Читать книгу Cuentos De Etiopía I - Juan Moisés De La Serna, Dr. Juan Moisés De La Serna, Paul Valent - Страница 6

UNA FAMILIA PECULIAR

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El viajero continuaba su camino, cuando se le acercó un niño y le dijo,

–Todavía no has visto lo más importante de este pueblo, todavía no has visitado mi casa.

El viajero entendió que se trataba de una chiquillería y le respondió,

–Bien, enséñame tu casa y proseguiré mi camino.

Los dos fueron a una casa a las afueras de la ciudad, y llegado a ella, le salió una mujer y le preguntó el motivo de su visita, el viajero le comentó que había sido invitado por su hijo, y que estaría poco tiempo.

La mujer le invitó a comer, y a la hora de comer llegó el hombre y no se extrañó de ver al viajero y dijo,

–Ya veo que al final has sabido donde buscar, ya creía que te ibas a ir del pueblo sin ver lo más importante.

El viajero se extrañó de que utilizase las mismas palabras que su hijo y le preguntó,

–¿De qué se trata eso tan importante de ver?, ¿quizás algún tesoro familiar?

El dueño de la casa se rio y dijo,

–Nada que sea de valor material, nosotros aquí conservamos viejas costumbres, que no abundan por esta zona, para nosotros es nuestro bien más preciado, y creemos que pocos saben disfrutarlo, por eso te invito a convivir con nosotros hasta mañana después de comer, y luego continúas tu camino.

El viajero comprendió que lo que esperaba encontrar no era lo que había en aquella casa, pero la curiosidad pudo más y se quedó para conocer a estas personas que se definían a sí mismas como peculiares.

Pasado el día completo y la mañana del siguiente y tras comer se despidió el joven diciendo,

–En verdad, que me hubiese perdido mucho si me voy sin conoceros, sois una familia muy peculiar y con unas costumbres realmente especiales, si esto se extendiese se viviría mejor, tanto física como emocionalmente.

–En realidad esto no se lo enseñamos a nadie ―dijo el dueño―, únicamente en esta ocasión porque nuestro hijo así lo ha considerado adecuado, ya lo intentamos en un tiempo y nos retiraron la amistad, ya que no estaban preparado para ello, de momento, nosotros lo conservamos hasta cuando estén preparados el resto para poder aceptarlo.

–Entonces decirme ―dijo el viajero―, ¿queréis que os guarde el secreto?

El dueño le contestó,

–Lo que te llevas es para ti, utilízalo como mejor comprendas que puedes hacer, sí te digo que no todos están preparados para conocerlo y menos para aceptarlo, luego informarles de algo que no les sirve, únicamente les crea inseguridad y miedo.

El joven agradeció la hospitalidad y al muchacho su invitación y dijo,

–En verdad tienes una gran familia, enhorabuena.

–Espero yo con mis hijos y mis hijos con los suyos extender todo el bien que nosotros hemos aprendido a generar dentro de la casa ―afirmó el muchacho.

Cuentos De Etiopía I

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