suelen abordar temas notablemente controvertidos, como el sexo explícito, la violencia, el crimen, el humor negro, el grotesco o aun el escatológico.

Así, Toda esa suciedad no es una obra para lectores que se aproximen a los textos con una mirada censuradora. En la actualidad, presenciamos la consolidación de una crítica literaria –y de arte, en general– que podríamos llamar “políticamente correcta”. Los críticos de esta corriente asedian el texto en busca de alusiones machistas, racistas, homófobas, sexistas y clasistas, entre otras. Mas no lo hacen con el ánimo de comprender a fondo estos fenómenos sociales, asumiendo la obra de arte como una construcción verosímil, anclada en una realidad que no está bien construida, y a la que, por supuesto, sí le caben todas las críticas que bien merece. No; no es tanto este el fin de estos críticos como el de censurar, el de pretender eliminar la obra.

Este libro –de culto, en el sentido que privilegié en el primer párrafo– hallará su lugar en las bibliotecas de todos aquellos lectores que se resisten aún a la crítica que describí ya. Un tipo de lector que comprenda el hecho de que una cosa son los personajes y otra cosa es el autor, y que es errado el supuesto de que si un escritor compone un relato con personajes que comportan posturas controvertidas, ello supone de entrada que el escritor apoya o rechaza estas posturas… Pues este no es el caso de Juandiego Serrano, de quien me precio de escribir con conocimiento de causa, gracias a la amistad literaria y cultural que nos une. Serrano, un historiador, promotor de lectura, gestor cultural, catedrático, editor y escritor santandereano, tiene de todo menos de polémico y de controvertido, o al menos no a la manera de sus personajes.

Juandiego Serrano no es –aunque pueda tener algunos rasgos menores de cada uno de ellos– el narrador de “10-02”, el cuento que inaugura este libro, y que expone los pormenores etílicos y sexuales de unas novenas navideñas celebradas en un conjunto residencial de clase media típicamente santandereano. Ni el narrador de “Míster Cuquita”, que relata el descubrimiento de un diario, escrito por el homólogo del título, en el que este ha consignado la suma de sus obsesiones y reflexiones en torno al sexo femenino. Ni el narrador de “El cucarachón”, que evoca una mujer a partir del detonante de una cucaracha, y en adelante se obstina en la figura de este tipo de insectos, estableciendo extraños vínculos entre las relaciones humano-cucaracha y humano-amante humana. Ni el narrador de “El cuento de la vaca”, en el que un taxista les relata a algunos de sus colegas la historia una mujer a quien recogió en un barrio de Bucaramanga, y a quien recuerda, sobre todo, por sus prominentes senos.

No, Juandiego Serrano no es ninguno de esos personajes, como tampoco es alguno de los personajes que integran “Déjà vu en el jardín de flores”, “Unión libre”, “Alina entre las cuerdas” y “Känsligheten”. Y permítaseme abstenerme de sintetizar estos, los cuatro cuentos restantes que componen el libro, porque mi intención es la de invitar a la lectura de esta obra, que no la de vulnerar de entrada el asombro del lector en todos y cada uno de estos relatos. Así pues, para terminar, me limito a destacar, con total honestidad literaria, la escritura rigurosa, investigativa y cuidada incluso hasta el borde de la obsesión que caracteriza estos cuentos. En la prosa de Juandiego Serrano se trasluce su formación de historiador y de investigador de su tierra, Santander. Una formación de archivista obsesionado con el detalle. Alternando con un léxico culto y ajustado a un uso estandarizado de la lengua, se presentan en esta obra toda suerte de colombianismos y, sobre todo, de santandereanismos, dispuestos en estructuras narrativas arriesgadas, diferentes entre sí, que delatan un afán del escritor por reinventar su escritura en cada cuento.

Toda esa suciedad es, junto con Un café al amanecer, novela de Farid Numa, una de las obras ganadoras de la Convocatoria Primer Libro de Creación Literaria, de Ediciones UIS, editorial de la Universidad Industrial de Santander. La modalidad de cuento de la colección Emergentes, que reunirá en adelante a los ganadores de esta convocatoria, se inaugura con este libro de Juandiego Serrano; libro que, a su vez, es el primero de su autor –condición necesaria para postularse en la convocatoria–… Espero que usted, lector, encuentre en esta obra tanto o incluso más valor que aquel que hallaron Álvaro José Claro y Rónald Salazar, jurados de la convocatoria: promotor de lectura y escritor, el primero; editor y catedrático de literatura, el segundo.

Bienvenido –por apropiarme del final del prólogo del “Diario de Míster Cuquita”, uno de los tantos libros que integran este libro que usted tiene entre sus manos–.


Hugo Armando Arciniegas

Toda esa suciedad

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