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Prólogo

Los autores, profundos conocedores de los secretos del arco y la arquería, decidieron con una curiosidad compartida y demandante, embarcarse en una aventura compleja que les requirió mucho tiempo de investigación y recopilación de datos. El resultado, un abanico de historias que muestran la relevancia que el arco y la flecha tuvieron para nuestra especie en su larguísima evolución, volcada en leyendas y mitos que reflejan las idiosincrasias de muchos pueblos pero que comparten el protagonismo que tuvo esta arma compuesta.

No se conoce con certeza el inicio de esta práctica. Año a año, surgen artículos que nos cuentan acerca de nuevas evidencias encontradas en una cueva o en algún paraje perdido del Viejo Mundo. Allá donde colonizó el Homo sapiens es factible, aunque muy poco frecuente, encontrar durante una excavación o simplemente caminando, alguna punta de proyectil amorosamente tallada, aerodinámica, liviana, armoniosa. Tan pequeñas que caben en el hueco de la mano, fueron confeccionadas con las rocas de mejor calidad y más fáciles para tallar. Su hallazgo perfora el tiempo para llegar hasta nosotros y permitirnos imaginar cómo fueron la arquería y los arqueros de épocas muy lejanas.

Mucho más frágiles y más trabajosos de confeccionar, tanto que era lo que el cazador trataba de recuperar a toda costa, los astiles eran un bien preciado. Hacer un astil llevaba muchos días. Había que elegir las ramas más derechas de las maderas más aptas que hubiera en la región, pelarlas y luego con mucho trabajo, primero embeberlas en agua y luego enderezarlas con calor. Eran muy importantes; un astil torcido inhabilitaba el vuelo de la punta de proyectil más exquisitamente tallada. Es así que era en ellos en los que el grupo expresaba su pertenencia a una comunidad. A través del mensaje que enviaban las plumas de diferentes aves y los embarrilados con cueros y lanas de colores se podía saber quién había conseguido una presa o enviado al otro mundo a un enemigo.

Los arqueólogos infieren que cada cazador hacía y llevaba sus flechas en un carcaj durante las partidas de caza, tal cual hacen hoy en día miembros de comunidades originarias que aún mantienen su uso, tanto en la selva amazónica como en el Kalahari africano.

En sus salidas, los antiguos cazadores cargaban consigo un equipo de reparación en el que había trozos de buena roca, herramientas de piedra para tallarlas, tendones secos en forma de hilo, adhesivos hechos de resina de ciertos árboles mezclados con ceniza. Nada podía entorpecer la tarea de llevar el alimento al campamento.

Junto al arco y las flechas hubo otra creación humana que acompañó a los cazadores y guerreros: los relatos legendarios y los grandes mitos. El arco, las flechas y los arqueros no podían estar ausentes y aquí están recopilados algunos de ellos.

En el libro, los autores siguen el derrotero histórico del arco y la flecha, no ya únicamente como arma de caza, sino como potente y mortífera arma de guerra. Las “nubes de flechas que oscurecían el cielo”, una expresión que se encuentra en muchos relatos de diferentes culturas de la historia, expone el tremendo valor que adquirió en diferentes momentos el arco, la flecha y la pericia del arquero.

El lejano Oriente, Sumeria, Babilonia, Egipto antiguo, el mundo occidental que se inicia en Grecia han creado mitos y leyendas en los que los arqueros (y las arqueras) son grandes protagonistas de historias que han perdurado hasta hoy. Un viaje por el tiempo y el planeta, siguiendo a un arquero habilidoso con su arma mágica.

DRA. ANA GABRIELA GURAIEB

Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

Ministerio de Cultura de la Nación.

Arqueros, arcos y flechas

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