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Fotografía por ∙ Juan Pablo Arenas Vargas

El diseño, tal como se conoce en la actualidad, surge de la división del trabajo, del proceso de elaboración y de la fragmentación en el acto creativo. Esto se consolidó aproximadamente a mediados del siglo XIX, tanto en Europa como en Estados Unidos, con los diferentes procesos y manifestaciones en sus productos de carácter industrial.1 Es en aquel momento donde se inicia, se incrementa, se desarrolla y se aplica el modelo utilizado actualmente en las estructuras académicas y profesionales del país, que resalta como positivo el fraccionamiento del conocimiento en infinitas partes; donde predomina el planteamiento del conocimiento sin incertidumbre, jerarquizado y lineal. El conocimiento especializado inundó el mercado del diseño, desconociendo el contexto en que está inscrito el objeto.

El conocimiento en diseño, así como en áreas afines, se fundamenta en un conocimiento creativo proyectado en aras del bienestar humano; no decimos que las demás aéreas no lo sean, decimos que en éstas, existe un énfasis trabajado y proyectado para la construcción social del hombre como especie.

Cesar González Ochoa en su texto El significado del Diseño y la construcción del entorno (2007) habla del conocimiento en diseño cuando dice:

…con este nombre se pretende englobar a todas las actividades cuya finalidad sea la ideación conceptual y la plasmación material de espacios, ambientes, objetos, los cuales, a su vez, tienen como función la construcción del entorno humano al dar al soporte materias del espacio tanto forma como función y significado. (p. 33)

El diseño, entendido como proyecto social o entorno humano, es lo concreto del pensamiento, no es solo la idea, ni el origen de esta idea que modifica y organiza el pensamiento, sino la materialización de esa idea hecha producto o servicio que ayudan a construir el pensamiento en diseño. Por esto, el diseño es ante todo pensamiento y acción, implementado a partir de la cultura del conocimiento creativo y no necesariamente como fragmentación de disímiles saberes.

Para ilustrar lo anterior, sirve una historia que se escuchó en un periplo de talleres por el sur de América. Nos encontramos en una conferencia con un hombre de una particular jocosidad que hizo de su conferencia un espectáculo. Ese hombre se llama Ronald Shakespear2 y es uno de los pioneros de la gráfica argentina.

Nos habló en una sola historia de varios de los puntos que aquí se refieren, e incluso que se van a referir más adelante, como por ejemplo de la fragmentación del conocimiento a nivel histórico; de perder el origen de las preguntas que son motor de las respuestas; de la construcción de espacios y objetos con sentido en su significado; y del diseño como proyecto social, porque afecta a un conglomerado humano al que, por inclusión y omisión, influenciamos.

Unos alumnos de Jorge Frascara3 le enviaron una carta que él tuvo la gentileza de alcanzarme en Buenos Aires. Estos alumnos canadienses, de posgrado, habían recibido una encomienda del gobierno para iniciar una investigación acerca del origen del ancho de la traza ferroviaria de los trenes de su país. Como es sabido, el ancho de la traza de esos ferrocarriles es de 4 pies y 8 pulgadas. Hablamos de 1 metro y 45 centímetros, aproximadamente.

La preocupación del gobierno era definir exactamente el porqué de esa medida, pues ésta tiene una incidencia muy fuerte en el sustento de los soportes básicos, los durmientes de madera, que han sido siempre una preocupación de Estado.

1 Los alumnos hicieron un relevantamiento preliminar; y descubrieron que los trenes canadienses tienen ese ancho de traza porque ese es el ancho que tienen los trenes norteamericanos. ¿De dónde surgía esta medida? Esta medida se origina en la traza de los trenes norteamericanos, que habían sido gerenciados por ingenieros ingleses, quienes habían utilizado para sus propósitos, los planos preexistentes de su país. ¿Y por qué usaban los ingleses esta medida? Porque esta era la que tenían los viejos tranvías ingleses. ¿Y de dónde surge esta decisión? Esa medida también había sido aplicada a los caminos preexistentes a los tranvías. Y estos caminos tenían 4 pies 8 pulgadas, de cuneta a cuneta. ¿Por qué? Porque por allí transitaban los viejos carromatos, y las ruedas de aquellos debían calzar justo en las cunetas a fin de que no se rompieran. ¿Y dónde se originan estos caminos? En un proyecto realizado hace 2.000 años por los romanos para que pasaran por allí sus legiones. ¿Y por qué medían 4 pies y 8 pulgadas? Porque esa era la medida estándar que se habían normalizado para todas las carreteras del Imperio romano. ¿Y por qué? Porque los romanos descubrieron que 4 pies y 8 pulgadas era la medida del ancho del culo de dos caballos.Es interesante, reflexionan los alumnos, que el ancho de un cohete propulsor de un transportador espacial, mide 4 pies y 8 pulgadas, y que estos propulsores vienen de Utah, y van hasta la base de lanzamiento por ferrocarril. Y los túneles miden poco más de 4 pies y 8 pulgadas, por lo cual concluyen: la tecnología de transporte de punta –la más avanzada de la historia de la humanidad– está basada en el culo de dos caballos.¿Valor innovador? Las burocracias son eternas. (Shaskespear, 2003, pp. 110-111)Cuando Ronald acabó la conferencia, salimos inmediatamente hacia la librería Ateneo a comprar su libro Señal de diseño (2003). En este texto encontramos, entre otras, la historia que acababa de contar, que recreaba la idea inicial de este documento: que el proyecto de diseño implica para su ejecución una acción mental, y que esa acción mental es compleja. En este caso específico el diseño es complejo desde el punto de vista histórico-cultural porque prueba que una acción del pensamiento del hombre de más de 2.000 años afecta actualmente a lo más avanzada de la historia de la humanidad.El pensamiento complejo es la realidad de un tejido que se construye a partir de un sinnúmero de elementos que forman una superficie envolvente en el objeto de estudio, que en este caso específico denominamos diseño.El pensamiento complejo y el diseño están unidos por varios componentes del ser: permiten un acercamiento más abierto y participativo tanto al conocimiento como al objeto diseñado. Se apropian de las variables específicas en cada contexto, con mayor armonía; incluyen una amplia gama de posibilidades de análisis del ser humano, la actividad desarrollada y la apropiación de los diferentes elementos que intervienen en el acto creativo, pues poseen las características adecuadas para una mejor y más amplia organización del conocimiento con mayor flexibilidad.El diseño, visto como proceso de creación, es parte fundamental del proceso de cognición. Entre otras variables culturales, ambientales o sociales, el diseño debe tener la capacidad de cartografiar las rutas planteadas por nuestra mente; contar con conocimientos vastos y rigurosos sobre el tema que se va a investigar e infinita perseverancia para no claudicar ante las preguntas esenciales de cualquier proyecto de investigación.En aras de la construcción como acto creativo, este libro se elabora a partir de cuatro elementos clave: unos principios teóricos que soportan la estrategia de abordaje; una estructura metodológica que lo articula al diseño; una pedagogía puesta al servicio del proceso de enseñanza-aprendizaje, y unas recomendaciones que resaltan lo facto de los árboles mentales.Los principios tienen que ver con la manera como se acerca el creador al objeto de estudio; la metodología profundiza en la forma como se ordena ese mismo objeto; los principios con la reflexión acerca del conocimiento que nos rodea y de la cual todos somos parte; la metodología con lo concreto, lo palpable. Los principios son la abstracción, lo simbólico. Los principios y su método son las acciones más puras en el acto de diseño. Ambas caras constituyen la moneda, ambas creen en el objeto como unidad. Ambas se plantean con una pedagogía de diseño a partir de la experiencia en el aula.El diseño es heredero de un modelo fragmentado de conocimiento para el cual el hacer ha sido lo único importante, sin que haya logrado construir a través del tiempo un marco teórico de su propia actividad disciplinar y epistemológica. De ahí que deba reestructurar su visión, en procura de construir un argumento que dé cohesión a los modelos culturales actuales, a las nuevas actividades sociales humanas y pragmatismos objetuales, en el ámbito del proyecto de diseño, como acción clara de la epistemología del pensamiento.Dentro de esta dinámica aclaratoria de lo que estamos por leer, también deseamos manifestar lo que es y no es este libro.Es un texto desde el diseño para las disciplinas creativas.Es un proceso que va desde la concepción hasta la materialización de la intervención.Es un método de investigación que comienza con la pregunta y termina en comprobaciones.Es constitutivo del pensamiento de diseño porque plantea una dinámica a través de la construcción y lectura de imágenes, una prospectiva, es holística y se centra en las personas.Es una dinámica pedagógica que modifica el proceso enseñanza-aprendizaje de las disciplinas creativas.No es un texto sobre creatividad o innovación, aunque creemos que puede ser una herramienta para incentivarlas.No es un texto sobre diseño estratégico o pensamiento de diseño como se conocen comúnmente en el mercado editorial, de gestión y de diseño.No es un texto que hable del producto de diseño. Es más, está lejos de esa concepción que debería pertenecer más a la industria que a la academia.No es un texto resultado de una investigación formal, pero sí surge como aliciente metodológico de taller dentro de un aula de clase.

Arboles Mentales

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