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Prólogo

El proceso correspondiente al proyecto Pensar en escuelas de pensamiento avanza de una manera interesante. Esto significa que los equipos interdisciplinares no solo se mantienen, sino que se observa un crecimiento evidente en cada uno de ellos. Institucionalmente, esta agencia también continúa fortaleciéndose, y la Universidad de La Salle sigue brindando los apoyos requeridos para una empresa que, de suyo, se constituye en una especie de ícono en lo que respecta a la realización de proyectos de largo plazo; una oportunidad para fortalecer la necesidad de generar una cultura alternativa a la perspectiva inmediatista que suele caracterizar las gestiones sociales en nuestro medio.

Estamos convencidos de que esta perspectiva representa una agencia ligada a la esencia de lo que es una universidad en estricto sentido, es decir, una institución social que, en cuanto foro de la cultura, está llamada a constituirse en referente de la sociedad, en lugar de operar como un simple escenario de reproducción sociocultural acrítico.

Los obstáculos que se manifiestan a lo largo del proceso son apenas naturales. Entre estos se observan las dificultades para los encuentros presenciales por parte de los integrantes de cada equipo; el esfuerzo por mantener la vitalidad colectiva más allá de la publicación de un libro; los distintos niveles de comprensión de algunos miembros de la comunidad educativa que no ven con claridad lo que llaman “rentabilidad” de los tiempos asignados a un proyecto sobre el pensar; las diferencias en cuanto a experiencias y desarrollos académico-investigativos de quienes conforman los equipos; las tentaciones disciplinares como fuerzas gravitatorias que se ponen en tensión con la perspectiva interdisciplinar; la incertidumbre de algunos participantes respecto a si están o no en el equipo “correcto”; la expectativa, indiferencia e incredulidad que alternativamente muestran algunas personas frente al proyecto; en fin, no son pocas las dificultades que se enfrentan. No obstante, se constituyen precisamente en parte del reto que todos estamos dispuestos a enfrentar y a superar progresivamente como asociados de una empresa que merece estos y muchos otros esfuerzos.

Observar las distintas y complejas dinámicas del proceso, ver la motivación de quienes integran los colectivos de trabajo, constatar los efectos que empieza a producir el proceso en otros ámbitos curriculares, esto es, en espacios académicos de pregrado y posgrado desarrollados por los equipos interdisciplinares —por ejemplo, recibir permanentemente las inquietudes de las personas interesadas en que el proceso de su equipo se cualifique—, y sobre todo, experimentar cada vez con mayor rigor la convicción de quienes participan en esta iniciativa del pensar, son motivaciones suficientes para continuar esforzándonos en el desarrollo sistemático y colaborativo de esta agencia.

La generación colectiva de posibilidades que potencien la continuidad y el crecimiento del proyecto facilitará el fortalecimiento progresivo de los colectivos como escuelas del pensar, es decir, como coordinación de personas que desde la interacción y el aprovechamiento de diversas experiencias y enfoques van configurando condiciones que les permiten pensar cada vez mejor, que facilitan la creación de nuevas posibilidades de enriquecimiento intelectual, pero, sobre todo, que les brindan opciones para producir alternativas genuinamente creativas frente a las problemáticas sociales ligadas a sus campos de pensamiento.

Toda esta dinámica se inicia en la denominada “fase cero”, en la que se privilegió la experiencia disciplinar y la organización de grupos desde los programas y proyectos de una misma facultad o un mismo departamento académico. La intuición colectiva indicaba que este era el camino, por lo menos el inicial, si se pretendía consolidar unos equipos dedicados a procesos formales y sistemáticos del pensar, y particularmente del pensar en colectivo. Las identidades disciplinares, las cercanías afectivas, las facilidades de encuentro y la sintonía de intereses dejaban ver que este enfoque inicial tenía sentido.

Una vez iniciado el proceso, las dinámicas que se empezaron a producir en los grupos dieron lugar a reflexiones que, si bien reconocían el valor de lo disciplinar, dejaron ver cierto interés por el encuentro con otros mundos del saber y con otras formas de construirlos. Fue así como el desarrollo de esas conversaciones provocó la necesidad de constituir grupos con profesionales de diferentes unidades académicas y, por consiguiente, de diferentes orígenes disciplinares. Se revisaron diferentes alternativas y se plantearon categorías amplias para que toda la comunidad que había decidido vincularse al proyecto, desde su respectiva unidad académica, ahora considerara la oportunidad de integrarse en un nuevo equipo cuya característica esencial estaría representada en la convergencia de representantes de distintos campos disciplinares o de saber y sus consecuentes diferencias epistemológicas o epistémicas, según el caso.

En correspondencia con lo anterior, los participantes revisaron cada categoría y la valoraron tomando en cuenta variables como: sus intereses, la relación de cada ámbito categorial con los procesos misionales de su unidad académica, el campo o campos contenidos o derivados de estas y los perfiles de quienes podrían estar interesados en constituir cada equipo. De esta forma, se produjo una primera agrupación que luego se fue ajustando sobre la base de uno de los principios rectores del proyecto, este es, que los integrantes de cada equipo se sintieran identificados con el campo de estudio seleccionado y con los pares que conformaban su equipo de trabajo.

De este modo se configuraron ocho colectivos de trabajo con las siguientes denominaciones:

1 1. Nueva ruralidad, política pública y seguridad alimentaria

2 2. Inequidad, pobreza y desarrollo

3 3. Formación, constitución de sujeto y estética del desarrollo

4 4. Ser y territorio

5 5. Cultura, salud pública y desarrollo comunitario

6 6. Asentamientos humanos, narrativas socioculturales y memoria histórica

7 7. Sostenibilidad, eficiencia y desarrollo

8 8. Ecodiversidad, bioética e investigación científica

Más que la denominación, lo fundamental en cada uno de estos ámbitos de conocimiento y de acción es su implicación como campo de indagación y de praxis, como campo de pensamiento que interpela la realidad desde un conjunto de problematizaciones formales y crea posibilidades para desarrollar alternativas de soluciones pertinentes. Nos encontramos ante una experiencia que se coordina con diversos escenarios institucionales, con los grupos de investigación, con programas de maestría, con espacios académicos del Departamento de Formación Lasallista y, en general, con todas las unidades académicas desde los integrantes de los equipos interdisciplinares. Es una diáspora de interacciones complejas entre el pensar, la gestión curricular, la investigación, la educación, la formación y ¡la vida!

Hno. Carlos Enrique Carvajal Costa, Fsc

Vicerrector Académico

Pensar en escuelas de pensamiento

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