Читать книгу Resumen del libro "La gran trampa" de Daniel Lacalle - Leader Summaries - Страница 4

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

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«Política monetaria no convencional». Probablemente, lo habréis oído muchas veces, pero se trata de un término engañoso. Lo que los medios de comunicación generalistas y la opinión pública denominan «no convencional» es y ha sido la política más convencional que se ha practicado durante los últimos seiscientos años; esto es tratar de solucionar los desequilibrios estructurales y los problemas macroeconómicos mediante medidas inflacionistas. En otras palabras, crear dinero de la nada.

En su momento, parecía una buena idea, sí, hasta que las medidas «temporales» y «extraordinarias» se convirtieron en la norma. Ahí es donde radica el problema. La política monetaria no es más que una herramienta a corto plazo, pero no soluciona los desequilibrios estructurales. En el mejor de los casos —tal y como nos recuerda constantemente el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi— se trata de una medida para ganar tiempo y permitir a los gobiernos y a otros agentes económicos solventar problemas puntuales, en su mayoría derivados del exceso de deuda y de una inadecuada asignación de capital.

A continuación, explicaremos brevemente cómo funciona este proceso llamado «expansión cuantitativa», que, se mire como se mire, no deja de ser una herramienta para acumular riesgo. El banco central de un país no «imprime» dinero; lo que hace es endeudarse. Compra miles de millones de euros en bonos del estado o activos financieros y con ello aumenta su balance, es decir, aumenta su deuda. Así pues, lo que compra el banco central no es gratis: es un préstamo. El banco central adquiere esos bonos y activos a otros bancos. Unos bonos que, anteriormente, estos bancos tenían en su balance debido a que los percibían como tóxicos y que venden con el fin de «desatascar» la posición financiera de la propia entidad.

Además, el banco central pone en circulación líneas de liquidez a coste bajo con el fin de que los bancos presten, y si estos no mueven esa liquidez los penaliza. Con ello se espera que la actividad económica se acelere y, por lo tanto, que la inflación suba y mejore el empleo. No es, como dicen algunos medios, un regalo a los bancos, sino un préstamo a bajo coste. ¿Cómo se paga esto? El banco central compra unos activos que, por cuestiones de pánico o riesgo no justificado, considera que son baratos, pero estancan el mecanismo de flujo de crédito a la economía real. En realidad, el banco central se convierte en un enorme hedge fund, un gran fondo de inversión apalancado, que tiene la potestad de afectar al precio y a la cantidad de dinero.

Todo ello con el fin de que la economía crezca, se cree empleo y se recupere la inflación, para luego retirarse del mercado. Por eso, el banco central siempre tiene un ojo en los mercados financieros para evitar enormes distorsiones. Si entregara el dinero a los agentes económicos directamente, ese préstamo contra su balance generaría el mismo efecto que una subvención improductiva; es decir, se crearía un enorme impacto inflacionista que llevaría a una crisis.

No está mal, ¿verdad?

Como idea, como solución mágica, parece buena sobre el papel… hasta que se implementa.

A eso se le llama «política monetaria expansiva»; esto es, aumentar agresivamente la cantidad de dinero y bajar el precio del mismo para incentivar el crédito… Y tiene un riesgo muy evidente: el efecto embudo, es decir, que la crisis o recesión que se crea cuando se termina lo que algunos denominamos «el gas de la risa monetario» es más abrupta que lo que se pretendía evitar: una vez que haces «pop», como las Pringles, ya no hay «stop». Realmente, la política monetaria expansiva mencionada es igual al aumento del apalancamiento financiero visto en los años anteriores a la crisis, promovida, de nuevo, desde la gestión agresiva de los tipos de interés y la cantidad de dinero.

Resumen del libro

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