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En la feria

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Desde la campiña llegó a la feria una niña muy bonita. En su rostro había un lirio y una rosa. Había ocaso en su cabello, y el amanecer sonreía en sus labios.

Ni bien la hermosa extranjera apareció ante sus ojos, los jóvenes se asomaron y la rodearon. Uno deseaba bailar con ella, y otro cortar una torta en su honor. Y todos deseaban besar su mejilla. Después de todo, ¿no se trataba acaso de una bella feria?

Mas la niña se sorprendió y molestó, y pensó mal de los jóvenes. Los reprendió y encima golpeó en la cara a uno o dos de ellos. Luego huyó.

En el camino a casa, aquella tarde, decía en su corazón: “estoy disgustada. ¡Que groseros y mal educados son estos hombres! Sobrepasan toda paciencia”.

Y pasó un año, durante el cual la hermosa niña pensó mucho en ferias y hombres. Entonces regresó a la feria con el lirio y la rosa en el rostro, el ocaso en su cabello y la sonrisa del amanecer en sus labios.

Pero ahora los jóvenes viéndola, le dieron la espalda. Y permaneció todo el día ignorada y sola.

Y, al atardecer, mientras marchaba camino a su casa, lloraba en su corazón: “estoy disgustada. ¡Que groseros y mal educados son estos hombres! Sobrepasan toda paciencia”.

El vagabundo

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